Francisco Vallés (Retrato)
D. Francisco Valles
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Ignóranse casi todas las circunstancias de la vida de este hombre célebre, conocido solamente por su reputación y sus escritos. Comun opinión es, que nació en Covarrubias población de Castilla la Vieja; pero nada se sabe de las calidades de su familia y nombres de sus padres. Pasó á la Universidad de Alcalá; y dedicado á la Medicina, fuéron tan grandes sus progresos, que obtuvo la Cátedra de Prima, que ocupó muchos años con aprovechamiento y aplauso general. Felipe II, movido de la celebridad de este profesor, le llamó á su Corte, le hizo su Médico de Cámara, le elevó á Protomédico, honor muy raro en aquella edad, y le colmó de honores. Cuéntase que padeciendo aquel Monarca de la gota, Válles logró mitigarle los agudos dolores que le atormentaban, aconsejándole metiese los pies en agua tibia: y que este fue el orígen de la gran privanza y superioridad que después tuvo. Añaden que Felipe, sintiéndose aliviado, le saludó con el nombre de Divino delante de toda su Corte: título que pasando del Rey á los Cortesanos, y de estos al Pueblo, ha quedado desde entonces unido al apellido de Valles. Así, una operación simplicísima y obvia influyó mas sobre su crédito, que sus grandes talentos, sus profundos estudios, y sus excelentes obras. Estas no obstante le grangeáron tanta estimación para con aquel Soberano, protector ardiente de quantos varones sabios alcanzó su siglo, que habiendo determinado erigir en el Escorial aquella gran Biblioteca, comparable con las mayores del mundo; entre los pocos hombres insignes de quien echó mano para acopiar el tesoro literario, que había de colocarse en aquel depósito de la sabiduría humana, fue Valles uno de los nombrados: y él dice de sí, que con grande afán y solicitud logró enriquecer con inmenso número de libros selectos aquella biblioteca. ¿Y que mayor indicio del saber de este varon inmortal, que haber sido compañero de Arias Montano y de Ambrosio de Morales para la empresa, que honra tanto la memoria de Felipe II?
Habíale dotado naturaleza de un espíritu laborioso, capaz y penetrante, que fue cultivado por él con una serie no interrumpida de tareas útiles. Su gusto era exquisito, su erudición inmensa: supo de Física quanto podía saberse en su tiempo, y observaba la naturaleza de un modo nada común, como puede fácilmente conocerlo qualquiera que lea atentamente sus escritos. Se ha dicho muchas veces que para apreciar los hombres es preciso medirlos con su siglo: aplicada esta regla á Francisco Valles, y midiéndole con el suyo, se hallará que era realmente un gigante en la carrera que corrió con paso extraordinario, y que necesariamente su reputación y sus aplausos debieron eclipsar á los demás profesores de aquel tiempo. ¡Quantos descubrimientos sublimes, y que adelantamientos tan rápidos no se han hecho desde entonces, especialmente en este siglo, en la Física, la Historia Natural, la Botánica y la Química! Quien lea atentamente las obras de Válles, hallará que para algunos de ellos allanó la senda á su sabia posteridad: y otros los pasó á manos de esta ya comprobados al toque de la experiencia y del raciocinio. El fue el primero que penetrando á las entrañas de los seres físicos, vió el fuego insinuado en todos ellos, y atribuyó á su actividad las grandes operaciones de la naturaleza.
La Medicina llevada en los hombros de aquellas ciencias se ha elevado con ellas, se ha enriquecido con sus tesoros, y se ha facilitado nuevos recursos, y abierto senderos nuevos, imposibles ciertamente de imaginarse en el siglo décimosexto: época agradable y gloriosa al ingenio humano mirada por ciertos aspectos; pero no muy rica en conocimientos filosóficos.
Válles, sin embargo de hallarse desnudo de estos inmensos socorros, pudo á fuerza de talento, de trabajo, y de felices curaciones labrarse una gloria, que traspasando los términos de su patria, ha llenado la Europa entera, y no se ha extinguido todavía. Ni merecía menos la suerte incomparable que le cupo de haber conducido la Medicina Española al término de cultura y esplendor con que pudo ya emular la docta simplicidad de la escuela Griega. El la desnudó de las sutilezas y patrañas del Arabismo: él la exornó con la decencia de una locución pura, natural, propia, elegante: él la engalanó con toda la pompa de la erudición mas escogida; habiéndole sido muy familiares las lenguas sabias, y muy profundo el conocimiento que tuvo de quanto en las ciencias naturales se había sabido hasta su tiempo. Nicolás Antonio no duda llamarle el mejor Médico de quantos España habia producido: y Bocraave, cuyo testimonio es sin duda mas honorífico y preponderante en la materia, hablando de los Comentadores de Hipócrates en su Método de estudiar la Medicina, coloca á Válles en el primer lugar por su mucha inteligencia en la lengua Griega, su profundo estudio en los Autores antiguos, y su larga práctica en la facultad: dotes, dice Bocraave, que solamente han poseído Galeno y Holler. Ademas de los Comentarios de Hipócrates, Válles escribió otras muchas obras, donde están tratadas las materias mas interesantes de la Medicina. Tales son entre otras su Método, que pasa por excelente, y sus Controversias filosóficas y médicas, donde altamente da la preferencia á la escuela Griega sobre la Árabe.
Murió este insigue y sabio profesor en un Convento de Agustinos, extramuros de la Ciudad de Burgos, en el año de 1592. Una lápida que se conserva en Alcalá, donde está grabada la inscripción siguiente, da á entender claramente, que las prendas de su ánimo no eran menos respetables que las de su ingenio.
D. O. M.
FRANCISCO VALLESSIO PHILIPPI HISPANIARVM ET IN-
DIARVM REGIS CATHOLICI DIGNISSIMO PROTHO-
MEDICO = PHILOSOPHLAE . IN ACADEMIA COMPLV-
TENSI PARENTI MAGNO = VIRTVTIS IN HESPERIA
MAGISTRO CLARISSIMO ET OPTIMO,