Fray Luis de León (Retrato)

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


FRAY LUIS DE LEÓN. editar

Nació este erudito y eloqüente Teólogo y Poeta en la Ciudad de Granada en 1527, siendo sus padres Don Lope Ponce de León, Caballero muy distinguido, y Doña Inés Varela de Alarcon. A los 16 años de su edad tomó el hábito de San Agustín en Salamanca, donde á la sazón estudiaba: y aplicado despues á todo género de erudición sagrada y profana, se graduó de Doctor en Teología, y obtuvo una Cátedra por elección de los profesores, que entonces tenian este privilegio. Institucion por la qual el mérito era mas distinguido, y la preferencia menos equívoca.

EL M. FR. LUIS PONCE DE LEON.
Agustiniano natural de Granada, Doctor Salmantino, Theólogo, Escriturario, Filólogo, Humanista y Poeta. Nació en 1527. Amaronle los buenos y persiguiole la envidia; pero superior a la fortuna y a todos los elogios murió en Madrigal á 23 de Agosto de 1591, á los 64 años de su edad.

Pero nuestro propósito no es de hablar ni de sus Cátedras, ni de los diversos ministerios en que le empleó su Orden: comunes estas ventajas á muchos, sus talentos solamente le hicieron singular y admirable. Grandes era menester que fuesen para poder igualarse y adquirirse la estimación de los hombres que entonces adornaban á Salamanca y á España. El Antiquario Chacón, Brocense el Gramático, Juan de Grial Poeta de mucho mérito, Salinas Músico filósofo, Arias Montano, cuyo genio laborioso y profundo asombraba entonces, y aun admira ahora, todos estos y otros sabios ilustres le amaban, le respetaban, y le consultaban.

El que se atreve á ser mas grande que los demás, debe resignarse á sufrir los tiros de la envidia y la calumnia, conjuradas necesariamente contra la superioridad del mérito. Luis de León lleno de reputación y de aplausos debidos á la profundidad de su doctrina, y á la amenidad y belleza de su ingenio, se encontró en su carrera con un hombre oscuro, cuyo nombre es hoy conocido solamente por las persecuciones que intentó. Enemigo de las luces que no podía adquirir: enemigo de los sabios, cuyo esplendor le ofuscaba y le ofendía; él hubiera querido acabar con ellos, y cubrir de infamia su memoria, como si la gloria que se labra el ingenio pudiese estar al arbitrio de un bárbaro, aunque lo estén a veces la seguridad y la vida. Este miserable, pues, el mismo que levantó la tormenta armada contra Arias Montano, se ensayó en Fr. Luis de León, y logró ver arruinadas por cinco años su reputación y libertad. Son bien notorios los motivos de aquella prisión ruidosa, y la serenidad que en ella mantuvo; porque al fin, la constancia y la moderación del sabio se acrisolan en la persecución. Allí hizo la exposición Latina de los Cantares, y la explicación del Salmo XXVI: allí compuso gran parte de los versos místicos: allí en fin escribió la obra de los Nombres de Christo; muestra de su grande saber, y monumento insigne de la riqueza y espíritu de nuestro idioma.

Gozó al fin la deliciosa satisfacción de triunfar de la calumnia. El Tribunal de la Inquisición, ante quien le habian acusado, le declaró inocente, y le restituyó todos sus honores. La Universidad y toda Salamanca salieron á recibirle colmándole de mas aplausos, y tributándole mas respetos que flechas le había arrojado la envidia. Sus enemigos callaron, y él desde entonces, superior á las variedades de la fortuna, vivió tranquilamente el resto de sus días, que se terminaron en 23 de Agosto del año de 1591, á los 64 de su edad, en la Villa de Madrigal, y á los ocho después de electo Provincial de su Orden en Castilla.

Aunque sus escritos teológicos lograron en su tiempo una aprobación general, su opinión sin embargo está vinculada mas bien en los talentos que tenia para la bella Literatura, y los trabajos que hizo en ella. El profundo estudio que había hecho en las lenguas Griega y Hebrea comunicó á su estilo el vigor, gallardia y fuego que resplandecen en las frases figuradas de sus escritos no solo poéticos, sino también prosaicos. Luis de León escribía bien, y el escribir bien es un mérito muy raro: él dió al estilo prosáico una elevación y artificio no conocidos hasta entonces, profundo en los pensamientos, vivo y pintoresco en las imágenes, vigoroso y lleno de fuego en el colorido. Su exposición de Job, la de los Cantares, y sus Nombres de Christo serán obras eternamente apreciadas de los que gusten el buen sabor de la prosa Castellana.

Iguales y sin duda mayores son las prendas de su Poesía sublime, sencilla y pura, como lo eran su carácter y sus costumbres. Por muy apreciables que fuesen los ensayos poéticos de Garcilaso, el verdadero acento de la Música lírica no fue conocido hasta Luis de León. Admítanse en sus bellas composiciones la fluidez, armonía y felicidad de las estancias, la fecundidad y lozanía de sus pinturas, la elevación de los pensamientos exenta de hinchazón y de aparato, y una expresión en todas partes dulce, animada, y sensible: sobre todo un gusto exquisito que jamás le falta, aunque la elevación le abandone. Tales son las dotes de este gran Poeta, cuyas Odas morales vivirán, en tanto que viviesen el buen gusto y la Poesia Española.


Véase también a Fray Luis de León en Wikipedia y en Wikisource.