Arias Montano (Retrato)
ARIAS MONTANO.
editarUno de los muchos Sabios que ilustraron el siglo de Felipe II fué Benedicto Arias Montano, quien, según los testimonios mas conformes, nació en el año de 1527. Fregenal, Xerez de los Caballeros, y Sevilla disputan aún entre sí la gloria de haberle servido de cuna; pero no se puede decidir, sin arriesgar la verdad, á favor de ninguno de estos tres pueblos; pues sin embargo de que la opinión común está por Fregenaal, Sevilla parece que tiene mayor derecho, no solo porque él la llamó su patria repetidas veces prueba que puede ser equívoca, sino porque lo califican varios documentos auténticos y la autoridad de muchos literatos coetáneos. Sus padres fueron ilustres; pero tan pobres que á no haberle acogido varios Caballeros Sevillanos, que descubriéron su talento en su mas tierna edad, tal vez se hubiera malogrado. A expensas de estos benéficos sugetos pudo aprender en Sevilla los rudimentos de la Religión, las primeras letras, y la lengua Latina. Pasó después á la Universidad de Alcalá: tomó la Beca en el Colegio Trilingüe, en el que se dedicó al conocimiento de las lenguas Griega, Siria, Caldea, Hebrea y Arábiga, en las que hizo grandes progresos; y al mismo tiempo estudió la Filosofía y Teología, graduándose de Maestro en ellas con admiración de quantos hombres grandes componían entonces aquella Universidad.
Fué recibido Frayle en la Orden de Santiago, y se hizo Sacerdote movido de una vocación exemplar, que confirmó siempre lo irreprehensible de su conducta. Su virtud y sabiduría, que crecian a competencia, llegaron á noticia de Felipe II, quien celebrado su matrimonio con su tia la Reyna Doña María de Inglaterra, le envió á este Reyno y á la Flandes á combatir las heregías que se extendían con demasiada rapidez por aquellos dominios; y su doctrina produxo efectos admirables, especialmente en la Flandes. En estas peregrinaciones aprendió la lengua Inglesa, y varios dialectos de ella, la Francesa y la Italiana, de manera que quando volvió á España se dice que sabia trece idiomas.
Escogido entre muchos por D. Martin Pérez de Ayala, Obispo de Segovia, le llevó por compañero al Concilio de Trento, en el que mereció el renombre de Tesoro de sabiduría. Volvió segunda vez á España, y su estudio y natural inclinación á la soledad, le retiraron á un desierto cerca de Aracena, de donde le sacó Felipe II, y le mando volver á Flandes á presidir una junta de los hombres mas doctos en Escritura, Teología y Lenguas que se conocían en Europa, dispuesta para formar una Biblia Poliglota, mas correcta y aumentada que la que había dado en Alcalá á tanta costa el Cardenal Ximenez de Cisneros. Desempeñó esta ardua é importante comision formando la Biblia llamada comunmente Regia, y por los Ingleses en la Vattoniana el Milagro. El valor de esta obra singular le dió á conocer, mas que nadie, el mismo Benedicto en la eloqüente oracion que sobre su mérito hizo después en Roma á Gregorio XIII. Tornó tercera vez á España, y tomó á su cuidado empresas igualmente dificiles y dignas de su talento y sabiduría que las que había tenido antes.
Arregló el método de enseñar la Filosofía, Teología y Lenguas Orientales en el Colegio que Felipe II estableció en el Monasterio del Escorial, que acababa de edificar entonces; en cuyo trabajo, desgraciadamente estéril, acreditó, como en todos, la extensión de sus conocimientos y de su estudio. Renunció varios Obispados y rentas eclesiásticas con que Felipe II, habiéndole hecho su Capellán de Honor, le quiso premiar; y se contentó con una moderada, y la Encomienda de Pelay Pérez. Para entregarse mas libremente á las ciencias y á las Musas, de quienes también era amante, y no sin recompensa conocida, se retiró otra vez á su desierto de Aracena á ilustrar al mundo con las producciones de su entendimiento. Allí le buscaban los Sabios, y como á un oráculo le consultaban de las partes mas remotas. Llenos sus dias de virtudes, los concluyó en el año de 1598 á los setenta y uno de edad. Su cuerpo está sepultado en Sevilla en la Casa de su Orden. Fue de semblante vivo y apacible, y aunque de pequeña estatura, bien dispuesto y proporcionado. Sus obras, cuyo catálogo ocuparía mas que este brevísimo sumario, las de los Hereges que rebatió, y las de muchos Padres del Concilio de Trento, serán siempre su verdadero elogio. Las principales son Monumentos de la salud humana, esto es, las figuras del nuevo Testamento, explicadas en elegantísimos versos; Comentarios sobre los doce Profetas menores : Ilustraciones sobre los Cuatro Evangelios : Varias Repúblicas, esto es, sobre los libros de los Jueces : El mejor Imperio, sobre los libros de Josué : Antigüedades Judaycas : Comentarios de Isaías : Comentarios sobre los treinta primeros Psalmos de David : Quatro libros de Retórica en verso heroyco : Comentarios sobre los Hechos Apostólicos: Significaciones sobre el Apocalipsis : Libro sobre la generación y regeneración de Adán, ó Historia del Género humano : Libro de oro sobre la vida y doctrina de Christo : Version de los Psalmos de David, y de otros Santos Profetas, hecha del original Hebreo : Himnos y siglos, Poemas sagrados en diferentes metros : Aforismos tomados de la Historia de Cornelio Tácito : Itinerario de Benjamin Judio de Tudela, añadido é ilustrado con excelentes notas. Todas las obras referidas y otras mas están impresas, y tiene muchas inéditas. Estas las dexó á la Librería del Escorial, y las impresas con los demás libros que poseía á los Freyles de Santiago; y el resto de sus bienes á la Cartuja de Sevilla.