Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi/Introducción

INTRODUCCION



Historia de Nahuelhuapi

DESDE LA

CONQUISTA

HASTA LOS

VIAJES DE MENENDEZ


LA EPOCA DE LA CONQUISTA [1]


Descubrir i conquistar eran sinónimos para los conquistadores de la América. La historia de los viajes llevados a cabo para hacer descubrimientos en sus territorios ilimitados i desconocidos se halla estrechamente ligada a la de la conquista. Los valerosos i emprendedores conquistadores entraban a ellos para conquistar i poblarlos.

Debido a esta circunstancia todos los descubrimientos se hicieron por gobernadores i capitanes, i las relaciones de viajes de esa época vienen entretejidas con la historia de sus hechos i de la fundacion de las nuevas colonias.

En Chile sucedió lo mismo. Su fundador Pedro de Valdivia, un gran capitan i hombre de talento i perspicacia estraordinarios, despues de haber descubierto, recurrido i sometido casi todo Chile, sintió la necesidad de orientarse sobre los paises adyacentes al reino conquistado. Notó ademas que su territorio, si bien mui largo, se hallaba cercado al Este por la Cordillera i que su rumbo constante al Sur le alejaba cada vez mas de la metrópoli, de modo que la comunicacion con ella se hacia mui difícil. Escribió con este motivo al rei en octubre de 1552, que "estaba despachando al capitan Francisco de Villagran que desde Villarrica pase a la mar del Norte, porque los naturales que sirven a la dicha villa dicen estar hasta cien leguas della. Trabajaré que se descubra aquella costa i de poblarla". Ademas anunciaba al rei su intencion de enviar una espedicion por mar al estrecho de Magallanes [2].

Dando cumplimiento a estos propósitos, Valdivia dispuso en Concepcion a principios de 1553 la salida de dos espediciones. Francisco de Villagran, uno de sus mas denodados capitanes, su lugarteniente i mas tarde su sucesor, "al mundo de un cuerpo de tropas debia pasar por las rejiones orientales hasta el fin del continente. Otro de sus capitanes. Francisco de Ulloa, recibió el encargo de reconocer por mar la costa del Sur hasta el mismo estrecho de Magallunes con el fin de facilitar su navegacion para los buques que vinieran de España".

"Ambas espediciones nos son mui imperfectamente conocidas. Villagran, partiendo de la ciudad de Valdivia, trasmontó las cordilleras sin gran dificultad, probablemente por el boquete de Villarica. Avanzó en seguida hácia el sur, pero luego se halló detenido por un rio ancho i profundo que no ofrecia paso alguno. Este rio que seguramente es el que llaman el rio Negro, fue el término da su esploracion". Halló muchas tribus de indios, que no aceptaron sus ofrecimientos de paz. Los atacó i venció, pero se defendieron i mataron a algunos españoles. Finalmente repasó la Cordillera por otro camino, quizá el boquete de Riñihue i volvió a Valdivia (Diego Barros Arana [3]).

El historiador Diego de Rosales, el mismo a quien veremos ocupar mas adelante un lugar prominente en la historia de Nahuelhuapi, relata tambien esta espedicion de Villagran. Como Rosales conocia de vista las tierras de ultra-cordillera, agrega algunos por menores curiosos sobre sus habitantes (los puelches), sobre sus arenales infructíferos i su clima destemplado. Señala tambien el rio mui grande que "le estorbó para pasar al camino de Córdova i Buenos Aires". Villagran se dirijió por eso hácia el sur, llevando a mano derecha la cordillera i a la izquierda "un grande rio que va a desaguar a Buenos Aires". Dió en este camino "con las lagunas del rio fugaz de Limucau que sale a las espaldas de Osorno i no pudiendo vadearle", tomó la direccion para Valdivia. "Peleó en el camino con los serranos que se hicieron fuertes en una cueva, donde murieron para ganarla dos españoles heridos de flechas venenosas". El uso de flechas envenenadas por los puelches se menciona aquí por primera vez; le volveremos a encontrar mas adelante. Desandando la Cordillera, Villagran se hallaba otra vez en Chile i llegó a Valdivia despues de haber recorrido un camino de setenta leguas (Rosales [4]).

El dato de un rio fugaz (intermitente o de curso interrumpido?) merece atencion, por no conocerse a punto fijo un rio de esta clase. Puede ser que sea "el enigmático rio Teteleufu" que fué reconocido en sus detalles por D. Francisco P. Moreno[5] i tiene en muchos parajes hasta ocho metros de profundidad. No poseemos mas datos sobre este rio fenomenal. Seria una coincidencia estraordinaria que este mismo rio, conocido tambien segun parece por Rosales, haya sido observado ya en la primera escursion al oriente de la Cordillera austral.

Parece que este rio no es el que detuvo la marcha de Villagran, porque los rios verderamente caudalosos de esa rejion, el Coloncurá i Limai, no ofrecen el fenómeno en cuestion. Estos dos, que el esplorador tenia a su izquierda al marchar para el sur, cuadan bien con la descripcion de Rosales.

Es de notar que el paso de un rio ofreció mas obstáculos que el atravieso de la áspera Cordillera. Tendremos que citar mas adelante otras dos espediciones, que habiendo salido del Atlántico fueron detenidas igualmente por un rio caudaloso, probablemente el mismo rio Negro, cuyas afluentes habian hecho retroceder años ántes a Villagran.

En cuanto al boquete que este caudillo atravesó para volver a Valdivia i que era otro, segun parece, que el de la ida, es probable que haya sido el de Ranco, que es el mas usado al sur de Villarrica.

Algunos de los autores aseguran que Valdivia, al enviar simultáneamente las dos espediciones por tierra i mar, esperaba que habrian de encontrarse en el estrecho de Magallanes. Se comprende que los conocimientos jeográficos debian ser mui imperfectos en ese tiempo, i que por esta razon no era posible rendirse cuenta de la enorme distancia i de las inmensas dificultades del terreno, que se oponian a la realizacion de tal proyecto.

El mismo gobernador habia despachado, apénas un año ántes de la expedicion de Villagran, a otro de sus capitanes mas ilustres, a Jerónimo de Alerete, para fundar la ciudad de Villarrica, situada al pié de la Cordillera i a orillas del lago del mismo nombre. Dió a sus vecinos españoles en encomienda a los indios puelches i pehuenches del otro lado de la Cordillera. Valdivia habia escojido este punto no solo por los hermosos campos i su riqueza presunta en metales preciosos a que debe su nombre, sino por la facilidad que ofrecia para atravesar la Cordillera i buscar, desde su pié oriental, salida tanto al Atlántico como al estrecho de Magallanes. La desastrosa muerte del esclarecido gobernador dejó cortados sus proyectos de largo alcance para el engrandecimiento de la modesta colonia que acababa de fundar.

Felizmente la rehabilitacion de las armas españolas por el gran gobernador D. Garcia Hurtado de Mendoza, hizo prosperar las ciudades australes Imperial. Valdivia i Villarrica, cuyo número aumentó él mismo por la fundacion de Osorno.

Villarrica siguió trabajando en la tarea que le señalara Valdivia. Miguel de Olivares, notable escritor jesuita, quien nos servirá de guia en gran parte de nuestra historia, refiere que "sus vecinos mantuvieron comercio con Buenos Aires i que esto contribuia al aumento de poblacion" [6]. Vicente Carvallo i Goyeneche, eminente historiador i bien informado sobre la rejion austral por haber nacido en Valdivia i haber servicio en la frontera, confirma casi con las mismas palabras este hecho poco conocido [7]

Llama la atencion que la tradicion de ente comercio i del camino, por el cual se llevaba, se ha conservado tambien en el lado del Atlántico: desde donde viene una confirmacion de ella que es mas esplícita aun que la que se tiene en Chile. La debemos al ilustre viajero español D. Félix de Azara [8]. Este autor meuciona incidentalmente este camino al hablar de los indios aucas, los mismos que conoceremos de cerca mas adelante; cree que éstos ocuparon sus asientos al pié oriental de la Cordillera solo en una época reciente, porque no debian hallarse alli en el tiempo mas remoto en que las carretas de los españoles traficaban entre Chile i Buenos Aires por el cómodo paso de Villarica; agrega que el conocimiento de este camino se ha perdido. Nuestro distinguido amigo D. Guillermo Frick en Valdivia prestó un verdadero servicio a la ciencia al dar a conocer este pasaje de la obra de Azara. Completando los datos existentes, refiere que un cacique de Villarrica comunicó a un amigo suyo, que el camino a las pampas era muy cómodo, que los antiguos españoles le pasaban en carreta i que en algunos lugares se conocia todavia donde habian trabajado [9].

Se puede considerar pues como un hecho histórico la existencia de este camino durante el tiempo que los heróicos conquistadores de la rejion austral, tan reducidos en número, pudieron tener a raya a los indios que los rodeaban por todos lados. Como el primer asiento de la ciudad de Buenos Aires quedó abandonado i se volvión a refundar solo en 1580, i Villarrica por otra parte fué asediada en 1600 i destruida en 1602, el espacio intermedio de veinte años fué sin duda corto para establecer i mantener una comunicacion tan larga i accidentada.

Pero aunque los animosos vecinos de Villarrica hayan estendido solo en los últimos años su tráfico hasta el lejano Atlántico, ellos trabajaron activamente para establecer su dominio al oriente de la Cordillera. D. Crescente Errázuriz refiere en su notable libro Historia de seis años que los pobladores de las antiguas ciudades australes se proponian fundar establecimientos al otro lado de los Andes para resguardar sus dominios por las espaldas i dividir los indios de uno i otro lado.

El padre franciscano Fr. Francisco Ramirez, autor del célebre Cronicon Sacro-Imperial, amplia estos datos sobre los trabajos de los vecinos de Villarrica al otro lado de la Cordillera. Señalando los progresos de "los relijiosos de la real y militar órden de la Merced, que solian ser los capellanes del ejército", refiere que "las ciudades i conventos de Villarrica i Osorno estendieron sus dependencias i conquistas espirituales por los valles orientales de los Andes hasta la famosa Laguna de Nahuelhuapi" [10].

Claudio Gay, el benemérito historiador i naturalista, cita tambien i casi con las mismas palabras este hecho, sirviéndole probablemente de fuente el mismo padre Ramirez [11].

Esta es la primera vez que se menciona el lago Nahuelhuapi, haciendo remontar su descubrimiento a la conquista i tributándosele el distintivo de famosa laguna, que conservó en todas las relaciones posteriores i que merece efectivamente por su naturaleza grandiosa, su situacion dominante i su historia lejendaria, las que nos hemos propuesto de poner en relieve, recorriéndola guiados por Menendez i los demas autores que tratan de ella.

La existencia de una mision en Nahuelhuapi en tiempo de la conquista, señalada por el padre Ramirez, es confirmada por el autor del Informe Cronolójico' de las Misiones de Chile, Fr. Miguel Ascasubi, guardian del Colejio franciscano de Chillan i contemporáneo de Menendez. Dice que, "segun consta de un manuscrito de los jesuitas, se fundó mision en Nahuelhuapi desde el tiempo de la conquista, sin expresarse quienes fueron sus primeros fundadores... Pero cualesquiera que fuesen los primeros fundadores de la espresada mision, se sabe que desamparada por los que la servian por un alzamiento jeneral en 1655, fué restablecida por Mascardi" [12].

Es indudable que Ascasubi se equivoca en afirmar que la primera mision de Nahuelhuapi fundada en tiempo de la conquista haya durado hasta mediados del siglo Diez i Siete. En caso de haberse fundado desde Villarrica, como afirman Ramirez i Gay, es seguro que habria quedado esterminada junto con esta ciudad. Solo que hubiera establecido desde Chiloé i en época posterior, habria podido subsistir, pero no tenemos noticia de este hecho, que de suyo no es verosímil. Veremos ademas que las dos espediciones a Nahuelhuapi en el tiempo intermedio entre la conquista i el año citado, encontraron la comarca del lago habitada solo por indios salvajes i sin indicio alguno de una mision, que habrian mencionado seguramente al visitarla.

Ascasubi trata de probar por diversas razones que esta primera i lejendaria mision de Nahuelhuapi haya sido fundada por franciscanos traidos por Fr. Antonio de San Miguel, el primer obispo de la Imperial, quien pertenecía a la misma Orden. Las órdenes regulares establecidas en la América española durante la conquistan buscaban mas tarde un timbre de mérito i gloria en su antigüedad, en comparacion con las jesuitas, órden que entró a la América en una época posterior i cobró pronto gran prestijio, eclipsando a las órdenes de los mercenarios, franciscanos i dominicanos, que habian venido con los primeros conquistadores. Por esta razon Ascasubi tenia un interés especial en vindicar para su órden el honor de la fundacion de la primera mision de Nahuelhuapi.

Por lo demas, hai otras razones que abogan, aunque indirectamente, en favor de su asercion. Vicente Carvallo, el mismo autor a quien acabamos de citar, visitó el sitio de la ínclita Villarrica por la primera vez despues de su destruccion, acaecida hacía tantos años, i reconoció, fuera de otros restos importantes, las vistosas ruinas del convento de San Francisco, señaladas por una inscripcion del año 1568; este edificio habia sido el mus notable de la ciudad [13]. Miguel de Olivares pinta con vivos colores los atroces sufrimientos que el abnegado Fr. Martin de Pozas i los demas reiljiosos de San Francisco experimentaron al sucumbir junto con los heróicos defensores de la ciudad a principios de 1602 i tras un largo sitio de mas de dos años [14]. Esos mismos franciscanos i los mercenarios (Ramirez) debieron haber sido los que predicaron la fé en aquel remoto tiempo en Nahuelhuapi i otros puntos situados en la falda oriental de la Cordillera austral.

Nuestro autor Fr. Francisco Menendez, quien llegó a las playas de de "la famosa Laguna de Nahuelhuapi", cerca de dos siglos mas tarde, pisó sin saberlo las huellas de sus antiguos cofrades.

Al mismo tiempo de rendir homenaje, al sublime heroismo de los defensores de Villarrica, tenemos que deplorar la pérdida de la cultura iniciada por las antiguas ciudades del Sur. La mision de Nahuelhuapi i el camino carretero por Villarrica establecidos en aquella época, prueban hasta la evidencia que estas ciudades habian alcanzado un grado relativamente alto de poder i bienestar, que las facultaba para llevar la civilizacion por sobre los Andes nevados hasta dentro de la Pampa.

Con la desaparicion de sus valientes e ilustrados vecinos la barbarie volvió a imperar en las comarcas que habian ocupado. Sin embargo, su dominio no pasó sin dejar huellas: se conservaron recuerdos de él no solo en los fastos de la historia sino aun en la fisionomia del pais, en la cual quedaron estampados ciertos rasgos de cultura que atestiguan hasta hoi dia su imperio allende la Cordillera.

El conquistador de la América llevaba, por donde iba, no solo la espada, sino tambien los atributos de la civilizacion. Entre los mas importantes que introdujo al nuevo Continente, se cuentan los animales domésticos, las plumas de cultivo i los árboles frutales del Viejo Mundo. Todos ellos se aclimataron perfectamente. Los árboles frutales sobre todo se arraigaron mui bien i mostraron cierta propension a hacerte silvestres. De este modo sucede que ellos marcan por muchos años la residencia de un antiguo pobladorr, cuando éste la haya abandonado.

Hallamos hasta hoi dia en los desiertos al pié oriental de la Cordillera, en la latitud comprendida entre Villarrica i Nahuelhuap, como señales vivas dejadas por el hombre civilizado, manzanales silvestres bastante grande. Muchos mas estensos son los que se encuentran al Oeste de la Cordillera, a orillas de los rios de la provincia de Valdivia, donde se han hecho completamente silvestres. No cabe duda que ellos fueron plantados por primera vez por los vecinos de las antiguas ciudades australes. Mientras que los manzanales de Valdivia hayan sido conocidos desde tiempo inmemorial, los que acabamos de mencionar, al Este de la cordillera, en territorio de indios salvajes, permanecieron casi desconocidos. Sin embargo, los jesuitas los mencionan incidentalmente. Su descubridor fué el célebre esplorador Basilio Villarino; tendremos ocasion de estudiarlos, cuando nos ocupemos de su memorable viaje.

La planacion del manzano en esta rejion se atribuye jeneralmente a los jesuitas i especialmente al padre Nicolas Mascardi. De las relaciones de ellos se deduce, sin embargo, que su cultivo data de tiempo mas remoto, porque el manzano plantado por Mascardi se hallaba en tiempo del padre Felipe Laguna, todavia en estado raquítico i no pudo haber dado oríjen a los manzanales que ya daban chispa en un aquella época. Es posible que el manzano se haya propagado espontáneamente al otro lado de la Cordillera desde Valdivia, siendo el ganado vacuno, que come con avidez las manzanas, el portador de sus semillas. Creemos, sin embargo, mucho mas probable que haya sido plantado allí primero, lo mismo que los de Valdivia, por los antiguos pobladores de Villarrica en los establecimientos que fundaron a lo largo de su camino a Nahuelhuapi i a Buenos Aires.

Otors restos de un principio de cultura, iniciada en tiempo de la conquista i talvez por los mismos pobladores de Villarrica, son los de la ciudad de los Arboles, cuyo conocmiento debemos al distinguido autor arjentino D. Estanislao Zeballos. Son grupos estenos de árboles frutales de varias clases i fragmentos de ladrillos que se hallan, a ser efectivas las relaciones, a orillas del rio Chadileubu i del lago Irre-Lauquen [15].

No son estos los únicos ejemplos de que árboles frutales plantados por los colonos de las ciudades destruidas se hayan conservado i atestigüen en épocas lejanas la mano labradores esos labradores intelijentes. El ilustrado autor residente en Valdivia, que escribió a fines del siglo pasado (1782) D. Pedro de Usauro Martiez de Bernabé, refiere que "en el paraje Coronel las plantas de las viñas (de estas ciudades) pruebas darán de la quietud y adelantamiento con que lo poseían" [16].

La leyenda atribuye la fundacion de esta antigua poblacion a Villagra, el conquistador de Cuyo, es decir, al mismo Francisco de Villagran, cuya espedicion por Villarrica acabamos de referir. Segun el tenor de esta leyenda. Villagran perderia toda su jente, siendo el único sobreviviente, i no pudiendo volver fundaria la romántica ciudad de los Arboles en un oásis del desierto. Es verdad que este esforzado caudillo se distinguió mas que ningun otro conquistador por la vasta estension de sus esploraciones, habiendo hecho otro viaje anterior no ménos largo i penoso que el que acabamos de referir. Segun la relacion auténtica que poseemos sobre ese viaje, resulta que, aun cuando hubiera alcanzado hasta el Chadileubu, de seguro no habria tenido tiempo para fundar una poblacion [17].

El oríjen de la lejendaria "ciudad de los Arboles" debe buscarse pues, por otra parte, i nos permitimos emitir con este motivo la conjetura que haya sido fundada por los antiguos vecinos de Villarrica como una etapa en su camino a Buenos Aires. Ella quedaria abandonada despues de la caida de su cabecera fundadora, miéntras sus plantaciones seguirian vejetando en ese oasis del desierto, dándonos un testimonio i tierno recuerdo de sus dessventurados moradores.

Seria esta una base positiva a una variante de la poética tradicion de los Césares, que supone que la ciudad encantada de los españoles fué fundada por los osorneses, es decir, los sobrevivientes de las ciudades australes destruidas. Como la fantasía popular tendia a poblar los desiertos de la América con alguna ciudad fabulosa de españoles perdidos en sus atrevidas peregrinaciones, i como los náufragos del Estrecho no podrian haber alcanzado tan léjos para poblar en la rejion entre Mendoza i Nahuelhuapi, la fábula echó mano de los desgraciados fujitivos de Villarrica, Osorno e Imperial, poniéndolos a salvo en las pampas del Este, pero reclusos del contacto con el resto del mundo.

El mismo Pedro de Usauro Martinez, a quien acabamos de citar, dice que segun la tradicion una parte de los vecinos de Osorno se salvó llegando a Chiloé, i otra se retiró a las cordilleras, donde se fortificaron, defendieron i poblaron [18].

Hemos citado ya en la primera parte de este libro una mencion hecha por Moraleda de los Césares osorneses. Volveremos a ocuparnos de ellas mas adelante en el primer viaje de Menendez a Nahuelhuapi.

Habia talvez, segun vemos, un pequeño fondo o núcleo efectivo para estas creencias en la existencia de restos de algun establecimiento fundado por los vecinos de la derruida Villarrica, como lo fuera la ciudad de los Árboles que nos ha dado a conocer el señor Zeballos.

La conservacion espontánea por casi tres siglos de esos restos de una civilizacion efímera i mui poco conocida, en medio de un inmenso territorio de desolacion i de barbarie, es un fenómeno por demas curioso i digno de un estudio especial. Mientras que en otras partes del mundo los monumentos de la antigüedad, muchas veces de proporciones grandiosas, recuerden en la actualidad las fases de la historia lejendaria del hombre, poseemos aqui un testimonio de clase enteramente diversa, que sin ser monumental no es ménos durable, por ser vivo, i revela de una manera no ménos elocuente que aquuellos, la existencia de hombres civilizados, cuya historia descansa solo en la tradicion.

En resúmen, no podemos ménos de tributar a los valientes pobladores de Villarrica i Osorno, nuestra admiracion por sus obras emprendidas para, afianzar su dominio al oriente ¡le las Andes, descollando entre ellas el camino carretero a Buenos Aires i la mision del lejano lago Nahuelhuapi, la que nos interesa especialmente por ser su asiento al único punto jeográfico de situacion trasandina austral cuyo conocimiento i nombre se hayan conservado desde el tiempo de la conquista.

ESPEDICION
DE
DIEGO FLORES DE LEON


Siguiendo el curso de la historia, pasamos del período lejendario de la conquista a otro, en que disponemos ya de hechos comprobados por documentos auténticos. Se nos presentan aquí dos viajes emprendidos por personajes mui notables, cuyas relaciones, que se han conservado, concuerdan perfectamente con la realidad. Ellos son poco conocidas i no se han consultado hasta ahora para la historia de los viajes ni para la de Nahuelhuapi; reflejan fielmente, aunque solos grandes rasgos, las impresiones que aquella naturaleza vírjen i grandiosa produjera en los primeros observadores. La candorosa sencillez de sus descripciones no deja de encantarnos.

Cupo el primer lugar como descubridor al esclarecido capitan Diego Flores de Leon, quien marca la transicion de la Conquista a la era colonial propiamente dicha en que el dominio de España ya quedó asegurado de firme.

La figura de este militar es una de las mas brillantes y simpáticas, que encontramos en la historia de las guerras de la frontera, i ha sido pintada con especial predileccion por Diego de Rosales, Benjamin vicuña Mackenna, José toribio Medina i Ramon Briceño [19].

Diego Flores de Leon nació en Madrid en condicion humilde pero en noble cuna, puesto que su familia derivaba su descendencia de los reyes de Francia i de Leon. Entró de soldado al ejército i sirvió en las Antillas i Méjico, de donde vino a Chile en 1590. Por su valor i talento militar ascendió en el curso de los años a Maestre de campo del ejército de la frontera, a correjidor de Concepcion i a Caballero del hábito de Santiago, obteniendo ademas una valiosa encomienda de indios. Fué bajo sus banderas que militó la famosa monja Aljerez (Doña Catalina de Erauzo). Perez de Montalvan, autor de una comedia que tiene por tema las hazañas de esta heroina singular, ensalza a su jefe como el

"Maese de campo a quien dan

En las rejiones australes

Alabanzas inmortales".

Con aplauso jeneral de la Colonia el caballeresco militar defendió a la viuda del gobernador D. Lope de Ulloa, contra la acusacion injusta de haber envenenado a su marido, promovida contra ella por su sucesor D. Cristoval de la Cerda.

Flores fué casado con una hija del conquistador D. Jerónimo de Molina, siendo esta la única de sus hijas que se casó, mientras que las otras ocho concluyeron sus dias en Santiago como monjas del convento de San Agustin [20].

Murió en Santiago el 1.° de Setiembre de 1637, a la edad de setenta y seis años (Briseño). Dejó descendencia mui distinguida i fué el quinto abuelo del ilustre almirante D. Manuel Blanco Encalada, en cuya familia se conserva su retrato. D. Benjamin Vicuña Mackenna se propuso escribir su vida i juntó datos completos sobre ella, pero no sabemos que haya realizado su intencion.

Mas que estos breves rasgos biogáficos, que hemos traido a colacion por caracterizar bien aquellos tiempos de la Colonia, nos interesa el viaje que Flores emprendió a Nahuelhuapi. El objeto de este viaje no era ya la conquista, sino que obedecia a otra órden de ideas.

Flores daba fé, como la jeneralidad de las clases sociales de aquella época, a la tradicion ya jeneralizada de los Césares i se empeñaba en recomendar al rei su descubrimiento (Barros Arana). D. J. Toribio Medina el eminente historiador, a quien se debe el conocimiento de la espedicion emprendida por Flores, indica solo que se hizo "en busca de los compañeros de Pedro Sarmiento de Gamboa".

Este último célebre navegante i estadista, despues de haber llevado a cabo en 1554 su siempre memorable viaje por la costa del mar austral i al estrecho de Magallanes, propuso al rei Felipe II la fundacion de una colonia en el Estrecho para cerrar este paso a las demas naciones i asegurar el dominio de España en la mar del Sud. Se fundaron efectivamente las colonias de Jesus i San Felipe, pero se perdieron luego, porque el incansable Sarmiento se vió cortado en sus esfuerzos de llevarles auxilios. Sus infelices moradores murieron todos de hambre con escepcion de Tomas Hernandez, quien dió la relacion de su triste suerte. Corria la tradicion, referida por Fr. Francisco Ramirez en su "Cronicon Sacro-Imperial" ya citado, que Fr. Antonio Quadramira, el infatigable capellan franciscano de la espedicion de Sarmiento i de las malogradas colonias del Estrecho (Frai Antonio de la relacion de Hernandez) [21] se habia dirijido con los últimos sobrevivientes al Norte de la Patsgonia i alcanzado a "enfrentar la Cordillera andina a la altura del pais de los Huiliches i Cuncos", es decir en las cercanias de Nahuelhuapi, sin que se haya sabido despues el resultado de sus penosos esfuerzos [22]. Sin embargo, como ninguno de estos desgraciados haya podido comunicarse con el resto del mundo, es seguro que han sucumbido. Solo la fábula los hace vivir i fundar un nuevo reino en esta rejion mas apartada del globo como campo mas apropiado para dar rienda a la imajinacion, uniéndolos a los Césares o sea los náufragos lejendarios de la espedicion del obispo de Plasencia perdiclos años ántes en 1541.

Como al tiempo de la espedicion de Flores habian pasado solo treinta i cinco años desde la ruina de las colonias del Estrecho, no era del todo imposible haber encontrado vivo a tal cual sobreviviente. A este objeto, en cierto modo práctico, se agregaba tambien la vaga idea de hallar a los Césares.

He aquí el estracto que da Medina de la relacion de Flores:

"Los cuarenta i seis hombres que componian la columna de descubrimiento se embarcaron en Calbuco en unas piraguas, i corriendo siempre hácia la cordillera por el rio que llaman de Peulla, desembocaron en la laguna de Nahuelhuapi, ataron entre si las embarcaciones, i de esta manera surcaron sus aguas por espacio de ocho leguas. Grandes fueron las penurias que esperimentaron siguiendo las quebradas faldas de los Andes, i no poca el hambre que sufrieron por espacio de dos meses, hasta que al fin toparon con un indio que les refirió que un navio habia invernado en una isla hácia el Estrecho. Dijímosle, añade Flores, que nos guiase, porque queriamos ir en busca suya, i espantado de nuestra determinacion se levantó en pié, que hasta aquel punto habia estado sentado en el suelo, i cojiendo muchos puños de arena, los echaba al aire diciendo que el guiaria, mas que supiésemos que habían mas indios que granos de arena tomaba él en las manos;.., i por ser poca la jente con que íbamos, pareció a todos los compañeros no pasar adelante, i asi, nos volvimos"...

Medina no indica la fecha de este viaje. Por un dato que suministra el señor Diego Barros Arana, nuestra primera autoridad en historia, sabemos que la espedicion tuvo lugar poco antes del 28 de Febrero de 1621, fecha de una carta dirijida por Flores al rei desde Concepcion, en la cual se refiere a ella [23].

Resulta de esta fecha que tres espediciones, que fueron las de Diego Flores de Leon, de Jerónimo Luis de Cabrera i de Juan Garcia Tao, salieron casi a lo misma fecha, desde puntos mui distantes inicio el interior completamente desconocido de la América austral. Rosales afirma que las de Cabrera i Tao fueron hechas en connivencia del gobierno de la metrópoli con el virei del Perú i con los gobernadores de Chile i del Rio de la Plata.

Podemos conjeturar, pues, que estas tres espediciones simultáneas obedecian a un vasto plan determinado i tendente tanto al socorro demasiado tardio de los sobrevivientes de Sarmiento i al descubrimiento de los quiméricos Césares como tambien a la esploraCion del pais, tan necesaria para su resguardo contra una invasion extranjera que era, como se sabe, el punto capital de la política colonial de España.

Las espediciones casi innumerables que se han emprendido para hallar a los Césares habian de terminar todas, de la misma suerte que la de Flores, en un fracaso desalentador delante de la infinita i desierta pampa. Su vista no desengañaba, sin embargo, a los crédulos, de modo que Flores pedia, despues de volver, que se continuaron los reconocimientos.

Con todo, estos viajes no quedaron enteramente estériles: algunos fueron fecundos para el adelanto de la jeografía, como sucedió con el de que nos ocupamos. La corta descripcion de Flores nos da una idea cabal del lago que atravesó i del camino que siguió. Como entró por el rio Peulla, que se nombra aqui por primera vez i en combinacion con el lago Nahuelhuapi que baña a sus espaldas el pié de la Cordillera, sabemos que anduvo por el lago Todos los Santos i por el mismo paso, que ha dado acceso a aquel desde tiempo inmemorial limita hoi, i es el que siguieron mas tarde los misioneros jesuitas i Menendez. Lleva hoi el nombre Perez Rosales.

Flores vivia en Concepcion i tuvo que trasladarse por consiguiente a Chiloé para efectuar su viaje. Habria podido dirijirse a nuestro lago por una ruta directa i mucho mas corta, como lo hizo efectivamente su suceasor. La razon de este desvio consistia en que Chiloé sometido sin interrupcion a la dominacion española, le dejaba entrada franca a la Cordillera, mientras ésta en su época se hallaba cerrada mas al Norte por los indios independientes.

Por otra parte, la descripcion de nuestro viajero pone en relieve las grandes dificultades que le oponian en este camino la escabrosidad de la Cordillera, la espesura de los bosques, la tempetuosidad de los lagos i la falta de víveres, i es por eso que su viaje se efectua en la forma de una espedicion, es decir como la esploracion de un territorio mas o ménos desconocido i desierto. El trasporte de las piraguas de un lago a otro al traves de la Cordillera hace recordar las escursiones de las tribus salvajes de Purahilla (Todos los Santos), que se servian de este mismo arbitrio, segun Rosales, para hacer sus malocas a los habitantes de de Gueñauca (Llanquihue). Puede ser que esos indios ayudaran a Flores de Leon a su paso por el mismo lago Todos los Santos.

Otro incidente curioso, relativo a la navegacion de estos lagos en esas piraguas primitivas, es el hecho que al pasar por el tempetuoso lago de Nahuelhuapi, las ataron entre si para arrastrar el peligro de zozobrar. Este método no es conocido ya en los mares i lagos de Chiloé, i no sabemos nAda sobre el modo como se practicaba. Solo nos consta que los papuas, los indíjenas de la Nueva Guinea, amarran tambien una con otra sus embarcaciones, que son canoas grandes labradas de un palo, cuando emprenden viaje por alta mar. Las isleños de Tahití construían embarciones de gran capacidad juntando dos canoas por sus costados.

Llama la atencion que los indios de aquella época se fijaran ya en los buques, que recalaban en la costa, i se comunicaran la noticia, llegando a saberse tan adentro de la tierra como Nahuelhuapi. Se ve tambien en este ejemplo que los indicios de europeas que volvian a presentarse, mantenian la creencia en la fábula de los Césares debido a la diversa intelijencia que los indios por una parte i los españoles por otra daban a ellos. Vimos que el mismo Flores no habia quedado desengañado.

Por último, conviene fijarnos en la metáfora clásica de que se valió el indio de Nahuelhuapi para demostrar a Flores el gran número de los habitantes de la Patagonia. Ella es un ejemplo del talento oratorio propio a los indios araucanos. Es notable este modo de simbolizar i exaltar que se suele repetir en sus discursos.

En cuanto a la efectividad de la numerosa poblacion del interior del pais, veremos mas adelante que otras relaciones la afirman tambien, pero contrasta con ellas el hecho significativo que Flores tardó bastante hasta hallar en su camino a un ser viviente.

Como en la época de Flores la conquista propiamente dicha iba tocando a su fin, los viajes de que tendremos que dar cuenta, no son llevados a cabo ya por los jefes militares, sino por los misioneros, quienes subrogaron desde entónces a estos en los descubrimientos. Aunque los apóstoles de la fé cristiana se dedicaran de preferencia a sus conquistas espirituales, nos han legado tambien preciosos datos sobre sus entradas á los paises vírjenes de la América, que nos permiten formar una idea casi cabal de su estado primitivo.

VIAJE
DEL
P. DIEGO DE ROSALES


Si Diego Flores de Leon ocupa un lugar prominente en la historia de la colonia como capitan pundonoroso i de servicios eminentes, aparte de los laureles que conquistan por su primera esploracion de Nahuelhuapi, su sucesor en los viajes a este lago le aventaja por por el mérito de sus trabajos hechos en un campo mui diverso, es decir en las aras de la paz, de las letras i de la relijion. Fué este el padre jesuita Diego de Rosales, uno de las historiadores mas sobresalientes de Chile. Su gran obra la Historia general de el Reyno de Chile, publicada solo en 1877 por el ilustre D. Benjamin Vicuña Mackenna, no descuella talvez por la exactitud de los hechos referidos ni por el criterio de sus apreciaciones, motivo porque algunos historiadores modernos no le atribuyan toda la importancia a que talvez sea acreedor. En cambio el autor nos da una copia de datos jeográficos, etnográficos, históricos, botánicos, etc., de sumo valor.

No habia transcurrido todavia un siglo desde el principio de la conquista, cuando Rosales comenzó su carrera "política-eclesiástica i aun militar" (Benjamin Vicuña M), de modo que su jenio observador tuvo ocasion de conocer el pais i sus habitantes en su estado, sino primitivo, a lo ménos poco distante del gran trastorno producido en sus costumbres por la conquista. Su profesion de sacerdote le permitia observar bien de cerca a los indios; en cumplimiento de su ministerio de provincial de su órden en Chile, recorrió todo el pais hasta Nahuelhuapi al oriente i Chiloé al Sur. Su "Historia General" se ha aprovechado en abundancia de los conocimientos especiales, que adquirió en estos viajes sobre la parte austral del pais, de modo que ofrece una fuente fecunda, i muchas veces única, de informacion sobre la historia i jeografía antigua de estas apartadas comarcas.

Mientras el viaje de Flores a Nahuelhuapi debia quedar necesariamente sin resultado, el de Rosales obedecia a un objeto esencialmente práctico, por lo que fué coronado de éxito. Este se diferenciaba ademas de aquel por hacer su entrada por el antiguo camino de Villarrica.

Despues de las celebres "paces del Marques de Baydes", hechas en 1641, el territorio de Arauco convulsionado por contínuas guerras, rebeliones i desastres, desde la pérdida de las seis ciudades a fines del siglo anterior, entró en un período de quietud i bienestar relativos, en que preponderaba de nuevo el influjo español sobre los indios mantenidos a raya. Las dos naciones comerciaban libremente, entrando cada una sin recelo a las tierras o ciudades de la otra (Olivarez) [24].

Se fundaron en este tiempo el fuerte i la mision de Boroa, situado en el corazon de la Araucania al Sur del rio Imperial, en que el padre Diego De Rosales ejercia su ministerio de misionero. Estando pacificado el pais, quedaron desde este punto de nuevo accesibles para los españoles el sitio de la destruida Villarrica i el camino al traves de la Cordillera. Desgraciadamente, sea por el jenio turbulento de los indios o sea por la codicia de los jefes militares de la frontera, segun asevera Rosales, este estado no fué de duracion. Los capitanes de la frontera mandaban, en tiempo de los gobernadores Martin de Mujica i Antonio de Acuña, espediciones armadas contra los indios con el fin de "maloquear", es decir, de hacer esclavos que se vendian a alto precio. Se dirijian de preferencia contra los puelches i pehuenches, que vivian al oriente de la Cordillera, i a Huanehue (Vanegue de Rosales, hoi Panguipulli), para no agraviar a los indios de la vecindad. Aun en el lejano archipiélago de Chiloé los mismos gobernadores no desdeñaban hacer con el mismo objeto sus "entradas" los indios de la otra banda, segun veremos mas adelante.

Rosales enumera cuatro o cinco de estos malones que los jefes militares de Boroa hicieron contra los puelches en el espacio de dos años.

Refiere tambien, con su acostumbrada minuciosidad, como los mal armados puelches se defendian contra estas agresiones encastillándose en los fuertes de peñascos, preformados por la naturaleza i abundantes en aquella tierra áspera. Otras veces los indios se refujiaban en las numerosas cuevas que habia, en cuyo caso los españoles recurrian al arbitrio cruel de desalojarlos por el humo de fuegos encendidos a la entrada, lo que hace recordar ciertos episodios de la guerra de los franceses contra los árabes en Arjelia [25].

Mas lleno aun de peripecias aventuradas i al mismo tiempo de escala grande, fué la invasion hecha a los puelches en 1649 desde Boroa por el capitan Diego Ponce De Leon, un amigo de Rosales, quien nos da una descripcion detallada i animada de este hecho de armas, como si se tratara de una gran batalla campal.

Esta espedicion con todo es digna de relatarse por la situacion singular en que se efectuó i por otros incidentes. Las fuerzas de Ponce de Leon se componian de diez i seis españoles i de mil indios ausiliares. Habiendo hecho su entrada por el boquete de Villarrica, encontró a los puelches fortificados en una isla del lago Epulabquen ("dos lagos"). Este lago deriva su nombre de su forma algo rara, que segun D. Guillermo Frick, aparenta una alforja, es decir, dos sacos unidos por dos fajas, de modo que consta de dos cuerpos de lago casi separados por una isla en el medio. Los puelches eran capitaneados por dos holandeses i un negro, desertores, los primeros, de la escuadra de Brouwer durante su ocupacion de Valdivia. Ponce de Leon fabricó un gran número de balsas i embarcándose en ellas atacó resueltamente a los enemigos. Los venció a pesar de su ventajosa posicion i cautivó como trescientas "piezas" (esclavos de guerra). Solo los holandeses i el negro lograron escaparse i "fueron a salir por Buenos Aires" [26].

Los puelches justamente ofendidos por estos escarmientos amenazaron sublevarse. El gobernador Acuña, advertido de este movimiento i obediente a los consejos de los jesuitas, se dirijió en esta delicada situacion al Padre Rosales, pidiéndole que interpusiera su influencia con los indios a fin de reducirlos a la paz.

Rosales, acompañado del mismo capitan Ponce de Leon el autor de los malones, se puso en marcha a principios de diciembre de 1650 con cuarenta i cuatro piezas, cuya libertad habia conseguido i que llevaba para restituirlos a su tierra por el paso de Villarrica, i celebró al otro lado de los Andes un gran parlamento con los puelches en tierras del cacique Piutullanca.

El autor describe estensamente este acto solemne, dándonos hasta el testo del elocuente discurso pronunciado por Malopara, el cacique principal, en esta ocasion. Los pormenores de este parlamento son importantes para la etnografía: resulta de ellos que los puelches hablaban otro idioma "en todo diferente de la lengua de Chile", i que en sus costumbres, fiestas, toldos, trajes i armas eran mui parecidos a las naciones que viven al oriente de los Andes desde esa latitud hnsta el Estrecho. No hai datos sobre el punto en que tuvo lugar este parlamento, que es el único que se haya celebrado en la rejion trasandina; parece que fué cerca de Nahuelhuapi.

Rosales recorrió en esta escursion distancias mui considerables. Caminó "cincuenta leguas, atravesando cordilleras hasta los pegüenches de las salinas que están junto al cerro nevado que está camino de Mendoza". Puede ser que este cerro sea el volcan (?) Punmahuida (2312m, Host) i que las salinas sean las situadas junto a este cerro i reconocidas un siglo mas tarde por el fervoroso pudre jesuita aleman Bernardo Havestadt. Luis de La Cruz menciona las salinas de Auquico (Anquinco? Host [27]) i Pichi-Neuquen, situadas a poca distancia de las citadas por Havestadt en el valle del rio Neuquen.

Cerca de estas salinas halló el viajero, quien poseia una erudicion mui notable para su época i dotes relevantes de naturalista, "en un cerro infinidad de piedras de aquellas que los antiguos Philósofos llamaron conchites, en que están las conchas del mar i algunos mariscos convertidos en piedra" [28]. El mismo agrega que este fenómeno no lo era nuevo, porque sabia que se habia observado ya ántes en los Andes de Potosí, pero le queda indudablemente el honor de haberlo señalado el primero en las altas cordilleras de Chile. Son estos los fósiles (Amonitas, Belemnitas, Terebrátulas i otros de la formacion jurásica), que hoi dia causan la admiracion de los jeólogos i amantes de las ciencias nautrales por sus formas elegantes o su tamaño poco comun. Luis de la Cruz, quien siguió en parte de su viaie las huellas de Rosales, no halló solamente las minas de sal de piedra, sino tambien junto a ellas, entre Treuco i Treuquico, "conchas fósiles i estrellas de mar".

Como un incidente digno de memoria mencionamos solo de paso que Rosales encontró en la tierra de los pehuenches frente a Villarrica las huellas inequívocas, segun parece, ¡le la grandiosa espedicion del ilustre capitan del Rio de la Plata Jerónimo Luis de Cabrera: halló "las mazas de algunas carretas que allí deshizo i dejó por despreciadas" i un español cautivo le dió noticias de las asechanzas que le habian armado los indios [29]. Es esta la primera vez en la historia de los descubrimientos en la rejion austral, que las rutas de dos viajeros, salidos de la costa de océanos diferentes hácia el centro en direcciones opuestas, se hayan cruzado, hallando el segundo las huellas del primero que lo habia precedido viniendo del otro océano. Veremos mas adelante, en la relacion de Menendez, que el mismo hecho se verificó por segunda vez en la última de sus espediciones a Nahuelhuapi.

Por el Sur alcanzó Rosales hasta el lago de Nahuelhuapi. La describe como sigue: "Al oriente de Chiloé se halla la famosa laguna de Nahuelhuapi, que quiere decir su nombre: Laguna de tigres, a la qual passé el año de 1653 por la Villarrica quando fuí a poner de paz a los Puelches de la otra banda de la cordillera nevada. Es célebre esta laguna porque tiene de vox mas de veinte leguas y contiene en su ámbito muchas islas habitadas de indios rebeldes, que ni en la fortaleza de sus islas ni en las murallas y fosos de sus lagunas están defendidos del valor de los españoles y de los indios amigos de Chiloé. Y aunque por su valentia se llaman tigres, los españoles son leones, i passan a maloquearlos por lagunas y cordilleras, a embarazarse en su fragosidad ni estorvarles las lagunas que atajan el paso, porque deshazen las piraguas, que son embarcaciones de tres tablas cosidas, y las llevan cargadas de unas lagunas en otras por las cordilleras. Y assi entran en Nahuel-guapi y dan terribles asaltos a los indios... Los puelches en esta ocasion dieron la paz y los degé mui contentos, y dí cartas a los indios de Nahuel-guapi para el gobernador de Chiloé, cuyos poderes llebé, y que por la parte de Chiloé no se les podia hacer guerra, y para que por Nahuel-guapi se hiziesse passo y abriesse camino para la correspondencia con Chiloé, que seria de grande importancia, por no averla sino por mar, y eso de año en año..."

Esta pieza de diccion i conceptos poéticos tiene, ademas, un fondo de gran valor para la etnografía de los aboríjenes. Vemos que las riberas e islas de los lagos de estension considerable, que abundan en las comarcas australes, estaban pobladas i eran recorridas por piraguas. Su estado debe haber sido, con poca diferencia análogo al que el ilustre autor de "La Araucana" habia encontrado en Chiloé, al descubrir el Archipiélago, i que nos pinta con colores risueños. Hacen una impresion dolorosa las entradas a mano armada dirijidas desde Calbuco para hacer esclavos; la piragua que se armaba i desarmaba, segun lo exijia el caso, hacia un papel importante en las correrias de los dos bandos.

El padre Rosales abrigaba, hace dos siglos i medio, ideas mui progresistas con respecto a las rejiones australes, que por desgracia no se realizaron, sino quedaron cortadas del tpdp. El Padre Guillelmo se ocupó mas tarde del mismo proyecto de establecer una comunicacion por el lado de Nahuelhuapi, sin conseguirlo. Solo hoi dia vemos surjir nuevamente aquellas ideas despues de una intermision tan sumamente larga. En cuanto a la medida propuesta por Rosales se frustró, porque los cuatro españoles despachados por el gobernador Acuña para entablar esta correspondencia fueron muertos en el camino por "los indios rebelados de Tolten y Villarrica. Despues volvieron a dar la paz, y está oy en Nahuel-guapi un Padre de la Compañia que ha convertido muchas naciones. (Rosales)" [30]. Enrich cree con fundamento, que el misionero a que se refiere Rosales haya sido el pudre Nicolas Mascardi, quien hizo su primera entrada a Nahuelhuapi desde Chiloé por Ralun en el año 1670, época en que Rosales etaba escribiendo su historia i ejercia por segunda vez el cargo de vice-provincial, de modo que se hallaba, mui al cabo de la mision que Mascardi acababa de fundar con su autorizacion [31].

Rosales recorrió las largas distancias de esta escursion en mui corto tiempo. Solo teniendo a su servicio grandes facilidades pudo realizar un viaje tan lijero i relativamente cómodo, que contrasta bajo este aspecto con el de su predecesor i tocayo. Hai que presumir que todos los vallEs por donde pasó su camino, estaban poblados i que los indios por respeto a su alta mision se apresuraban a guiarle i favorecer su marcha [32].

A fines de enero de 1651. Rosales hacia su etrada triunfal a Boroa con cuarenta caciques de los puelches, que le acompañaban para tomar parte en el gran parlamento jeneral, que tuvo lugar en esos dias presidido por el gobernador del reino Antonio de Acuña i dirijido por los jesuitas. La solemnidad del acto i las y vivas demostraciones, al parecer sinceras, de paz i concordia entre las dos naciones no dejaron nada que desesar, i se cumplia por primera vez en la historia, segun decia Rosales cun exultacion, que "todo Chile desde Copiapó a Chiloé estaba de paz". Por desgracia ente estado risueño fué solo una apariencia, que debia terminar en una dolorosa decepcion, sobre todo para Rosales. "El tiempo se iba a encargar en breve de desvaneces su ilusion (Barros Arana)". La division entre las dos razas de índole tan diversa era demasiado profunda, para que hubiera podido haber una conciliacion verdadera i durable. Siguieron por de pronto bajo el gobierno infausto i débil de Acuña los disturbios en el Sur con los pérfidos é indómitos cuncos, i en febrero de 1665 estalló la tercera gran sublevacion de consecuencias mui desastrosas, en que los débiles principios de bienestar producidos por las paces de Baydes fueron destruidos i volvió a rejir un periodo de devastacion.

La gran rebelion sorprendió a nuestro autor en Boroa, donde quedó encerrado por los indios con su corta guarnicion. A su enerjia i sagacidad se debió ante todo, que este fuerte resistiera durante trece meses un sitio célebre en la historia. Socorridos al fin i puestos en salvo sus valientes defensores, el fuerte quedó abandonado para siempre.

Debo cerrar con una observacion la relacion de este viaje estraordinario e interesante bajo muchos aspectos.

No se le habrá escapado al lector, que haya seguido atentamente la narracion, la discrepancia que Rosales volvió en enero de 1651, mientras dice en otra parte que pasó a Nahuelhuapi en 1653. Si estas dos fechas fueran exactas, resultaria que habria hecho dos viajes por Villarrica, siendo el primero el del gran parlamento con los puelches i el segundo el que hizo a Nahuelhuapi. Esta es efectivamente la opinion de Vicuñ Mackenna [33] i Enrich [34], que parece confirmarse por la asercion de Rosales,[35] al hablar de sus observaciones hechas en todo el pais, de "haver passado la cordillera dos veces y puesto en paz a los puelches y peguenches".

Un exámen atento de los pasajes en que el autor se refiere a este viaje o viajes, me ha persuadido que hizo solo un viaje, tal como acabo de darlo. Hai indudablemente en ellos cierta confusion i contradicciones manifiestas. La descripcion de su viaje forma un capitulo de su historia, en que relata en debido lugar los sucesos de la época respectiva; refiere aqui el bautismo del cacique Antulien, el parlamento con los puelches i su escursion a las salinas, que tuvieron lugar en 1651; no menciona espresamente Nahuelhuapi. Al dar en otras tres partes diferentes la descripcion jeográfica de Epulabquen, de las salinas i de Nahuelhuapi [36], dice cada vez que visitó esos punto en 1658, agregando que fué al poner de paz a los puelches i que bautizó en esta ocasion al mismo cacique. Vemos que este bautismo i el viaje a las salinas, que refiere en su historia como hechos en 1651 i ántes del parlamento de Boroa no pueden haber tenido lugar en 1653. Como la fecha no era esencial para esos apuntes jeográficos, es posible que el autor no se fijara en ella i la pusiera equivocada. Cuando dice que tuvo ocasion de observar bien los fenómenos de la Cordillera, por haberla pasado dos veces, es de presumir que fué una vez en la ida i la segunda en la vuelta i no en dos viajes diferentes.

Esta manera usada por Rosales, de computar separadas las dos pasadas correspondientes a un solo viaje por la Cordillera, resulta tambien de su relacion, dada en otro lugar [37], que la pasó cuatro veces, es decir, dos veces en cada, uno de los dos viajes, que emprendió, segun datos positivos, al otro lado de ella, siendo el uno el de que se trata i el otro a la provincia de Cuyo. Ademas no se divisan los motivos para el segundo viaje por Villarrica, que de suyo es poco probable, i las citas concernientes de Enrich no vienen al caso.

Todas las observaciones é incidentes mencionados tuvieron lugar al "poner de paz a los Puelches", frase que el autor repite muchas veces en su "Historia" i aun en los fragmentos de la "Conquista Espiritual", pero en ninguna indica, que haya hecho dos viajes con este motivo.

Fundándome en estas razones no he vacilado en apartarme de la version de los dos autores nombrados i en admitir un solo viaje, en que Rosales alcanzó hasta las Salinas por al Norte i hasta Nahuelhuapi por el Sur.

LA MISION DE CHILOÉ


Los dos viajes que preceden fueron solo episodios transitorios que no produjeron ningun cambio en la condicion de nucstra comarca que permanecia despues de ellos tan solitaria como ántes. Los viajeros posteriores los han pasado en silencio, como si no hubieran conocido estos notables antecedentes.

Los trabajos, de que vamos a dar cuenta ahora, se iniciaron por esta razon como obra nueva i espontánea. Solo se vislumbra que el mismo autor que nos guia hasta ahora, el ilustre Rosales, siendo conocedor i admirador de Nahuelhuapi, haya contribuido como provincial de la Orden de los jesuitas, para que ellos se emprenndieran.

Se trataba en esa obra nueva de un objeto diferente del de los viajes anteriores: volvió a surjir por la primera vez desde la conquista la idea del establecimiento de una mision en este punto céntrico situado al otro lado ¿le la Cordillera, desde el cual se abria el dominio del inmenso territorio de la Patagonia hasta el Atlántico al Este i el Estrecho al Sur.

Para llevar la mision a Nahuelhuapi no se ofrecía en esa época otro camino que el de Chiloé, aunque Rosales lo crereyera inaccesible [38], porque los caminos de Valdivia por Villarrica u Osorno se hallaban obstruidos por los indios i volvieron a abrirse posteriormente solo por cortas temporadas. Calbuco, la parte setentrional del archipiélago de Chiloé era de todos los puntos el mas cercano, desde donde se podia alcanzar el lago; ademas, el dominio español estaba bien cimentado en toda la provincia, por lo que los pasos de laCordillera quedaban francos.

Las primeras Ordenes de regulares, que entraron a Chiloé al tiempo de la fundacion de Castro (1566) i principiaron a dedicarse a la conversion de sus habitantes, fueron las de los franciscanos i mercenarios.

Segun el cronista Herrera, habia en Castro en su época solo monasterio de San Francisco, fundado probablemente por franciscanos venidos de la destruida Osorno. Este establecimiento no fué de duracion, porque en 1708, cuando el padre Olivarez pasó por Chiloé, no habia convento de esa Orden, pero volvieron a fundar en época posterior [39]. En 1755 existía allí el modesto convento de Nuestra Señora de los Anjeles [40], dependiente de la provincia de Chile. Parece que continuó hasta el tiempo de Agüeros, pero en condicion mui modesta, porque contaba solo con el guardian i otro sacerdote que hacia de predicador [41].

Hai autores, como Fray Francisco Ramirez i Fray Francisco Cárcamo, en su Crónica dnédita) del Convento de Castro, que afirman que los regulares franciscanos Fr. Antonio Quadramira i Fr. Cristóval Mérida, compañeros del ilustre navegante Pedro Sarmiento de Gamboa, de cuya suerte ya nos ocupamos arriba, predicaron el evanjelio en Chiloé i en la Patagonia. La consulta de la obra de Sarmiento hace aparecer mui dudosa esta aseveracion, a lo ménos en cuanto a su entrada a la Patagonia [42]. Por falta de espacio no entramos en detalles sobre este particular.

En tiempo de la conquista se establecieron tambien los mercenarios en Castro i trabajaron con algun fruto en la conversion de los indíjenas. Se distinguió entre ellos Fr. Antonio Correa, i en época posterior. Fr. Agustin Guevara, quien atendió a la conversion de los chonos [43]. Su convento en Castro tenia en 1708 solo dos relijiosos (Olivarez).

Es evidente que estos pocos relijiosos no podian adelantar la conversion de la numerosa poblacion indíjena de Chiloé.

Fué en 1609 cuando la Orden de los jesuitas, establecida en Chile solo desde 1593, dió los primeros pasos para incluir esta lejana provincia en el círculo de sus grandes empresas. Vinieron a visitarla en ese año los padres Melchor Venegas, "el apóstol de Chiloé", i Juan Bautista Ferrufino. Permanecieron solo medio año, pero Venegas volvió ya en 1611 acompañado del P. Mateo Estevan, "el apóstol de los chonos", iniciando los trabajos de mision tanto en Chiloé como en las islas de Huaitecas i Chonos.

El P. Luis de Valdivia, el filantrópico autor de la guerra defensiva, habiendo recibido del rei plenas facultades en aquella época para la pacificacion del Reino i para la abolicion del servicio personal de los indios, comisionó en 1613 a Venegas para hacer efectiva esta medida en Chiloé. En virtud de ella Venegas puso en libertad de ocho a nueve mil almas, con gran júbilo de los agraciados, pero no sin alguna resistencia de parte de las autoridades [44]. El mismo padre Valdivia ordenó en 1617 la fundacion definitiva de una mision estable en Castro, que fué servida por Venegas i el P. Antonio Prada [45].

El venerable Venegas, cansado por las fatigas i privaciones esperimentadas en sus viajes por el Archipiélago i por todo Chile hasta el Perú, fué llamado para concederle el descanso merecido en 1630, i vino a morir en 1641 en Santiago, su ciudad natal, a la edad de setenta años [46].

Otros relijiosos que cooperaron eficazmente en esa época para el adelanto de la mision fueron los padres Agustin de Villaza, Gaspar Hernandez. Pedro de Torrellas, Juan del Pozo, Juan Lopez Ruiz, Jerónimo de Montemayor i Francisco Astorga, el compañero del padre Rosales en el célebre sitio de Boroa [47].

El padre Venegas fué relevado por el P. Francisco van den Berghe, natural de Maestricht, ciudad de los Paises Bajos, quien asumió en Chile el apellido de Vargas, bajo cuyo nombre se reconocia difícilmente su patria. Era uno de los jesuitas, talvez el primero, de nacionalidad estranjera que vinieron al pais en contravencion a las disposiciones gubernativas restrictivas. No sabemos si para la trasgresion impune de estos mandatos le valia su oríjen de Flandes, provincia que se hallaba bajo el dominio de España, o si era su carácter de miembro de la Orden tan poderosa a que pertenecia. El padre Vargas completó la obra comenzada por Venegas, dejando convertidos a todos los indios i establecido un servicio relijioso bien organizado en todo el Archipiélago con gran número de capillas i sus fiscales, sistema que con el tiempo i con el incremento de los recursos disponibles se fue perfeccionando. El padre Vargas pasó en Chiloé diez años seguidos, i despues con uno o dos intervalos, hasta el año de 1654, en que se retiró para ocupar otros puestos i para morir en 1662 [48].

El rei, en aquellos tiempos el jeneroso benefactor i patrono nato de la Iglesia, ayudó tambien por su parte a los misioneros, concediéndoles el sínodo correspondiente. Con el fin de ausiliarlos en los frecuentes i penosos viajes de "su mision andante" por el Archipiélago, libró ademas una autorizacion especial para que pudieran ocupar como remeros a los indios encomendados a españoles, que quisieran entrar a su servicio, con la condicion de satisfacer los tributos que los indios les debiesen pagar [49].

Los misioneros principiaron en esta época a interesarse tambien por la leyenda de los Césares, que gozó siempre en Chile de la predileccion del clero. El padre Rosales, a pesar de su sólida instruccion, era, segun veremos, el mas entusiasta adepto de tan romántica fábula. Esta misma aficion cultivaba tambien otro jesuita distinguido, el P. Jerónimo de Montemayor, amigo de Rosales i rector del colejio de Concepcion. Por ciertas noticias adquiridas de un indio, el gobernador de Chiloé, Dionisio de Rueda, resolvió mandar en 1640 al Capitan Hurtado con una espedicion a los Césares. El padre Montemayor acompañó esta espedicion, que pasó por costas i tierras cuya ubicacion es imposible establecer por ahora. Lo mas notable que encontraron fué "gente agigantada" i los indios gabiotas, cuya idioma inintelijible se asemejaba a los gritos de las gabiotas; ademas tuvieron noticias de unos españoles viracochas. Por lo demas, el éxito de la espedicion fué el mismo que el de las anteriores [50].

Veinte años despues, o sea, en 1660. (en 1656 segun Olivarez), el gobernador Cosme Cisternas Carrillo hizo otra, espedicion a las mismas rejiones [51], en que tambien tomó parte el padre Montemayor (Cox. Enrich). Llegaron por mar en sus piraguas hasta el Estrecho i descubrieron de regreso la isla Guaiquilabquen ("mar de la lanza"), situada en 47º, que tiene buen puerto capaz de muchas embarcaciones.

Esta descripcion llama la atencion, porque puertos de la clase indicada son mui raros en estas aguas de costas acantiladas, i hace recordar el Puerto de las Escuadras ("Flotten-Hafen") del mapa hidrográfico aleman, el cual es resguardado por una isla en forma de punta larga (con apariencia de lanza?); pero la latitud es diferente, porque se halla en 49°, de modo que no se puede afirmar nada de positivo sobre la ubicacion de aquel puerto importante.

Poco despues el mismo gobernador envió otra espedicion, de que tenemos datos algo diferentes: segun el historiador Vicente Carvallo la hizo el P. Nicolas Mascardi, quien trasmontó la sierra del Corcovado i halló en 46° "un lago con los bosques de su ribera quemados, indicio de haber por allí algun pueblo"; segun el mismo Mascardi este lago está situado cerca del rio Camarones. Este rio tributario del Atlántico i de dudosa ubicacion figura en todos los mapas antiguos de la Patagonia i como el único afluente conocido. Ha sido identificado las mas veces con el rio Deseado que tiene tan poco caudal que sus aguas no alcanzan al mar. Es mas probable que el rio Camarones sea el rio Chubut; podríamos figurarnos en este caso que el lago hallado por la espedicion (sea la de Mascardi, sea la de otro viajero) fuera el lago Fontana que tributa sus aguas por el rio Senguer al Chubut. De todos modos esta ubicacion quedará incierta.

Segun Rosales la espedicion enviada por el "jeneral" Cosme Cisternas fué encabezada por el "capitan Juan Velasquez Aleman, gran piloto, que entrando por un rio caudaloso i dejando las embarcaciones, subió las cordilleras nevadas i cargando la comida a cuestas, se encontró con una laguna en 48°, que le pareció de los Césares [52]". Como Rosales habla de esta espedicion en un capítulo de su Conquista Espiritual dedicado especialmente a los viajes de Mascardi, lo habria mencionado sin duda, si él hubiera tenido alguna participacion en este viaje. Parece por consiguiente que es preferible la opinion de Amunátegui, quien ha publicado este capítulo inédito i atribuye el viaje en cuestion al piloto nombrado con esclusion de Mascardi [53].

Es probable que Carvallo confunda el viaje de Velasquez con los emprendidas por el mismo Mascardi poco tiempo despues de este, lo que es tanto mas verosímil por cuanto no hace otra mencion de los viajes del último, a pesar de su notoria importancia.

Es ya oportuno, pues, pasar de estas notas especiales, destinadas a introducir los trabajos de esta esclarecido viajero i misionero, al conocimiento de estos mismos.

EL P. NICOLAS MASCARDI


Hallándose la mision de Chiloé bastante adelantada con los trabajos de sus fundadores Venegas i Vargas, segun acabamos de referir, fué nombrado Vice-provincial de la Orden en Chile el padre Rosales, a quien hemos tenido ocasion de citar ya tantas veces. Este elevado cargo le permitia satisfacer su predileccion por la rejion austral del Continente, que conocia en ambos lados de la Cordillera i cuya importancia como parte intermedia del Estrecho le preocupaba, segun lo señalamos arriba. Parece que tenia presentes estas consideraciones al promover en 1662 la mision de Castro a colejio incoado. Este nuevo instituto era servido por cuatro o mas relijiosos que dividian entre sí las tareas de las misiones del Archipélago i del primer establecimiento de instruccion de que acababa de dotarse.

Rosales nombró rector del nuevo colegio al P. Nicolas Mascardi, quien era tal vez su discípulo i abundaba, segun veremos, en sus mismas ideas.

Mascardi se habia distinguido ya ántes en situaciones difíciles. Pertenecia al colejio de Buena Esperanza, cuando fué destruido por los indios en la gran rebelion del año 1655. Por una casualidad se hallaba, al tiempo de esta catástrofe, ausente en el campo, i solo con dificultad logró refujiarse en la ciudad de Chillan, que tambien fué asaltada i arrasada en seguida. Prestó en estas circunstancias servicios mui buenos por su valor i serenidad. Consiguió reunirse poco despues con sus compañeros de Buena Esperanza i trabajó con éxito para mantener fieles a los indios amigos de la estancia del Rei [54].

Mascardi se dedicó en los primeros años de su rectorado a las tareas estrictas de la mision. Emprendió con este motivo un viaje "para evangelizar nuevamente a los Chonos i Guaitecas", que se mostraron mui dóciles [55]. Fuera de Olivarez menciona tambien este viaje el P. Joseph García, quien refiere que hubo antiguamente en la isla de Huaiteca una capilla, a la que venian los padres jesuitas desde Chiloé a hacer mision a los Chonos; esta mision habia quedado desamparada por la muerte de un cacique buen cristiano, hasta que el P. Nicolas Mascardi, siendo rector de Castro, vino a esta isla a predicarles el evanjelio; los chonos le rogaron que volviese muchas veces i no pudo volver por haber pasarlo luego a los puelches [56].

Poco tiempo despues tuvo lugar un suceso de la mayor trascendencia para nuestra historia.

El exámen de la guerra secular de Arauco demuestra claramente que esta se prolongó indefinidamente i por siglos a causa de las continuas agresiones de las autoridades militares contra los indios.

Estos que por su gran superioridad numérica no habian sucumbido al primer empuje de las armas castellanas, recobraron al poco tiempo nuevas fuerzas de resistencia, debido a los principios de civilizacion que las brindó la adquisicion de loa valiosísimos animales domésticos, el caballo, la oveja i el ganado vacuno que recibieron de sus enemigos. Con estos dones el elemento araucano tomó nuevo incremento i se hizo mas fuerte que ántes de la conquista, estendiendo su dominio a ambos lados de la Cordillera. Esto esplica, a nuestro sentir, su vigorosa i larga defensa.

Si en esta, situacion se les hubiera dejado en paz, las misiones i, mas que estas, el comercio libre con los españoles los habria atraido paulatinamente a la vida civilizada.

Pero desgraciadamente el Gobierno de España que en jeneral se fijaba poco en la prosperidad material de sus dominios i descuidaba por principio el adelanto comercial e industrial de sus colonias, desatendia semejantes medidas, esperando aquel efecto solo de las misiones que en jeneral probaron ser insuficientes, haciendo solo una escepcion la provincia de Chiloé. Ademas el gobierno mismo destruia con una mimo la débil semilla de la civilizacion, que sembraba con la otra, i toleraba la vergonzosa i cruel esplotacion de los indios por sus propios ajentes llamados a mantener la paz i al órden. Los gobernadores del reino o especulaban ellos mismos en la venta de los esclavos de guerra, o disimulaban a lo ménos la relajacion de la disciplina en el ejército de la frontera, que orijinaba estos abusos. Tocamos arriba las malocas contra los puelches hechas para hacer esclavos por las autoridades militares de Boroa, que merecieron la reprobacion i espiacion de Rosales. Si hemos de dar fé a Carvallo, el comandante Alonso de Cordoba i Figueroa hizo con autorizacion del gobernador Juan Henriquez, en cinco años treinta correrias i cautivó 14,000 personas, de las que tocaron 800 al mismo gobernador como su parte.

En Chiloé tambien imperaba este abominable sistema. El fuerte Calbuco, fundado para amparar a los vecinos fujitivos de la destruida Osorno, era el punto de donde salian de preferencia estas partidas invasoras. "Aquella milicia entraba a maloquear solo por el interés de hacer esclavos. Esto les era mui fácil por estar su isla tan próximamente al continente i tener copia de piraguas, para hacer repentinos desembarcos en aquel punto de la coste en que reconociesen mas descuidados a sus moradores. En una de estas acababan de cautivar (en 1611) ciento cincuenta, mientras estaban entregados a una de sus borracheras, i con tanta crueldad, que habiendo entre estos algunos guañaucanos, no comprendidos en la precitada lei en premio de su fidelidad a los españoles, los mataron, ya que no podian venderlos por esclavos [57]". Vimos arriba en la descripcion del lago Nahuelhuapi por Rosales, que los españoles e indios amigos de Chiloé, hacian sus malocas a los puelches, dándoles terribles asaltos. En otra parte refiere el mismo autor que la guarnicion del fuerte Calbuco hacia entradas unas veces a Cunco, otras a Osorno i otras a Ranco i ademas tambien a Nahuelhuapi [58]. En cuanto a la ruta que llevaban las correrias a este lago i al interior de la Patagonia, no se halla indicada, pero es de presumir que pasara por el boquete Perez Rosales por exijir los dos lagos, que atraviesa, el trasporte de las piraguas de que habla Rosales. Segun refiere el padre Machoni, en la biografia del padre Guillelmo "los españoles entraban antiguamente a hacer sus malocas por el camino de Vuriloche". Este último no pasa por ningun lago. Tendremos ocasion de estudiar mas adelante estos dos caminos.

Es evidente que este sistema de depredacion debia tener resultados fatales para la civilizacion: fué consecuencia de estas persecuciones que el territorio asolado por ellas, toda la parla continental inmediata a Calbuco, fuera abandonada por sus habitantes. Es esta, a nuestro modo de ver, la causa verdadera, que la vasta rejion del lago Llanquihue (llamado ántes Guañauca) i los valles recónditos de la Cordillera, como Purahilla, Vuriloche i el lago del Cántaro quedaron despoblados. Los restos de los antiguos moradores hallados en nuestro tiempo en Llanquihue i otros puntos prueban que todo este territorio poseia en la época de la conquista una poblacion mas o ménos densa, que quedó estinguida, si no perlas epidemias, como señalamos antes en otro lugar [59], por esta causa no menos funesta.

Es curioso que la aficion de los guañaucanos a la borrachera, que les probó tan mal en esa ocasion, haya sido confirmada por los mismo hallazgos etnográficos hechos en nuestra época: como prueba inequívoca de ella se han encontrada en los bosques deshabitados de Llanquihue numerosas piscos, aquellas vasijas en que venia el aguardiente del puerto de este nombre situada en la costa del Perú, segun ya lo referimos al hablar del puerto de Chacao.

La triste suerte que cupo en aquel lance a los vecinos de Guañauca es una una de las pocas i mas antiguas noticias que poseemos sobre la comarca de Llanquihue, hoi asiento de una floreciente colonia basada sobre una civilizacion nueva i robusta.

Parece que las incursiones descritas siguieron durante la época de Rosales, aunque la historia no nos haya legado los datos sobre cada una de ellas. La primera que se menciona detalladamente, despues de la relatada por Enrich, se efectuó como medio siglo mas tarde en tiempo del padre Mascardi.

Hallándose él de rector en Castro, el gobernador da Chiloé, jeneral Juan Verdugo maestre de campo i uno de los militares mas favorecidos por el gobernador del reino Tomas Marin de Poveda [60], "determinó hacer una entrada a tierra del enemigo que está de la otra banda de la cordillera que es la tierra de los puelches, presumiendo que estaban rebelados contra las armas de Su Majestad. Envió por cabo de faccion al capitan Diego Villarroel, como persona experimentada en la guerra el cual tuvo tan buena suerte, que apresó alguna jente, enemiga en su parecer, i entre ella algunos caciques i personas principales, entre las cuales se cautivó una india novilísima, que llamaban la Reina,... por ser la mujer de un cacique principal,... que vivia en los confines del Estrecho de Magallanes" [61].

El caritativo Mascardi ausilió a estos cautivos, los convirtió a la fé cristiana i se convenció, que su captura era ilegal, por haber estado de paz. Penetrado de la justicia de su causa, asumió con enerjia su defensa intercediendo a favor de ellos ante las autoridades i haciendo las jestiones del caso para obtener su libertad, la que consiguió efectivamente en virtud de una tramitacion que duró cuatro años. Habiendo obtenido este resultado tan satisfactorio, se propuso tambien restituir en persona a los cautivos a su tierra. Mascardi se hallaba en este caso en idéntica situacion, como la que dió motivo al P. Rosales a emprender su célebre viaje descrito arriba a los puelches de Villarrica i Nahuelhuapi. Es como si Mascard obrara de un modo tan conforme por haber sido inspirado por su superior i amigo.

Hubo, sin embargo, otro incidente sensacional que habia faltado en el viaje de Rosales: su humaitaria conducta no debia quedar sin premio.

La Reina sumamente agradecida a Mascardi, le dió noticias de la ciudad de los Césares i le prometió "de facilitarle el camino para ir allá". Entusiasmado por estos datos que parecian poner a su alcance la solucion de aquel problema antiguo i tan simpático, concibió la idea de "ir al descubrimiento de aquellos cristianos perdidos, para llevarles de nuevo el verdadero evanjelio, i de dedicarse al mismo tiempo a la conversion de los indios infieles". Se proponia acometer esta ardua i arriesgada empresa él solo, confiando que su persona indefensa no escitaria los recelos de los indios, i estando resuelto, en caso contrario, a sacrificar gustoso su vida para lograr la corona de mártir.

Llevado de un entusiasmo, venció el padre las dificultades que se opusieron a la realizacion de sus proyectos. Obtuvo mediante sus insinuantes persuasiones la aprobacion de su superior i maestro el Padre Rosales i del gobernador de Chiloé, quienes a su vez le ayudaron a conseguir la autorizaciones del gobernador del reino i del virei del Perú, que eran indispensables segun las estrictas disposiciones del rei sobre los descubrimientos i la fundacion de misiones [62].

Hechos los preparativos del caso, en que los vecinos de Chiloé, contribuyeron gustosos con su continjente. Mascardi se puso en camino a fines de 1670, embarcado en unas pequeñas piraguas i acompañado de la reina i de los demas cautivos que llevaba para restituirlos a su tierra. Dirijió su rumbo al estero de Reloncaví i desembarco en Ralun, puerto situado al fin del estero, desde el cual sale el camino por la Cordillera al lago Nahuelhuapi. Llegó sin novedad i fué bien recibido por los poyas que habitaban esa comarca. Puso luego manos a la obra fundando en la márjen boreal del lago una mision formada de "una pequeña capilla i un miserable rancho, armados de palos i ramas, cubiertos con un techo de paja [63]" No poseemos mas datos sobre la situacion de esta mision. Principió ademas a predicar a los poyas en su propio idioma que habia aprendido de los cautivos.

En seguida se puso en camino para dejar a la reina i los demas cautivos libertados en sus respectivas tierras de la misma manera que años ántes lo habia hecho Rosales en idéntica ocasion. Fué en este viaje, o tal vez ántes desde Nahuelhuapi, que despachó por conducto de la reina i de sus parientes a la ciudad de los Césures cartas vertidas en latin, español, italiano, griego, chileno, puelche i poya, es decir, en siete idiomas difierentes, para que los cristianos perdidos, que buscaba con tanta ansia, la entendieran sin falta alguna, i aun cuando hubiesen olvidado ya su lengua nativa, como Mascardi i Rosales temian que pudiera haber sucedido. La multiplicidad de estas lenguas nos dá una alta idea de la erudicion de nuestro viajero. Sorprende su talento que le permitió aprender en tan poco tiempo las dos lenguas indíjenas el puelche i el poya; Mascardi i Guillelmo, su sucesor no menos hábil, fueron los únicos hombres civilizados que hayan hablado estos idiomas bárbaros. Por otra parte, nos dá pena ver gastar tanto trabajo en una utopia, pero no nos debe extrañar, por cuanto aun mas de un siglo despues, en 1793, el piloto José de Moraleda llevaba por órden del gobernador de Chiloé un pliego cerrado i lacrado con el sobrescrito "Por el rei a los señores españoles establecidos al sur de la laguna de Nahuelhuapi [64]".

Como la contestacion de las cartas se hiciera esperar. Mascardi manifestó a los poyas orientales su disgusto por esta demora. Ellos se disculparon con varias escusas, haciendo valer tambien la distancia tan larga que habia que recorrer i la completa aridez del pais, condiciones que correspondian perfectamente a la verdad.

Para probar que deseaban siempre servirle "le trajeron dos indios que habian estado en la ciudad de los españoles". Ellos le dieron algunas noticias mal definidas sobre su jefe, que llaman Güinca (en araucano "español"), la ciudad i sus productos. En cuanto al camino, decian que seguia por la orilla del rio que sale del lago Nahuelhuapi hasta salir a la mar brava, i desde allí van caminando otras cien leguas hasta llegar a la vista de la isla en que viven. Podemos figurarnos, segun eso, que la isla fuera la Tierra del Fuego. Mascardi despachó por conducto de los poyas orientales nuevas cartas a los Césares [65].

En febrero de 1671 informó al gobernador de Chile i al virei del Perú sobre la acojida favorable que habia tenido de parte de los poyas i puelches. El virei Conde de Lemus, le expresó en carta del 4 de marzo de 1672 su satisfaccion i le mandó, bajo el modesto titulo de niñerias, un obsequio casi rejio de doscientos ducados en plata, varias medallas i estampas i una imájen de la Vírjen Purísima para la capilla de Nahuelhuapi [66].

Mientras tanto Mascardi tuvo "noticia de otra ciudad de españoles que está situada entre las cordilleras hácia la parte de los Chonos" i que de esta ciudad habian salido mensajeros con el objeto de ponerse en comunicacion con él en Nahuelhuapi; que estos dos hombres andaban vestidos de blanco con cabello i barba larga (descripcion en que se reconoce su semejanza con "viracochas" de una de las espediciones de Montemayor) i que por haberse cansado en el camino pidieron a un cacique de trasmitir esta noticia al padre, enviándole al mismo tiempo por señas una almilla de grana, un cuchillo labrado en la cacha con una figura de "alquimia" (término provincial de Chiloé por laton) i un pedazo de espada. Mascardi recibió efectivamente estas prendas significativas i preciosas por su procedencia i las envió a Santiago. Por una casualidad estraordinaria ellos fueron reconocidos allí como pertenecientes al capitan Pedro De Urueta i un pasajero del navio "Santo Domingo". Este buque habia salido trece años ha de un puerto de Chile para el Perú i se habia perdido, no teniéndose noticia alguna de su suerte. Con estas señas tan particulares se ofrecia la conjetura dolorosa que este buque hubiera sido arrojado a la costa de los Chonos i que los desfigurados hombres blancos vistos por los indios hubieran sido los náufragos sobrevivientes, que no tardarian seguramente en sucumbir a sus penurias o a manos de los mismos indios. En la historia de los naufrajios i desastres marítimos se refiere varias veces, que los indios hayan visto caer para no levantarse mas a hombres blancos reducidos a espectros. Asi debieron haber visto caer en el Estrecho a los sobrevivientes de Sarmiento i así vieron en nuestro siglo los esquimales de la rejion del Polo Norte postrarse para morir a los últimos compañeros del infortunado John Franklin. La descripcion que ellos dieron años despues de esos infelices se asemeja mucho a la que los indios dieron a Mascardi de aquellos mensajeros cansados. Hai pues cierta apariencia de probabilidad que estos hayan sido náufragos de un buque perdido.

Es posible tambien que el buque sea el mismo a que se refiere el incidente de la historia de Mascardi, porque la eventualidad, que un buque salido de Chile con destino al Perú haya naufragado en los Chonos, no se halla sin precedente en los anales de náutica, existiendo un ejemplo mas moderno en otro buque que llevaba casualmente tambien el nombre "Santo Domingo". Este buque salió de Ancud en mayo de 1781 i, arrebatado por los temporales del invierno, vino a naufragar en la costa firme al sur de la isla Chiloé (Moraleda [67]).

Con las noticias de la otra ciudad fabulosa en los Chonos, nuestro padre fué en busca de ella acompañado de algunos poyas i pehuenches, pero por las muchas dificultades del terreno i la falta de recursos i obsequios para agasajar a los indios no llegó al fin propuesto de su viaje i volvió a Nahuelhuapi. Dirijió sobre la marcha nuevas cartas al gobernador de los Césares, dejándolas encargadas a un cacique principal. A su vuelta (en 1671) dió cuenta de su viaje al gobernador de Chile Juan Henriquez: tanto los chonos como los poyas i bárbaros que viven en el camino le recibieron mui bien; llamaron su atencion las muchas quemazones en varios lagos de la Cordillera, que suponia hechas por los españoles del Sur, que andarian buscando camino para juntarse con los de Chiloé i que se retirarian por el recelo de los muchos humos que hacian los poyas en sus cacerias. Vemos aquí tambien el importante papel que los incendios de los bosques i los humos hacen en la relacion de todos los viajeros, hasta de los mas modernos.

Este dato hace recordar ademas la espedicion anterior que es atribuida por Carvallo a Mascardi i de que dimos cuenta en el capítulo que precede; tal vez sen la misma, habiéndose equivocado este historiador en la fecha.

No sabemos si fué en el primer viaje o en el segundo, que Mascardi llegó al Estrecho. Los indios de esta comarca, inspirados segun Rosales por una aparicion del demonio, conspiraban contra su vida i trataron alejarle de su tiera, diciéndole "que allá en el Mar Océano, que está de allí cien leguas habian habitado unos hombres blancos como él, i con barbas" i que andaban mui bien vestidos.

Dando fé a estas noticias confusas Mascardi emprendió su tercer viaje, acompañado esta vez de un gran séquito de caciques e indios. Dirijió ántes de salir al mismo gobernador una segunda carta, que se ha conservado, fechada: "Poyas, octubre 8 de 1672", en que se muestra lleno de animacion i del deseo de darle un buen dia con el descubrimiento de los Césares que creia casi seguro [68].

"Fué atravesando aquellas pampas i secos arenales, donde mas fuertemente abrasa el sol, i donde ménos agua, yerba, lean, caza, ni otro sustento se halló para la vida humana, i para las cabalgaduras... Llegó a un brazo del Mar Océano que entra por la tierra, adentro en la costa de Buenos Aires, que dista de la ciudad unas trescientas leguas, i en un recodo de brazo de este mar, halló un alojamiento de seis cuadras de largo i ancho, donde habin señal de haber alojado allí, no españoles cristianos, porque no halló el santo pudre cruz alguna... I asi entendió que allí habian alojado ingleses herejes enemigos de la fé católica. Hallaron doce pozos con agua hechos a mano, a donde bajaba por unos escalones de piedra, señas de haber dado carena por las astillas i brea, cuerda, zapatos i botijas quebradas, i una olla de bronce, que todas eran señas de haber estado allí estranjeros, que despues se supo que habian sido ingleses... Entre los indios halló sombreros, espadas, gallinas i cosas que no habian en aquella tierra...

"I no hallando por aquella costa na, los españoles que buscaba, que sin duda están entre las cordilleras, volvió otra vez desde al Mar Océano a las faldas de la cordillera nevada, atravesando aquellas campañas i llanuras, que abundan de indios en la distancia que hai de doscientas leguas del mar a la cordillera, enderezando su marcha al término de donde habia salido, que eran los Poyas i guaitecas... I así vino a dar una vuelta en redondo a todas aquellas dilatadas pampas i estandidas llanuras... gastando en esta apostólica mision cuatro meses i medio, bautizando en ella, como dijimos, mas de cuarenta mil almas" [69].

No ha sido difícil identificar las señales inequívocas de la estadia temporal de navegantes, halladas por Mascardi en la costa del Atlántico. Fueron, segun Enrich, las que habia dejado el distinguido marino ingles John Narborough, quien pasó desde principios de abril hasta el 30 de setiembre de 1670 en el puerto de San Julian, con el fin de refrescar la tripulación de sus dos naves i de evitar los rigores del invierno [70]. Con igual fin habian recalado ya antes a este puerto, permaneciendo algunos meses, los célebres circunnavegantes Fernando de Magallanes i Francis Drake. Fué allí que este último hizo ajusticiar, por motivos no bien esclarecidos, a su compañero el noble Tomas Doughthy. Estadias tan largas i sobre todo la reciente de Narborough debian dejar rastros manifiestos i duraderos, tales como se reconocen en la descripcion prolija de Mascardi. No cabe duda pues, que el puerto de San Julian sea el punto, en que Mascardi haya bajado a las playas del Atlántico; su configuracion corresponde bien al "recodo de brazo de este mar" de nuestra relacion. Otras versiones indican como aquel lugar el rio Santa Cruz o el cubo Vírjenes.

No deja de ser un hecho memorable, talvez único, que un punto de recalada en esa costa de los antiguos navegantes haya sido reconocido desde tierra, i es mas estraordinario aun, si se toma en cuenta la enorme distancia que recorrió su descubridor para alcanzarlo.

Nuestro viajero se retiró de esa costa con el sentimiento amargo del desengaño por no haber encontrado "la ciudad de los Españoles" existente en ese punto, segun lo afirmaban los indios, a quienes culpaba de intenciones maliciosas por haberle dado noticias falsas. Si nuestro autor hubiera reflexionado con calma sobre este particular, habria tenido que admitir que ellos, en el estrecho límite de sus ideas i conocimientos, le habian informado correctamente, porque habian visto efectivamente a los "huincas", i su campamento debia imponerles por una ciudad, que era un asiento de poblacion que no conocian.

Mascardi dió parte, a su vuelta a Nahuelhuapi, "al gobernador de Chile sobre los indicios que habia reconocido de andar piratas por estas costas (Enrich)". Narborough habia hacho ya mientras tanto su aparicion en la costa de Valdivia, en la que un teniente i tres tripulantes cayeron presos víctimas de una celada. Parece que sus intenciones habian sido pacíficas, teniendo por objeto la anudacion de relaciones comerciales. No siguió mas adelante i volvió a Inglaterra sin recuperar a sus cautivos. Cupo a estos una suerte triste (Barros Arana), que contrasta con la jenerosidad con que las autoridades españolas trataron ántes i despues a otros corsarios presos.

A pesar de que "la vuelta en redondo a todas aquellas pampas" deberia haber convencido a Mascardi de que los Césares no existian, su jenio absorto completamente en este fantasma no le dejó descansnr, i preparó al fin de la primavera de 1673 otro viaje, el cuarto, que a su juicio debia darle la solucion del problema. Antes de snair, el 12 de octubre de 1673, escribió a sus superiores i al virei conde de Lemus, dándole las gracias por su valioso obsequio (Enrich). Al poco tiempo de haber salido i no habiendo avanzado mui lejos todavia, el dia 14 de diciembre del mismo año i en 47° de latitud, fué acometido por unos bárbaros i muerto a boladas i flechazos (Olivarez). La fecha indicada, que se debe a Eyzaguirre, merece fé por concordar mui bien con los antecedentes [71]; la de Ascasubi, quien la pone en 15 de febrero de 1663 (1673!), es sin duda equivocada.

En cuanto a los demas pormenores de esta horrible catástrofe, no los ha guardado la historia. Solo sabemos por la relacion de Olivarez, que uno de sus asesinos fué el indio Antullanca, hombre que manifestó tambien años mas tarde su mala índole, haciendo una fuerte oposicion al padre Lagunas, i fué arrebatado poco despues por una muerte repentina, que los padres consideraron como el merecido castigo que Dios le impusiera por el asesinato de Mascardi [72].

Fué intenso i sincero el sentimiento que produjo la muerte del ilustre mártir en el ánimo de sus fieles poyas i puelches, quienes, al decir de los historiadores contemporáneos, conservaron la fé cristiana i el afecto a la memoria de su apóstol por largos años. A un jóven compañero de Mascardi en la mision hicieron protestas de su amor i fidelidad, instándole a que se quedara con ellos. Pero como este no participaba de la sublime abnegnacion de su superior i se hallaba preso de un terror pánico, se retiró a Chiloé i dejó la mision abandonada (Enrich).

"En carta del 18 de noviembre de 1675 el gobernador de Chile D. Juan Henriquez, daba, parte a S. M. que una espedicion, mandada a esplorar la tierra intermedia hasta el Estrecho, en combinacion con la de Antonio de Vea por mar, pasó a la falda oriental de los Andes, trayendo aquella jente, a su regreso, los restos del padre Mascardi [73]". Segun eso es probable que ellos hayan sido enterrados en Castro. Este hecho nos prueba por una parte que la memoria de Mascardi se estimaba mui en alto i por otra que habia cierta facilidad para la comunicacion trasandina en aquella época.

Habiendo seguido con interes el hilo do la historia de Mascardi en su brillante carrera de viajero i misionero, se nos ofrece naturalmente el desea de tener mas noticias sobre su vida, como sobre su nacionalidad i juventud. Desgraciadamente faltan del todo los datos de esta clase.

El benemérito autor de la "Historia eclesiástica" I. V. Eyzaguirre poseía "una obra manuscrita de Rosales" con la biografia de Mascardi [74]. Parece que existe solo en fragmentos; se conocen por ahoar únicamente tres capítulos inconexos de ella, que han sido publicados por M. L. Amunátegui, i han servido de fuente principal para nuestra narracion. Ellos ofrecen el mayor interés tanto por sus preciosos datos como por la hermosa i verdaderamente poética esposicion de la leyenda de los Césares, tal cual corria en la mente de los colonos del siglo XVII. Las biografias de Mascardi, que escribieron o se proponian escribir los P. Guillelmo i Olivarez, sus sucesores en el mismo campo, o quedaron solo en proyecto o se han estraviado, si es que llegaron a escribirse.

No hemos hallado ningun dato positivo sobre la vida de nuestro autor, que se pueda agregar a la relacion que procede. Ateniéndonos a que su nombre suena como italiano, podemos suponer que haya sido natural de Italia, lo que, confirma por la circunstancia que enviaba sus cartas políglotas tambien en italiano [75].

Mascardi tenia a su lado, lo mismo que sus sucesores Guell i Menendez, a un sacristan o "niño" que le seguia en sus viajes i le asistia al decir misa. Esta monacillo [76] suyo llamado Juan de Uribe, fué educado por él i alcanzó mas tarde a ser cura de Calbuco. La historia conserva el grato recuerdo de un rasgo de jenerosidad de este digno discípulo de Mascardi: cedió en 1710 una isla despoblada, nombrada Guar, de su propiedad, para establecer en ella una mision que se formó con un número de indios Chonos, que habian venido a recojerse a Chiloé. Esta es la primera vez que esa hermosa i bien cultivada isla es mencionada [77] en la historia.

Otro recuerdo de Mascardi, que se ha conservado, se refiere a la Reina, que habia dado el primer impulso a sus trabajos en Nahuelhuapi Sobrevivió largos años a su jeneroso protector, porque el padre Olivares la conoció en tiempo que el padre Laguna rejentó la mision, o sea en el primer decenio del siglo siguiente. Parece que su autoridad, que en su juventud revistiera cierto poder, habia declinado con los años.

El heróico Mascardi dividia sus arduos trabajos, en medio de los cuales le arrebató la muerte, entre la mision i los Césares: aspiraba a convertir a los indios de la Patagonia i a hallar la ciudad de los españoles. Como su anhelo de hallarlos tenia por objeto mantenerlos en la fé cristiana, su aspiracion jeneral era mas bien una sola i lejítima, tal cual correspondia a un misionero.

Se esplica que su biografia por Rosales tenga mucho de maravilloso, por obrar nuestro estadista dominado por la quimera de los Césares. Ademas no faltan en ella exajeraciones en la relacion de los trabajos de mision. Tal es, por ejemplo, la numerosa poblacion de indios i el número de bautismos. La descripcion del pais con sus desiertos i arenales sin agua, que hemos dado testual por corresponder tambien a la realidad, prueba a la evidencia que no tenia la numerosa poblacion, que tanto él como su antecesor Flores de Leon, le atribuyeron. Por esta razon la cuarenta mil almas bautizadas por Mascardi son una exajeracion. Notemos, con todo, que Barros Arana i Enrich indican solo cuatro mil, número que excede aun a la realidad. Puedo ser que aquel guarismo fabuloso sea debido a un error de impreanta.

Barros Arana dice con razon que los viajes de Mascardi "tienen algo de prodijioso". Efectivamente, ninguno de los viajeros posteriores le aventajan en el alcance de sus esploraciones; ninguno habrá recorrido mayor distancia por aquellos territorios. Solo Menendez i algunos de los viajeros mas modernos en ámbos lados de los Andes le igualan talvez como esploradores. Nadie habia penetrado ánbes de él al interior de la Patagonia, que él atravesó un todas direcciones. Pasaron doscientos años casi justos hasta que el intrépido Musters alcanzó a seguir los rastros de sus pasos borrados por el viento del desierto.

Si comparamos ademas los escasos recursos de que disponia Muscardi con los abunudantes i perfeccionados de nuestra época, no podemos ménos de concederle el primer lugar entre los exploradores de la rejion austral. No es ménos acreedor a nuestra admiracion por su heróica abnegacion al esponer i rendir la vida en aras de su conviccion i ministerio. Su figura se destaca con brillo en la historia de los viajes i de las misiones.

En una palabra, fué todo un hombre.

Nos faltará, en adelante la amena e instructiva narracion de Rosales, en que predomina tanto la poética leyenda de los Césares, por alcanzar aquella solo hasta el año 1674. Por esta razon la muerte de Mascardi, acaecida en la misma época, finaliza un período bien caracterizado, en que la historia se halla todavia entrelazada con la leyenda. No sabemos si esta será una mera casualidad o si obedecenrá a una lei observada en otras historias, que entre el primer período místico i el histórico se halle interpuesto un período lejendaro-histórico, representado en nuestro caso por Flores de Leon. Rosales i Mascardi.

Veremos de este modo que los sucesores de Mascardi en Nahuelhuapi, reconociendo sin duda que la leyenda de los Césares carecia de base positiva, prescindieron del todo de ella i se dedicaron esclusivamente al cultivo de la mision.

EL P. FELIPE DE LA LAGUNA


La primera tentativa llevada a cabo por Mascardi, de establecer una mision en la Patagonia i estender mediante ella, el dominio de España sobre toda la Península austral, tuvo el triste desenlace que acabamos de relatar. Pero esta idea una vez planteada, no dejaba de imponerse forzosamente al gobierno i a los jesuitas, como la Orden mas interesada, de modo que, aunque momentáneamente abatida por el desastre sufrido, tenia que volver a surjir en breve. Vemos por eso que tanto la corte de Mascardi como los jesuitas en Chile no tardaron en hacer nuevos esfuerzos para realizarla.

El Rei, informado por el procurador jeneral de la Orden, de los trabajos i de la muerte de Mascardi i de que esa mision no seria ménos fructuosa que las demas del Reino, ordenó en 1684 que se pagara a los misioneros de Nahuelhuapi el mismo sínodo que a los otros [78]. Como dicha mision no existia en ese tiempo, es evidente que esta concesion se hacia por abrigarse el propósito de restablecerla.

Poco mas tarde, en 1686, el Duque de la Palata, virei del Perú, autorizó al gobernador de Valdivia Francisco Hernandez de Cifuentes, de "enviar Padres de la Compañia a Nahuelhuapi" [79]. Esta medida no llegó a ejecutarse por motivos que no se mencionan. Segun el P. Ignacio Aleman el mismo virei, sabiendo la muerte de Mascardi, "escribió al provincial de Chile para que, a costa suya, enviase dos misioneros, como se ejecutó, habiendo ido el padre José Zúñiga, hermano del marques de Baydes con otro compañero, los cuales dieron principio a la mision de Nagüelguapi, sita en la ribera de la laguna de este nombre" [80].

Esta breve relacion del padre Aleman, difiere en puntos esenciales de la mas circunstanciada que los PP. Olivarez i Enrich nos han dado sobre esta misma mision [81].

Zúñiga era de estirpe mui noble, como numerosos miembros de la Compañia, siendo hijo [82] del marques de Baydes, el gobernador de Chile tan justamente renombrado por las paces, que llevan su nombre, i por su muerte heróica. Habiendo sido llevado a España en su infancia, desdeñó la brillante carrera que se le ofrecia i entró a la órden de los jesuitas; volvió a Chile siendo novicio todavia i se distinguió por su modestia i caridad, bien que desempeñara durante su larga vida cargos importantes, como el de provincial.

Obtuvo permiso de sus superiores para establecer en el territorio de los pehuenches una mision que debia servir para allanar la restauracion de la de Nahuelhuapi. La colocó a unas catorce leguas de distancia del lago, en el territorio del cacique Calihuaca, al otro lado de la montaña de Rucachoroi, en el camino que conducía desde Valdivia a Nahuelhuapi.

No carece de interés el ensayo de ubicar esta mision i los puntos mencionados, que volveremos a tocar mas adelante.

Es probable que la tierra del cacique Calihuaca no se podrá identificar ya, porque este nombre debió quedar en olvido con la muerte del cacique que le llevaba. Sabemos solo que se hallaba, como a una jornada al Sur de Rucachoroi, es decir en direccion a Nahuelhuapi.

En cambio poseemos ámplios datos sobre la localidad de Rucachoroi, de que habla estensamente el historiador Vicente Carvallo. En su escursion descrita arriba a las ruinas de Villarrica "se internó diez i seis leguas mas hasta la parcialidad de Rucachoroi habitada de huilliches; no hai otro obstáculo en el paso que el rio Rucachoroi, pero es tan angosta que lo pasé por un puente de una sola viga". El mismo autor agrega, que segun noticias fidedignas "hai en los montes del centro de la cordillera, por la parte de Rucachoroi, ricas minas de oro".

Todos los mapas modernos de esta rejion marcan este rio, que corre al Este para caer al rio Aluminé, que forma mas abajo el rio Colloncurá, el cual une sus aguas a las del rio Limai. Segun el mapa de Lastarria i Schert el camino por el boquete de Villarrica pasa despues de haber atravesado el cordon divisorio, por la orilla del lugo Quillen (Epulabquen de Rosales?. Hui-Hui de Fernandez Vial?) en direccion al Norte para ganar el valle del rio Rucachoroi que sale de otro lago. Es casi seguro, pues que el camino a la mision de Colihuaca conducia por el boquete de Villarrica, siendo el mismo que, segun vimos arriba, iba antiguamente a Nahuelhuapi.

Para la ubicacion exacta de Rucachoroi podria consultarse ademas la etimolojía de esta palabra, que significa casa de loros. Es sabido que los loros i choroyes viven i anidan a grandes bandadas en agujeros cavados en rocas cortadas a pique. Eduardo Poeppig, el ilustre autor de los Viajes en Chile i el Perú, refiere que el viajero que se tienda para descansar a medio dia al pié de uno de estos barrancos es sorprendido por la súbita algazara i griteria molesta de estos lindos pero poco simpáticos pájaros [83]. Esta descripcion coincide mui bien con la del "loro bullangero" observado por D. Francisco P. Moreno en el Chubut. De modo que el esplendor futuro podrá orientarse sobre la situacion de ese lugar, cuando alguna vez, hallándose cerca del boquete citado, dé con una "casa de loros" [84].

Estaba el padre Zúñiga atendiendo con gran esmero a los trabajos de su amada mision en Colihuaca, cuando un incidente inesperado vino a paralizarlos.

Vimos que la fundacion de la mision se habia autorizado por los superiores de su órden: si es efectivo lo que afirma el padre Aleman, el virei del Perú habia intervenido tambien en ella, pero parece que no fué autorizada por el gobernador de Chile. Así sucedió que el gobernador José de Garro, dió en una escursion militar con esta mision apartada de que no tenia conocimiento. Volviendo Garro a Santiago hizo presente al provincial de la Compañia la conveniencia de suprimir esta mision, que a su juicio estaba demasiado espuesta por su situacion a quedar sin proteccion. Los jesuitas obedecieron esta insinuacion i dieron órden a Zúñiga de desocupar la mision de Calihuaca. Para volver, el padre su dirijió al lago Nahuelhuapi, donde tuvo la satisfaccion de visitar el asiento de la antigua mision de Mascardi, "si bien no logró el consuelo de restaurarla como deseaba". Siguió desde allí a pié a Chiloé por el áspero camino de la Lagunas (hoi Perez Rosales). Prefirió probablemente la ruta de Chiloé a la mas corta, que conducia a Valdivia, por el estado inquieto en que se hallaban los indios del tránsito (Enrich).

A pesar de haberse frustrado esta tentativa, los esfuerzos de los jesuitas, para prepatar el camino a Nahuelhuapi, no desmayaron. El P. José Moncada, cura de Chillan, habia iniciado una mision en la tierra de los pehuenches que estan acimentados en la Cordillera en Lolco i Culé, rio arriba de Rengaico i a sus márjenes, que allí los indios llaman el dicho rio Culé, a ocho leguas de la mision de Colué fundada poco antes por él mismo. Por acuerdo del gobernador Tomas Marin de Poveda i de la Junta de Misiones, instalada hacia poco tiempo en Chile, esta mision fué entregada en 1700 a los jesuitas [85].

La mision de Culé, situada al pié del cordon lonjitudinal de Pemehue (Gay) que limita al Oeste el valle del alto Biobio, se halla correctamente ubicada en el mapa que acompaña la obra del P. Bernardo Havestadt [86] i en los mapas de Gay i Lastarria. Segun la descripcion de Havestadt, quien pasó por este lugar en 1751, la antigua mision se hallaba en una parte angosta i triste de un verdadero valle de lágrimas, trajinado constantemente por los pehuenches, que estorbaban la obra de la conversion. A sus espaldas conduce el paso sobre el primer cordon de la Cordillera, de cumbres nevadas, por el cerro Rugaico, que es todo cubierto de un pinar tupido [87]. Este bosque de hermosas "Araucarias" produce los piñones, aquel nutritivo alimento, que la naturaleza jeneralmente tan parca en Chile, brinda a esa tribu, la cual le debe ademas su nombre.

El P. Nicolas Kleffer se hizo cargo de la nueva mision i la planteó bajo mui buen pié. A principios del año 1702 recibió por compañero al P. Juan José Guillelmo, el mismo que mas tarde se distinguió tanto en la mision de Nahuelhuapi, en donde volveremos a encontrarle. El padre Guillelmo escribió desde Culé con fecha 7 de julio del mismo año a su amigo i paisano en Córdoba, el P. Antonio Machoni: "Me hallo al presente con el Padre Superior... abriendo camino con esta mision de los Puelches a la de Nahuelhuapi para irnos acercando al Estrecho de Magallanes. Estas misiones no están en pueblos formados como las del Paraguay...; en Culé abrá doscientas almas, en Picupicu ciento cincuenta, en Kolco quinientas, en Pinca doscientas, en Bilicura otras tantas, en las márjenes del rio Biobio dos mil i assi en obras Parcialidades, que seria largo referir... entre estos Pegüenches" [88]. En cuanto al resultado de la mision lo considera "no despreciable".

El padre Guillelmo permaneció solo algunos meses en Culé; esplicaremos mas adelante, en su Vida, los motivos que tuvo para retirarse tan pronto.

Escasean las noticias sobre la marcha ulterior de esta mision. Parece que sirvió de etapa en el camino, que conducia de Concepcion a Nahuelhuapi. Sabemos solo que en el gran alzamiento de los indios del 8 de mayo de 1723 fué sorprendida i que los misioneros tuvieron que huir precipitadamente i a pié, sin salvar casi nada. Los pehuenches de la otra banda quisieron atentar en su furor contra las vidas de los padres, pero los indios de la localidad, que les eran afectos, los protejieron contra mayores ultrajes [89].

Por fin poco tiempo despues de la fundacion de la mision de Culé, se logró el objeto principal de estas medidas preparatorias, el restablecimiento definitivo de la mision de Nahuelhuapi. Fué obra del esclarecido P. Philipp van den Meren, llamado comunmente en Chile, traduciendo su nombre al español, Felipe de la Laguna.

El padre Juan José Guillelmo, el célebre compañero i sucesor de Laguna, ha escrito, segun Olivarez, su biografia, pero ella, si es que existe, se halla sepultada en el polvo de los archivos. Sin embargo, los datos que poseemos sobre la vida i obras del padre Laguna son mas completos i auténticos que los que nos quedan de Mascardi. Se han conservado dos cartas suyas, que nos introducen de lleno a sus primeros pasos para fundar la mision de Nahuelhuapi, pintándonos con maestria e injenuidad sus aspiraciones, trabajos i privaciones en este campo casi vírjen.

El P. Miguel de Olivarez, quien pasó algunos años en Chiloé i Nahuelhuapi justamente en la época en que florecia allí la mision, ha descrito estensamente la historia de su fundacion, marcha i estincion. Disponemos pues de un material relativamente abundante para poner en relieve la historia de este período del mayor auje de Nahuelhuapi.

El padre Laguna habia nacido en Mascardi, ciudad importante de Flandes, hoi Béljica, el 8 de octubre de 1667 (Enrich); era paisano de otro misionero distinguido de Chiloé i mencionado arriba, el P. Francisco Vargas. Llegó a Chiloé traido por el P. Miguel De Viñas en compañia de treinta i cuatro nuevos operarios para la Orden, entre los cuales se halló tambien su futuro compañero de Nahuelhuapi, el padre Guillelmo. Habiendo llegado a Santiago por la via de Buenos Aires, fué destinado desde allí en 1702 a la mision de Chiloé.

En sus viajes por el Archipiélago llegó tambien a Calbuco, donde se encontró con varios puelches de Nahuelhuapi que habian venido a pedir la amistad de los españoles i se dieron a conocer como cristianos convertidos hace años por Mascardi. Habiéndose cerciorado que poseian efectivamente nociones de la fé, trabó amistad con ellos, i ellos por su parte le instaron a que se trasladase a su tierra para fundar una nueva mision. El padre Olivarez deja entrever que las promesas de los indios no hayan sido talvez sinceras, en vista de la conducta que observaron mas tarde. Puede ser que sus protestas de adhesion i fé tenian en el fondo un fin egoista, cual seria el de obtener la alianza de los españoles contra sus enemigos los poyas. El carácter artero e inconstante, que es peculiar a todos los indios de la América, esplicaria esta falta de lealtad.

Sea como sea, el padre Laguna no dudó un momento de su sinceridad. La invitacion que acabaron de hacerle, le brindaba la solucion del problema, pendiente desde treinta años, de renovar la mision del ilustre mártir Mascardi, el cual en lugar de alejarse en el trascurso del tiempo, se imponia cada vez mas. Se apoderó de él un entusiasmo estraordinario; su primera carta refleja con vivos colores esta condicion de su ánimo, que le hacia arrastrar todos las dificultades que se oponian a la realizacion de este ideal.

Quiso la casualidad que recibiera por el mismo tiempo de sus superiores el nombramiento de vice-rector de la mision de Chiloé i la órden de trasladarse a Santiago para su admision al cuarto voto, es decir, al grado mas elevado e íntimo, que la Órden concedia a sus miembros. Hallándose perplejo sobre el modo como conciliar estas diferentes obligaciones, se vió favorecido por la circunstancia de estar listo en Chacao un buque para hacerse a la vela con destino a Valparaiso. Este buque habia hecho ya varias salidas, siendo rechazado cada vez por los vientos contrarios. Una vez que Laguna se embarcó, tuvo viento en popa, de modo que llegó a la capital en solo quince dias.

Impuesto el padre provincial de sus designios, los aprobó i le prometió apoyarle en su ejecucion por todos los medios que tuviera a su alcance.

Quedaba la dificultad de obtener la autorizacion del gobernador Francisco Ibañez de Peralta, quien era contrario a la apertura de nuevas misiones, sea en vista de haber tenido que abandonarse algunas por no poder sostenerlas, sea porque el tesoro del reino se hallaba agotado. En esta situacion hizo cierto voto espiritual a favor de la persona del gobernador para el caso que le concodiera la licencia. Ibañez, persona mui relijiosa, que entró mas tarde a la órden de los jesuitas, se halagó con los bienes celestiales ofrecidos i le recibió, bien concediéndole en el acto el permiso requerido.

La satisfaccion de Laguna fué inmensa. Poniendo luego mano a lo obra, se alistó para el viaje tan distante i para la fundacion de la mision, llevando para este objeto un ausilio de mil pesos i las alhajas para la iglesia, obtenidos como limosna de los vecinos piadosos de Santiago.

Laguna salió en noviembre de 1703 para la mision acompañado del P. José M. Sessa [90]. Nos dá una idea de las penalidades i dificultades de este viaje de cerca de doscientas leguas, señalando especialmente los caminos impracticables, el paso de los torrentes i rios, las cordilleras i bosques, junto con la falta de guias i de los recursos mas indispensables.

No indica el camino que tomó; es probable que se dirijió primero a Concepcion i siguio de allí a la nueva mision de Culé, trasmontando a sus espaldas la Cordillera i orillando en seguida su pié oriental. Sea que hubiera salido de Valdivia, como supone Enrich, o sea de Culé, en esta parte del trayecto debió pasar, a la altura de Villarrica, por Rucachoroi i Calihuaca, puntos que mencionamos arriba i que le serian familiares por haber sido el asiento de la mision de Zúñiga; desde este último lugar faltaban solo pocas jornadas para llegar a Nahuelhuapi.

El padre Sessa se enfermó en el camino de una fiebre violenta i hubo que remitirle con jente a la mision mas cercana, talvez a Culé. De este modo el intrépido viajero se hallaba casi solo en medio de los indios bárbaros i expuesto a serios peligros. Llegó, sin embargo, sin otra novedad a Nahuelhuapi, despues de cerca de tres meses de viaje, es decir, a fines de enero.

"Los caciques de Nahuelhuapi hicieron al padre Laguna todo el buen recibimiento que cabia en su cortedad". Canicura i Huepu, puelches los dos, i Maledica, poya, le dieron alojamiento en "un ranchito de su habitacion que se componia de unos cueros de vaca i de caballo.

"Pues ya el padre Felipe en este paraje de Nahuelhuapi, a quien su aspereza le parecia tierra de promision, escojió un sitio que le pareció acomodado para levantar casa e iglesia, junto a la laguna, para tener cerca el puerto, que le tenia bueno, para las piraguas del trasporte cuando se habia de ir a Chiloé (Olivarez)".

Es sensible que las cronista no precisen mas este punto lejendario, que habria tanto interes en reconocer en nuestro tiempo, en que este territorio se ha vuelto a esplorar i aun ha principiado a colonizarse. Los autores modernos suelen colocar el asiento de la antigua mision cerca del desagüe del lago por el rio Limai. Veremos mas adelante, al anotar los viajes de Menendez a Nahuelhuapi, que este autor nos da la resolucion de esta cuestion, por lo que reservamos su análisis para esa ocasion.

El padre puso luego manos a la obra, procurando arreglar un modesto departamento para las devociones i ponerse en relacion con sus futuros feligreses. Estando un mes en Nahuelhuapi recibió un resfuerzo sumamente importante por la llegada, el 20 de enero de 1704, de su compañero nuevo P. Juan José Guillelmo, quien vino a reemplazar al padre Sessa. El padre Guillelmo, a quien hemos visto ya en Culé, habia deseado acompañar al padre Laguna desde Santiago, sin conseguirlo; por la enfermedad de Sessa logró al fin ser adjudicado a esta mision, que de todas ofrecía los mayores trabajos i peligros, como el campo mas digno para su celo relijioso i su enerjia varonil.

Hallándose reunidos los dos, reconocieron como la medida mas urjente el ponerse en comunicacion con Chiloé para traer de allá los recursos tan necesarios i sobre todo oficiales para formar casa e iglesia; ya se veia que no podian contar para este objeto con los moradores de Nahuelhuapi. Dejando a su compañero en la mision, salió Laguna ya a los dos dias para este viaje, sin mayores preparativos, embarcándose con algunos puelches en una pequeña piragüilla i llevando para su mantencion solo un poco de harina de quinua i unas habas, que era al parecer el único alimento vejetal que ofrecia la comarca. Habia que recorrer veinte i cuatro leguas hasta el mar i puerto de Ralun, pasando en parte embarcado i en parte a pié dos lagunas i dos boquetes de cordillera; de Ralun a Calbuco por mar catorce leguas i de Calbuco a la ciudad de Castro veinte i cuatro, tambien por mar.

Los misioneros de las colonias de España, absortos en sus tareas relijiosas i poco atentos jeneralmente, por su índole i educacion a la naturaleza i jeografia de los paises que recorrian, no se dedicaban las mas veces a describirlos. El padre Laguna hace una escepcion de esta regla; nos pinta en una carta los sucesos e impresiones de este penoso viaje por el paso Perez Rosales [91]. La descripcion hecha a grandes rasgos de esta importante via de comunicacion interoceánica merece una atencion especial, por ser la primera detallada i por formar un cuadro animado i mui bien caracterizado.

La navegacion de las dos "lagunas horribles" (de Nahuelhuapi i Todos los Santos") i del golfo de Reloncaví se hizo sin contratiempo, aunque era mui peligrosa por las embarcaciones pequeñas i malas. Anduvo las dos montañas a pié, porque no se puede de otra suerte, i que es el camino tan malo, que no tiene palabras como explicarlo, topando por árboles caidos i palos atravesados, pasando por muchos i penosos pantanos. Pasó la primera montaña (la del boquete principal) descalzo, hasta que su jente, compadeciéndose de su estado, le dió unos zapatillos de cuero de vaca crudo ("las ojotas" que se usan todavia), con lo que se alivió algo. Tambien se pasa un rio caudaloso que llaman Peulla, sobre piedras agudas; i quizas éste es el mayor trabajo, porque se ha de vadear mas de veinte veces, i en algunas partes llega a la cintura, i a mas es tan rápido, que si alguno cae en su corriente tiene gran riesgo de su vida. En una isleta del Peulla encontró dos españoles de Chiloé i eran Miguel Velasquez i Lucas Almunacid con seis indios de Calbuco, circunstancia providencial que le salvó de grandes penurias, porque le proporcionó embarcacion para atravesar el lago de Todos los Santos.

Si no hubiera sido por esta casualidad, se habria visto obligado a construir en la boca del rio Peulla una piragua, lo que habria sido mai difícil, atendida la escasez de los víveres i elementos que llevaba Habia una embarcacion en este lago, pero solia hallarse en la ribera opuesta. Parece que en aquella época habia cierto tráfico regular entre Chiloé i Nahuelhuapi.

Notó en el viaje que sus marineros indios usaban varias supersticiones para asegurar el buen tiempo i un viaje feliz. La vuelta fue igualmente trabajosa. Olivarez relata que el buen padre Laguna vino cargado con un saco de lana, que llevó para ropa de los indias. "Llegó sano i bueno a Nahuelhuapi el 20 de febrero de 1704, con algunos carpinteros; i luego dieron principio a una pequeña casa que en tres semanas estuvo acabada".

El tiempo empleado en este viaje de ida i vuelta fué relativamente corto, porque hai que deducir los dias que necesitara para acopiar los recursos que iba a llevar. Todo nos prueba la enerjía i circunspeccion con que los padres procedieron en la fundacion tan difícil de su mision.

La naciente mision necesitaba, fuera de Chiloé, desde donde se traian a hombro con inmensos trabajos los víveres i demas elementos de subsistencia, otro puerto en la parte continental del pais, para el cual se imponia la plaza de Valdivia por ser la mas inmediata. Las ventajas de Nahuelhuapi, como asiento de mision, consistian en que era el punto céntrico obligado tanto para entablar relaciones con las diferentes tribus de la Patagonia como para la comunicacion simultánea con Valdivia i Chiloé, la cual ofrecía la seguridad de un camino franco, entre el Archipiélago i la parte principal del reino, en los casos frecuentes que las otras vias estarian obstruidas por los disturbios de los indios. Al buscar la comunicacion con Valdivia, Laguna tenia tambien en mira el fomento de buenas relaciones de los puelches con las autoridades de Valdivia, ya que ellas de tiempo inmemorial se hallaban malquistados con las de Chiloé. Por esta razon el padre, no satisfecho con haber abierto la comunicacion con Chiloé, resolvió emprender luego tambien un viaje a Valdivia, con el fin de ponerse en relacion con esa plaza i pedir la proteccion del gobernador a favor de sus neófitos. Indujo a los caciques a escribir una carta atenta al gobernador, la que llevó, dejando encargado mientras tanto al padre Guillelmo de edificar una pequeña iglesia. El viaje a Valdivia se hacia, durante la época en que la mision estuvo bien cimentada, con mulas en ocho dias por las tierras de los pehuenches i otros indios de guerra, que daban el permiso de pasar mediante los agasajos que habia que tributarles. De esta manera llegó a principios de abril de 1704 a Valdivia con dos delegados indios que fueron mui bien recibidos por el gobernador don Manuel Auleffia quien mostró tambien al P. Laguna la mejor disposicion, permitiéndole de favorecer la mision en cuanto le fuese posible. A mediados de abril ya se puso en camino con los enviados para volver, llevando una carta del gobernador para los caciques. Este documento, una especie de proclama de estilo pomposo i elocuente, invitaba a los indios a abrazar la fé católica i rendir obediencia al augusto monarca de España Felipe V, prometiéndoles en cambio defenderlos contra sus enemigos [92]; fué recibida con satisfaccion por todos los vecinos de Nahuelhuapi. Estas relaciones tan cordiales i tan hábilmente iniciadas por el celoso padre, no dejarian de llenar su ánimo de confianza en un porvenir halagüeño de la mision.

Mientras tanto progresaba la obra de la mision i se echó el fundamento de una iglesia mas grande, porque los indios comenzaban a acudir en mayor número. Un obstáculo sério, que se oponia a la conversion, era la rivalidad que reinaba entre las dos tribus vecinas, los puelches i poyas; los primeros pretendian que estos fuesen escluidos por ser jente mala. El padre sabia bien que sucedia lo contrario, porque los poyas, que veneraban la memoria del ilustre Mascardi como la de un héroe, se mostraron en realidad mas afectos a la fé cristiana. A fuerza de su predicacion consiguió al fin persuadir a los puelches de que desistiesen de su oposicion a la conversion de los poyas; hecho lo cual bautizó solemnemente a todos aquellos que estaban bien dispuestos.

Habiéndose acomodado provisoriamenbe, los padres Laguna i Guillelmo procuraron adquirir conocimientos de los territorios de Nahuelhuapi i de las tribus que los habitaban, haciendo escursiones a sus alrededores en todas direcciones. Lograron reconocer entre estas algunas de que no se habia tenido noticia, como los evechinches i huillipauvos (segun la ortografia de Eyzaguirre), que vivian probablemente en los valles apartados de la Cordillera en direccion al SO i S. Parece que los huillipauvos son idénticos con los huillipoyas (quiere decir los poyas del Sur) mencionados por el padre Jerónimo Pietas en su luminoso informe del año 1729 sobre las costumres de los araucanos [93]. Segun este autor esta tribu mui numerosa pertenece a la nacion de los poyas, que se estiende como cien leguas al Sur de Nahuelhuapi hasta los caucahues i desde la Cordillera hasta el Atlántico. En otra direccion, hácia el Norte del lago, anduvieron los padres las tierras Yahuahuina, Cachaya (Cachalá), Talopelin (Jalapelin), las del rio Limai arriba. Parece que esta es la primera vez que se nombre este rio, el desagüe del lago Nahuelhuapi i brazo principal del rio Negro. No podemos ubicar mas de cerca estas comarcas, solamente observamos que Yahuahuina es probablemente un lugar en que hai yahu-yahuinas, una especie de papitas o bulbos comestibles, aunque no del todo inofensivos, hallados por el esclarecido viajero Guillermo E. Cox en el valle del rio Caleufu [94]. Este rio corre a corta distancía del rio Limai, de modo que es mui posible que este mismo punto conocido entónces bajo aquel nombre, haya sido visitado por los padres. Estendieron sus escursiones en la misma direccion hasta Rucachoroi, Epulavquen i Cucaulio, lugares conocidos desde ántes a los españoles, como que hemos mencionado ya varias veces los dos primeros.

Damos un resúmen de los datos sobre el aspecto del pais i las costumbres de los indios que nos han trasmitido Olivarez i Machoni, como resultado de las observaciones de los padres Laguna i Guillelmo, acompañándolo de un lijero comentario.


La laguna de Nahuelhuapi tiene fuera de tres islas menores otra isla mayor llamada Nahuelhuapi, de la cual han tomado su nombre tanto el mismo lago como la mision i todo el pais que le rodea. Este nombre significa isla del tigre; se ignora su oríjen.

Podria deducirse de esta voz, que el tigre americano (el yaguarete de Azara) hubiera dado su nombre a dicha isla i comarca por haber alcanzado en época mas o monos lejana hasta esta latitud. No poseemos datos suficientes sobre este feroz habitante de las selvas i campos intertropicales, cuya patria, segun se supone jeneralmente, no pasa actualmente de la latitud de Buenos Aires i queda por consiguiente lejos de Nahuelhuapi i del territorio habitado por la nacion araucana. Hallamos solo dos menciones del tigre, i esta algo incierta, en una latitud mas austral que la indicada. El ilustrado autor D. Lucio V. Mancilla[95], durante una marcha nocturna en el pais de los Ranqueles (tribu araucana que vive entre los 35° i 37° L. S, i ha ocupado este territorio en tiempo moderno) toma en cuenta el ataque improbable por un tigre, dejando entrever que esta fiero animal, que vive entre los pajonales, recorre esas comarcas. El señor Eduardo O'Connor, afirma que en la rejion del alto Limai "abundan el guanaco, cisnal, ciervo, el puma, el gato montes i el tigre americano" [96].

Es un problema digno de estudio que el idioma araucano posea el nombre propio de un animal desconocido en Chile i que lo use a menudo a título de animal fabuloso en la denominacion de lugares (Nahuelhuapi, Nahuelbuta. Nahuelmapi) i como apellido individual (Quintunahuel, Nahuelquin. Nahuelgrú, Paginahuel i muchos otros). El señor Rodolfo Lenz, el hábil intérprete i restaurador de la lengua araucana, ha dado a conocer un "cuento de un zorro i de un tigre", el cual considera de fuente araucana pura i como el mas antiguo de los cuentos que ha publicado. Se ocupa tambien del hecho singular que este animal exótico sea tan conocido a los arancanos [97].

En su publicacion mas reciente [98] el señor Lenz, al estudiar las concordancias de los cuentos araucanos con los de otros pueblos i especialmente de las indios del Brasil, señala la gran semejanza del cuento aludido con el de "la zorra i el yaguar" de fuente tupi i deduce de ella que se debe presumir alguna relacion directa entre los tupis i las araucanos, bien que nuestros escasos conocimientos de la etnografia de los pueblos intermedios no le permitan dar mas esplicaciones sobre este hecho importante.

Como es algo difícil admitir que el tigre haya existido ántes en el territorio propio de las araucanos, podria tomarse en cuenta otra eventualidad, la de que estos hayan vivido, en una época mui remota, mas al Norte en un pais recorrido por el tigre, como el Brasil, i hayan abandonado su residencia primitiva para venir a establecerse en sus asientos actuales, llevando consigo la tradicion de este notable animal i conservándolas en sus cuentos i nombres. Las relaciones de los araucanos con los tupis, demostradas por Lenz, abogan fuertemente a favor de esta presuncion.

Con este motivo me viene a la mente una nueva teoria de mi amado maestro Dr. R. A. Philippi, quien se ha dignado comunicármela antes de darla a conocer en público. Philippi ha deducido de sus estudios etnográficos comparativos que los araucanos han emigrado de sus asientos primitivos para venir a avecindarse en Chile. De modo que los datos i la concordancia, de que hemos hecho mérito, puedan servir talvez de apoyo a la teoria de Philippi, que es basada sobre argumentos etnográficos de un órden diverso. Hagamos votos para que el inminente sábio dé pronto a la publicidad sus investigaciones sobre este problema del mas alto interés científico, cuya solusion esclarecerá quizas tambien el oríjen de la palabra "nahuel" i de sus numerosos derivados, a que pertenece como el mas antiguo, el nombre del lago que nos ocupa.

A pesar de estos datos preciosos, no podemos ménos de aludir todavia, a la curiosa version que debemos al ilustre George Chaworh Musters[99]. Al atravesar el rio Chico, los indios le aseguraron que este rio no debia pasarse a nado en sus pozas ondas, por el temor de ser atacados por ciertos animales feroces de color amarillo i mas largos que el puma, llamadas "tigres del agua". Musters supone que este animal, de que vió rastros, sea la nutria del Paraná (idéntica segun parece, al huillin o chinchimen del agua dulce de Chile), i que a él se refiera pobablemente el nombre del famoso lago Nahuelhuapi; nos enseña que el animal que puebla la lejendaria isla, segun la tradicion, no es el yaguar sino el tigre del agua osea la nutria. Es mas que probable que "el huillin" de Chile sea frecuente en el Nahuelhuapi i en los demas lagos de esta rejion, como que Cox le observó en el Todos los Santos. La conjeturas de Musters es bastante verosímil pues, i salva la dificultad que el yaguar del Brasil haya tenido su guarida hasta en una isla de un lago austral.

De todos modas la relacion de Musters es notable como cuento poético al estilo de otros tantos con que la fantasia popular ha adornado las rejiones australes: ha trasformado aquel animal acuático que lleva una vida oculta, en un rival temible del tigre americano, embelleciendo aun mas la romántica isla que habita.

"La laguna tiene mas de ocho leguas de lonjitud i de ancho tres, i en parte cuatro leguas; ademas tiene varias ensenadas bien grandes; se va angostando en un rio (el Limai) que sale de ella tan caudaloso como el Maipú. Está situada entre dos cordones de cordilleras altísimas; corren las unas al Sur i rematan en el estrecho de Magallanes, i otras se dividen a Chiloé".

Olivarez, aunque se equivoque, al afirmar que el cordon que faldea el lago al Este siga hasta el Estrecho, tiene sin embargo, una idea correcta al distinguir un cordon contínuo que corre hasta el Estrecho, i otros cordones que se dirijen diagonalmente hácia el golfo intermedio de Chiloé.

"De los muchos volcanes que tiene esta cordillera sobresale uno a la vista del lago llamado Anon por los indios; siempre está cubierto de nieve.

Este volcan tiene la particularidad que cada vez que pase un pasajero lo saluda con un trueno, de modo que hace las veces de vijía, anunciando a los indios de la otra banda la venida de jente".

"Anon" el nombre indíjena del famoso cerro Tronndor, significa segun D. Ramon Lista, en lengua tehuelche "quirquincho". No sabemos que relacion pueda tener este precioso animal de la pampa con el gran nevado, cuya posicion dominante Olivarez hace resaltar tan bien.

La candorosa interpretacion por el mismo autor, de los ruidos producidos por las caidas de los aludes, no puede ménos de causarnos una sonrisa compasiva i da una idea de la ignorancia i propension a la supersticion, propias de aquella época de la Colonia. El pueblo i aun el clero no sabian darse cuenta de los grandes fenómenos de la naturaleza que observaban en la Cordillera, como ser los ventisqueros i los volcane, los cuales servian de pábulo á la fábula i a la supersticion. De este modo creian que los ruidos del Tronador eran obra del demonio o tiros de los Césares i aun en nuestros dias las corrientes de lava i arena, que descienden de los volcanes, se han tenido por caminos artificiales labrados por los mismos Césares para conducir su artilleria.

El clima de Nahuelhuapi es frio, no hai mes en que no haya heladas i en el invierno hai mucha nieve i hielo. Esta temperatura baja no debe estrañar, porque en: propia de la altiplanicie de la Patagonia i fué notada igualmente por Menendez en su viaje a la Cordillera [100]. El Dr. P. Stange, ha fijado la altura del lago en 770 m. guarismo que haya tal vez que rebajar un poco, porque el Dr. J. Steffen apunta solo 753 m para el lago Frio que tiene mayor altura por ser tributario del de Nahuelhuapi.

Debido al clima frio no se dan las sementeras, de las que puedan servir de mantenimiento ni las legumbres, solo en la isla grande del lago no cultivan algunas papas y quinua i arvejas o guisantes. No hai tampoco árboles frutales, con excepcion de un manzano plantado por el venerable Mascardi, el cual da solo una fruta empedernida que no se puede comer. Por la misma razon las ovejas traidas por los padres desde Chiloé con grandes sacrificios no se pudieron mantener i no quedó ninguna con vida.

Puedo ser que hayan influido otras causas en el fracaso de aclimatar la oveja de Chiloé en Nahuelhuapi, porque los indios de la comarca la criaban bien mas tarde, en tiempo de Menendez, a quien dieron algunas de regalo. Es digno de notarse que los indios no poseian todavia ovejas a principios del siglo XVIII, de modo que Laguna tuviera que traerlas de Chiloé, pero que a fines del mismo siglo ya las habian conseguido de los indios del Norte. Es otro de los ejemplos de la manera como ha efectuado la propagacion sucesiva de Norte a Sur de los diferentes animales domésticos entre los indios de la Patagonia; en tiempo de Rosales un cacique pehuenche poseia una sola vaca, que sacrificó a falta de un chilihueque; a fines del siglo XVIII los indios del Estrecho no tenian todavia caballos, mientras los del rio Santa Cruz ya se servian de ellos para dominar a sus vecinos mas pobres (Viedma).

La nacion que dominaba casi todo el lago Nahuelhuapi era la de los puelches, llamados así por los españoles i los indios de Chile. Su nombre significa "jente del Este o jente de tierra adentro"; no es propiamente el nombre de una tribu determinada, porque ellos no se tienen por tales i conciben por puelches una jente bárbara mui retirada; a los poyas del Este se les llama tambien puelches. Su lengua es diferente de la araucana i de la de los poyas, pero entienden tambien la de Chile. La primera mencion que hallamos de estos indios es la de D. Fernando Alvarez de Toledo en su Purén Indómito [101].

"Los Puelches fuertes, bravos i ligeros
De grandes cuerpos i únicos flecheros",

que acudieron para tomar parte en la gran borrachera celebrada por los araucanos en la muerte del gobernador Loyola.

Vimos ya que Rosales visitó su pais i tuvo tratos amistosos con ellos. Pietas calcula el número de los puelches, que andan errantes en el territorio comprendido entre el cerro Payen i Nahuelhuapi, en solo quinientos indios.

Tomas Falkner,[102] ilustrado jesuita, el autor quien recojió sus observaciones unos cuarenta años mas tarde a orillas del Atlántico en el lado opuesto al teatro de nuestra historia, forma de los puelches una nacion de territorio sumamente estenso que abraza los taluhet, divihet, chechehet i tehuelhet, enumerados de Norte al Sur, i los coloca entre el Atlántico al Este i los moluches al Oeste. Estos últimos son los araucanos de los españoles i se hallan divididos en las tres grandes ramas de los picunches, pehuenches i huilliches. Falkner considera los puelches de los autores chilenos como tribus araucanas, cuya lengua ofrece, segun él, solo lijeras diferencias de la de los picunches o araucanos propiamente dichos. Agrega que los habitantes do Nahuelhuapi son los pichi-huilliches, los cuales llevan este nombre por ser de estatura mas baja que sus vecinos mas australes los vucha (vuta)-huilliches [103].

Como los autores jesuitas de Chile están unánimes en que la lengua de los puelches sea diferente de la araucana, mientras Falkner afirma que los indios de Nahuelhuapi eran de raza araucana, el esclarecimiento de su etnografia es difícil. Menendez encontró a fines del siglo pasado en Nahuelhuapi indios que hablaban el araucano, el mismo que hablan los pocos indios que aun existen al Norte del rio Negro. Podríamos inferir tal vez que los puelches, que trataron los padres en Nahuelhuapi, hayan sido restos de los indios pampas es decir, de los taluhet i divihet de Falkner, i que hayan sido absorvidos posteriormente por los araucanos. Llama la atencion que Laguna i Guillelmo no hayan mencionado ni a los aucas ni a los manzaneros, tribus de estirpe araucana, que hácia fines del mismo siglo hicieron un papel tan importante en las relaciones de Villarino i Menendez. Refieren solo incidentalmente que los indios al Norte de Nahuelhuapi tomaban chicha de manzana.

Los puelches i sus vecinos los poyas tenian con corta diferencia las mismas costumbres que los indios actuales de la Patagonia: vivian en toldos, que mudaban frecuentemente de un lugar a otro; su vestimenta consistía en una capa de pieles de guanaco i de una especie de delantal del mismo material que prendian en la cintura. Se mantenian principalmente de la caza de los avestruces i guanacos; de estos sacaban las piedras bezares, que en siglos pasados se apreciaban tanto como medicina i talisman [104]. Es curioso que gozan aun hoi dia de cierta fama entre la jente del pueblo: recuerdo que habia demanda por ellas en las boticas de Chiloé i Llanquihue.

Los puelches tenian crianza de caballos i comian su carne que era el alimento que mas apetecian.

Con escepcion de las cortas siembras en la isla no hacian cultivo alguno. Se alimentaban ademas de unas raices silvestres llamadas el pihui, el llocon (tal vez el "lloncoto", segun Febres semilla de papas para sembrar), el mutiti i el tucuyo (el "tucutucul" (?) lirio silvestre del mismo autor), que es la mas abundante e idéntica al "ligtu" (Alstroemeria ligtu) de de Chile, planta que es efectivamente una especie de lirio. Segun la biografia del padre Guillelmo el "libtu" de Nahuelhuapi servia no solo para comerlo sino tambien para hacer chicha. Esta no era, sin embargo, la planta principal de que la hacian.

A falta de la manzana, que usaban sus vecinos del Norte para hacer la chicha con que se embriagaban en sus fiestas, se servian para este objeto de una fruta indíjena, el "muchi" que es mencionado por varios otros autores antiguos (Febres, Pietas, Menendez). Era esta una fruta menuda de unos arbolitos pequeños; la bebida preparada era mui fuerte i olorosa. Debemos a D. Guillermo Cox el conocimiento del muchi. No solo presenció el modo de hacer la chicha de sus bayas, sino que señaló tambien el árbol de que proviene. Es una variedad o especie vecina del "huingan (Schinus o Duvana dependens) de Chile, del cual se distingue por los frutos mucho mayores [105]. Las bayas del huingan, que se usaban tambien antiguamente para hacer chicha (Rosales), son mui aromáticas i poco dulces. La chicha que dieran el huingan i el mnchi, que aventajaba al primero por tener bayas mas grandes, debe haber sido pues tal como la describe Olivarez i solo aceptable para el paladar de un salvaje.

Es un hecho curioso bajo el punto de vista de la jeografía botánica, que el jénero "Schinus", que es propio del centro i Norte de Chile (el molle, el huingan) i falta en las provincias del Sur, tenga representantes en la Patagonia en latitud relativamente avanzada. Parece que mas al Sur el muchi es reemplazado, para la confeccion de chicha, por el michai i calafate, hermosos arbustos con bayas dulces, del jénero "Berberis". D. Ramon Lista refiere que los tehuelches del Sur hacen de ellas una bebida refrescante [106]. Olivarez agrega que los puelches sacaban tambien chicha de otra fruta de árbol el laurapú, el cual tiene olor a lentisco [107].

Volvemos a hacer aqui la observacion que un pueblo en la infancia de su existencia haya tratado de preparar bebidas fermentadas para embriagarse a pesar de la escasez de los elementos que su pais le ofreciera para su elaboracion. Es como si este i tantos otros pueblos hubieran imitado el ejemplo del patriarca Noé, quien plantó la vid, cuando apénas habia salido del diluvio. Es difícil pronunciar una opinion fundada sobre la conexion de las dos ejemplos: no sabemos si esta costumbre se haya trasmitido del Viejo al Nuevo Mundo, o si en nuestro caso haya sido espontánea i propia de cierto grado de evolucion en la vida del jénero humano.

Los puelches usaban como armas para la caza i la guerra, flechas i bolas enramadas. Segun Pietas iban a sus cacerias a caballo i acompañados de mui buenos galgos. Llama la atencion que empleaban tambien flechas envenenadas. Hemos visto arriba que, segun Rosales, murieron dos españoles víctimas de esta arma en la espedicion de Francisco de Villagran al Este de la Cordillera. Olivarez relata que Laguna, en una ocasion de mucho peligro para él mismo, presenció la lesion de un indio compañero suyo por una flecha de esta clase, que le causó la muerte en pocas horas. Falkner dice que los hulliches i tehuelches envenenan a veces las puntas de las flechas con una clase de veneno, que tiene el efecto que los heridos se vayan consumiendo durante dos o tres meses hasta fallecer finalmente hechos unos esqueletos [108]. Es raro que las dos clases de veneno obren de un modo tan diverso.

Segun Rosales, Medina i Treutler los araucanos, tanto los del Norte como del Sur, usaban igualmente flechas envenenadas [109]. Parece, sin embargo, que el uso de esta arma indecorosa era poco comun en esta rejion de la América del Sur. Veremos luego tambien que los puelches, al decir de los padres, eran maestros en la preparacion i aplicacion de tósigos que daban a tomar a sus enemigos.

En probable que los pocos indios, que sobreviven hoi dia, no entiendan ya la preparacion de estos venenos, cuyo conocimiento habria sido de interes para la ciencia médica. Sabiendo que ha habido efectivamente tales venenos, podrá ser objeto de investigaciones futuras volver a descubrirlos en el reino vejetal de la Patagonia.

Otros datos que los cronistas de los jesuitas nos dan sobre las costumbres do los puelches, como ser su gobierno, el matrimonio i el castigo de los delitos ofrecen poco interes i no indican diferencias de los araucanos. Mas importante i correlativo para nuestra historia es el cuadro que trazan de sus creencias i de su carácter, al que han dado mas desarrollo por haber tenido, mui a pesar suyo, la ocasion de conocerlos a fondo.

Las ideas relijiosas de los puelches se limitan "a temer o concebir una causa oculta que no ven ni saben, que es la cual les puede hacer mal, o bien, a quien llaman chahuelli como en Chile huecuba, y les parece que esta causa invisible puede mas que ellos". Cuando este espíritu maligno entre en su cuerpo, se mueren, considerándolo, segun parece, como una especie de "fatum" al cual no pueden evadirse. "Sacan a los enfermos moribundos de la habitacion para que no la contaminen; si alguno muere en ella todos la desamparan como apestada con el chahuelli que entró en ella. Ademas, despues de muertos no los quieren nombrar por su nombre sino por rodeos i circunloquios, aunque las mujeres los lloran mucho tiempo". Creen que su ocupacion en la otra vida consistirá en andar a caballo.

Los brujos que hacian el papel de intercesores con el espíritu malo, abusaban sin piedad de la triste condicion de la mente de sus paisanos obcecada por un cúmulo de supersticiones. El padre Laguna quitó en su viaje a Chiloé a uno de los bogadores una bolsa que traia al cuello con plumas i cabellos que le habia dado un brujo, asegurándole que con esa prenda jamas se enfermaria i tendria viaje feliz. Si este engaño era relativamente inofensivo, su accion se hacia en jeneral mui funesta por denunciar a personas inocentes como los causantes de todas las enfermedades i desgracias que sucedian. Los padres eran el blanco de sus intrigas, levantando contra ellos bajo ese pretesto cada vez nuevas acusaciones, que el jénio crédulo de los indios aceptaba como fundadas. Su obra perniciosa no se limitaba a la persecucion de los misioneros, sino que trabajaba ademas en el seno de las mismas tribus i familias: es fama que los poyas, los vecinos de las puelches de Nahuelhuapi, quedaron estinguidos posteriormente por las discusiones domésticas fomentadas entre ellas mismos por los brujos.

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Otras rasgos del carácter de los puelches eran su soberbia, su iracundia i su jénio desconfiado i mui inclinado a la venganza. Para satisfacer ésta no retrocedian ante el uso de los venenos, que se aplicaban con tanta frecuencia que "aun entre los mas amigos se portaban con tal cautela que ninguno probaba cosa de bebida o comida que le dé el otro, si primero no la gusta en su presencia el que convida (Machoni)". El sentido u objeto de esta costumbre admite quizas otra interpretacion diametralmente opuesta a la que le dieron los padres de Nahuelhuapi. Poseemos muchos ejemplos de que los indios son ceremoniales en su trato, usando en todas ocasiones gran finura entre ellos, sobre todo en sus convites. Juzgamos posible, pues, que esa costumbre haya sido un acto de cortesia, significando un brindis o sea una libacion.

Analizando este cuadro de la índole de los puelches bajo el punto de vista antropolójico, vemos desde luego, que no se diferencia esencialmente de la de todo pueblo primitivo.

Para, darnos cuenta de sus facultades mentales, debemos tener presente en primer lugar, que su cerebro ha alcanzado solo el grado de desarrollo infantil, siendo relativamente mas pequeño del que corresponderia a su cuerpo en comparacion con el de pueblos civilizados. Por esta razon piensan i obran con la misma lijereza i en jeneral de la misma manera que los niños. De esta condicion nacen su temperamento sanguíneo, su veleidad, su irascibilidad i su egoismo, mientras su intelijencia viva pero de poco fondo produce el orgullo i las supersticiones.

En segundo lugar hemos de acordamos que estas tribus viven durante siglos i jeneraciones indefinidos, entregados a la ardiente i contínua lucha por la vida. Los peligros constantes, a que se hallan espuestos de parte de la naturaleza, i de sus mismos prójimos, i el afan incesante de procurarse los medios de subsistencia solo para el mismo dia, han creado en ellos un verdadero instinto de preservacion propia, que es casi el único móvil en la esfera de su existencia. Por esta razon dominan en su mente la malicia, el rencor, la astucia, la desconfianza i faltan los sentimientos nobles de la lealtad, de la gratitud i de la jenerosidad, poseyendo sin embargo el valor, el amor a la libertad i el cariño a su familia.

Si la monotonia de la vida agreste del hombre primitivo es interrumpida por la aparicion intrusa de un hombre civilizado, sucederá que cada uno de los dos medirá al otro segun su propia escala, atribuyéndose mútuamente una índole igual a la que posea el mismo. Como el carácter i las aptitudes de las dos razas ofrecen diferencias tan capitales, se comprende que no podrán marchar de acuerdo en su trato i que las desavenencias serán inevitables. El europeo no se rendirá cuenta de la falta de lealtad de parte del indio, i este no se convencerá que tiene obligacion de agradecer los beneficios recibidos de su nuevo huésped. Ademas el salvaje notará luego que este restrinje invariablemente el campo de su subsistencia i que pretende ademas dominarle, de lo que resulta siempre el conflicto i el odio inveterado, en que el primero luchará a porfia, valiéndose de sus armas acostumbradas, el valor, la astucia i la violencia. Cuanto mas apurado se halle en esta lucha desigual con su rival, que en jeneral es mui superior a él, tanto mas desfavorable se mostrará en su carácter.

Suponer que el hombre salvaje se civilizará, cambiando su índole, es una esperanza vana, puesto que las facultades físicas i psicolójicas a que hemos aludido, no podrán trasformarse sino en el curso de muchas jeneraciones; i bajo condiciones especialmente favorables.

El problema, tan arduo i difícil de la educacion del hombre primitivo i de su adaptacion a la vida civilizada exijirá inmensos sacrificios de labor i constancia. Los grandes trabajos, emprendidos hasta ahora para, resolverlo, no han producido el resultado deseado por haberlo identificado jeneralmente con la conversion a la relijion cristiana, dando a ella una preponderancia esclusiva. Creemos que la resolucion del problema será obra de la filantropía pura i sola, sin admision de otra consideracion alguna, i que deberá encomendarse a los esfuerzos unidos del maestro de escuela i del médico. El punto capital, a que habrá que atender, será la situacion material del aprendiz que haya que civilizar. Vimos que comparándole con el hombre civilizado es un niño grande; agreguemos que es inhábil para los trabajos del mundo civilizado, de modo que es un verdadero pobre de solemnidad, a quien habrá que cuidar especialmente. Dejándole, en el nuevo ámbito que le rodea, a sus propias fuerzas, flaquea i sucumbe. Habrá que sostenerle mientras que se le enseñe i eduque. En la realizacion de esta tarea podrá servir de ejemplo, en parte a lo ménos, el admirable sistema usado por los jesuitas en sus misiones. Dirijiendo los trabajos de la civilizacion del hombre salvaje bajo estos principios, no dudamos que se lograria trasformarlo, en el espacio de algunas jeneraciones, en un miembro útil de la humanidad i de mucho porvenir para los tiempos futuros.

Volviendo a las relaciones poco satisfactorias de los padres con los puelches, no nos debe sorprender el cúmulo de rasgos inmorales que segun los biógrafos de Laguna i Guillelmo, afeaban el carácter de los puelches de Nahuelhuapi sin que virtud alguna los hubiera equilibrado. Viendo el modo atroz con que correspondieron a las intenciones caritativas de los padres, el juicio severo de estos es justificado.

Los puelches, probablemente restos de varias tribus dispersas, tenian efectivamente mala fuma aun entre los mismos indios. Ademas parece que por su contacto con los araucunos, quienes estaban en guerra casi constante con los españoles, participaban del mismo odio implacable contra éstos, el cual motivaba a su vez su conducta alevosa contra nuestros misioneros.

El lago Nahuelhuapi se halla situado justamente en el límite en que los puelches confinaban con otra nacion importante de oríjen diverso, los poyas, "que viven en las dilatadas campañas que miran a la cordillera de la otra banda de la laguna (Olivarez)". Los padres entraban en su territorio desde la mision o por tierra o atravesando tres leguas de laguna. "Son indios de buena disposicion, mas altos que los demas i ni tan morenos, de suerte que si tuvieran mas cultura i policia, podrian pasar por españoles; no son incapaces i son mas sanos que los puelches".

Tienen su propia lengua, que tiene mucho curso, pues la entienden tambien las diversas tribus que viven en las cordilleras que corren al Sur. Sus costumbres son casi idénticas a las de los puelches, subsisten como ellos de la alza, cambiando con este motivo frecuentemente de residencia; tienen tambien caballos i ademas vacas, a diferencia de los puelches, que no las poseian, si hemos de dar fé a los padres, quienes no mencionan este ganado como parte del peculio de los últimos.

La talla mas elevada de los poyas, su jenio mas suave i sencillo i finalmente su lengua diferente de la de los pueblos del Oeste i Norte abogan a favor de la opinion de Falkner que los poyas de los misioneros de Chile sean los tehuelhet, es decir, la rama mas austral de la gran nacion que él denomina puelches. Solo observa que los verdaderos poy-yus (los poyas de Chiloé i Huaitecas?) viven, segun sus informes, en la costa del Pacífico al Sur del golfo de Penas [110]. Notemos que las denominaciones poyas, pouyas, pauvos, pogyas, poy-yus i payos se presentan por su semejanza como variantes del mismo nombre. Parece que no corresponden, sin embargo, a la misma nacion, porque no hai acuerdo entre los autores sobre su territorio, que es colocado por unos entre la Cordillera i el Atlántico i por otros en la orilla del Pacífico.

Los tehuelhet de Falkner son idénticos a los tehuelches o patagones propiamente dichos. Es mui probable que nuestros poyas hayan pertenecido a la misma nacion que los célebres patagones jigantes de Magallanes i los tehuelches, que nos son familiares por la descripcion del ilustre Musters. Nos permitimos observar de paso, que viajeros de fecha mui reciente aseguran haber descubierto una nueva lengua entre los tehuelches del Sur, i que debe haber efectivamente dos lenguas diferentes entre los patagones; esto sin embargo no es nuevo, por cuanto el primer viajero de nuestra época en la Patagonia D. Guillermo Cox, publicó en 1863 un vocabulario comparativo de las lenguas tehuelche del Norte i del Sur. Los poyas o tehuelches constituyen un tipo etnográfico bien caracterizado i del todo diferente del gran pueblo araucuno, a que pertenecen las tribus del Norte i Oeste. Corren tradiciones de que ha habido siempre una rivalidad encarnizada entre los dos pueblos i que ellos han librado batallas sangrientas. Se sabe que las tribus araucanas, por ser guerreros mas diestros, han salido vencedores en estos combates, conquistando terreno a los tehuelches que han tenido que retirarse mas al Sur.

Nahuelhuapi se hallaba en la época de Laguna justamente en el límite que separaba las dos naciones. En tiempo de Menendez este punto era ocupado por los puelches o huilliches de nacionalidad araucana; Musters encontró el límite Norte de los tehuelches a considerable distancia al Sur de Nahuelhuapi. Los señores Asahel P. Bell i Carlos V. Burmeister encontraron en su memorable espedicion al Oeste de la Patagonia (1887) en 43° 48' Lat S. i 69° 20' Lonj. O., como a 10 leguas del rio Chubut, una aguada llamada "Queupúngeú, en cuyos alrededores habia "muchas astillas de pedernal, evidentemente restos de los antiguos indios [111]". Segun indican estos fragmentos i el nombre queupú "piedra para sangrar" en araucano, este lugar habia sido un taller para fabricar estas i otras piedras análogas, como ser puntas de flecha i pedernales para sajar el cútis (Pietas, Cox). Podemos deducir ademas de la misma palabra que esta fábrica primitiva pertenecía a indios de raza araucana, lo que no carece de interes por ser este probablemente el punto mas avanzado hácia el Sur hasta donde esta pujante nacion habia entendido su dominio, rechazando a los tehuelches. Estos datos confirman el avance continuo del elemento araucano por la Patagonia hasta nuestros dias, en que ha sido destrozado para siempre por las campañas del ejército arjentino.

Los poyas, por la distancia de su territorio de las posesiones españolas, no habian tenido contacto con los europeos, razon porque no eran adversos a la entrada de los misioneros. Su jenio era ménos malicioso i violento que el de los puelches i recordaban con efusion la memoria del glorioso Mascardi. Estos antecedentes dieron motivo a los padres para dedicarse con preferencia a la conversion de los poyas. Ellos por su parte les mostraron buena voluntad i aun los defendieron contra los insultos de los insolentes puelches.


Las escursiones mencionadas, hechas por los padres Laguna i Guillelmo a fines de 170-, los habian dejado bien orientados sobre el pais, que habian elejido como el campo de sus trabajos, i sobre la índole de los habitantes, que se habian propuesto atraer a la fé cristiana i a la civilizacion. Impuestos de esta manera de las dificultades de su tarea, comenzaron a dedicarse a ella con toda enerjia i circunspeccion.

Fueron mui dilijentes en atender a los deberes de su ministerio relijioso. Bautizaban a todos los párvulos i ayudaban a bien morir a todos los que se hallaban en el caso. Ya vimos que bautizaron a varios adultos; trataban tambien de mantener en la fé a los pocos que la habian conservado desde el tiempo de Mascardi, i doctrinaban a los que obedeciendo a su llamado acudían a la mision.

El ilustrado Laguna entendia bien, que los medios espirituales no eran suficientes para domar el jenio feroz de estos salvajes, i trató por eso de poner en práctica otros ajentes civilizadores.

La lana que habia traido de Chiloé debia servir no solo para reemplazar sus vestidos de pellones, sino tambien para enseñarles el arte de tejer. Hizo construir casas para el uso de los caciques, los que pasaron efectivamente a ocuparlas. Esta medida tendía a atraerlos a la vida en pueblos, lo que habria equivalido a la primera i decisiva etapa en la vida civilizada. Les propuso tambien, como complemento a esa innovacion plantar i sembrar los productos, que se daban en la tierra, e impulsar la crianza de ganado.

Las intenciones caritativas i bien ideadas de Laguna no produjeron, por desgracia, el efecto deseado. Los caciques vivieron en esas casas solo durante un invierno i las abandonaron al entrar la primavera. Como estas tribus eran en parte nómades i se alimentaban de la caza, se comprende que era mui difícil obligarlas a vivir en asientos fijos, puesto que este sistema, los habria privado de los medios acostumbrados de subsistencia, que por el momento no se podian reemplazar, bien que Laguna hubiera tenido ya en mira remediar esta falta por la agricultura i ganaderia.

Mui pronto el padre Laguna tuvo que apercibirse que no se iban a cumplir las esperanzas halagüeñas que habia concebido con motivo de la primera invitacion de los puelches i de su acojida favorable durante los primeros meses. No fué solo que vió frustrarse sus nobles propósitos i marchar a paso mui lento la obra de la mision, sino que se vió aun espuesto a persecucione i ofensas crueles. Mas de una vez el digno padre Laguna, lo mismo que Guillelmo, estuvieron en peligro de ser muertos por los puelches i recibieron golpes de sus manos. En una de estas ocasiones la mujer del cacique poya Talian se interpuso valientemente en defensa de los padres.

Seria largo detallar estos hechos i los vejámenes de todo jénero que tuvieron que sufrir. Mencionamos solo un incidente de esta clase, por caracterizar bien la situacion difícil de los padres i por darnos a conocer un ejemplo de las raras consecuencias a que la supersticion lleva a los hombres salvajes.

Por el año 1706 corrió entre los pehuenches, que vivian a alguna distancia al Norte de la mision, una epidemia de "cursos de sangre" o disenteria que fué produciría tal vez por el uso inmoderado de la chicha de manzana [112] i causó muchas víctimas. La enfermedad no afectó a los vecinos de Nahuelhuapi. Consultados los brujos sobre la causa, de la epidemia, declararon que "esta calamidad les venia por haber pasado unos meses ántes el padre por sus tierras i por haber llevado a Nahuelhuapi una señora española". Era esta una hermosa imájen de la Vírjen que se habia remitido desde Lima para la iglesia de la mision. Los pehuenches enviaron con este motivo una embajada a los caciques de Nahuelhuapi, acusando a los padres i a aquella señora como los autores de esas muertes i pidiendo "que atajasen aquel daño i que eso se haria mandando algunas prendas que sus brujos les ofreciesen". Los padres tuvieron que concurrir a una junta convocada con esta objeto, en que los indios pidieron a Laguna como superior, que, "para desonojar aquel huecuba o causa oculta, él tambien ocurriese, echando en el monton que en medio tenian de varias brujerias alguna alhaja o chaquira". Laguna se negó a contribuir por su parte i les manifestó en un sermon bien razonado lo absurdo de su proceder. Pero Antullunca, a quien ya conocimos como uno de los asesinos de Mascardi, le contestó con palabras insolentes i se encargó de llevar a los pehuenches la estraña ofrenda de desagravio, que habia quedado incompleta por faltarle el óbolo pedido a los padres. Se tuvo como un castigo de Dios, que este incorrejible pecador muriera pocos dias despues sin alcanzar a confesarse, porque el padre Guillelmo, enviado con este fin por su superior, no pudo pasar el rio Limai.

El grave conflicto promovido contra los padres, del cual acabamos de dar cuenta, tuvo su oríjen no entre los indios de Nahuelhuapi, sino en una tribu vecina, que se hallaba fuera de la influencia de los misioneros. Sucede que los indios vecinos, que estan en esta condicion, manifiestan siempre una marcada animosidad contra los ministros de la nueva fé, trabajando activamente por instigaciones i misivas de hostilizar la obra de la conversion, con el fin de mantener a sus nacionales en las creencias antiguas que les son comunes. Esta participacion de las tribus limítrofes suele ser una de las dificultades man graves para el éxito de las misiones. Vimos ya arriba, al hablar de Culé, que los mismos pehuenches dificultaban tambien por aquel lado la marcha de esa mision. Tendremos ocasion de conocer mas adelante otro ejemplo notable de esta intervencion funesta.

En cambio de estos constantes sufrimientos por los indios i de las privaciones debidas a la falta de recursos, los padres tuvieron solo raras veces un rato de satisfaccion i de esperanza para el porvenir, cuando lograban convertir a alguna persona de valer durante su enfermedad de muerte. Machoni refiere que los continuos trabajos i penas acabaron por debilitar la robusta salud de Laguna, mientrm Olivarez dice que ésta so mantenia firme.

En estas circunstancias Laguna resolvió hacer un viaje a Concepcion, donde deseaba conferenciar con el provincial de la Órden, saliendo en compañia del alferez Lorenzo de Molina i tres indios de Chiloé. Llegó sin novedad por el camino acostumbrado hasta Collihuaca, el asiento de la antigua mision del padre Zúñiga, a donde vivia el cacique Jedihuen, hermano del difiunto Collihuaca, quien habia sido amigo de los padres, al contrario de su sucesor que les era adverso. Al salir de allí se sintió enfermo i prosiguió su viaje hasta las montañas de Rucachoroi. En este paraje se sintió mas enfermo, declarándose una fiebre maligna, que lo obligó a recostarse, no teniendo mas abrigo que una toldeta de campaña i un cuero de vaca para su cama. Sus inconsolables compañeros no sabian que hacer en su alivio por no disponer de recurso alguno, de modo que el mismo padre, que no perdia ni su fé cristiana ni su serenidad, tuvo que darles palabras de aliento. Habiendo pasado tres dias en esta triste situacion, la muerte vino a arrebatarle el 27 o 29 de octubre de 1707. Sus compañeros le enterraron en el mismo lugar i le pusieron una cruz, volviendo en seguida a la mision para dar parte del infausto suceso. Aunque la débil señal, que marcaba su tumba, haya desaparecido poco despues, sabemos que los restos del ilustre difunto descansan a la vista del lejendario barranco de Rucachoroi, punto que mas arriba hemos tratado de ubicar. Invitamos al viajero, que pase en lo futuro por este lugar, hacer un tierno recuerdo del digno campeon que lanzó allí su último suspiro con sublime resignacion.

La muerte casi súbita de Laguna hizo nacer la suposicion que haya sido envenenado, atribuyéndose al cacique Lebiluan [113], que era relacionado con las vecinos do Nahuelhuapi, el haberle propinado el veneno en casa de Jedihuen. Esta sospecha fué confirmada en cierto modo por un incidente sucedido a un padre que pasó por la casa de Jedihuen un mes despues de la muerte de Laguna. Un indio conocido suyo le convidó con urjencia a probar la chicha recien preparada i, aunque el padre admitió solo una cantidad mui pequeña, se indispuso luego de tal manera, que apénas pudo continuar su viaje. Tanto D. Diego Barros Arana como el P. Enrich opinan que este padre fué el mismo historiador de estos sucesos, el P. Miguel Olivarez. Si tenemos presente, que Laguna tenia su salud ya quebrantada (Machoni), que la chicha era una bebida mui fuerte para personas que no la acostumbraban i que habia ademas cierta tendencia a la exajeracion en las apreciaciones de los misioneros, que se inclinaban a discernir fácilmente una corona de mártir a sus colegas, por considerarse una muerte violenta mas meritoria que la natural, lo mismo que la de un soldado en el campo de batalla,—hemos de dejar en duda la veracidad de esta grave imputacion a los indios. Se comprende que las grandes i continuas privaciones a que estaban espuestos misioneros de Nahuelhuapi, los disponía a contraer enfermedades de gravedad.

Sea cual sea la causa inmediata de la muerta del esclarecido padre Laguna, para nosotros sus méritos quedan los mismos. Aun cuando prescindan en él de su carácter relijioso de misionero, no podemos ménos de admirarle como un heróico campeon de la civilizacion, que sucumbe en la lucha con la barbarie i con los rigores de la vírjen naturaleza. Rivaliza con su antecesor Mascardi en fervor i constancia, pero le aventaja sin duda por sus conceptos esencialmente prácticos i dictados por los sentimientos de la mas pura filantropía. Las medida que tomó, aunque infructuosamente, para encaminar a los puelches i poyas en la senda de la civilizacion, son pruebas altamente honrosas de su ilustracion i de la finura de su jenio.

EL P. JUAN JOSEPH GUILLELMO


Podemos figurarnos el dolor i la consternación que la prematura súbita muerte del ilustre Laguna produjera en la naciente mision.

Su compañero, el padre Juan Joseph Guillelmo, se hallaba ausente a la sazon, pero llegó poco despues i se hizo cargo de la mision como superior. Este infatigable misionero, digno sucesor de Mascardi i Laguna, fué el que mas trabajó para adelantar nuestra mision, que formaba, por decirlo así, el eje al rededor del cual rodeaba su vida, luciendo en esta tarea una enerjia i talento poco comunes.

Poseemos una relacion detallada de sus trabajos en Nahuelhuapi por el padre Miguel De Olivarez, el cronista de la Compañia en Chile, quien habia estado a su lado en Nahuelhuapi, de modo que era testigo ocular de los sucesos de la mision,—i su biografía escrita por su paisano, condiscípulo i Amigo residente en Córdoba, el pudre Antonio Machoni, con quien mantenia correspondencia epistolar desde las misiones mas apertadas de Chile [114]. Este autor contó para la Vida de Guillelmo, fuera de los datos propios, con los que le comunicaron los padres Bernardo Bel i Juan de Rabanal. Siendo natural de la isla de Cerdeña se propuso enaltecer las virtudes i trabajos de siete misioneros de la Compañia oriundos de la misma isla. Su libro está lleno del "patos" i de la uncion relijiosa propia de los autores de aquella época i especialmente de los de la órden a que pertenecia. Un ejemplo de la sublimidad amanerada de su concepcion es la comparacion de las siete heróicas estrellas de su biografia con los siete planetas, incluyendo en ellos el sol i la luna, correspondiendo en esta pleyada a nuestro padre Guillelmo el papel de Saturno "por su admirable paciencia i mortificacion".

Resulta pues que nos hallamos mejor provistos en cuanto a noticias biográficas sobre Guillelmo que sobre sus antecesores Mascardi i Laguna procuremos aprovecharlas para bosquejar a la lijera su juventud i sus primeros pasos en Chile.

Juan Joseph Guillelmo nació de padres nobles el 12 de setiembre de 1672 en Tempio, ciudad importante de la isla de Cerdeña, situada en la parte Norte de ella al pié de los altos montes de Limbara, que se elevan a 1320 m. Puede ser que la familiaridad adquirida en su juventud con las costas i montañas de la Isla influyeron en que mas tarde tuviese mucha facilidad para habituarse a una rejion de la América que ofrecia alguna analojia con aquellas.

Su padre murió antes de nacer el hijo, razon por que su madre le educó en mucho recojimiento hasta los 14 años, cuando ella murió tambien. Se dedicó desde temprana edad al estudio de los libros i demostró ya en aquel tiempo talento para la poesía, describiendo en verso heróico la enfermedad i fallecimiento de su madre. El jóven reconoció desde temprano su vocacion por entrar a la órden de los jesuitas, pero sus hermannos dispusieron de otro modo i pretendían destinarle a la cartera del derecho, procurando ademas de casarle para desviado de aquel propósito; en el curso de estas peripecias no le faltó al aspirante a la vida monástica una tentativa de seduccion parecida a la de José en Ejipto. Guillelmo se mantuvo firme i con la misma enerjia, como años ántes el padre Alonso de Ovalle en Chile, venció las dificultades que se oponian a su entrada a la Compañia.

Concluidos sus estudios en el convento de los jesuitas en Caller, ciudad de la misma Isla, manifestó su deseo de dedicarse a la carrera de misionero en las Indias. Solo despues de cinco años de espera obtuvo del jeneral de la Orden la autorizacion para trasladarse con este fin a Chile bajo lo direccion del P. procurador Miguel de Viñas, quien habia ido a Europa en busca de operarios para esa provincia.

Habiendo pasado por Mascardi i Sevilla, donde no perdió ocasion de lucir su saber en teolojía, se embarcó en Cádiz el 19 de abril de 1698 en compañia de los padres Miguel de Viñas, Felipe de la Laguna, Antonio Fanelli i otros jesuitas casi todos jóvenes, segun vimos al hablar de Juan de Rabanal. Siendo natural de la isla de Cerdeña se propuso enaltecer las virtudes i trabajos de siete misioneros de la Compañia oriundos de la misma isla. Su libro está lleno del "patos" i de la uncion relijiosa propia de los autores de aquella época i especialmente de los de la órden a que pertenecia. Un ejemplo de la sublimidad amanerada de su concepcion es la comparacion de las siete heróicas estrellas de su biografia con los siete planetas, incluyendo en ellos el sol i la luna, correspondiendo en esta pleyada a nuestro padre Guillelmo el papel de Saturno "por su admirable paciencia i mortificacion".

Resulta pues que nos hallamos mejor provistos en cuanto a noticias biográficas sobre Guillelmo que sobre sus antecesores Mascardi i Laguna procuremos aprovecharlas para bosquejar a la lijera su juventud i sus primeros pasos en Chile.

Juan Joseph Guillelmo nació de padres nobles el 12 de setiembre de 1672 en Tempio, ciudad importante de la isla de Cerdeña, situada en la parte Norte de ella al pié de los altos montes de Limbara, que se elevan a 1320 m. Puede ser que la familiaridad adquirida en su juventud con las costas i montañas de la Isla influyeron en que mas tarde tuviese mucha facilidad para habituarse a una rejion de la América que ofrecia alguna analojia con aquellas.

Su padre murió antes de nacer el hijo, razon por que su madre le educó en mucho recojimiento hasta los 14 años, cuando ella murió tambien. Se dedicó desde temprana edad al estudio de los libros i demostró ya en aquel tiempo talento para la poesía, describiendo en verso heróico la enfermedad i fallecimiento de su madre. El jóven reconoció desde temprano su vocacion por entrar a la órden de los jesuitas, pero sus hermannos dispusieron de otro modo i pretendían destinarle a la cartera del derecho, procurando ademas de casarle para desviado de aquel propósito; en el curso de estas peripecias no le faltó al aspirante a la vida monástica una tentativa de seduccion parecida a la de José en Ejipto. Guillelmo se mantuvo firme i con la misma enerjia, como años ántes el padre Alonso de Ovalle en Chile, venció las dificultades que se oponian a su entrada a la Compañia.

Concluidos sus estudios en el convento de los jesuitas en Caller, ciudad de la misma Isla, manifestó su deseo de dedicarse a la carrera de misionero en las Indias. Solo despues de cinco años de espera obtuvo del jeneral de la Orden la autorizacion para trasladarse con este fin a Chile bajo lo direccion del P. procurador Miguel de Viñas, quien habia ido a Europa en busca de operarios para esa provincia.

Habiendo pasado por Mascardi i Sevilla, donde no perdió ocasion de lucir su saber en teolojía, se embarcó en Cádiz el 19 de abril de 1698 en compañia de los padres Miguel de Viñas, Felipe de la Laguna, Antonio Fanelli i otros jesuitas casi todos jóvenes, segun vimos al hablar de la vivienda i construyó una capilla mayor i mas decente. Haciéndose mui sensible la escasez de víveres, que habia que trasportar desde Chiloé a hombro por el dificultoso paso Perez Rosales, "procuró cantidad de vacas que compró a los indios del Norte para tener el alimento seguro". El padre Enrich [115] observa a este respecto, que "las cédulas reales prohibian a los misioneros tener animales propios, por pasarles Su Majestad sínodo suficiente para mantenerse; pero cuando éste no se daba, o donde ni con él podian siempre proporcionarse el alimento, claro está que no se hallaban incluidos en la prohibicion". Es digno de notar que estas vacas, adquiridas en contravencion a la lei, produjeron, segun veremos mas adelante, la ruina de la mision, puesto que provocaron la codicia de los indios. En tiempo de Menendez se recordaba todavia en Chiloé el punto en que los padres de Nahuelhuapi habian tenido potrero para este ganado.

Guillelmo atendió con el mayor celo al ministerio de la conversion, aunque con resultado poco satisfactorio, porque los puelches se mostraron refractarios a su persuasion. Tuvo, sin embargo, la satisfaccion de convertir en el lecho de la muerte a un indio, que algun tiempo ántes habia intentado matarle. Llevaba una vida ascética conforme a los preceptos de su órden; pero no se limitaba a ellos, sino que en su ardiente deseo de favorecer la mision, el ideal de su vida, renunciaba a toda comodidad personal, usando la mayor pobreza en su traje i cama, con el fin de hacer economias a favor de ella. Su robusta salud resistia bien a estas privaciones i se acomodaba a los alimentos i bebidas indijestas de la comarca.

Como el conocimiento de la lengua indíjena era uno de los medios mas importantes para la conversion de los indios. Guillelmo se dedicó desde su llegada a Chile al estudio del idioma araucano, que alcanzó a hablar con toda facilidad i elegancia, segun confesaban los mismos indios que le oian con mucho gusto. En Nahuelhuapi aprendió ademas las dos lenguas propias del territorio, la de los puelches i la de los poyas, de cuyo idioma formó "artes". No era ménos aprovechado, pues, en esta ciencia que su digno antecesor Mascardi. Esos escritos no se han conservado desgraciadamente, por haberse destruido en los dos incendios que tuvo la mision. Existe, sin embargo, la noticia de un pequeño trabajo de esta clase, compuesto probablemente en Nahuelhuapi por un compañero i discípulo de Guillelmo, el padre Gaspar López. El padre Andres Febres refiere en su célebre "Arte de la lengua de Chile [116]", que añadió a su Calepino Chileno-Hispano "palabras sacadas de un pequeño calepino escrito en Chiloé a los principios de este siglo por el padre Gaspar López, el qual pude haber a mis manos en este Colejio de San Pablo".

Habiendo entrado la mision, despues de los primeros años, en un período de relativa tranquilidad. Guillelmo pudo dedicarse no solo a las lenguas sino tambien a las letras i a la poesía, a las que habia profesado una marcada aficion desde mui jóven.

Ya a su paso por Sevilla habia escrito "un libro mui erudito e ingenioso De Probabilitate", el cual no alcanzó a imprimirse. Poco despues de su llegada a Chile escribió un tratado sobre la cuestion si se puede administrar el bautismo a los párvulos hijos de los indios de Chile, resolviéndola en el sentido afirmativo. Parece que en Nahuelhuapi concluyó un libro cuya idea habia concebido durante la navegacion, titulado Náutica Moral, que formaba un tomo bastante crecido; se ocupaba de un tema importante i nuevo, de que los autores no habian tratado; quedó inédito como los anteriores. Escribió tambien "una vida mui cumplida del venerable Padre Nicolas Mascardi, para la cual buscó con increible dilijencia todas las noticias, que pudo adquirir"; no se conoce esta biografia; hemos visto arriba que Enrich no desesperaba que se encontrara algun dia. Ademas escribió las vidas de los padres Miguel Anjel Sierra i Tomas Dombidas.

En cuanto a la primera de estas biografias, parece que esta incluida en la que publicó Machoni del mismo padre en las Siete Estrellas; Sierra, paisano de Guillelmo i Machoni, pasó desde el Paraguai a Chile donde falleció en 1697; es mui probable pues que Guillelmo haya comunicado a aquel los datos respectivos. Estraña que en la enumeracion de las biografias escritas por Guillelmo falte la del padre Laguna de que habla Olivarez.

El único trabajo literario de Guillelmo que se conserva, se halla inserto en la introduccion a la "Philosophia scholastica" por el padre Miguel de Viñas[117]. Consta de cuatro "elejias" i dos "epigramas" en lengua latina. La primera elejia, que hemos leido, es un elojio, escrito en estilo pomposo i sembrado de citas de la mitolojia griega, de la obra de su venerado i amado maestro Viñas, i es mas bien de carácter heroico que eléjico, que le corresponderia segun su nombre. En la época i en la esfera en que vivia Guillelmo, estas poesías tenian sin duda algun mérito. En la opinion del eminente escritor eclesiástico D. J. I. V. Eyzaguirre "no carecen de algunas bellezas literarias. Revelan una imajinacion poderosa i claridad de conceptos, naturalidad de espresion i, sobre todo, un conocimiento exacto de la métrica latina".

Sorprende en realidad ver nacer estos ensayos literarios en este punto mas aislado de la América en circunstancias de hallarse amenazada constantemente su existencia por la enemistad de los hombres i por los rigores de la naturaleza. No podemos menos de deplorar la duracion tan efímera de estos principios de cultura.

La obra de la mision no hacia mientras tanto progresos notables: no marchaban a lo ménos en proporcion con los grandes sacrificios de Guillelmo. Su bondad i afabilidad no lograban aplacar el odio sordo de los puelches contra los misioneros.

En 1712, mas o ménos, sobrevino un terrible accidente, que dejó la mision en ruina, casi completa: estalló una noche un incendio que redujo e cenizas todo lo edificado, quemándose la iglesia, la vivienda de los padres i los ranchos de los criadas. Siendo el material de los casas paja i madera, cundió el fuego con tanta rapidez, que el padre Guillelmo apenas despertó a tiempo para salvarse. La imájen de la Vírjen fue salvada, pero los ornamentos, libros que habian mui buenos, los manuscritos i apuntes de los padres sobre la marcha de la mision. "i cuanto tenia de bueno aquello mision, que se hallaba bien surtido por gozar de la predileccion de las fieles que la habian socorrido mas largamente que a ninguna otra como la mas trabajosa (Olivarez)".

No se supo el oríjen del fuego, los edificios ardieron, segun parece, a un mismo tiempo; no se notó ningun descuido en la cocina, que lo hubiera causado. Guillelmo estriba dispuesto a atribuir la catástrofe a una casualidad, mientras sus biógrafos están de acuerdo en que el incendio fué intencional, hecho por las pérfidas puelches con el fin de destruir la mision, aunque no tengan ningun indicio directo de su culpabilidad. No poseyendo mas datos, no podemos dirimir esta cuestion.

Guillelmo no se amedrentó con tamaño desgracia, que habia destruido el fruto de varios años de trabajo, sino que para luego manos a la obra para volver a levantar los edificios. Los indios, que se habian tenido siempre en reserva, sin favorecer en manera alguna la mision, ayudaron esta vez a Guillelmo en sus trabajos, aunque sin manifestar el menor entusiasmo.

Por este tiempo fué nombrado superior de la mision, en lugar de Guillelmo, el padre Manuel de Hoyo, persona amante de las misiones i erudita, que habia rejentado en Santiago una cátedra de teolojia. No se sabe, si lo autoridad superior hizo este cambio por haberse apercibido de la aversion de los indios contra Guillelmo, o por haber concluido este su trienio (Enrich). Hoyo habia ausiliado la mision desde Santiago i asistido a ella, algun tiempo como particular al lado de Guillelmo. Se hallaba en Chiloé, cuando sucedió el incendio, pero vino luego para hacerse cargo de lo direccion de la mision que ejerció durante dos años. Parece que Guillelmo se halló ausente de Nahuelhuapi durante este tiempo, pero los autores no especifican, donde haya pasado esta temporada.

El corto gobierno de Hoyo fué bastante feliz, no siendo marcado por ningun contratiempo. El nuevo superior se dedicó con esmero a la reedificacion de la iglesia i casas de la mision. Parece que estas construcciones eran mas sólidas que las anteriores, porque los viajeros arjentinos han hallado restos de ladrillos en la península de San Pedro [118], que debe suponerse como el antiguo asiento de la mision i cuya ubicacion es conforme con la que halló Menendez. De la misma manera atendió Hoyo con particular solicitud a las necesidades espirituales i procuró estender la esfera de la mision a nuevas tribus.

Es plausible que los misioneros de Nahuelhuapi en estos viajes hayan dejado marcado tal o cual punto lejano o de difícil acceso en conmemoracion del hecho de haberlo alcanzado. D. Ramon Lista, esplorador de gran mérito cuya muerte deploramos, ha descubierto en 1894 en el Boquete del 3.° de Linea, que conduce del rio Chubut, al rio Puelo, pinturas simbólicas de tinta encarnada sobre una roca granítica que representan un cáliz o algo parecido entre dos X o clepsidrass. Lista conjetura con visos de verdad que son un recuerdo de los misioneros jesuitas [119]. Sabemos efectivamente que los de Nahuelhuapi penetraron a esos valles solitarios, i nos ocupamos arriba de los viajes que Mascardi i Laguna hicieron en esa direccion. Aunque la figura descrita por Lista no corresponda tal vez al conocido emblema de los jesuitas JHS, llama la atencion su color. Poeppig refiere que las casas de las misiones de esta órden llevaban en su fachada el símbolo de una cruz de color encarnado [120]. En cuanto al material de la pintura usada en este signo, fué suministrada probablemente por los indios, que poseen minas de coli ("tierra bermeja") i otros colores con que pintan sus capas de pieles de guanaco.

Esa señal del paso de hombres civilizados en un pais, al parecer nunca hollado por ellos, es un precioso recuerdo, i convendria pues examinar mas de cerca este lejendario emblema.

Sen por los empeños eficaces del padre Hoyo, sea por la fama que habia adquirido la mision por la abnegacion de sus beneméritos predecesores Laguna i Guillelmo, el rei se sirvió confirmar en cédula de 23 de febrero de 1713 la fundacion de la mision de Nahuelhuapi i dotarla ademas de cuatro misioneros con el sínodo crecido de dos mil pesos anuales, con cargo al situado de Valdivia, de un socorro anual de quinientas tablas de alerce, mientras seguía la fábrica de los edificios, i de la servidumbre, durante veinte años, de doce indios de la reduccion de Calbuco [121]. Este dotacion tan liberal colocaba la mision en una situacion mui ventajosa i sobre una base sólida, prometiéndole al fin, despues de tantas dificultades, un porvenir halagüeño. Podemos figurarnos la viva satisfaccion, que esta buena noticia debió producir en la mente del padre Hoyo i de los demas interesados en la suerte de la mision.

Fué sensible que en la primera vez, que se mandara traer este socorro de Valdivia, sucediera una desgracia al padre Gaspar López, quien iba encargado de esta comision. Como la llegada del situado desde Lima a Valdivia se habia retardado ese año, el padre fué sorprendido en la Cordillera, al volver ya entrado el invierno, por una fuerte nevada, que le produjo un serio quebranto en su salud, del cual no alcanzó a reponerse. Fué enviado por sus superiores de Chiloé a Santiago en busca de mejoria, pero falleció en Valparaiso ántes de llegar a la capital. Este fué el fin que cupo a este modesto misionero, que se habia distinguido como conocedor del araucano i como abnegedo ausiliar del padre Guillelmo en sus empresas, de que haremos mérito un poco mas adelante. Fué uno de tantos que cayeron víctimas de las inclemencias o peligros de la infortunada mision.

En 1712 tuvo lugar en Chiloé un suceso, que echó sus oleadas hasta la apartada mision de Nahuelhuapi e hizo entrar en accion al padre Hoyo. El jefe del fuerte de Calbuco Alejandro Garzon de Gurricochea, amparado por su protector Andres de Ustariz, gobernador del Reino, suscitó un conflicto con el gobernador de Chiloé José Marin de Velasco, quien se vió precisado a decretar la prision de aquel en defensa de su propia autoridad. Garzon se negó a obedecer esta órden, abandonó la plaza de Calbuco, llevando consigo la guarnicion de cuarenta i dos soldados, i tomó el camino por tierra a Concepcion, a donde llegó con su armamento i banderas despues de un viaje lleno de peligros por el territorio de los indios. Mediante la proteccion de Ustariz, Garzon salió justificado en su conducta i fué mandado volver por mar a Calbuco para reasumir su puesto.

Mientras tanto el fuerte de Calbuco habia quedado desamparado. Con este motivo los indios vecinos, hostigados por el penoso trabajo de la corta de tablas de alerce, creyeron propicia la ocasion para recobrar su libertad; el 10 de febrero de 1712 se sublevaron, mataron a catorce españoles encomenderos i cometieron grandes depredaciones. El gobernador Marin de Velasco anduvo con prisa i acierto en la sofocacion de la rebelion, ajusticiando como ochenta individuos comprometidos, con lo que los isleños atemorizados se sometieron. El gobernador Ustariz despachó al maestro de campo Pedro De Molina a Chiloé "por juez comisario a la averiguacion de lo que en este particular habia sucedido". Este jefe acabó de pacificar a los isleños, empleando medidas suaves, i suspendió i encausó al gobernador Maria.

Damos aquí tambien la version del historiador Carvallo sobre este suceso, la cual, aunque no sea del todo auténtica, no carece sin embargo de interes para la historia de Chiloé. Carvallo difiere de la relacion del señor Barros Arana, la cual es basada sobre documentos, pues atribuye el conflicto con Garzon a Fernando de Cárcamo, correjidor de la Ciudad de Castro i Comandante Jeneral de Chiloé, quien hizo un cruel suplicio de trescientos indios de los principales. Carvallo califica tambien este castigo como inhumano e innecesario. Cárcamo fue llevado preso por Molina a la capital, en desagravio de los indios, i acabó sus dias en la prision [122].

De dos cédulas reales, dirijidas con fecha 9 de noviembre de 1713 al gobernador Ustariz, resulta que el padre Hoyo, siendo superior de la mision de Nahuelhuapi, habia informado a dicho gobernador sobre estos sucesos "segun la relacion de los indios que llegaron allá huyendo de los procedimientos del gobernador Maria" que se orijinaron con este motivo "discordias entre los misioneros de Nahuelhuapi i este funcionario (Amunátegui)" Se ve que Hoyo gozaba de cierta influencia, hasta en la Corte, i que la ejercia en sentido humanitario a favor de los indios.

Pasados dos años en Nahuelhuapi. Hoyo fué destinado como rector al colejio de Castro. Parece que el motivo de su traslacion fué que la Orden tenia intencion de ensanchar mas las misiones de los Chonos al Sur de Chiloé i que queria aprovechar su talento para esta empresa. ¡Pudiera que la separacion de este hábil i digno sacerdote haya sido la causa, que nuestra mision tuviera poco tiempo despues un éxito tan lúgubre! Él fué el único misionero que supo sostenerse en ella sin ser víctima de alguna catástrofe.

Como sucesor del padre Hoyo fué designado de nuevo el padre Juan José Guillelmo, quien volvió a hacerse cargo de la mision en 1714. No sabemos que clase de consideraciones hayan obrado en la mente de sus superiores para nombrarle nuevamente para este delicado puesto. ¿Seria porque le juzgaran el mas apto, o porque el mismo solicitara ser puesto otra vez al frente de la mision? Nos inclinamos a la segunda de estas presunciones, porque Guillelmo se hallaba tan íntimamente ligado a ella que se conformaba con dificultad a alejarse de ella para siempre. Cualquier otro se habria intimidado con la muerte de su querido compañero Laguna, con el incendio, que destruyó el fruto de sus trabajos i hasta sus obras literarias, i con tantos otros vejámenes, pero Guillelmo se mantenia siempre firme en su predileccion por ella. Deseaba volver a ella no solo por estos sentimientos de afeccion, sino porque le faltaba dar cima a un problema que habia concebido ya en el segundo año de su estadia i que, al retirarse de la mision, habia dejado medio resuelto a fuerza de su incansable enerjia.

Volviendo ahora a la mision, se proponia dar a esta empresa la última mano, en la confianza que su realizacion afirmaria para siempre la existencia precaria de aquella.

Los cronistas refieren que Guillelmo pasó doce veces la Cordillera, dirijiéndose las mas veces a Chiloé por el camino da las Lagunas, conocido hoi como Paso Perez Rosales (nombre con que le bautizó en 1856, el que escribe estas líneas, en honor del ilustre fundador de la colonia de Llanquihue), el cual era entonces i es todavia el único camino que unia Nahuelhuapi con Chiloé, desde donde la mision se surtia de casi todos sus necesidades, puesto que la comarca producia todavia mui poco. En estos viajes tuvo ocasion de imponerse de los graves inconvenientes que ofrecia este paso o ruta en aquella época. No era tanto la altura o aspereza del terreno, que seria mas o menos igual o aun menor que en los demas pasos de la rejion austral, como la condicion especial de hallarse interrumpido el trayecto por tierra al Oeste por el lago Todos los Santos i al Este por el mismo lago Nahuelhuapi, que se interna en la Cordillera hasta el mismo pié del paso. Tanto el Todos los Santas como el brazo respectivo del Nahuelhuapi tienen riberas cortadas a pico, de modo que es imposible orillarlas por tierra. Por esta causa habia que recorrer, al salir de Chiloé, a pié i con las cargas a hombro, el trecho que media entre Ralun, punto en que termina la navegacion por mar desde Calbuco, i el Todos los Santos; despues de haber pasado éste en embarcacion habia que repechar la altura del paso propiamente dicho, en condiciones análogas i aun mas difíciles que las del primer trecho, para volver a embarcarse por último en el Nahuelhuapi i llegar a la mision recorriendo una distancia considerable en este lago. Como las dos secciones de tierra se hallaban separadas, era mui difícil poner en cada una de ellas una recua de mulas i parece que no se alcanzó a acudir a este arbitrio, como acaban de hacerlo recientemente con buen resultado los Señores Hube i Wiederhold de Puerto Montt. No habia pues otro recurso que trasportar las cargas a hombro, método mui penoso i costoso en estos bosques i sendas intransitables.

Este inconveniente era, sin embargo, ménos gave aun que el segundo que consistia en la navegacion de los dos lagos. Los primitivos habitantes de los archipiélagos, que acompañan la costa del mar austral, poseian una clase de embarcacion relativamente perfecta de estructura mui orijinal, sumamente injeniosa i apropiada a los recursos i necesidades de su pais, que los ponia en aptitud de surcar i esplotar con toda libertad el mar i las costas que los rodeaban. No tenemos lugar de ocuparnos aqui de la faz etnográfica que caracteriza esta embarcacion, la piragua, sino nos limitamos al papel que hacia, despues de la conquista, en los viajes de los misioneros i esploradores.

La situacion sumamente apartada de Chiloé, calificado con razon como "el fin de la cristiandad", i las trabas del monopolio que oprimian su comercio, segun los refieren los filantrópicos autores Ribera [123] i Agüeros, causaban una escasez estremada de los recursos i elementos de la civilizacion, de modo que las herramientas de fierro i los pertrechos navales necesarias para la construccion de embarcaciones de estilo europeo, no se hallaban al alcance de los isleños. Por fuerza, pues, hubo que seguirse usando, durante todo el largo período del coloniaje, la piragua indíjena, que llegó a desaparecer tan solo despues de la entrada del gobierno patrio. Esta embarcacion, de cuya construccion esperamos dar una idea sucinta al anotar las viajes de Menendez, poseia buenas calidades marineras, pero no era con todo aparente para viajeros civilizados, por ser siempre hechura de indios. Las piraguas construidas en los puertos principales de Chiloé prestaban sin duda buenos servicios, pero los que se hacian en la Cordillera a toda prisa de maderas verdes, a veces poco aparentes por no haber otras a la mano, eran sin duda defectuosas i ofrecian serios peligros.

Por estas razones; los misioneros jesuitas temian arriesgarse en ellas i trataban de evitar la navegacion cada vez que fuera posible. Tomaban en este caso el camino por tierra, que ofrecia siempre dificultades mui grandes. Sabemos que en lugar de atravesar el borrascoso golfo de Huafo para catequizar a los indios Guaitecas i Chonos, prefirieron rodearlo, dirijiéndose a la costa firme, i caminar a lo largo de ella por un terreno sumamente accidentado, hasta enfrentar las islas Huaitecas, pasando en seguida el canal que las separaba de la costa. Fué tambien para evitar estos viajes tan penosos, que los misioneros hicieron empeños para trasladar a los indios chonos a Chiloé, donde los tenian a mano, como efectivamente se hizo.

Hemos visto en los viajes de Menendez a la Cordillera que los lagos que atravesó fueron azotados por temporales mui fuertes. La espedicion de los señores Dr. Krüger i Stange al rio Ftaleufu ha comprobado la frecuencia i fuerza de los temporales en esos mismos lagos. No cabe casi duda que ellos son propios de todas los lagos de la Cordillera. Veremos mas adelante que los lagos Todos los Santos i Nahuelhuapi, de que se trataba, son barridos tambien por borrascas frecuentes i de mayor o menor duracion, de modo que su navegacion ofrecia serios peligros i grandes demoras, sobre todo en las malas embarcaciones de que disponian los misioneros.

En vista de los serios inconvenientes que ofrecia el camino de laca Lagunas i teniendo por otra parte presente, que la seguridad i el bienestar de la mision, en una palabra, su existencia dependian de una comunicacion espedita con Chiloé, Guillelmo concibió la idea de buscar otro camino. Tratábase por consiguiente de hallar un camino entre Ralun i Nahuelhuapi, que evitara la navegacion en los dos lagos i fuera transitable en todo su trayecto para mulas cargadas. El problema era sin duda de solucion mui difícil, porque la configuracion del tramo de la Cordillera, que habia que recorrer, era del todo desconocida, i su esploracion se podia hacer solo abriéndose paso a fuerza de machete i hacha por sus bosques impenetrables. Guillelmo no trepidaba, sin embargo, en acometerlo, porque estaba familiarizado con estas dificultades i abrigaba la esperanza de vencerlas.

Su proyecto tomó cuerpo, cuando "supo en Chiloé por la tradicion de muchos i por un español viejo [124], como desde Ralunchain se podia ir por tierra i a caballo hasta la misma mision, sin el embarazo de las dos lagunas i de otros muchos malos pasos que se evitaban. Por este camino, decian, entraban los españoles a maloquear a los indios que estaban en Burilochi, que por miedo de los españoles se retiraron o se consumieron; , ya se ha perdido la memoria de tal camino. El mismo español decia que él le habia andado, pero que ya por sus años no podia servir de guia; pero dió un derrotero por donde se pudiese guiar (Olivarez)"

Debemos anotar en esta relacion, como digna de nuestra atencion, la leyenda tradicional que es trasmitida a Guillelmo por un anciano e inspira a éste a emprender la reapertura del camino perdido. De la misma manera un pariente anciano de Miguel Barrientos le animó a renovar las correrias en busca de los Césares, las cuales sirvieron de iniciativa a los viajes de Menendez a la Cordillera que ya conocemos. En la historia de los viajes a Nahuelhuapi tuvo lugar el mismo hecho de emprenderse una espedicion por un camino caido en olvido en el curso de los años, sirviendo de informacion los datos de una persona de mucha edad, que le habia conocido en su un juventud. Esta trasmision se repitió tres veces consecutivas i en épocas mui distantes, por tratarse de personas mui viejas, de modo que alcanza hasta nuestros dias:

La primera vez un español ya, viejo dió noticias del camino de Buriloche al Padre Guillelmo, quien efectivamente le buscó i descubrió.

En la segunda Tomas Suarez, un viejo casi ciego de Calbuco, comunicó datos a Menendez sobre el camino ala mision, que él habia andado, siendo jóven, mas o ménos en tiempo de Guillelmo o poco despues, i cuyas dos rutas se habian perdido; los datos del pobre ciego eran por cierto algo vagos, pero Menendez acabó por hallar el camino de las Lagunas.

En la tercera vez el anciano José Antonio Olavarría, de quien nos hemos ocupado en la primera parte de este libro, dió por conducto de su nieto D. Vicente Gomez [125] informes auténticos sobre este mismo camino, que habia vuelto a perderse, a Vicente Perez Rosales, a mi i a Cox i aun sirvió de guia en las espediciones a Nahuelhuapi, contribuyendo mui eficazmente para que se volviera a descubrir.

En cuanto al camino de Buriloche, no sobrevivió ninguno que haya podido señalarle; la tradicion de Chiloé, aunque positiva, no guardó ningun detalle sobre su trayecto; los escasos datos hitóricos quedaron guardados en los archivos. Así sucedió que se perdiese por completo.

La conservacion de hechos notables en la memoria del pueblo i de testigos oculares de edad avanzada es, segun vemos, no solamente valiosa como recuerdo poético de sucesos que no han sido archivados por la historia, sino tambien de gran utilidad práctica por servir a menudo de base para nuevos descubrientos. Sucede tambien no pocas veces que documentos antiguos, que se hallaban archivados i se dieron a conocer posteriormente, confirmen de alguna manera estas leyendas. Menendez no conocia a los autores jesuitas, i el que escribe estas líneas, al emprender un viaje a Nahuelhuapi, no conocia ni la relacion de los primeros ni la de Menendez. Guillelmo mismo fue guiado únicamente por la tradicion. Ahora que aquellos preciosos documentos han sido deseterrados del polvo de los archivos, los viajeros de la actualidad se hallan en la situacion ventajosa de conocer de antemano los antecedentes completos sobre la rejion que vayan a esplorar. Mientras tanto el adelanto relativo de la tradicion a la letra de la historia ha dado importantes resultados, por mas oscura e incompleta que haya sido aquella.

Merece un interes particular el dato sobre los Buriloches, por tratarse de una tribu que habitaba uno do los valles mas escondidos de la Cordillera (vuri "espnlda, atras, a escondidas"), i que gozaba de la terrible fama de ser caníbales (iloche "bárbaro que come carne humana"). Traduciendo literalmente su nombre, significa "el come-jente de atras", que podriamos variar por "antropófagos serranos", valiéndonos de la misma espresion, bajo la cual los menciona el padre Rosales. He dado aquí la etimolojia del nombre de esta tribu, segun la ha descifrado el señor Vidal Gormaz en cuanto a la palabra principal iloche, con la interpretacion mia de la partícula buri o vuri [126]. Esta traduccion envuelve la aceptacion del nombre Buriloche o Vuriloche, como le escriben uniformemente los autores primitivos Olivarez, Machoni i Menendez [127]. La leccion Ba'riloche usada con frecuencia por los autores modernos i aceptada oficialmente en la República Arjentina por la denominacion del departamento de Bariloche, no está bien fundada, a mi humilde modo de ver. Parece que es debida a un error de pluma o de imprenta en que es fácil incurrir por consistir la diferencia solo en una vocal. Tengo conocimiento de un ejemplo relativo a este mismo caso. Antes de publicarse la obra de Olivarez yo escribia tambien Bariloche siguiendo la leccion de mi ilustre maestro Domeyko. Pues bien, su version está basada en un manifiesto, aunque involuntario error de esta clase: en una luminosa reseña de los adelantos jeográficos en Llanquihue hasta 1850 reproduce una cita testual del mapa de Moraleda, realizada por comillas i letra cursiva, escribiendo "Bariloche", siendo que este mapa dice claramente "Buriloche" [128]. De la misma manera pueden haberse introducido algunos cambios por los copistas o cajistas en las copias o impresiones modernas. Como los tres autores fundamentales citados escriben "Buriloche", i como entre ellos tenemos a la vista la letra autógrafa de Menendez, no podemos aceptar la otra version i debemos repetir nuestra peticion, hecha hace tiempo, de restablecer la leccion primitiva. Enrich escribe tambien "Vuriloche", lo mismo que los autores de fecha mas reciente, los señores Dr. Steffen i Oscar de Fischer.

Este debate de la cuestion etimolójica no es inoficioso, como podria aparecer, en primer lugar porque conviene conservar inalterado el nombre orijinal de los autores primitivos, i en segundo porque la version moderna de Bariloche tiene el inconveniente de ser solo descifrable en parte.

Que los vuriloches tenian la fama de bárbaros, que revela su nombre, i que se les culpaba ademas de ladrones, se deduce del nombre del rio Hueñohueño (hueñen "hurtar") (hoi rio Concha), por donde entraba segun Menendez el lejendario camino que los recuerda.

Llama la atencion que los nombres "Vuriloche, Huenohueño", lo mismo que los de "Gueñauca" (huñen "ladron" i auca "enemigo") i "los Aucas", sean aplicados a estos lugares i tribus por sus enemigos vecinos bajo la forma de improperios bien o mal fundados. Ellos se han conservado como nombres tradicionales o aun jeográficos, a falta de los verdaderos nombres de esas tribus. Es raro encontrar esta clase de denominaciones precisamente en la limitada comarca que nos ocupa.

No se puede dudar, sin embargo, de la efectividad de los cargos que envuelven estos nombres afrentosos. Rosales refiere que los "Serranos de Purahilla" (hoi Todos los Santos), pasando sus piraguas a la laguna de Gueñauca (hoi Llanquihue), hacian, en tiempo de la antigua Osorno, escursiones contra los indios llanistas dependientes de esa ciudad, i que sacrificaban inhumanamente a los cautivos, comiendo su carne. Los españoles que no habian conocido a estos indios serranos e incultos, una vez apercibidos de sus atrocidades, los castigaron repartiéndolos en encomiendas; pero como la aspereza i i fragosidad de las serranias les favorecian, nunca se domesticaron bien i volvian a los robos i asaltos antiguos [129].

La etnografia de los vuriloches ofrece rasgos especiales, que los diferiencian de las demas tribus mejor conocidas. Faltándoles los recursos del mar, de la caza en las pampas i de la labranza agrícola, de que disponian respectivamente sus vecinos los chiloenses i chonos, los puelches i tehuelches i los araucanos estaban reducidos a los bosques i capos estériles de la Cordillera alta en que les animales de caza, los pudus i huemules son escasos. Esta penuria los obligaria a hacer las correrias de pillaje de que habla Rosales.

Ponemos en la actualidad el ejemplo de una tribu de índole i barbarie análogas a los vuriloches, en los onas de la Tierra del Fuego, que habitan un pais cuya naturaleza se asemeja mucho a la Cordillera en la Latitud de Llanquihue. Parece que esta identidad de condiciones ha imprimido a una i otra tribu las mismas costumbres i la misma ferocidad, que suele andar pareja con la escasez de los medios de subsistencia. Fitzroy i darwin mencionan que los onas ("oinsmen") hacian tambien sus invasiones a las tribus fueguinas de los canales.

los indómitos onas desaparecerán mui pronto ante la accion destructora que ejerce sobre ellos la civilizacion moderna. En vista del lamentable evento de su estincion, es de desear que se tomen las medidas humanitarias del caso para conservar los restos de esta tribu por el tiempo que sea posible. Por otra parte, se recomienda recojer, desde luego i antes que su esterminio quede consumado, todos los datos sobre sus costumbres i su lengua, para los fines de la ciencia etnográfica.

Loa indios de Purahilla i Gueñauca, unidos con los "serranos" de Vuriloche, sus vecinos inmediatos, continuaron en una época posterior sus invasiones en direccion a Chiloé i provocaron por via de represalias las entradas mencionadas arriba [130], de la guarnicion del fuerte de Calbuco, a las que se refirió tambien el anciano informante del padre Guillelmo. La relacion de Olivares deja entrever, que los vuriloches fueron llevados a la esclavitud i hallaron de esa manera un triste fin, permaneciendo su antigua residencia desde entónces en la soledad absoluta en que la encontró Guillelmo al volver a abrir el camino antiguo.

Este infatigable campeon, habiéndose impuesto por la relacion del anciano que, fuera del camino de las Lagunas, habia existido antes otro por Vuriloche, puso luego manos a la obra para descubrirle. Consiguió la cooperacion del General de Chiloé Antonio Alfaro, caballero noble i piadoso, quien le facilitó los indios necesarios, una escolta de algunos soldados españoles i las herramientas. Esta tentativa quedó sin resultado, porque los taladores de Chiloé no eran prácticos del pais i erraron las señas que les habia dado el baqueano anciano (Machoni). Volvieron tristes i fatigados por el mal éxito de la empresa i por las penurias sufridas en las inaccesibles cordilleras i bosques. Una segunda tentativa no tuvo mejor éxito. Parece que este fracaso era debido a la circunstancia que los taladores, traidos del interior de Chiloé, no conocían esa parte de la Cordillera; el resultado habria sido diferente tal vez, si se hubieran escojido entre los vecinos de Calbuco, quienes la frecuentaban a menudo por tenerla en frente.

Guillelmo, quien iba a estas espediciones i participaba de sus desengaños i contratiempos, no se desanimó sin embargo: "No se rindió su constancia a estas dificultades e imposibles, que todos le representaban. Buscóse un indio práctico; no puelche, porque los puelches de Nahuelhuapi se puganban el descubrimiento de tal camino, recelándose que por aquella senda viniesen los españoles como antiguamente a sus malocas o a infestar sus tierras. Este indio prometió ponerlos por la parte de Nahuelhuapi en un paraje llamado "Los Baños"; porque en realidad hai allí un manantial o fuente de agua cálida útil para cojer en él los baños. Este paraje era donde salia el camino de Vurilochi. Cumplió el indio lo prometido: entraron unos por la parte de Ralun, i otros por la parte de Nahuelhuapi por estos baños con machetes o cuchillos grandes para ir señalando los árboles por donde caminaban. Fueron descubriendo por una i otra parte aquellas inmensas montañas. El padre Gaspar López, que se halló en esta espedicion me aseguró que se habian encontrado estas señales i rastros de los que habian entrado por la parte de Chiloé o Ralun; "mas que ellos cansados o por que les faltó el bastimento, se retiraron i no se pudieron ver. Pero el camino quedó descubierto con grande alegrai de todos Retiráronse porque ya aquel año no se podia conseguir i proseguir en las dilijencias (Olivarez)".

Los trabajos de la apertura del camino fueron interrumpidos por el retiro de Guillelmo durante el tiempo que la mision fué rejentada por el padre Hoyo. Habiendo vuelto a ella, Guillelmo se consagró primero a dar la última mano a los nuevos edificios que el padre Hoyo habia construido. Una voz que habia concluido esta tarea, se dedicó con todo afan a la solucion del problema que habia dejado allanado antes de separarse. Esta vez sus esfuerzos fueron coronados por el éxito mas completo.

"Entrando por los Baños i siguiendo los rastros i señales que dos años ántes habian dejado los que fueron en su busca: fué fácil el ir abriendo i desmontando las malezas que embarazaban el paso; de suerte que pudieron pasar mulas i llegar a Ralun, que era el puerto para embarcarse a Chiloé. No es decible el gusto que recibió el fervoroso padre con aquel hallazgo, que tantas fatigas i malos ratos le habia costado". El camino quedó definitivamente abierto en diciembre de 1715.

Tal es la historia del descubrimiento del célebre camino de Vuriloche, relatado casi toda con las mismas palabras del cronista Olivarez, quien recibió, segun vemos, sus informes de primera fuente i nos pintó por eso las peripecias de la apertura del camino con admirable animacion i precision. Es como si esta sola descripcion bastara para guiar al futuro viajero en volver a descubrir el camino perdido.

La estabilidad de la mision, cuya existencia llevaba ya una serie no interrumpida de años, i la constante i relativamente espedita comunicacion con Chiloé, abierta por los incesantes esfuerzos de Guillelmo, orijinaron la idea de aprovechar esta nueva ruta para establecer una comunicacion fija entre la parte principal del Reino i la provincia de Chiloé, que a mas de hallarse mui distante, luchaba con el inconveniente de carecer de un camino libre. Por el lado del Pacífico impedían el paso por tierra los cuncos i a menudo tambien los araucanos; solo por mar habia ocasion una vez al año. La ruta por Nahuelhuapi i Culé o Villarrica, al parecer mui estraviada por hacer un rodeo considerable por la falda oriental de la Cordillera i atravesar esta dos veces, ofrecia, sin embargo, un camino seguro i transitable aun en invierno. Vimos arriba que ya el padre Rosales habia reconocido la conveniencia de abrir esta comunicacion i que aun habia dado pasos para establecerla. Realizándose ahora, era una mejora importante, que la fundacion de la mision proporcionaba a la administracion del pais.

Se estableció un correo que llevaba la correspondencia de Chiloé al gobernador del Reino. La crónica no menciona por cual de los dos caminos se dirijia este correo. No es de suyo improbable que haya pasado por el camino recien descubierto, pero no queda casi duda sobre el particular, porque Menendez afirma que, segun la tradicion corriente en Chiloé, se iba antiguamente a Chile por el camino de Vuriloche. Tenemos constancia no solo que funcionó este correo, sino que el camino por Nahuelhuapi se usó tambien en otra ocasión, con motivo de un incidente mui orijinal ocurrido en aquella época.

Hemos tocado arriba la fundacion de la mision de los chonos en la isla de Huar, la cual habia sido cedida graciosamente por el cura de Calbuco. D. Juan de Uribe, el discípulo de Mascardi. Esta mision estaba al cargo de dos misioneros jesuitas, uno de ellas el padre Bernardo Cubero. Este padre, sin autorizacion de sus superiores, llevó en 1716 desde la isla de Huar a Concepcion unos diez chonos en una piragua pequeña, arrostrando los peligros de la navegacion por el océano abierto, en una embarcacion tan débil, i los presentó al gobernador Andres de Ustariz para lucir sus adelantos en la fé cristiana. Ellos produjeron alguna sensacion en las autoridades i los vecinos de la ciudad, porque prestaron ademas servicios útils como buzos en lo salvacion de efectos averiados de un buque náufrago. Los superiores jesuitas de Cubero desaprobaron su conducta por haber espuesto a sus catequizados sin motivo fundado al peligro de zozobrar en el mar. Mandáronle que los restituyese a su provincia, por tierra, por la via de Nahuelhuapi. Cubero a su vuelto se mostró agraviado, por lo que fue despedido de la Compañia. En su lugar quedó encargado de la administracion de la mision de Huar el padre Arnoldo Yaspers. El nombre de este padre, quien visitó tambien Nahuelhuapi, parece indicar que fué de nacionalidad alemana.

La obra de Guillelmo realizada a fuerza de su injenio, enerjia i constancia, no fué desgraciadamente duradera i quedó abandonada, al poco tiempo de haberse concluido, a consecuencia de los catástrofes que sobrevinieron. En vista de esta corta duracion i de su alcance, al parecer, puramente local, podria considerarse pues como de escasa importancia. Sucede, sin embargo, todo lo contrario, porque la memoria de su descubrimiento debia renacer en siglos futuros. El camino ha vuelto a buscarse con todo ahinco en diferentes épocas, con el mismo resultado negativo que en los primeros ensayos de Guillelmo, dándonos esta falta de éxito una prueba elocuente de las inmensas dificultades que solo él supo vencer. Efectivamente el camino fué buscado en vano en el siglo pasado por el padre Sejismundo Guell, i por el padre Fr. Francisco Menendez i en el nuestro por los viajeros D. Francisco P. Moreno, D. Jorje Rohde, D. Roberto Christie. D. Emilio Valverde, i D. Oscar de Fischer, mientras D. Guillermo Cox, D. Francisco Vidal Gormaz i el que escribe estas lineas, procuraron contribuir con sus datos para esclarecer la cuestion [131]. Los esfuerzos de estos numerosos viajeros i autores que han ido adelantando el problema sin acabar de resolverlo, prueban que este envuelve no solo un alto interes histórico i jeográfico, sino obedece ademas a otras consideraciones aun mas elevadas.

Han cambiado los tiempos: Guillelmo i los misioneros que le siguieron en el siglo pasado, trabajaban en la apertura del camino para adelantar la mision de Nahuelhuapi i la conversion de los indios de la Patagonia, teniendo ademas en mira asegurar a la corona de España la posesion de estos inmensos territorios. Nuestro siglo persigue otros fines i horizontes mas dilatados: hace ya unos cuarenta años que se ha formulado el problema de una ruta espedita para los nuevos medios de locomocion, que conduzca desde Ralun o Puerto Montt, los primeros puertos del Golfo Intermedio, por Nahuelhuapi i el valle del rio Negro, que es navegable, a El Cármen, hoi Patagones; estableciendo una comunicacion entre el Pacífico i Atlántico por la via mas directa i por los territorios mas valiosos de la Patagonia. Los lagos Todos los Santos i Nahuelhuapi, que se interponen en el curso de esta ruta por el paso Perez Rosales, serán surcados dentro de poco por vapores, ofreciendo de este modo una via bastante cómoda, que contrasta notablemente con la navegacion en piraguas de los siglos pasados. No está lejos el dia en que habrá que estudiarse esta ruta en cuanto a su practicabilidad para un ferrocarril interoceánico. Si resultase que las riberas mui escarpadas de los dos lagos citados no permitieran conducir un ferrocarril por sus orillas, habria que recurrir forzosamente al camino de Vuriloche abierto por el ilustre padre Guillelmo.

Es a él que corresponde todo el mérito de esta nueva obra: aunque su camino se perdiera, su idea de que era necesario i practicable establecer otra ruta diferente del Perez Rosales, una vez enunciada equivalia por si sola un descubrimiento. Felizmente habiéndose mantenido ella vijente hasta hoi dia, los adelantos de la jeografía hacen fácil ahora reconstruir su camino, i los inmensos progresos i recursos de nuestro siglo proporcionarán los medios para realizar con el tiempo aquella nueva via de tránsito.

Las esploraciones i estudios, que acabamos de mencionar, han dejado casi resuelto la ubicacion del camino; en seguro que la próxima exploracion, que se dirija al Vuriloche provista de los antecedentes jeográficos, la dejará resuelta. Como fieles comentadores deberíamos entrar mientras tanto aquí a delinear el camino, con el ausilio de los elementos conocidos, i a discutir la parte dudosa del trayecto. Nos limitamos por ahora a señalar los tres puntos fijos indicados por Guillelmo: la mision situada en la orilla S.O. del lago Nahuelhuapi, el baño de Vuriloche i Ralun. Veremos mas adelante que Menendez, el hábil sucesor de Guillelmo en la esploracion de la Cordillera, descubrió el baño de Vuriloche, la llave que debia abrir el camino i que él no supo aprovechar para hallarlo, por no conocer su virtud, estando ignorante de la relacion que el baño tuviera con el camino. Guillelmo i Menendez son hasta ahora los únicos autores que han visto este famoso Baño. La descripcion de Menendez le deja bastante bien ubicado de modo que, la tercera e incógnita del problema aparece dada. Dirijiéndose del sitio de la mision por un camino poco accidentado al baño, no será difícil hallar desde este punto una salida practicable al rio Hueñohueño i Ralun.

El episodio del baño es uno de los incidentes mas importantes en la historia de Nahuelhuapi, por cuanto anuda las tradiciones de la antigua Mision a los viajes de Menendez.

Dejando el lector por ahora en la confianza, que pronto se correrá el velo que cubre desde cerca de dos siglos el secreto de Guillelmo, preferimos reservar el estudio del camino de Vuriloche para mas tarde, cuando nos internemos siguiendo a Menendez, en los desfiladeros del encantado camino i bajamos con él a contemplar el hermoso baño que sirvió de guia a su heróico e infortunado antecesor. Procuraremos entonces dar un resúmen crítico del problema que oriente al lector i ponga al futuro viajero en aptitud de avanzar a paso seguro por esta senda misteriosa.

Guillelmo habia emprendido esta obra con el fin de dejar definitivamente asegurada la existencia siempre algo precaria de la mision. Su situacion se habia mejorado por la dotacion de misioneros i la asignacion de una suma crecida para su mantencion. La mayor facilidad que ofrecia ahora el nuevo camino para traer de Chiloé los víveres i demas recursos que necesitaba i tambien de hacer venir desde allá una escolta armada, que impusiera respeto a la soberbia de los indios (Olivarez), daban las mejores garantias para afirmar su marcha. Conseguido el objeto de sus desvelos i fatigas, el corazon de Guillelmo rebosaba de satisfaccion por tan fausto resultado, abrigando la esperanza que las privaciones i penalidades, a que las misioneros se habian visto espuestos, casi sin cesar, habian tocado a su fin.

Sin embargo, habia una nube que oscurecia este risueño cuadro: la mala disposicion de los puelches, a que nos hemos referido ya varias veces. En las misiones de los araucanos, pueblo algo mas civilizado que los puelches, sucedia que los misioneros jesuitas se captaban la buena voluntad de sus neófitos i vecinos, que respetaban su vida i propiedad; no solian necesitar para su seguridad la proteccion del ejército (Olivarez). Los puelches, tribu mas salvaje, no admitian la conversion i profesaban cierta aversion contra los padres. Esta disposicion envolvia peligro para estos i pedia medidas de precaucion como la escolta de que habla el mismo autor. Los sentimientos disimulados o adormecidos de desavenencia fueron nuevamente despertados por la apertura del nuevo camino. Nuestra relacion ha hecho constar repetidas veces que los españoles habian entrado antiguamente por él para maloquear a los indios de Nahuelhuapi. Los puelches tenian motivos, pues, para recelar que estas entradas, tan temidas por ellos, se repitieran por el mismo camino. Es mui posible que su apertura haya avivado su aversion latente contra los padres.

Los cronistas de los jesuitas acusan este móvil como la causa de los lúgubres sucesos que presenciaremos luego i que acabaron con la muerte del ilustre padre Guillelmo i con la destruccion de la mision.

Se recibe con esto la impresion que los autores citados hayan exajerado involuntariamente el odio de los puelches, por no saber rendirse cuena de otra manera de los desastres que sobrevinieron. Nos inclinamos a esta presuncion, porque existen pequeños testimonios, que los puelches, acusados de ser tan hóstiles a los misioneros, no lo eran en realidad. Estos datos se fundan en relaciones de fuente de los indios, recojidas por el lado del Atlántico.

Silvestre Rojas, el famoso promotor de la fábula de la ciudad de los Césares, dice en su Derrotero que "los puelches son mui parciales amigos con los españoles i desean mucho tener trato con ellos; que tienen su cura, el cual envió el obispo de Chile, por ser los mas de ellos cristianos".

De una Relacion de Buenos Aires, citada por Moraleda, se trasluce que los indios del Este de la Patagonia consideraban la mision de Nahuelhuapi como un suburbio de la ciudad encantada de los Césares i a los misioneros como moradores de ella. El cacique Huichilec estuvo dos veces en las tolderias de Tolon i Guatoc, hijos del cacique Manquehunoi, muerto pocas años ántes, i vió allí las ruinas de casas hechas por españoles. Como sabemos, por Olivarez i por el mismo Moraleda, que oste cacique vivia en Nahuelhuapi en tiempo de Guillelmo, no cabe duda que esas casas eran las de la mision i que los españoles de la supuesta ciudad encantada, eran nuestros misioneros. Segun la misma relacion "estos españoles habian tenido grande amistad i comparanza" con el difunto cacique, pero tuvieron que retirarse despues, porque sus hijos no quisieron continuar las buenas relaciones que habian existido entre aquellos i su padre [132]. Se reconoce en esta leyenda la version, corriente entre los indios, de la historia de la mision de Nahuelhuapi. Veremos luego que el mismo cacique, ponderado como gran amigo de los españoles, fué él que, segun la relacion de los jesuitas, contribuyó mas para arruinar la mision.

Vemos a menudo en las grandes desgracias, que sus víctimas las creen orijinadas por la traicion, el espionaje o el veneno, cuando en realidad tienen causas diferentes i debidas a las faltas de los mismos damnificados. Parece que los jesuitas de Nahuelhuapi se hallaban en una condicion análoga. Es indudable que ellos hallándose frente a una tribu pérfida e indómita, descuidaron del todo las medidas de seguridad que habrian sido tan necesarias. Puede ser, pues, que su apreciacion del papel de los puelches en los sucesos que veremos desarrollarse, deba modificarse en parte.

Habian pasado cinco meses desde el descubrimiento del camino de Vuriloche i las mulas habian bajado ya tres veces a Ralun, cuando pasó un dia por la mision el correo que iba de Chiloé por la via de Nahuelhuapi con correspondencia para el gobernador de Chile. Guillelmo aprovechó la ocasion de este correo para escribir a sus superiores, comunicándoles el buen resultado de la apertura del camino. Despachadas sus cartas acompañó al correo hasta lo de Manqueunai, que era el cacique principal de Nahuelhuapi i vivia dos leguas o poco mas de la mision [133], para asistir a un enfermo moribundo. Despues de haber cumplido con las funciones de su pindoso ministerio, ofrecieron a Guillelmo en casa del cacique por via de agasajo un poco de chicha que tomó sin recelo.

El cacique Manqueunai, que so nombra aquí por la primera vez en la historia de la mision, es sin duda el mismo a quien se refiere la "Relacion de Buenos Aires" calificándole como gran amigo de los españoles (Moraleda). Efectivamente, su conducta debió haber sido intachable hasta entónces, puesto que el padre no demostró desconfianza alguna al pisar su casa.

Guillelmo habia vuelto apenas a su casa, cuando se sintió repentinamente atacado por una colerina sumamente violenta, que se agravó de hora en hora i concluyó en el curso de solo tres dias con su preciosa existencia. Omitimos el doloroso cuadro de sus sufrimientos i de su lecho de muerte. El moribundo encarecia a sus asistentes que no desampararan la mision; dispuso que sus restos fueran sepultados en la capilla de la mision que él habia edificado. No manifestó sospecha alguna sobre la causa de su enfermedad. Sus cuatro aflijidos domésticos se dividieron: dos quedaron atendiendo la mision i los otros dos fueron a dar parte del infausto suceso, dirijiéndose el uno a Chiloé i el otro a la mision de Poguel, una de las mas inmediatas, que era rejentada por el P. Juan De Ravanal (Machoni). La mision de Poguel, Rongel (Enrich) o Doguell (Carvallo), estaba situada en la falda Oeste de la Cordillera cerca de Villarrica [134]. El padre Ravanal, quien desempeñó mas tarde los cargos importantes de rector del colejio de Bucalemu i procurador a Roma [135], comunicó estos detalles sobre la enfermedad de Guillelmo a Machoni, a quien los debemos nosotros.

Tal fué la muerte de nuestro héroe, acaecida el 19 de mayo de 1716 a los cuarenta i tres años de su edad. Fué tan repentina, que las cartas, que habia despachado por el correo, llegaron a su destino juntas con la noticia de su fallecimiento.

Machoni refiere que hallándose Guillelmo una vez en la capilla, una voz interior le dijo: aquí te han de enterrar. Este voto se cumplió, dándosele sepultura en dicho recinto sagrado. Menendez nos ha dado una descripcion bastante exacta de las señas de la capilla i vivienda de la mision, de modo que será fácil orientarse en lo futuro sobre la tumba en que descansan los restos de nuestro héroe.

Guillelmo era robusto i prometia largos años de vida al frente de su querida mision; solia comer la carne de caballo i tomar la chicha sin que le hiciera daño. Por estas razones los autores jesuitas no se han conformado con que su muerte repentina haya sido el efecto de causas naturales, sino que la atribuyen al veneno que le suministrara el cacique Manqueunai en la chicha con que le habia convidado. Como el motivo para este abominable crímen indican el rencor que la apertura del nuevo camino causara en el ánimo de los puelches.

Nos hemos mantenido escépticos delante del envenenamiento del P. Laguna i nos inclinamos todavia en el mismo sentido con motivo del presunto envenenamiento del P. Guillelmo, a pesar de que aboguen fuertes razones en su favor.

Al hablar del carácter vengativo de los indios, vimos que, segun Machoni, ellos administraban venenos a las personas enemigas i que usaban precauciones especiales entre ellos mismos para quedar a mansalvo de este peligro. Vimos tambien que el P. Olivarez creyó haber recibido veneno en Colihuaca. Recientemente hemos tenido conocimiento de otro atentado de esta clase, de que fué víctima en 1830 nada ménos que nuestro distinguido viajero D. Francisco P. Moreno. Hallándose cerca de la obra de Apichig, la mujer de su compañero Utrac dió veneno a él i a su guia Hernandez, quien murió unos dias despues [136].

En cuanto al caso del P. Guillelmo debemos tener presente, que él mismo no declaró nada sobre esta causa de su enfermedad (Machoni) i que la aversion de los puelches no era talvez tan marcada, como suponian los autores jesuitas, por haber pruebas contrarias de su buena intelijencia con el mismo cacique inculpado, segun acabamos de ver. Ademas vemos con harta frecuencia que personas, al parecer llenas de vida i salud, son arrebatadas por enfermedades repentinas. Los abnegados padres Laguna i Guillelmo se hallaban en condiciones hijiénicas poco favorables por falta de recursos i comodidades, de modo que esteban sin duda espuestos a enfermedades graves. Talvez obraba tambien en el ánimo de los autores amigos de Guillelmo aquella tendencia natural, señalada mas arriba, de atribuir las grandes catástrofes a causas ocultan i alevosas.

Notamos ya ántes que la chicha del huingan o muchi debe haber sido un brebaje mui pesado para el estómago que no fuese el de un indio, pudiendo causar talvez una indijestion, aun cuando no fuera veneno. Ademas creemos que el hombre está bastante bien protejido por los sentidos de la vista, del gusto i del olfato, lo mismo que los animales, contra los venenos: todas las plantea narcóticas o acres estupefacientes, de que se podria echar mano para este objeto, son mui amargas o mui repugnantes por su gusto, de modo que probando una pequeña cantidad de sus preparaciones (zumo, infusion), se deja al momento de apetecer mas de ellas. El indio no puede haber tenido conocimientos químicos para disimular esas propiedades que resaltan. Aunque hayan tenido un veneno para las flechas, es difícil que hayan podido arreglarle para administrarle por la boca, sin que la otra parte se aperciba del dolo. Por último no poseemos, si estamos bien informados, datos sobre otros pueblos salvajes de la América que hayan dado venenos bajo una forma encubierta con intenciones dañadas.

De todos modos, aun cuando no queramos acojernos a la opinion de los biógrafos de Laguna i Guillelmo, considerándolos como mártires en sentido estricto, tendremos que admitir que estos ilustres campeones, lo mismo que su esclarecido compañero Mascardi, han muerto cumpliendo con su deber en condiciones sumamente difíciles i llenas de peligros.

Guillelmo es el tercero i último de los misioneros heróicos de Nahuelhuapi, que enaltecieron la modesta mision, llenándola a la vez de tantas esperanzas i de tantas penas. No incluimos entre ellos al digno padre Manuel De Hoyo, por mas meritorio que haya sido, porque su corto gobierno no ofrece interes particular bajo el punto de vista que nos guia en el bosquejo de nuestra historia. Fueron los padres Mascardi, Laguna i Guillelmo los que sobresalieron por sus empresas atrevidas i por el cúmulo de sus infortunios. Forman ademas un conjunto notable por la variedad de las aspiraciones de cada uno de ellos.

Mascardi funda la mision con el fin de rescatar a sus hermanos perdidos del fabuloso reino de los Césares.

Laguna vuelve a fundar la mision confiando en que el evanjelio i sus propias inspiraciones humanitarias venzan la barbarie.

Guillelmo, en fin, cultiva las letras i pone todo su anhelo en la apertura de una nueva ruta espedita para unir la mision con Chiloé.

Los viajes de Mascardi por "las dilatadas pampas" en busca de aquella sublime ficcion, que es la produccion mas hermosa de la poesia popular o sea del folklore de Sudamérica, forman un cuadro superior a toda ponderacion, que no pierde su interes ni aun por la infructuosidad de sus esfuerzos sobrehumanos. Estos nos dan un ejemplo de la debilidad del jenio humano, que por no saber distinguir la verdad, acomete a menudo empresas de alcance imajinario con el mismo ardor que las de importancia práctica.

Los trabajos de Guillelmose asemejan en mucha parte a los de Mascardi: vemos a ambos contraerse con todo el vigor de una alma jenerosa i entusiasta, o por decir mejor, con verdadera pasion, a la solucion de un problema: emprenden con este fin esploraciones en territorios desconocidos i desiertos; si Mascardi recorria pampas de estension casi incomensurable. Guillelmo se abria paso por los bosques i serranias impenetrables del Vuriloche. Hai aun cierta analojia entre los mismos problemas que estos campeones se propusieron resolver: el de Vuriloche no cedia casi al de los Césares en sus apariencias de quimera, los obstáculos casi insuperables i las repetidas tentativas frustradas, i finalmente esas empresas causaron, mas o ménos directamente, la muerte de estos dos héroes.

Llegando a este punto del paralelo corrido entre Mascardi i Guillelmo, cesa la semejanza, porque las tentativas del primero hubieron de fracasar irremediablemente, mientras que la obra de Guillelmo, quien perseguia un fin practico altamente útil, fué coronada por el éxito completo.

La leyenda del camino de Vuriloche forma el apojeo de la historia de Nahuelhuapi, que alcanza en ella un brillo estraordinario, pero solo de duracion efímera; era como un meteoro que la alumbró por un momento i arrastró en su caida la mision, sepultándola para siempre. Es un episodio verdaderamente romántico por las peripecias que condujeron a la apertura del camino: no dejan de conmovernos esas tentativas i desengaños repetidos i seguidos al fin por el éxito. Es por demas sensible que Guillelmo fuera arrebatado por la muerte, sin alcanzar a palpar los benéficos resultados, que con razon esperara de su obra.

Si admitimos, para patentizar el alcance de esta desgracia, la version de los autores jesuitas, segun la cual, el hallazgo del siniestro camino, conseguido a fuerza de inmensos sacrificios con el fin de afianzar el porvenir de la mision, vino a resultar en la muerte de su ilustre descubridor i en la destruccion de ella misma, este episodio se nos presenta como una trajedia de argumento verdaderamente fatídico.

¡Rara i cruel disposicion del destino, que el camino, despues de hallado, se convirtiera en instrumento para causar la muerte de su descubridor i la ruina de la institucion en bien de la cual se habia abierto a fuerza de tantos sacrificios!

Las ánimos de los salvajes Vuriloches se han vengado de las persecuciones que recibieron antaño i han rechazado a los invasores de su misterioso valle; aun hoi, despues de cerca de dos siglos, se mantienen libres en su escondite: las náyades juegan imperturbadas en las aguas del lejendario baño.

Pero la hora de la redencion del encanto ha sonado: ya ha asomado la aurora del dia en que la obra del padre Guillelmo va a resucitar. Disipadas aquellas tinieblas, veremos dentro de poco nuevamente abierto su camino como via de tránsito local, i mas tarde tambien como ruta interoceánica; ademas, el baño no demorará en habilitarse en beneficio de la salud i como estacion para los turistas alpinos. Entonces se levantará en todo su esplendor la figura de Guillelmo sobre este teatro de sus antiguos trabajos, que serán reconocidos por la posteridad como un admirable "ejemplo de caridad, fortaleza, constancia i otras virtudes (Enrich)".

EL FIN DE LA MISION


Faltándole repentinamente al débil edificio de la mision el sosten de su columna principal, el padre Guillelmo, le veremos desplomarse de un solo golpe poco tiempo despues de su muerte.

Avisado de ella el padre Manuel de Hoyo, quien rejentaba siempre el colejio de Castro, envió a un padre a Nahuelhuapi para administrar la mision mientras el provincial de la Orden nombrara sucesor á Guillelmo. Fué designado como superior el P. José Portel i como compañero suyo el P. Francisco De Elguea. En los momentos en que Portel se alistaba en Concepcion para salir a Nahuelhuapi, se enfermó de gravedad, de modo que tuvo que suspender el viaje. En estas circunstancias Elguea se fué solo adelante i llegó sin novedad, retirándose a su arribo el otro padre a Chiloé; las mulas volvieron para conducir al superior.

Los indios de Nahuelhuapi habian hecho en este tiempo una de sus escursiones acostumbrada para cazar animales silvestres i ganado vacuno, segun se les ofreciera. Tuvieron mala suerte i volvieron sin traer vaca alguna. En esta situacion apremiante se presentaron a Elguea, pidiéndole que les diese vacas para sustentarse, puesto que por el mal resultado de la caceria no tenian que comer. El podre se escusó, haciéndoles presente que no tenia facultad para disponer de los bienes de la mision por no ser el superior; que la mision necesitaba estas vacas para su subsistencia i finalmente les rogó con buenas palabras que tuvieran paciencia i aguardaran la venida del padre superior, quien tardaria mui poco en llegar. "Mas era querer ablandar a tigres (Olivarez)".

Los indios se retiraron llenos de ira, discurriendo en sus adentros, que los padres no les servian si no atendian a sus necesidades; que su residencia entre ellos no lea producia bien alguno, puesto que su hambre no se satisfacía con la predicacion.

Hicieron una junta en que tomó parte el cacique Lebiluan del partido de Collihuaca, adonde lo mencionamos ántes, quien no podia faltar en ninguna de las iniquidades que se cometian, puesto que los padres le suponían autor de los envenenamientos no solo de Laguna i Olivarez sino aun de Guillelmo. Determinaron matar al padre Elguea i saquear la mision. La ocasion se presentaba favorable para su designio, porque el padre se hallaba casi solo, estando la servidumbre ausente en viaje a Concepcion para traer al superior.

Servia en la mision a toda satisfaccion un mozo ingles, católico, llamado Juan, quien habia sido traido desde Valdivia por el padre Hoyo i hacia el oficio de mayordomo. Era raro encontrar en aquella época individuos de esa nacionalidad en las colonias de España i en un punto tan apartado como este, a donde debia haber llegado despues de muchas peripecias. Habria sido curioso pues obtener datos sobre sus antecedentes, pero solo hemos conseguido una conjetura media dudosa [137]. Este animoso servidor habria sido temible para los indios, si le hubieran encontrado al frente en el ataque a la mision que iban a hacer. Para deshacerse de él se valieron de un ardid tan refinado como cruel. El cacique Mancuhunai, antes el compadre, ahora el enemigo mortal de los misioneros, lo envió un recado invitándole a venir a verle para un negocio que le convenia. Juan fué a su casa sin recelo alguno; finjieron recibirle cordialmente, convidándole a beber, cuando de repente una partida prevenida se abalanzó sobre el infeliz i le ultimó.

Consumado este crímen atroz i seguros de no encontrar resistencia, no perdieron un momento en montar a cabello é ir a la mision para perpetrar otros crímenes mayores, dando muerte con sus bolas i flechas al padre Elguea, a quien dejaron tendido en el suelo, i entregándose al saqueo de la iglesia i casa. Robaron o destruyeron todo; solo la imajen dela Vírjen, "la señora española", el objeto de su instintivo respeto i temor, la sacaron i la colocaron junto a la orilla, del lago cubriéndola con un cuero. En seguida prendieron fuego a la iglesia i demas edificios; el cuerpo del infortunado Elguea se quemó en el incendio. Mataron tambien a un indio de Chiloé i a su mujer, que habian sido buenos servidores de la mision, i llevaron cautivos a varios muchachos i niños, que los padres habian criado como pupilos. Temeroeos los malhechores del castigo de sus bárbaros atentados huyeron poco despues.

Cuando se tuvo noticia en Chiloé de esta horrible catástrofe, entraron algunas españoles con el padre Arnaldo Yaspers, de la mision de Huar, a Nahuclhuapi para visitar el triste teatro de la trajedia. Encontraron el campo desierto; solo hallaron a una indiecita pupila de los padres, la cual se habia escondido i les dió ahora razon del infortunado suceso. Hallaron el cuerpo del padre Elguea abrasado entre las ruinas. Es probable que le dieran sepultura, aunque no se mencione especialmente el hecho. Encontraron la imajen de la Vírjen i la llevaron a Chiloé, de donde pasó mas tarde a Concepcion. El anotador anónimo del "Derrotero a los Césares por Rojas" publicado por Angelis, tuvo conocimiento de esta entrada hecha desde Chiloé despues de la muerte de Elguea, i de su resultado negativo por haberse huido los indios [138].

Estando todo dispuesto en Concepcion para el viaje del superior a Nahuelhuapi, se recibió la infausta noticia de la muerte de Elguea i de la destruccion de la mision, por lo que el viaje quedó suspendido.

Se hallaba en esa época en Concepcion el gobernador interino del reino D. José de Santiago Concha, en circunstancias que habia recibido ya el aviso de que su sucesor, el gobernador propietario D. Gabriel Cano de Aponte habia llegado a Mendoza, en tránsito para Santiago, a donde llegó en diciembre de 1717. Concha se embarcó en estos mismos dias para Lima (Barros Arana). Este cambio de gobernadores fue, segun Olivarez, la causa que los indios de Nahuelhuapi no fueran castigados.

El autor nombrado, cuya historia, es la única fuente para este suceso, no indica la fecha de la muerte de Elguea; los datos referidos nos permiten solo dar como la fecha aproximada el mes de noviembre de 1717, faltando mui poco para que la mision cumpliera catorce años de existencia no interrumpida.

El trájico fin de la mision, acaecido cuando parecia tan bien cimentada por los trabajos de los ilustres padres Laguna i Guillelmo, creyéndose jeneralmente asegurada su existencia por la apertura del camino de Vuriloche, no estrañará talvez al lector que haya seguido atentamente el curso de los acontecimientos. Hemos señalado antes el descuido en que vivian los misioneros teniendo al frente a los pérfidos puelches: Elguea se hallaba casi solo. Por otra parte, los puelches estaban a la sazon escasos de víveres; de esta manera las malhadadas vacas de la mision [139] debian tentar su codicia de un modo irresistible, i era inevitable la catástrofe. Es probable que si Elguea les hubiese cedido algunas vacas para satisfacer en el momento su necesidad mas apremiante, ellos se habrian tranquilizado por de pronto, i él habria ganado tiempo para pedir a Chiloé la escolta de que habla Olivarez.

Es significativo el juicio que emite Moraleda sobre las causas de la destruccion de la mision de Nahuelhuapi. Dice que fué orijinada por la abundancia de ganados que tenian los misioneros, incitando la miseria i codicia de los indios, i cita como ejemplo análogo el saqueo de la mision de Rio Bueno en 1792 [140]. Los cuncos asesinaron en esta ocasion al padre franciscano Fr. Antonio Cuzco (o Cuscoa) i otros doce españoles (?) con el único objeto de robar la copia de ganadera i aprovecharse de sus sementeras. Moraleda no estrañaba pues el triste fin que cupo a la mision de Nahuelhuapi, i atribuia con mucha propiedad "estos pasajes repetidos en todos tiempos a la natural perfidia, propension al robo, embriaguez i cobardia, que forman el carácter distintivo de todo indio".

Consumada la ruina completa de la mision, se ofrecia a los superiores de la Orden la cuestion relativa al partido que habria que tomarse con respecto a ella. Al considerarla no podian ménos de reconocer que era mui difícil mantenerla; que el resultado obtenido en la conversion de los indios no habia correspondido ni a las esperanzas concebidas ni a los sacrificios hechos; i finalmente que, despues de los atroces crímenes cometidos, seria indecoroso i casi imposible reanudar con sus hechores relaciones de mútua confianza. En vista de estas consideraciones, la Orden resolvió suspender la mision, quedando ésta despues de la muerte de Elguea enteramente abandonada i sin que por de pronto se hubiese vuelto a visitar.

Los hermosos campos de Nahuelhuapi, que nos han quedado tan familiares por los trabajos de los ilustres misioneros Mascardi, Laguna i Guillelmo, volvieron al dominio de la soledad i de la barbarie. Mas tarde, a fines del siglo, los volvió a pisar Menendez, renovando los recuerdos de sus antecesores i haciendo concebir esperanzas de una nueva fundacion, que no alcanzó a efectuarse. Solo ahora vemos que colonos emprendedores, entre ellos varios salidos de Llanquihue i otras partes de Chile, se han avecindado a orillas de "la famosa laguna", iniciando una nueva i duradera era de prosperidad i de un carácter diverso de la que le habian dado los abnegados misioneros jesuitas.

Son pocos los datos, que podemos ofrecer a nuestros lectores relativos al largo período que media entre la destruccion de la mision (1717) i la primera espedicion de Menendez en 1791.

Parece que por de pronto se continuó manteniendo alguna relacion entre Chiloé i los indios de ultra-cordillera. De los pormenores de un incidente que vamos a relatar se deduce que las autoridades de Chiloé ejercian todavia por algun tiempo, despues de la destruccion de la mision, cierta jurisdiccion allende la Cordillera.

Un oidor, dando fé a las aserciones del "Derrotero de Rojas", i autorizado por la Real Audiencia escribió en 1719 una carta a los Césares, enviándole de amnuense D. Nicolas del Puerto. Un indio llevó la carta i llegó con ella a Buenos Aires pura, pedir algun socorro de caballos; el autor de las notas del "Derrotero" vió en esta ocasion esa carta. El mensajero se fué sin conseguir el ausilio pedido. Se cree que le mataron los indios puelches u otros, porque en una entrada que se hizo de Chiloé por el alzamiento de dichos puelches, la carta apareció en poder de un indio no conocido; ella fué reconocida como auténtica i de su propia letra por el mismo Nicolas del Puerto, quien habia venido a Chiloé en calidad de gobernador o jeneral como se acostumbraba llamar a dicho funcionario en esa provincia.

Este cuento lleno de coincidencias maravillosas, propias de todos los cuentos que se relacionan con la fábula de los Césares, fué comunicado por el comentador del "Derrotero de Rojas", quien escribió sus notas, a que nos hemos referido ya ántes, en Buenos Aires por el año de 1740 [141]. No indica, la fecha de la entrada mencionada. El alzamiento de los puelches, que la motivó, estuvo tal vez en relacion con la sublevacion jeneral de los indios acaecida en 1723, en que fueron destruidas casi todos las misiones i entre ellas tambien la de Culé, segun hemos referido ántes. Parece que esta "entrada armada" fué la última de las que se hicieron a la otra banda de la Cordillera i que solian salir del fuerte de Calbuco.

No tenemos noticia que partida alguna haya llegado hasta las orillas del lago durante el período de receso que siguió. Las entradas de los puelches a Calbuco i Chiloé emprendidas con el fin de maloquear, o solo a las playas del Golfo para mariscar, cesaron tambien, desde que el gobernador Pozo conminó con la horca a todo puelche que bajara a la costa (Menendez). De este modo quedó cortada por muchos años toda comunicacion entre una i otra banda. Tanto los indios como los moradores de Chiloé conservaron solo débiles tradiciones de las relaciones estrechas que habian existido ántes entre ellos. La exuberante vejetacion de los bosques creció con rapidez i borró por completo los vestijios de los caminos que unian las dos comarcas i que se habian abierto a fuerza de tan grandes sacrificios.

Debido a esta prescindencia, las autoridades del Archipiélago en esa época mencionan apénas la estinguida mision de Nahuelhuapi.

El virei Manuel de Amat, uno de los mas hábiles i laboriosos funcionarios de la Colonia, quien hizo adjudicar la administracion de Chiloé al vireinato del Perú para propender de un modo mas eficaz a su defensa contra los ingleses, hace en su "Relacion de Gobierno"[142] solo una alusion lijera a nuestra mision, mencionando en globo las repetidas tentativas de establecerla i la muerte de los misioneros, sin nombrarlos.

No es mas esplícita la mencion que hace de ella el gobernador interino de Chiloé Manuel de Castelblanco, el antecesor de Cárlos de Ranger quien le subrogó en 1768 [143]; el único misionero de que tenga noticia es Mascardi. Observamos aquí que, conforme vayan desapareciendo en el curso de los años los testigos oculares, la memoria de sucesos importantes se va borrando, si descansa solo en la tradicion, a falta de apuntes históricos; es verdad que éstos existían, pero no se conocían por no haberse publicado.

Solo los jesuitas se acordaban, aunque con penosa impresion, de aquel campo en que sus hermanos habian trabajado i sufrido tanto. Pasaron largos años sin que se tratara de volver a fundar la mision de Nahuelhuapi. Fué solo en 1764, durante el gobierno de D. Antonio Guill y Gonzaga, que el padre procurador de los jesuitas Juan Nepomuceno Walther [144] propusiera un vasto plan de misiones, pidiendo el restablecimiento de la mision de Nahuelhuapi, con el fin de entender desde ella la conversion de todos los indios de la Patagonia hasta el Estrecho. "Estos misioneros debian trabajar de acuerdo con los de Kailin i Chonchi, encargados de reducir a los indios de los archipiélagos i de la costa austral, de modo que se adelantaria por ambos lados de la Cordillera". Vemos renacer en estas proposiciones las mismas tendencias que habian inspirado, años ha, a los primeros fundadores de la mision de Nahuelhuapi. Segun aseguraba Walther los puelches i poyas habian pedido misioneros repetidas veces desde el año 1722. Las ideas del procurador jesuita hallaron buena acojida de parte del Gobierno, i en su consecuencia se fundaron o continuaron las misiones de Cailin i Chonchi, a que se refiero Menendez en la primera parte de sus viajes. Ellas fueron servidas primero por los padres Baltazar Huever (Weber), aleman de nacimiento i el mismo que fué mas tarde provincial, i Francisco Esquivel, i despues por los padres José Garcia i Sejismundo Guell, ambos mui conocidos por los viajes que emprendieron a los Chonos el primero, i a Nahuelhuapi el segundo.

Como primera etapa para abrirse paso a la antigua mision de Nahuelhuapi se estableció en 1765 una mision en Ralun. Los autores jesuitas no mencionan el nombre del misionero que la servia, pero sabemos por Menendez que fué el padre Francisco Javier Esquivel, el mismo a quien acabamos de citar. Al llegar Menendez por primera vez a Ralun en 1791, encontró los restos de la casa en que el padre Esquivel habia vivido en 1765 i 1766.

Este animoso misionero, cuya biografia nos ha dudo Enrich [145], habia nacido en Coquimbo en 1712. Habiendo pasado a las misiones de Chiloé, se dedicó con gran entusiasmo a doctrinar a los payos en el sur de le Isla i a los chonos. Siguió las huellas del P. Flores, quien habia hecho un viaje a las islas de Guayaneco, situadas en el golfo de Penas, para catequizar a los chonos i otras tribus mas al sur i recojer al mismo tiempo los fierros que habian quedado de la fragata Wager, de la escuadra de Lord Anson, la cual habia naufragrado en esas islas en 1741. El naufrajio de este buque nos ha sido referido con vivos colores por los autores ingleses John Byron, Alexander Campbell, Bulkeley i Cummins e Isaac Morris i forma uno de los sucesos mas estraordinarios de la historia de la náutica. El padre Esquivel emprendió en 1745 su primer viaje a Guayaneco, trayendo consigo a la vuelta a algunos indios, que se le habian juntado, i se estableció con ellos en Chonchi. A pesar de las privaciones i peligros a que tuvo que exponerse en estos viajes, los repitió varias veces. Pasó de Chonchi a Ralun, donde residia talvez solo por temporadas, i de este punto a Achao como superior de la mision. En este lugar le sorprendió la espatriacion jeneral de los jesuitas; llevado de Chiloé a Lima i en seguida a Italia, se estableció en Imola, donde falleció en 1783, mui estimado por su modestia i pobreza ejemplares.

Por el mismo tiempo que Esquivel pasaba en Ralun, se hizo cargo el padre Sejismundo Guell de la apertura del camino perdido a la mision de Nahuelhuapi, emprendiendo con este motivo una espedicion formal. Buscó primero el paso por el camino de Vuriloche; no habiéndole hallado, tomó el de las Lagunas, pero ni aun por este lado consiguió llegar al lago. Como Menendez se ocupa largamente de esta espedicion de Guell, dándonos sobre ella datos no consignados en parte alguna, dejamos para esa ocasion la relacion de este viaje, que patentiza las grandes dificultades que habia que vencer, puesto que, habiendo trascurrido apénas medio siglo despues de la destruccion de la mision, no le fue posible alcanzarla.

El padre Guell preparaba otra tentativa para el año siguiente, cuando cayó sobre la órden de los jesuitas una catástrofe fatal i enteramente inesperada, quedando cortada su existencia i con ella éste i tantísimos otros trabajos i obras que tenia entre manos.

Fué esta la espatriacion de la órden de la Compañia de Jesus de los dominios de España e Indias, decretada por el reí Cárlos III el 27 de febrero de 1767.

La espulsion de los jesuitas,—quizás el suceso mas trascendental que haya afectado las colonias de España, es decir casi todo el Nuevo Mundo desde la California hasta Chiloé—, se hizo efectiva en Santiago el 26 de agosto de 1767 i en Lima el 8 de setiembre del mismo año. Sobre la espulsion de los jesuitas en Chiloé, que es le que nos interesa, poseemos mui pocas noticias; daremos aquí los datos que hemos reunido sobre este particular.

La espatriacion se hizo desde Lima por el virei del Perú, el altivo mandatario Manuel De Amat, un enemigo declarado de los jesuitas. Chiloé en esos dias, no dependia todavia directamente del vireinato, aunque ya se habian iniciado pasos para ponerlo bajo su dependencia. El puerto del Callao era el único que mantenia una comunicacion regular con Chiloé, destinada para enviarle el situado real i surtirle de las mercaderias mas indispensables. Lima era, por consiguiente, el único punto desde donde se podia hacer efectiva convenientemente esta medida violenta. Los jesuitas de Valdivia i Chiloé fueron llevados directamente a Lima (Barros Arana). Segun Enrich, los de Chiloé fueron embarcados pana el Perú a principios del año 1768; de la biografia citada del padre Esquivel resulta tambien que pasó a Lima.

Segun Menendez, a quien debemos casualmente la fecha exacto de la espulsion, siendo él único autor quien la anota, ella tuvo lugar el 8 de diciembre de 1767, es decir, tres meses despues de la del Perú i en la estacion en que el navio del situado debia arribar a Chacao. Concuerda perfectamente con este dato otro que Enrich comunica a su vez: los últimos actos espirituales anotados por el P. Marquesta en los libros de la mision de Achao, datan del dia 9 de diciembre del mismo año [146].

No poseemos datos especiales sobre las emerjencias a que hubiera dado lugar esta medida que debia afectar sin duda hondamente a los habitantes del Archipiélago. Barros Arana refiere que no hubo serias dificultades [147].

Sobre el número de los misioneros espatriados difieren las versiones: El padre Pedro Weingartner[148] dice que eran diez a doce; la "Relacion de Gobierno de Amat [149]", indica catorce individuos relijiosos, mientras Cristoph von Murr, el sabio recopilador de las relaciones de los jesuitas espatriados, asegura que fueron treinta i tres, número que parece exajerado [150].

Hemos formado la lista que sigue de los misioneros jesuitas espatriados de Chiloé:

Antonio Friedl, probablemente aleman, venerable octojenario i ciego, de mas de cuarenta años de servicios en Chiloé, es secuestrado pero dejado por inválido [151].

Francisco Andrade, probablemente natural de la misma Isla i miembro de la familia del mismo nombre que figura en la historia de ella. Vivia aun en 1823 en Imola, teniendo ochenta i un años de edad [152].

José Garcia [153], el célebre viajero al istmo de Ofqui i Golfo de Penas [154].

Juan Vicuña, segun Moraleda compañero de mision i de viaje del padre García en 1762 i 1763, siendo de suponer que se hallara vivo i en Chiloé en 1767. Veremos mas adelante, al hablar del segundo viaje de Menendez al Sur, que el padre Vicuña hizo otro viaje en que llegó hasta el golfo de Penas, probablemente en el mismo año de la espatriacion.

Sejismundo Guell, el esplorador del camino a Nahuelhuapi; figura en la lista de los espatriados [155].

Frascisco Javier Esquivel, el misionero en Ralun; véase el resúmen de su biografia dado poco ántes.

Pascual Marquesta, el último misionero residente en Achao.

Bernandino Carabaño, misionero de Chiloé, fallecido en Imola el 3 de marzo de 1771 (Benjamin Vicuña M.).

Melchor Aracer, misionero de Castro, fallecido en Moruela el 18 de marzo de 1779 (B. Vicuña M.); i finalmente los relijiosos de nacionalidad alemana:

Juan Nepomuceno Erlacher

Ignacio Fritz

Melchor Strasser

Francisco Javier Kissling, que es mencionado en el diario del padre Garcia, i

Miguel Meyer[156],

formando un total de catorce regulares, conforme con el número oficial indicado por Amat, de modo que nuestra lista parece ser completa.

Segun afirman los autores jesuitas, estos cinco padres alemanes, hallándose de tránsito en el puerto de Santa Maria cerca de Cádiz, fueron encerrados el 5 de enero de 1769, bajo el pretesto de haber tratado de vender la isla de Chiloé a los ingleses, i se hallaban todavia, presos en 1773. Murr asegura, sin dar mas detalles, que los demas jesuitas de Chiloé corrieron la misma suerte i que las autoridades se empeñaron mucho de dejarlos convictos de algun crimen de alta traicion, pero que en América no se pudo probar nada en su contra. La version auténtica de Weingartner afirma por el contrario que la prision se limitó a los cinco jesuitas alemanes, que quedaban detenidos, cuando todos los demas jesuitas venidos de Chile se embarcaron para Italia.

Finalmente apuntamos todavia como un dato curioso, que segun la "Relacion de Amat" el gasto orijinado al erario del vireinato por la espatriacion de los catorce jesuitas de Chiloé habia ascendido hasta fines de 1774 a $ 6,475.

Con verdadero sentimiento vemos cortados los esfuerzos de los abnegados misioneros para volver a fundar la mision de Nahuelhuapi i alejarse a ellos al mismo tiempo de la provincia de Chiloé, en que habian trabajado con tanto éxito.

La espulsion de los jesuitas de los dominios de España i la supresion consecutiva de la Orden son hechos históricos de la mas alta importancia. Basta ver los edificios existentes aun hoi dia de sus iglesias, conventos i colejios en la mayor parte de los paises civilizados, para formarse una idea del inmenso poder de esta institucion verdaderamente universal. Como la Orden marchaba, al parecer en la mejor armonia con los gobiernos absolutos del mundo católico de aquella época, a los que habia prestado los servicios mas importantes por su lucha eficaz contra el protestantismo i las ideas liberales, la catástrofe, que se desencadenó sobre ella como una tempestad destructora sin anuncios precursores, causó la mayor sorpresa i aun hoi se halla envuelta en ciervo misterio, prestándose a variadas interpretaciones.

Su estincíon no fué, sin embargo, del todo imprevista. La Compañia habia sido suprimida pocos años ántes en Portugal i en Francia, de un modo mas o ménos violento i despues de largas informaciones. En España i América su estrañamiento se efectuó de un solo golpe, sin que ningun indicio lo hubiera hecho presajiar.

Enrich, el erudito apolojista de la Orden en Chile, a quien hemos consultado tantas veces, atribuye la causa de su espatriacion a una pretendida ofensa personal contra el rei Carlos III, inventada por sus enemigos, quienes los denunciaron por medio de una intriga pérfidamente urdida. Este cuento parece en realidad poco serio.

La luminosa esposicion, que debemos al señor Barros Arana, esclarece perfectamente las causas de esa medida motivada por razones de estado de la mas alta importancia.

Resulta de las deducciones de Barros Arana que la Orden, que se habia distinguido en el siglo XVII por el adelanto en todos los ramos del saber, decayó en el siglo XVIII por quedar en atraso relativo al lado del desarrollo creciente que la ciencia i la sociedad en jeneral tomaron en este siglo [157]. En Chile se manifestó tambien su decadencia intelectual en esa época: el estado de su cultura en el siglo anterior habia sido mui superior. Basta fijarse en las obras de los primeros historiadores Alonso De Ovalle i Diego de Rosales, que aventajan grandemente las de sus sucesores.

Para mantenerse en Europa en su preponderancia, los jesuitas se vieron en la necesidad de oponerse al progreso de la ilustracion naciente, por lo que fueron combatidos con vigor por la nueva escuela de los filósofos precursores de la revolucion francesa. Podemos considerar la supresion de la órden como el primer síntoma de la reaccion del espíritu moderno efectuada en los paises católicos contra el oscurantismo.

En España, donde estas ideas modernas no habian echado raices todavia, prevalecia otro órden de consideraciones, "El rei Carlos III que tenia el propósito de introducir grandes reformas en la administracion del reino, estaba resuelto a robustecer la autoridad civil restrinjiendo los privilejios que se habian arrogado las instituciones eclesiásticas (Barros Arana)". La relegacion de la Orden se imponia efectivamente como una medida urjente de buen gobierno.

Mientras que los jesuitas iban en Europa a la palestra para combatir la Reformacion i las nacientes ideas liberales, se dedicaban tranquilamente a trabajar en el engrandecimiento de su órden en América, que no ofrecia campo para una política militante por no haber penetrado todavia a ella esas aspiraciones del espíritu moderno. Aprovechando de su irresistible influencia espiritual i moral i de tantos privilejios e inmunidades, lograron acumular un poder inmenso que amenazaba eclipsar la soberania del Estado.

Si la órden hubiera progresado en la misma proporcion, la corona i el poder civil habrian acabado por ser absorbidos por ella, siendo que efectivamente no estaba lejos de fundar una teocracia, sino en la forma a lo menos de hecho. Habiéndose apropiado paulatinamente en las colonias de España de las tierras mas valiosas i ejerciendo cierto monopolio en las industrias i el comercio, esta actividad absorbente i esclusivista perjudicaba notablemente a las demas fracciones del pais que se hallaban fuera de su círculo. Las inmensas riquezas que la Orden habia acumulado en Chile en un siglo i medio, dejaban presentir que este predominio estaba por venir. Aun en Chiloé se hizo notar su tendencia a adquirir tierras. Los misioneros jesuitas adquirian esas propiedades en contravencion a las leyes que lo prohibian [158]. El gobierno hizo bien pues en reaccionar contra una institucion que estaba formando, tal vez involuntariamente, un estado dentro del que existia de derecho.

Habia ademas otro motivo que ofendia el pundonor español i pugnaba con las leyes de la Colonia. La Compañia admitia en su seno i llevaba a la América todo clase de extranjeros que juzgara aptos para su servicio, entre ellos a muchos alemanes. Se calcula que el número de jesuitas de nacionalidad alemana, que se hallaba en Chile a la época de la espulsion, ascendia a cerca de la tercera parte del número total. En Chiloé se hallaban tambien en la misma proporcion; fuera de los ya nombrados, los anales de la Orden rejistran algunos otros. El gobierno español por principio no toleraba a estranjeros en sus dominios. El crecido número de jesuitas alemanes era por consiguiente contrario a las leyes i usos de la América.

Con la espulsion de los jesuitas, las colonias quedaron libres de la mayor parte de este elemento estraño. El rei no satisfecho con esta espurgacion, ordenó luego despues que los pocos extranjeros pertenecientes a las otras órdenes relijiosas fueran espatriados tambien "por estar desnudos de afecto a la nacion i preocupados de pasiones contrarias a la soberania (Barros Arana)" [159].

Es evidente pues que el golpe dado a la Compañia iba dirijido en buena parte contra el elemento estranjero que militaba en sus filas. El rei manifestaba con estos medidas violentas que temia a los estranjeros. No solo desconfiaba de su lealtad de súbditos, sino que temia tambien que minarian con el tiempo el sistema de aislamiento que mantenia a sus posesiones de ultramar separadas del resto del mundo. No se fijaba que esta reclusion forzada impedia su desarrollo, ni adivinaba que habia de ser la causa que ellas se perdieran mas tarde para la Monarquia.

La aversion contra los estranjeros se reflejó tambien en el recibimiento brusco que el orgulloso virei Amat hizo en Lima a los padres alemanes Weber i Weingartner al venir de Chile i ademas en la encarcelacion, que acabamos de relatar, de los cinco jesuitas alemanes traidos de Chiloé.

Se habia lanzado contra estos inofensivos relijiosos la tremenda acusacion de haber intentado a vender este precioso archipiélago, "la llave del Pacifico", a los ingleses. El odio oficial de las autoridades contra los jesuitas estranjeros tomó en esta medida una forma mas concreta, puesto que pretendia probar su influencia perniciosa por un hecho supuesto, aunque falso a todas luces, de modo que esta acusacion era calificada con razon por los jesuitas de una calumnia ridícula.

A la proscripcion de los estranjeros en jeneral se juntaba en este caso otro ajente que dominaba mas aun a la administracion de la Colonia: el temor a los ingleses.

La lectura de la "Relacion de Gobierno de Amat" nos revela los sobresaltos i desvelos que estos atrevidos marinos causaban a las autoridades españolas del Pacifico. No hacia mucho en 1742, que la escuadra de Lord Anson se habia burlado impunemente de ellas i habia infrinjido a España perjuicios de consideracion, llevando a su vuelta a Inglaterra un botín de varios millones. El virei Amat, caballero pundonoroso i hábil, cuya orgullo se sentia lastimado con este descalabro de los armas españolas, se dedicó durante la época de su mando con actividad febril a tornar disposiciones que hubieran de evitar a España nuevas humillaciones, organizando una vigorosa defensa de toda la costa i sobre todo de los puntos amagados en primera línea, que eran Chiloé, Valdivia i Juan Fernandez. Amat se hallaba preso de una verdadera anglofobia, viendo a estos enemigos en todas partes i hasta en el tranquilo Archipiélago i en los peñascos de los Chonos.

Esos temores del virei recojidos por sus subalternos debian redundar en la fábula de los jesuitas alemanes vendedores de Chiloé a Inglaterra, la cual esplotada por los adversarios de los jesuitas sirviera de pretesto para condenarlos a los ojos del mismo virei. La opinion de este albo funcionario era decididamente contraria a los jesuitas, cuya conducta habia reprobado oficialmente, cuando ejercia el cargo de gobernador de Chile [160]; a eso accedia su aversion al fuerte elemento estranjero de la Orden. De esta manera debia ser de ántes partidario de su relegacion. Como Amat gozaba por otra parte de gran prestijio en los consejos del rei, el cual se traduce en su elevada posicion i en las grandes concesiones que obtuvo, entre ellas la adjudicacion de Chiloé al vireinato, no carece tal vez de fundamento la suposicion que haya influido en la mente del monarca para acordar la espatriacion de la Orden.

Es de presumir que la orden de encarcelar en España a los jesuitas alemanes de Chiloé se haya librado en vista de los denuncios de Amat. La larga prision de esos inofensivos misioneros prueba el rigor con que las autoridades españolas procedian, cuando se sospechaba un crímen contra la soberania del rei. No poseemos noticias positivas sobre la suerte ulterior de los prisioneros de Chiloé. Es probable que el gobierno, cansado de no poder probarlos el crímen de que se les culpaba (Murr), hubo que ponerlos al fin en libertad, i que volvieron a su patria [161].

De todos modos este incidente poco conocido es uno de los mas curiosos, a que haya dado lugar la memorable espulsion de los jesuitas, i de algun interes para la historia de Chiloé i aun de Chile.

Agregaremos que los habitantes del Archipiélago no parecen haber conservado tradicion alguna de aquellos misioneros de diferente nacionalidad venidos de un pais tan lejano para instruirlos.

Teniendo que despedirnos al fin de los jesuitas de Chiloé i Nahuelhuapi, que nos han quedado tan familiares en el curso de esta narracion, séanos permitido echar todavia una mirada retrospectiva sobre sus trabajos i méritos.

No nos corresponde casi poner en trasparencia los servicios sumamente importantes que los jesuitas de Chiloé prestaron a la humanidad. Este tema no se halla incluido en nuestro programa i lo tocamos aquí solo a la lijera por considerarlo digno de reflexion bajo muchos aspectos.

Hai unanimidad de opiniones con respecto al escaso fruto que las misiones de los jesuitas produjeran en la conversion de los indios. La luctuosa historia de Nahuelhuapi, que acabamos de presenciar, prueba tambien ese hecho. Hemos aludido arriba a las insuperables dificultades con que tropiezan todas las tentativas de reducir al hombre salvaje a la civilizacion; no volveremos a insistir pues sobre las causas de este fenómeno jeneral.

Chiloé es una de las pocas escepciones de esta regla: sus misiones son un timbre merecido de gloria para la Compañia. Los isleños adoptaron bajo su tutela el cristianismo i entraron a la vida semi-civilizada, sin que este cambio hubiese traido por consecuencia su estincion como sucedió en tantas otras partes. Este resultado diferente dependia talvez de la diversidad del jenio, debida a la raza i a las costumbres de vida. Parece efectivamente que el humilde hombre primitivo cuya subsistencia depende de la esplotacion del mar, como el chiloense, chono i fueguino, se presta con mas facilidad a la sumision que el nómada cazador de las pampas o el altivo araucano labrador i ganadero; tambien contribuia a este resultado su aislamiento, que les impedia entrar en alianzas con otros pueblos de la misma raza para sacudir el yugo español; tuvieron sus alzamientos, pero fué fácil reprimirlos. Hubo probablemente otros motivos ménos fáciles de apreciar que favorecian al elemento indíjena, como por ejemplo el escaso número de los conquistadores i la falta de las minas de oro.

La conducta prudente i humanitaria de los misioneros jesuitas influyó mucho sin duda para que los primeros habitantes no quedasen estinguidos por la conquista, de modo que las jeneraciones posteriores bajo su direccion tuvieron tiempo de amoldarse al nuevo réjimen. Recordamos con este motivo los pasos de Mascardi i Hoyo para protejer a los indios contra la opresion por los jefes militares. Es efectivo que los jesuitas se empeñaban en "templar con sus letras i prudencia el furor bélico de los gobernadores i sus consejeros i refrenaban la codicia de los cabos de la frontera para que no hiciesen guerra (Olivarez)" [162]. Es este un justo título de honor que debemos reconocer a los jesuitas, sea cual fuere el juicio que se forme de ellos en lo demas.

Chiloé debe mucho pues a los jesuitas antiguos. Estraña que las tradiciones, que se han conservado en la memoria del pueblo, no recuerden esos servicios tan importantes. Ya se ve, que los beneficios recibidos se suelen olvidar con prontitud i que la gratitud es una virtud que muchas veces no se usa como se debiera. Los recuerdos que los jesuitas han dejado en Chiloé se refieren, por el contrario, no a los beneficios de que les es deudora la provincia, sino al lado mas débil de su conducta. Se les reprocha que habian sido poco caritativos i mui empeñados en estender sus haciendas i dominios [163]. He oido emitir este juicio a personas ancianas de distintas posiciones sociales. Parece pues que aun en la pobre provincia de Chiloé manifestaron su tendencia, reconocida en todos partes, de propender en demasia al engrandecimiento de su Orden. Con todo, no seamos injustos: tengamos presente que sin ser ricos i poderosos no habrian podido edificar las hermosas iglesias de Castro i Achao ni plantar el precioso jardin de Quinchao.

Eduardo Poeppig, el ilustre viajero en Chile i Perú, quien halló en la provincia peruana de Mainas, a orillas del alto Amazonas, restos de las misiones antiguas de los jesuitas, observó allí condiciones mui análogas a las nuestras. Los conquistadores por una parte i los jesuitas por otra habian ejercido en esa rejion tan apartada el mismo papel que en Chiloé. Mientras los primeros estirparon o ahuyentaron la poblacion primitiva con sus entradas armadas en busca de esclavos, los segundos obtuvieron resultados magníficos en la pacificacion de las tribus salvajes. Poeppig está lleno de encomios para esta Orden i dice que "todo lo que ella haya obrado en América nos inspira el mayor respeto i fué altamente benéfico" [164]. Es cierto que Poeppig como viajero naturalista no tuvo ocasion de conocer mas de cerca su historia i sus tendencias de espansion.

Nos hemos detenido, tal vez un poco mas de lo que nos corresponda, a considerar las misiones de los jesuitas bajo el punto de vista humanitario. Como a comentadores de viajes ellas nos interesan mas aun desde el punto de vista jeográfico.

Los jesuitas de la América fueron en realidad mui grandes i sin rivales en la estension de sus misiones a los territorios de los pueblos salvajes. Pasado la época de los conquistadores i de las expediciones de los aventureros, fueron ellos los que penetraron mas adentro en las rejiones de los indios independientes. Nahuelhuapi es uno de los ejemplos palpitantes de la osadia con que se avanzaron al medio de las tribus salvajes. Se puede decir con bastante propiedad: donde ellos alcanzaron a establecerse, no habia llegado nadie ántes, ni llegó nadie despues. Es efectivo que sus estaciones mas adelantadas desde la California hasta Chiloé i en la vasta rejion al oriente de los Andes no se han vuelto a visitar sino en nuestros dias, porque quedaron de nuevo relegadas a la barbarie con el retiro violento de la Orden.

Ellos conocian perfectamente, tal vez mejor que el gobierno de España, la jeografía i etnografía de aquellas rejiones tan ricas por sus productos i tan llenos de atractivos por su naturaleza exuberante. En el resto del mundo estos paises eran del todo desconocidos, porque España, en conformidad con su sistema de aislamiento, los tenia incomunicados i ponia muchas trabas a la publicacion de datos relativos a ellos. Era jeneral el interes de adquirir noticias fidedignas sobre esos territorios inmensos.

Esta necesidad, sentida hace tiempo en el mundo científico, fué satisfecha al fin de un modo inesperado, pero a consecuencia de la evolucion lójica de los graves sucesos que nos ocupan.

Fué la misma espatriacion de los jesuitas la que produjo este cambio.

Los jesuitas llevados a la fuerza desde los confines mas remotos del Nuevo Mundo a Italia o a sus paises natales, sorprendieron a la culta Europa con sus revelaciones a cual mas importante, corriendo el velo del misterio que cubria los paises de donde habian venido. En publicaciones mui numerosas pintaban su jeografía, etnografía, lenguas i ciencias naturales en fin dando de ellos una idea mas o ménos completa. Sus descripciones no satisfacian sin duda las exijencias de la ciencia, pero eran en jeneral mui prolijas, bastante exactas i en la mayor parte nuevas. El vasto material reunido de estas diversas relaciones forman un tesoro que por aquella época fue una verdadera revelacion i que constituye aun hoi dia una rica fuente de informacion científica i una contribucion de gran valor para la historia de la jeografía. Consignamos en una nota una lista de los autores jesuitas espatriados que han colaborado para la jeografía i ciencias naturales de la América, sin pretender en manera alguna que sea completa [165].

Las publicaciones de los jesuitas, hechas en diferentes paises i lenguas de Europa, dieron a conocer las vastas posesiones de la América que el gobierno de España habia mantenido en el misterio desde su fundacion. La luz que ellas proyectaron dejó esclarecida la oscuridad en que estaban envueltas sus colonias, de modo que el mismo gobierno se vió precisado a abandonar el sistema de reclusion.

Parece que por esta razon no tuvo inconveniente, algunos años despues, en dar acceso a sus dominios al gran sabio Alejandro von Humboldt, cuyos admirables trabajos i obras marcaron una era nueva, no solamente para los paises que habia recorrido, sino ademas para la ciencia i la ilustracion en jeneral. Humboldt sabia entretejer, en sus descripciones majistrales de estilo siempre elevado, las observaciones exactas con la pintura de las bellezas i grandezas de aquella naturaleza encantadora. Sus obras fomentaron de un modo extraordinario la aficion a las ciencias naturales, que principiaron entónces a tomar el desarrollo que sigue hoi dia, en proporcion cada vez creciente. Crearon ademas en la sociedad culta de Europa una predileccion viva por las hermosas rejiones de Sud-América, la cual, a lo menos en Alemania, continúa aun hoi dia sin abatirse.

Vimos que la relegacion de los jesuitas tuvo por resultado que las colonias de América se dieran a conocer. Como consecuencia de esta nueva situacion quedaron mas expuestas a una invasion estranjera, viéndose España obligada a tomar medidas eficaces para su defensa. Fué éste un inconveniente serio que la espulsion de los jesuitas trajo para la metrópoli.

Las autores nacionales opinan ademas que esta medida trascendental contribuyó mucho para que tomaran vuelo las ideas de libertad i autonomía, que mas tarde condujeron a la independencia, lo que no habria sucedido si la poderosa Orden de tendencias eminentemente católicas i absolutistas hubiera dominado siempre en la Colonia [166].

Habiendo caido con la Compania el baluarte principal del absolutismo, ya no era posible detener por largo tiempo las colonias del contacto con las demas naciones, ni monopolizar su comercio. Se iba a cumplir la palabra profética del célebre historiador Robertson: "Es de esperar que los españoles conocerán algun dia que su espíritu misterioso es tan contrario a la buena política como a la jenerosidad." [167]

De esta suerte cupo a los jesuitas relegados del suelo de la América un papel doble, el uno negativo, debido a su relegacion, el de haber dejado de ser los sostenedores del dominio de la metrópoli, i el otro positivo de haber disipado por sus publicaciones en el estranjero el misterio en que estaban envueltas las colonias, contribuyendo tambien de esa manera para su emancipacion.

Siendo asi, resultaria que la espatriacion viniera a reanudar en gravisimo perjuicio de la madre patria, que la dictan quizás con demasiada lijereza.

De esta manera tenemos en este evento una prueba notable de la lei que los hechos históricos llevan en si mismo el jérmen de la vindicta futura que merezcan.

EL P. TOMAS FALKNER

— I —
EL PILOTO BASILIO VILLARINO

La luz que las publicaciones de los jesuitas espulsados arrojaron sobre las rejiones desconocidas de la América española, cayó tambien sobre los campos desiertos de la Patagonia. Una de las mas notables de ellas vino a alumbrar gran parte de esta rejion i tambien aquella que los misioneros de Nahuelhuapi habian pasado en silencio.

La larga relacion de sus trabajos que acabamos de pasar en revista, nos ha dado una idea bastante exacta de la jeografía del lago i sus alrededores. Por el lado del Norte ellos nos han llevado por el camino de Villarrica i sus etapas de Rucachoroi i Collihuaca, sin darnos detalles sobre los valles tributarios del rio Colloncurá, por los cuales pasa ese camino. Por el Oeste hemos trasmontado con ellos la Cordillera por el camino de las Lagunas i nos hemos internado al de Vuriloche. Por el Sur hemos trazado sus pasos hasta el valle Nuevo. Finalmente, por el Este nos han señalado el rio Limai, el imponente desaguadero del lago, comparando su caudal con el del conocido rio Maipú. El Limai es el brazo principal del rio Negro, que es a su vez el único rio importante de la Patagonia. Aunque los padres le vadeaban cada vez en sus numerosos viajes a Valdivia i Concepcion, no hai noticia segura que se hayan aventurado a navegarle para su esploracion o para bajar al Atlántico, como lo afirman los autores arjentinos. Tendremos ocasion de ventilar mas adelante esta cuestion.

Es cierto que Mascardi habia recorrido la Patagonia en todas direcciones i hasta sus últimos confines, pero su descripcion, aunque caracterice bastante bien sus desiertos i arenales, no entra en detalle jeográfico alguno, de modo que es irrelevante para nuestros estudios. Los misioneros que le sucedieron, no se internaron al territorio de las pampas estériles que se estimulen hasta la "Mar del Norte", nombre que los españoles daban al Atlántico en oposicion a la "Mar del Sud", que era el Pacífico. No mencionan tampoco el valle mas risueño del rio Negro. Su internacion a esta rejion los hubiera llevado demasiado léjos del punto de su residencia. Para formarnos una idea de ella tenemos que recurrir, pues, a las esploraciones salidas del Atlántico. Ninguna de éstas alcanzó, sin embargo, hasta el mismo lago i tenemos que descender a este siglo i a nuestros dias en que el intrépido i eximio viajero D. Francisco P. Moreno se abrió paso hasta sus playas (1876). Tanta dificultad habia en todo tiempo para atravesar la larga i árida travesia que media entre aquel océano i el pié de la Cordillera.

A falta de los misioneros que, si bien reconocieron las costas, no penetraron al interior de esas comarcas infestadas por tribus nómadas de índole salvaje, ellas fueron recorridas por algunas espediciones militares.

La primera de éstas de que tenemos conocimiento es la del célebre gobernador del Rio de la Plata D. Hernando Arias de Saavedra, hijo de la ciudad de Asuncion i apellidado comunmente por abreviacion "Hernandarias". Este esforzado capitan hizo en 1605 desde Buenos Aires una entrada hacia el Estrecho en busca de los Césares, descubriendo mas de doscientas leguas i llegó por el camino de la costa a la Bahia sin Fondo, en que se forma un rio caudaloso que llamó rio Claro (hoi rio Negro). Esta bahía es la bahía i golfo de San Matias (Falkner). Es entraño que al rio Claro se le haya cambiado mas tarde su nombre por el de rio Negro, atribuyéndosele un color que no es compatible con la limpidez espresada por su denominacion primitiva. Hernandarias tuvo la mala suerte de ser vencido por los indios i caer prisionero con toda su tropa, pero logró evadirse i volver a Buenos Aires; habiendo reunido nuevas fuerzas mayores, batió a los indios i recuperó a los cautivos [168].

La segunda espedicion emprendida en 1622 fué la del ilustre D. Jerónimo Luis de Cabrera, a que hemos aludido ya arriba al relatar el viaje del padre Rosales, quien nos da las noticias mas prolijas de ella que no encontramos en los autores arjentinos. Cabrera llevaba el propósito no solo de socorrer a los sobrevivientes de las colonias de Sarmiento en el Estrecho, sino que iba tambien al descubrimiento i a la conquista para fundar a su costa una poblacion de situacion intermedia entre las colonias del Norte i el Estrecho, en conformidad al plano desarrollado por Rosales [169], al cual obedeció tambien la fundacion de Nahuelhuapi.

Cabrera salió del Tucuman con cuatrocientos hombres i un gran séquito de doscientas carretas, llevando seis mil cabezas de ganado vacuno i una abundante provision de pertrechos. La grandiosa empresa iniciada por el valeroso capitan con elementos ton copiosos, fracasó, sin embargo, por las dificultades del terreno i la hostilidad de les pehuenches. Llegó hasta el pié de la Cordillera a la altura de la destruida Villarrica, donde el padre Rosales, quien hace cumplido honor al valor de este noble caudillo, halló "las mazas de algunas de sus carretas que marcaron el Non plus ultra que escribió en sus columnas de Hércules. Se le huyeron los guias, faltóle el bastimento i quemáronsele los carros, ropa i comida por haberse pegado fuego a la campaña, i lo que mas sintió fué haberle quitado los indios un caballo de su persona, de grande precio i de su aficion". Ellos prepararon ademas un ataque jeneral por una junta de cinco mil hombres de guerra; felizmente este no se efectuó porque Cabrera emprendió a tiempo la retirada. Se colije de la narracion de Rosales que Cabrera, habiendo dejado el grueso de su ejército en la latitud de Villarrica, hizo una avanzada, i encontró un rio grande que pasó "haciendo balsas de sus carretas". Es probable que este rio haya sido el rio Negro, pero el hecho no se puede considerar positivo. Los dotes sobre la espedicíon de Cabrera son menos exactos que los correspondientes a la espedicion a Nahuelhuapi de su contemporáneo i digno émulo D. Diego Flors de Leon, que encabeza la serie de nuestros exploradores.

Con los espediciones de Hernandarias i Cabrera cesaron por un periodo mui largo las tentativas de penetrar desde el Atlántico a la Patagonia en direccion a la Cordillera i al Pacifico. El padre Rosales notó ya la mencion que siguió por ese lado a la empresa de Cabrera i la esplica por la razon que despues de su vuelto al Tucuman "las ocupaciones resfriaron los fervores i desde aquel tiempo no ha dada aquella tierra otro D. Jerónimo Luis de Cabrera que los encienda".

Las insignificantes alusiones, ya mencionadas, relativas a la mision de Nahuelhuapi i al cacique Mancuhunai en el "Derrotero de Rojas" i en la "Relacion de Buenos Aires" son los únicos datos recojidos por el lado del Atlántico de que disponemos para la época trascurrida desde el año 1622 a 1774.

Fué la obra del esclarecido padre Tomas Falkner, dada, a luz en dicho año en la pequeña, ciudad de Hereford en Inglaterra i en idioma ingles, la, que produjo un cambio repentino i completo en los nociones jeográficas sobre el rio Negro, el lago Nahuelhuapi i la Patagonia en jeneral. Es el mismo autor cuyas observaciones sobre los indios de la Patagonia hemos aprovechado largamente.

Falkner llegó al Rio de la Plata por primera vez como cirujano de un buque de Cádiz. En un segundo viaje adoptó los hábitos de la Compañia por carecer de recursos pero sostenerse. Dice la fama que hallándose enfermo, fué atendido por los jesuitas i que por motivos de gratitud se afilió en su órden. Trabajó como cuarenta años en los campos de la Patagonia, enseñando en las reducciones de los indios de la sierra del Vuulcan [170], Tandil i del rio Colorado i recorriendo el pais desde la Patagonia hasta el Tucuman i el Chaco [171]. En 1744 i 1746 hizo en el Sur viajes tierra adentro, pero sin internarse a mayor distancia de la costa; parece que alcanzó al Sur hasta el puerto de San Julian. Falkner tuvo el mayor empeño en adquirir noticias sobre la jeografia del pais i sobre las lenguas i costumbres de los indios. Aprendió el idioma de los moluches, un dialecto del araucano; mediante esta facilidad de conversar con los indios supo granjearse la amistad de gran número de caciques. Como estas tribus llevan una vida errante, logró con el tiempo tratar a todas ellas, de modo que adquirió un conocimiento cabal del pais i de sus habitantes. Uno de sus mejores amigos fué el cacique Cangapol, residente en Huichin a orillas del rio Negro, un jigante de mas de siete piés de altura, su padre Cacapol, un jefe de mucho poder i sagacidad, que ejercia cierta supremacia sobre una confederacion de varias tribus.

Hemos aprovechado arriba, al ocupamos de la etnografía de los puelches i poyas de Nahuelhuapi, los datos inmejorables que debemos a Falkner en este ramo de la ciencia. Nos reservamos para otra ocasion el tocar tambien su valiosa contribucion a la lingüística de estos pueblos.

Parece que Falkner fué espulsado con las demas jesuitas i volvió a Inglaterra; nos faltan datos sobre este particular. Publicó allá su famoso libro adornado con un gran mapa lleno de datos nuevos e importantes. Este libro, que puede figurar con honor al lado de las mejores obras de los jesuitas como las de Molina, Dobritzhofer i Havestadt, llamó de un modo extraordinario la atencion en Europa.

Al año siguiente apareció una traduccion al aleman con un magnífico mapa i en 1787 una edicion francesa; en 12535 se publicó una version al español en Buenos Aires por Pedro de Angelis.

Donde produjo verdadera sensacion el libro de Falkner, fué en la Corte de Madrid, que se sobresaltó al notar que su denunciaron en él a los ojos de la Europa algunos defectos en la defensa de las posesiones del hemisferio austral [172]. Si damos crédito a los autores, estos denuncios fueron el motivo de que España iniciara la fundacion de una serie de establecimientos a lo largo de la costa oriental, desde el Cármen de Patagones hasta el rio Santa Cruz, i aun erijiera el vireinato del Rio de La Plata, todo con el fin de atender eficazmente a la defensa, de la Patagonia.

Pedro Angelis desaprueba la conducta de Falkner por haber hecho estas revelaciones en perjuicio de España. Conviene, sin embargo, tener presente que el jesuita estranjero espulsado de los dominios del Reino, no debia tal vez a este consideraciones de clase alguna. Pero Falkner se muestra por el contrario amigo sincero rd España, recomendámlole en su "Prefacio" con largas deducciones la conveniencia de unirse a Inglaterra como nacion comercial e industrial para contrapesar la preponderancia de la Francia. Esta proposicion no carecia de oportunidad, porque los colonos de América, segun el mismo Falkner, se hallaban descontentos con el gobierno de la metrópoli por la falta del comercio, el subido precio de los mercaderias europeas i los impuestos gravosos (Falkner) [173].

Este juicio sagaz e imparcial es un correlativo importante de las causas, que produjeran mas tarde la separacion de las colonias de España, del pronóstico profético de Robertson, citado en el capítulo anterior, i del trabajo reciente del profesor Fernando Blumentritt sobre este tema. Mas adelante tendremos ocasion de volver a tocarle.

En cuanto a los denuncios reprobados en el libro de Falkner por Angelis, se encuentran otros de la misma clase, sobre la falta de defensa i la situacion estratéjica de alguna rejion, en obras i documentos de orijen español, sin que se hubieran tachado de malévolos. Debemos vindicar tambien a Falkner de otra acusacion análoga de Angelis, de que haya hecho sus observaciones tan minuciosas i exactas con dañada intencion contra España. Suponemos mas bien que las hiciera como hombre amante de la naturaleza i de la ciencia, siguiendo una inclinacion en todo conforme con su profesion de cirujano. Angelis, quien no comprendia la importancia de estos estudios, demuestra en este juicio su estrecho horizonte de ilustracion.

El autor adelanta tambien notablemente el conocimiento de la rejion que nos interesa mas de cerca, dándonos una somera descripcion del lago Nahuelhuapi. Detalles mas importantes nos da el mapa: figura el lago con su isla; un pequeño rio le entra del Oeste, tal vez el rio Frio; por la orilla Sur señala "un rio que viene del pais de los Chonos", que no puede ser otro que el rio Pichi-Leufu, aunque no venga de tan lejos; su desagüe es el rio Lime; en el ángulo de la ribera del lago con la ribera izquierda (setentrional) de este rio se halla situada la mision. Esta situacion corresponde tal vez a la primera mision, la de Mascardi; en cuanto a la de Laguna i Guillelmo vimos ya que era diferente. Por el lado Sur marca el mapa dos tolderias, una de las cuales se halla en el lugar llamado Tecumelel, que fué mencionado mas tarde tambien por Villarino i se ha conservado en la tradicion hasta nuestros dias.

En cuanto al rio Negro, que segun vimos era poco ménos que desconocido, nos da una idea casi perfecta de él; su descripcion es admirable por su exactitud, bien que se note en ella el error, que considera como su orijen un rio que asoma al otro lado de la Cordillera no mui distante de Valdivia; segun el mapa nace al pié del volcan de Osorno. Pero si colocamos este rio un poco mas al Este enla falda oriental de la Cordillera, corresponderia al rio Cnleufn, que es un atinente de segundo órden, con cuya modificacion el sistema fluvial del rio Negro quedaria bastante conforme a la realidad.

Falkner describe este rio bajo el nombre del "Segundo Desagüadero", en oposicion al primero que es el rio Colorado, siendo que estos dos rios reciben todas las aguas del inmenso territorio que se estiende al Sur de Mendoza, hasta los 42° de latitud, entre la Cordillera i el Atlántico. El mismo rio se conoce ademas bajo las variadas denominaciones: rio del Sauce, el Desagüadero de Nahuelhuapi, el Choelechel, el Leuvu-Camo i finalmente como el Cusu-Leuvu (de cusu "negro" en dialecto huiliche en lugar de curu, i leuvu "rio").

El autor señala con toda correccion los rios principales que forman el rio Negro. Despues del Lime o Limai indica bajo los nombres rio Olgen i rio Moluelec, el Colloncurá con sus afluentes, uno de los cuales nace del lejendario i misterioso Huechun Lauquen o "lago del límite"; se decia que este lago envia otro brazo en direccion al Pacífico, pero Falkner con razon no se atreve a afirmarlo. Tenemos ahí el mito de un lago con dos desagües en direcciones opuestas, estableciéndose de esa manera una supuesta comunicacion interoceánica. Este fenómeno, si no es imposible, es a lo menos sumamente raro, no conociéndose hasta ahora ningun ejemplo en los Andes de Sudamérica, pero se cree existente aun hoi dia en la imajinacion de personas legas en la orografía.

Siguen en el curso del rio Negro por el Norte los afluentes Pichi-Picun-Leuvu i el Sanquel [174]. Este último tributario mui largo i caudaloso está descrito con detalles prolijos i exactos; es conocido hoi bajo el nombre de rio Neuquen; recorre un valle ancho i feraz, que es considerado como la comarca mas favorecida de la Patagonia i tiene sin duda un gran porvenir. Por el Sur afluye solo, a poca distancia del Limai, el rio de los - Machis ("Hechiceros"). Se observa en las hoyas de los rios de la Patagonia la regla que la mayor parte de sus afluentes viene del N O; (Zapalowicz, Fonck[175]) solo el Limai. Hechiceros i Senguerr vienen del S O.

Un fenómeno que caracteriza el rio Negro, segun el mismo autor, son las grandes inundaciones que producen en él las lluvias o el derretimiento de las nieves i que se esplican por el larguísimo trecho de Cordillera que domina su hoya. Estas avenidas son tan repentinas, que, a pesar del ruido producido por las aguas, las caravanas de indios que andan por el valle apenas tienen tiempo de salvarse i que frecuentemente suceden desgracias.

He aquí los rasgos mas importantes de la descripcion de Falkner, en cuanto se refieren al campo mas inmediato de nuestros estudios. Vemos que significan un adelanto sumamente notable en la jeografía de esta comarca.

El libro de Falkner, aunque sucinto i modesto en su estilo i apariencia, es un verdadero tesoro: pocos paises nuevos podrán gloriarse, como la Patagonia, de poseer una obra fundamental de tanto mérito sobre su estado primitivo.

La memoria, del sabio misionero ingles quedará grabada con letras indelebles en la historia de la Rejion Austral.

La corte de España, obedeciendo a las vagos recelos de la anglofobia que dominaba su administracion tanto en el Atlántico como en el Pacífico, i habiendo sido instruido, por Falkner que hacia mal en descuidar la defenza i colonizacion de las tierras australes, concibió en 1778 un vasto plan de operaciones pura subsanar esta grave falta [176]. El nuevo virei del rio de la Plata, el ilustre D. Juan José de Vertiz puso manos a la obra con toda enerjia. Tocó a D. Juan de la Piedra, al primer superintendente de las nuevas colonias (Funes), i en seguida a las esclarecidos hermanos D. Francisco i D. Antonio de Viedma ejecutar estos trabajos. Piedra fundó el primer establecimiento en la bahia de San José. Francisco de Viedma, quien le sostituyó luego despues, fundó en 1778 en la boca del rio Negro la poblacion i el fuerte El Cármen del Rio Negro, llamado hoi Patagones, la primera i única poblacion fija en el Atlántico que al fin de la era colonial vino a hacer parangon a Castro, la vetusta capital de Chiloé, fundada en 1565 i situada a orillas del Pacifico en latitud aun mas austral. Se fundaron ademas otros establecimientos escalonados a lo largo de la costa en puerto Deseado, en San Julian i en la boca del rio Santa Cruz.

Viedma procedió al mismo tiempo, en virtud de reales órdenes trasmitidas por el virei, a la organizacion de una espedicion para explorar el rio Negro [177], que fué encomendada al Piloto i Alferez de la real armada D.Basilio Villarino Bermudez [178]. Este distinguido marino, gallego de nacimiento [179], habia hecho desde 1779 a 1781 tres reconocimientos sucesivos al rio Colorado, desempeñando a toda satisfaccion estas comisiones difíciles en aguas mui poco accesibles.

Villarino se embarcó en el rio Negro el veinte i ocho de setiembre de 1782, saliendo desde El Cármen con cuatro chalupas de tres piés de calado, armados con pedreros i tripulados por sesenta i dos hombres escojidos [180] i con abundantes provisiones.

Omitimos los detalles de este penoso i largo viaje, ciñéndonos a una idea jeneral i a algunos pormenores que se relacionen mas o ménos directamente con la mision de Nahuelhuapi i los viajes de Menendez.

Como la fuerte corriente del rio estaba en contra i este tenia mui poco fondo en la estacion del verano, el navegante tenia que luchar constantemente con obstáculos mas o ménos serios; la tripulacion tenia que echarse al agua diariamente para arrastrar las embarcaciones por los bajos; en atrae ocasiones habia que tirarlas a la sirga o habia que abrir canales de modo que avanzaban mui lentamente. El 11 de noviembre arribó a la isla de Choelechel, punto estratéjico de gran importancia por dominar las rutas principales de los indios; una de ellas conducia desde El Cármen por la orilla del rio, otra iba por el Norte al rio Colorado, que en esa latitud se acerca mucho al río Negro, i para el Sur salia la tercera, el camino del "cacique Viejo" que pasaba a su tierra, que estaba cerca del puerto Deseado i cruzaba despues de una larga travesia sin agua un arroyo cuyo desagüe no se conocia [181]. Parece que este arroyo de direccion O a E i señalado tambien en el mapa de Villarino, no puede ser otro que el rio Chubut, siendo esta la primera vez que se indicó este rio importante que siguió envuelto en el misterio por muchos años, puesto que se ha reconocido solo en nuestra época.

Choelechel ofrecia ademas la ventaja de poder fortificarse por un simple parapeto de estacas que se llamó fortaleza de Villarino; habia tambien abundancia de pasto para el ganado. Villarino cree que esta era la isla a que solia retirarse el cacique Cacapol, el amigo de Falkner, al volver de sus correrias; conoció tambien una hija de este renombrado cacique, siendo la única que quedaba de su familia. Habiendo descansado en Choelechel i hecho una nueva provision de víveres, siguió viaje el veinte de diciembre.

Antes de llegar a Choelechel i poco despues de volver a salir, Villarino tuvo relaciones con dos tolderias de indios que marchaban a lo largo del río i en la misma direccion que él, para volver a sus tierras situadas en la rejion de Las Manzanas. La primera era la del Cacique Francisco, quien llevaba como lenguaraza a la china Teresa, que dió importantes informaciones a Villarino. Esta misma le volvió a servir mas tarde i se aficionó tanto al trato con los españoles, que pidió i consiguió ser llevada con su hija a El Cármen. En las Manzanas le sirvió otra intérprete femenina, la Maria Lopez. No deja de ser interesante que los intérpretes de los indios sean de preferencia del sexo débil. Se observa constantemente que la mujer india tiene una predileccion por los europeos. Ella parece comprender mejor sus aptitudes sobresalientes i se dedica con preferencia a fijarse en su idioma i a apropiárselo. Así hallamos casi en cada tribu a una muier perspicaz que sirve de intérprete con los viajeros. Menendez i Fitzroy, sobre todo el último, recibieron, lo mismo que Villarino, informaciones útiles de indias intelijentes.

Villarino se malquistó con el cacique Francisco, por no haberle cedido una vaca que le pidió. Mas grave fué aun el inconveniente por la desercion de un marinero, quien levantó por sus calumnias entre los indios una tempestad de odios i temores contra la espedicion por imputarle intenciones hóstiles.

La otra partida de indios, de la tribu conocida jeneralmente bajo el nombre de aucas, estaba capitaneada por el cacique Guchumpilque, a quien veremos sucumbir de trájica muerte en los sucesos que se desarrollaron en el curso de la espedicion. Estos indios, una rama de las tribus araucanas de los picunches o pehuenches, residian en el corazon de las Manzanas al pié de la Cordillera. Segun la descripcion que dieron cultivaban la tierra, sembrando trigo i cebada, pero vivian en toldos lo mismo que los puelches e indios de la Pampa. Algunos de ellos, como el cacique Roman, venian de mas léjos i vivian en ranchos de paja, dedicados a cultivos variados. Este dato significaba un cambio radical en su modo de vivir, siendo labradores netos. Parece que los de esta última clase vivian a orillas del lago Lacar, donde principiaban las condiciones aptas para moradores de asiento fijo. Llevaban ahora ganado robado en los campos de Buenos Aires, que se proponian vender en la plaza de Valdivia. Se hicieron tambien bastante molestos a Villarino por sus exijencias, pero gracias a su circunspeccion i paciencia no hubo conflicto abierto. Dos desertores de la escuadrilla de Villarino que se les habian juntado en esta ocasion, fueron mas tarde asesinados crueimente por ellos.

El veinte i cuatro de enero del nuevo año de 1783 llegó el navegante a la boca del rio Sanquel o Neuquen, que él consideraba como el rio Diamante, que nace en las inmediaciones de Mendoza—error perdonable si tenemos presente que la jeografía de la vasta zona de la Pampa era mui poco conocida en aquella época. Las aguas turbias de este poderoso afluente contrastaban con las claras del rio Negro i tardaban en mezclarse. Por lo demas los detalles algo complicados de esta confluencia coinciden bien con la descripcion dada por Falkner.

Como a mediados de marzo se notó un cambio en el carácter del pais, o siendo la serranía, que limita el valle, de piedra sólida un lugar de la formacion sedimentaria observada hasta ahora, i viéndose por primera vez la distante Cordillera con el cerro Imperial todo cubierto de nieve.

El nombre que Villarino daba a esta primera cumbre nevada que se presentó, no correspondia tal vez a una denominacion jeográfica sino que era una espresion popular con que se designaba a la distancia a cualquier de aquellos famosos picos de la Cordillera. El cerro Imperial es probablemente el volcan Lagnin (Cox) e idéntico al Ricoleufu de Frick i al Monte Copérnico del viajero moderno Dr. H. Zapalowicz[182], el cual domina el centro de la Cordillera i se refleja, en las aguas del lejendario lago Huechun-Lauquen de Falkner; segun Villarino su nombre indíjena es "Yajaunaujén". Este nombre suena algo como "Yahuahuina", una tierra situada al Norte de Nahuelhuapi, mas o ménos en la direccion del cerro divisado por Villarino i a la que hemos aludido arriba. Como los indios dan pocas veces nombres propios a los cerros, sino a los lugares que ocupan, el nombre indíjena de dicho cerro podria corresponder efectivamente a aquella tierra, reconocida por los jesuitas.

Habiendo ido cada vez en aumento las dificultades de la subida por el poco fondo del rio debido a la estacion mas seca del año, Villarino llegó el veinte i cinco de marzo a la confluencia de dos brazos casi iguales que se unen en ángulo agudo, viniendo el uno del SO, i el otro del NO. Hizo un corto reconocimiento de una legua por el primero, llamado por él "rio de la Encarnacion", que es idéntico al Limai o Lime de los autores jesuitas i forma el desagüe del lago Nahuelhuapi. El punto donde alcanzó, es un lugar clásico en la historia de los descubrimientos, siendo marcado por el Peñon de Villarino, el Naufrajio de Cox i la Vuelta de Obligado, que se hallan situados a poca distancia i son otras tantas etapas altamente memorables de estos esforzados esploradores. El rio tenia en su boca doscientas varas de ancho, cinco piés de hondura i una corriente de ocho millas por hora; sus aguas mui claras; las riberas desoladas, aunque principiaban a aparecer algunos manzanos raquíticos. En el mismo punto encontró Villarino la sepultura de un cacique i las primeras muestras de maderas nuevas para él, arrastradas desde la Cordillera [183].

Los jeógrafos arjentinos consideran este rio como el principal, llamando "rio Limai" la seccion comprendida entre el lago Nahuelhuapi i la boca del rio Neuquen, i "rio Negro" la segunda seccion i parte inferior, desde la confluencia de los dos rios primeros hasta su desembocadura en el mar.

Nuestro viajero no daba importancia a la prosecucion de su esploracion por el rio Limai, que lo habria llevado embarcado hasta el mismo pié de la Cordillera i finalmente a Chiloé segun sabia. Ademas de que sus instrucciones no le señalaban esta provincia como el término de su viaje, habria tenido que vencer inmensas dificultades para llegar a ella, porque Nahuelhuapi se hallaba desierto en ese tiempo. Solo mas al Sur los Barrientos estaban haciendo a la misma hora, segun vimos, [184] desde Chiloé una entrada a la Cordillera, pero a demasiada distancia para poder encontrarse con Villarino. Por esta razon resolvió seguir el curso del otro confluyente, alejándose de esa manera del teatro de nuestra historia, sin haberle alcanzado.

Villarino entro pues al otro rio, el Catapuliche o Chimehuin (Cox), llamado hoi comunmente "rio Colloncurá", que debia conducirle a la anhelada "laguna del límite" (Huechunlauquen), situada segun Falkner, frente a Valdivia. La navegacion por este rio un tanto ménos caudaloso que el Limai, fué aun mas penosa que ántes por la falta de agua. A los pocos dias pasó en la ribera derecha un afluente que desemboca al Catapuliche por ocho bocas inaccesibles. Era cito el rio Caleufu, cuyos alrededores se han hecho memorables por haber sido en nuestro tiempo el asiento del intelijente i noble cacique Inacayal, el amigo de Cox, i mas tarde del poderoso cacique Shaihueque, el último caudillo independiente de los indios. Nuestro viajero habia alcanzado ya la célebre tierra de Las Manzanas, es decir, la rejion de Collihuaca, Yahuahuina i Cachaya de las misioneros jesuitas i de triste memoria por la muerte del padre Laguna; era ademas la misma que en nuestro tiempo adquirió celebridad por el cautiverio de los intrépidos viaieros Cox (1863) i Moreno(1880). Villarino la llama "Huechunhuechuen", nombre en que se reconocen tanto el del lago "Huechun", segun Falkner, como el de la comarca "Huechuhuehuin" recorrida por Cox. Hoi dia es el asiento de la villa de Junin, la naciente cabecera de un departamento arjentino.

Villarino, conforme iba arrastrando mas arriba sus embarcaciones por el rio, tuvo ocasion de observar mas i mas la estension i densidad de los manzanales de este valle. Eran bosques tupidos i esclusivos de manzanos i sus frutos cubrian materialmente el suelo, presentando el mismo tipo de vejetacion tan bien caracterizado que ofrecen en mayor escala las orillas de los rios de la provincia de Valdivia situada en la falda opuesta de la Cordillera. Hemos aludido arriba a algunos puntos relacionados con estos manzanales, sobre todo a su oríjen. Agregamos aquí solo de paso que su descubrimiento por Villarino dió una idea completamente nueva sobre la posibilidad de habitar i cultivar la falda oriental de la Cordillera, que se tenia ántes por un desierto estéril, i que las descripciones de los viajeros modernos hacen aparecer los manantiales ménos abundantes que la de Villarino, siendo posible que hayan disminuido desde aquella época, como ha sucedido en algunas partes de Chile, por ejemplo en Cauquenes (A. Plagemann).

Villarino aprovechó largamente la abundancia de manzanas que estaban en su sazon i se recojian con la mayor facilidad. Habia muchas variedades i entre ellas de las clases mas finas. Su tripulacion no solo gozaba, sino que se rehacia de las grandes privaciones del viaje con esta subsidio tan agradable i útil como inesperado. Villarino calculó que gastó i llevó mas de treinta mil manzanas.

Los indios tambien jeneralmente tan escasos de alimentos sacados del reino vejetal, no se solazaban ménos con esto precioso don de la naturaleza i no estrañaban, que Villarino, al decir de su tripulacion, habia venido a esta tierra solo para buscar manzanas. Consideraban ademas una manzana escojida como objeto digno de mérito para demostrar a otra persona su aprecio, teniendo la costumbre de regalar una a sus huéspedes i amigos "por mucha finura". De la misma manera la buena mamá Dominga obsequió a su protejido Guillermo Cox dos manzanas que traia guardadas en su seno.

Otro alimento rico i nuevo que ofrecia esta comarca para los espedicionarios, eran los piñones, que se obtenian de sus dueños, los pehuenches residentes en las faldas del volcan Lagnin i mas al Norte.

Estos dos productos tan valiosos, los únicos de su clase que existian a mas de cien leguas de distancia, atraian en tiempo de su cosecha una gran confluencia de indios nómades, que pasaban el resto del año en otras rejiones. Estos i las tribus estables formaban al tiempo de la estadia de Villarino una indiada bastante numerosa, con lo que tuvo que entrar en relaciones. Se hallaban allí las tolderias del cacique Francisco i mas adentro la del cacique Guchumpilque, con quienes habia trabado relaciones al principio de su viaje i que habian demorado ménos tiempo que él para llegar. Ademas moraba aquí el altivo cacique Chulilaquin (de chuln "prender" i laques "bolas" [185]), con quien el superintendente de El Cármen tres años ántes habia celebrado un tratado de paz, habiéndole enviado el virei de Buenos Aires con este motivo un gran baston como símbolo de autoridad (Zeballos [186]).

Los indios en su trato se mostraban mui molestos i exijentes, pidiendo no solo aguardiente, yerba, tabaco i bizcocho, sino aun sombreros i bayetas. Villarino se vió en grandes apuros para satisfacer tantos pedidos, de modo que tuvo que dar muchas cosas de su propiedad particular. El benemérito historiador P. Gregorio Funes asegura, que el abnegado esplorador regaló a los indios hasta las cubijas de su cama [187]. "Estos agasajos no labraban en ellos el reconocimiento, porque a los españoles parece que los miraban como fuera de la lei"; abrigabun siempre propósitos siniestros, que se frustraron felizmente por la prudente conducta de Villarino (Funes).

El cacique Chulilaquin se mostró algo mas prudente en sus exijencias. Guichalachen, una de sus mujeres, vino a ver tambien a Villarino, quien tuvo que usar en estas ocasiones "toda la precaucion, que se necesitaba al tratar con ellos, i aquellas rústicas i groseras políticas que son propias para hacerse amable entre esta gente salvaje". Conoció al último mas de cerca la familia mui numerosa de Chulilaquin i notó que ella se distinguia por cierto aire aristocrático i modales mas finos. Una cuñada de Chulilaquin mereció a los espedicionarios el sobrenombre de "la princesa".

La familia del mismo cacique ofrecia un notable ejemplo de lonjevidad: vivia aun su abuelo, quien era el cacique de una numerosa tolderia, i una nieta de Chulilaquin habia alcanzado recien la pubertad, acontecimiento que se celebró con la fiesta acostumbrada. Habia por consiguiente representantes de cinco jeneraciones vivas, hallándose la sesta en estado de boton.

Nuestro viajero se informó de los indios sobre las tierras vecinas i sobre los españoles que hubieran entrado en ellas. He aquí un estracto de sus relaciones:

En el rio Encarnacion (Limai) hai estensos bosques espesos. Yendo arriba el rio como dos jornadas i dejándolo a la izquierda para cortar en seguida por el campo, luego se veia el mar. No sabemos si se tiene efectivamente en mira el mar o el lago Nahuelhuapi. En la orilla del mismo rio hubo la poblacion de los españoles, la capilla i casa estaban situadas en el paraje llamado Tucamelel, nombre derivado de thuca, "el centeno" o grano indíjena usado por los indios antes de la conquista (Febres, Luis de la Cruz?) i de malal "corral, cerca, cuartel, fortaleza". El mapa de Villarino, precioso documento descubierto i publicado solo hace poco por el señor Estanislao Zeballos, señala la mision en el paraje Tucamelel en la orilla derecha del rio Encarnacion, sin indicar el lago Nahuelhuapi. Los indica refirieron ademas, que no hacia mucho tiempo los cristianos vinieron por el rio en barcos chicos, pero que se les rompieron entre las piedras, por lo que tuvieron que volverse. Villarino conjeturaba con razon que estos españoles habian venido de Chiloé, habiendo construido sus embarcaciones al pie oriental de la Cordillera [188]. Tendremos todavia ocasion de ocupamos de este incidente memorable.

El autor obtuvo estos datos principalmente de la Maria Lopez, la lenguaraza ya mencionada i de su marido, que era hermano de Chulilaquin, quienes estaban bien informados sobre el rio Encarnacion i la antigua mision de Nahuelhuapi. Encontraremos a orilla del rio Limai una india de apellido Maria i a su marido, que dieron informes sobre la mision a Menendez; pudiera que hayan sido idénticos.

Vemos que los datos de Villarino sobre el campo de nuestros estudios especiales, la rejion de Nahuelhuapi, son defectuosos, quedando atras de los de su antecesor Falkner. Con toda la concordancia del paraje Tucamelel con el señalado ántce por ese autor no deja de ser importante. Completa este dato la relacion que hizo a Cox [189] la mujer del cacique Huincahual, la cual era descendiente de los antiguos limaiches, asegurando que éstos habian vivido cerca de la antigua mision en un lugar llamado Tucumalal. Por fin este mismo nombre es confirmado por D. Francisco P. Moreno: habiendo llegado al lago Nahuelhuapi en 1876, fué informado por los indios que se llama "Tequelmalal" (nombre de un paradero vecino) i "Strectialavquen" [190]. El primero de estos nombres no corresponde en rigor al lago mismo, pero vemos que la tradicion del paradero situado en sus inmediaciones se ha conservado desde el tiempo de Falkner. El otro nombre indicado por Moreno, el cual es de sonido algo estraño (quinta por ser tehuelche en la primera mitad), merece atencion, porque es el único que se haya conocido, i solo recientemente, al lado de su nombre usado esclusivamente desde tiempo inmemorial.

Otro dato que debemos a Villarino i que no es mencionado en los anales de fuente chilena, es la tentativa malograda de bajar embarcado por el rio Limai i que debió haberse emprendido desde Nahuelhuapi por viajeros venidos de Chiloé o Valdivia. Es mui significativo que sus embarcaciones hayan naufragado, porque los esploradores que los siguieron en nuestro tiempo corrieron la misma suerte. Los autores arjentinos (Martin de Moussy, Santiago I. Albarracin i E. Zeballos) atribuyen esta empresa al padre Guell, el mismo misionero jesuita de cuyos viajes nos hemos ocupado en el capítulo anterior. Aunque esta conjetura parezca mui verosímil, creemos, sin embargo, que no es exacta, fundándonos en los datos de Menendez. Tendremos ocasion mas adelante de debatir esta cuestion.

Los indios de Huechunhuechuen habian tenido poco antes ocasion de comerciar cerca del rio Limai con indios tehuelches venidos del puerto San Julian, en el cual el ilustre don Antonio de Viedma, hermano del superintendente de El Cármen, habia fundado hace poco un establecimiento. "Estos indios venian mui ricos con las alhajas que les habian regalado los cristianos de aquella colonia". Este encuentro nos da una idea de las largas distancias que recorren los habitantes de los desiertos de la Patagonia, desde que se han hecho dueños de caballos, i de las rutas principales i fijas que siguen año por año estas tribus errantes. Mencionamos ya arriba tres de ellas, la del valle del rio Negro, la del rio Colorado i la del rio Chubut. Por la cuarta, una de las mas importantes, el camino real de la Patagonia, vienen los tehuelches del rio Santa Cruz i de San Julian; se dirijen primero al pié de la Cordillera i siguen por la rejion sub-andina al Norte hasta el lago Nahuelhuapi o hasta Huechuhuehuin. Es esta la misma que siguió Musters en 1869. Fuera de Villarino, notaron tambien Menendez, i Cox la afluencia de una indiada mui numerosa a las comarcas citadas. Estos caminos, cada uno de cien a doscientas leguas de largo i con etapas fijas, son las arterias por las que circula la vida de estas tribus nómadas de costumbres tan orijinales.

Las noticias que mas interesaron a Villarino fueron las que se referian a la comunicacion de su paradero actual con Valdivia. Los informes eran unánimes en que distaba solo tres o cuatro jornadas desde Huechunhuechuen i que solian venir cristianos a los toldos para negociar el ganado robado en las estancias de Buenos Aires. Hizo dilijencias para conseguir un chasque para Valdivia con el fin de ponerse en relacion con el gobernador de esa plaza, i aunque no le consiguió por de pronto, los indios le prometieron buscarle.

Villarino iba llegando mientras tanto a fuerza de la enerjia con que trabajaba la tripulacion, que esperaba llegar pronto a Valdivia, hasta mui cerca de la confluencia del rio Huechunhuechuen, el desagüe del famoso lago del límite, i el rio Catapuliche, situado segun su cálculo en 39° 40', es decir, casi en la misma latitud que Valdivia. Habia en este punto una especie de poza en que las embarcaciones estaban seguras, siendo por lo demas imposible avanzar mas.

En estas circunstancias un suceso inesperado vino a turbar las esperanzas halagüeñas de nuestro abnegado piloto. Chulilaquin se le presentó un dia para comunicarle que en la noche pasada un hijo suyo habia dado muerte al cacique auca Guchumpilque, por haber venido a exijirle que se juntara con él para esterminar a los españoles, siendo su amor a ellos el motivo que le obligó a este lance violento en que habia espuesto la vida en su defensa. Pidió al mismo tiempo la proteccion de Villarino, puesto que todos los demas indios se habian conjurado a vengar la muerte del occiso. Villarino se la concedió i recibió a Chulilaquin con toda su familia i tolderia en su cuartel. No debemos omitir, para caracterizar bien esta trájico suceso i los móviles que lo hayan orijinado, que segun delató la lenguaraza Teresa a Villarino, el motivo del asesinato de Guchumpilque no habria sido el indicado por Chulilaquin, sino una antigua desavenencia entre los dos, tratándose del rescate de una hija de aquel, que éste tenia cautiva [191]. Si esta version fuese efectiva, resultaria que el astuto cacique habria inventado aquel cuento de sus sacrificios a favor de Villarino con el fin de obtener su proteccion contra sus enemigos justamente ofendidos. Parece que Villarino no dió crédito a la insinuacion dicha, porque siguió confiado en la lealtad de Chulilaquin.

Al dia siguiente tuvo lugar una especie de parlamento solemne entre las dos partes. Chulilaquin vestido de galones i ostentando su baston de mando protestaba su fidelidad a la corona de España. Dijo que segun noticias que lo dieron, el Cacique Negro (individuo por demas pérfido i funesto, segun veremos mas adelante) habia asegurado en El Cármen que él habia cortado el baston' para rebenque, pero que conservaba esta prenda mui estimada, que traia para probar la falsedad de esa calumnia. Ponderaba tambien el gran servicio hecho a Villarino al oponerse a los designios siniestros de Guchumpilque. Villarino por su parte ponia en alto el poder de su monarca i exhortaba a Chulilaquin a ser un vasallo obediente. Llegaron a fraternizar: Chulilaquin abrazó a Villarino, dando las gracias a Pepechel[192] que le habia traido su mejor hermano, mientras Villarino quedó convencido que su nuevo amigo era "uno de los hombres mas capaces i reflexivos que habia tratado [193]".

Siguieron en esta buena intelijencia, pero resultó despues de algunos dias que los aucas ofendidos no daban paso al chasque para Valdivia, que buscaba Villarino, i que los víveres principiaban a escasear. Mientras tanto, como la estacion iba ya avanzada i el rio creció con las lluvias, se notó que la navegacion rio abajo seria fácil,—circunstancias todas que le aconsejaban dar la vuelta, que quedó acordada.

Chulilaquin, al saber la resolucion de Villarino, se inmutó fuertemente i, viendo que se mantenia firme en ella, tomó el partido de huir de sus enemigos, emprendiendo el mismo dia el viaje por tierra a El Cármen para ponerse bajo el amparo de los españoles.

El dia cuatro de mayo dirijió Viliarino la proa de sus naves rio abajo para volver. Ya al dia siguiente llegó a la confluencia del rio Catapuliche con el Encarnacion. En esta rejion halló el aspecto del pais bastante diferente del que habia observado en la subida: el rio llevaba mucha mas agua, lo que favoreció notablemente la bajada; en la Cordillera nevaba i en los llanos llovia, con lo que corrian varios arroyuelos al rio. El viaje de bajada fué mui rápido i sin tropiezo serio alguno. En la boca del rio Sanquel (Neuquen) notó que este rio traia ménos agua que a la ida i que el caudal del rio Negro, mas abajo de la confluencia, no era mas crecido que en la época del verano cuando pasó en la ida. Este fenómeno se esplica por la mayor escasez de las lluvias en la vasta hoya del Neuquen, cuyo clima es mas seco que el de la hoya del Limai, en que abundan. Por otra parte como los afluentes de éste último rio nacen en lagos, derrama sus aguas con mas uniformidad que el Neuquen, de modo que sus creces no son demasiado fuertes. Es probable que las grandes avenidas, de que habla Falkner, sean producidas por las creces repentinas del rio Neuquen, que no es alimentado por lagos.

Por fin Villarino ancló en El Cármen el dia veinte i cinco de mayo de 1783, despues de una ausencia de ocho meses, habiendo llevado a cabo con felicidad uno de los viajes mas notables de que se tenga memoria.

Sin embargo, no fué bien recibido por el superintendente Viedma. Se habia permitido quejarse en su "Diario" de cierta neglijencia de parte de su superior en la provision de los elementos para la espedicion. Viedma se vengó acompañando el diario de Villarino, al remitirlo al virei, de varias notas ofensivas para el piloto aunque de poco fondo efectivo.

El Marques de Sobremonte[194] pidió informe al capitan de navío D. José Varela sobre el reconocimiento i diario de Villarino. Ente intelijente marino, en un lucido aunque sucinto informo, manifestó que, segun los datos de la esploracion de Villarino, era imposible que una potencia estranjera se internase por el rio Negro i alcanzase a pasar la Cordillera, desvaneciendo de esa manera el fantasma de los denuncias de Falkner que habian preocupado tanto la Corte de España. Aconsejó abandonar todos los establecimientos de la costa del Atlántico con escepcion de El Cármen. Señaló ademas el error en que habia incurrido Villarino al considerar el Sanquel como el rio Diamante, observando con razon que las dos hoyas respectivas están separadas por la del rio Colorado. Por último Varela hizo justicia a Villarino, pidiendo que se le protejiera en contra de las notas del superintendente i reconociendo que habia trabajado mucho i bien.

El gobierno español adoptó, despues de muchas deliberaciones, la opinion de Varela i desalojó los establecimientos recien fundados en la costa patagónica, dejando subsistentes solo los de El Cármen i de San José.

El virei dispuso en octubre del mismo año que Villarino se restituyera a Buenos Aires. Parece que volvió pronto a El Cármen para seguir prestando sus servicios en la misma costa.

Ya un año antes, despues de sus reconocimientos del rio Colorado. Villarino habia sido propuesto para teniente de navío, pero murió sin haber gozado tan merecido ascenso (Zeballos).

En 1784, D. Juan de la Piedra, siendo comandante del Rio Negro, emprendió una espedicion militar contra los indios en direccion al rio Colorado, provocando al poderoso Cacique Negro, al cacique Francisco (Funes) i a otros. Segun Zeballos, Villarino tomó parte en esta espedicion, que tuvo un éxito desgraciado, muriendo Piedra i Villarino. Hai diverjencia de opiniones sobre la fecha de la muerte de nuestro esplorador. Funes describe la espedicion i la muerte de Juan de la Piedra, sin nombrar a Villarino [195]. Los datos de que habla Angelis[196], no se han publicado.

El célebre navegante D. Alejandro Malaspina refiere que Villarino fué muerto con otros muchos en el primer año del vireinato del Marques de Loreto [197], lo que es conforme con la opinion de Zeballos.

Villarino habia sido íntimo amigo del cacique Chanel, mas conocido bajo el nombre de el "Cacique Negro", a quien cita en varias partes de su diario. Sin embargo, esta amistad no podia ser sincera, porque el mismo cacique habia manifestado su inclinacion verdadera, ridiculizando, segun vimos, a Chulilaquin por su adhesion al gobierno de España al empuñar su baston de mando recibido del virei. Por último, este indio pérfido calificado ántes como gran amigo de los españoles, lo mismo que el funesto Manquehunai de Nahuelhuapi, acabó por cortar la existencia de nuestro noble héroe.

No deja de ser significativo que el honrado i formal cacique tehuelche Camelo, llamado comunmente "Julian el Gordo", quien prestó tan buenos servicios al gobernador de San Julian D. Antonio de Viedma i a los colonos, señalara a los indios del rio Negro i a su cacique Chanel, como malos i enemigos suyos [198]. Es como si la amistad o enemistad de los españoles sirviera de norma a los caciques para determinar segun ellas las relaciones mútuas, de afeccion u odio, entre ellos.

Tanto en las riberas del Atlántico como en las del Pacifico, no han faltado ilustres víctimas que han sucumbido en la lucha con la barbarie o con los elementos.

La figura de Villarino como piloto de la marina española, nos invita a comparara con la de otro piloto de ella, que trabajó casi en la misma época en la costa opuesta del Pacifico. Es este el benemérito José De Moraleda i Montero, a quien hemos tenido ocasion de citar tantas veces, por habernos legado una abundante fuente de informacion. Moraleda le era sin duda superior en instruccion i habilidad técnica; sus "Esploraciones" i sus mapas dejan mui atras a los trabajos análogos de Villarino, tanto en la forma como en el contenido. En cambio el segundo, por la rara prudencia i enerjia que desplegó en las circunstancias mas difíciles, aventajó en mucho a Moraleda, quien, aunque un marino consumado, no se vió espuesto a los peligros que amenazaban a aquel por todos lados.

De todos modos, el viaje de Villarino quedo legado a la posteridad como uno delos mas notables: confirmó casi en todas sus partes la admirable descripcion de Falkner, basada en su mayor parte sobre noticias verbales de los indios, i atravesó embarcado casi todo el ancho del continente. Solo Musters ha prestado un servicio igual a la jeografia, atravesando la Patagonia en la direccion lonjitudinal.

En cambio cupo a Villarino el incomparable mérito de haber establecido un hecho de sobresaliente importancia practica: la navegabilidad del rio Negro hasta cerca de la Cordillera. Desde que en nuestro tiempo los incansables esploradores D. Guilllermo E. Cox, D. Erasmo Obldado i D. Eduardo O' Connor han ligado de ambos lados el término de su esploracion fluvial con el campo de los trabajos de los misioneros jesuitas i de Menendez, tenemos una via de navegacion fluvial mas o menos espedita i de curso casi recto desde el Atlántico hasta el pié del paso Perez Rosales, que hoi, con los caminos recien abiertos, queda apenas a dos jornadas de las orillas del golfo de Reloncaví, que se interna en la Cordillera. Este paso aventaja todos los pasos situados mas al Norte, como los de Puyehue, Raneo i Villarrica i los demas que siguen, por ser el que se halla a menor distancia del Pacifico, de modo que ofrece la línea mas corta de mar a mar. Su variante el Vuriloche, de lejendaria memoria, tiene las mismas condiciones con la diferencia que evita los lagos. Los obstáculos de la navegacion del rio i las dificultades del paso cederán a la accion de los medios modernos de la mecánica. Ademas el valle del rio Negro con sus vegas fértiles ofrece una via exenta del carácter rie desierto que domino los otros trayectos. En la culta Europa estamos acostumbrados a ver que las vias de comunicacion siguen de preferencia las poblaciones escalonadas a lo largo de los rios i por eso nos figuramos que en esa cuenca sucederá lo mismo [199].

De esta manera se nos presenta aquí una ruta de tránsito interoceánico preformada por la naturaleza i de condiciones únicas e inmejorables, la cual es destinada a ejercer en lo futuro una influencia mui marcada sobre el desarrollo de la Patagonia i sobre la prosperidad de Chile i la Arjentina.

Hace siete lustros el que escribe estas líneas unió su voz a la de su amigo el esclarecido esplorador D. Guillermo E. Cox, para señalar la importancia de la Patagonia, que este intrépido viajero acababa de esplorar por vez primera, i para proponer el valle del rio Negro como la via local e interoceánica por escelencia [200]. Desgraciadamente nuestros esfuerzos quedaron estériles en aquel entonces.

Hoi por hoi tenemos la satisfaccion, bien que algo tardia, de ver que nuestros propósitos se vayan realizando, siendo que las condiciones oro-é hidrográficas de la ruta en cuestion han sido reconocidas por hombres prácticos i emprendedores, que principian a esplotarlas en provecho del comercio entre ambos lados de la Cordillera [201]. Dándose libre curso a esta vigorosa i espontánea iniciativa, no dudamos que la Patagonia, considerada ántes como un pais enteramente improductivo, marchará desde ahora hácia un porvenir próspero i halagueño.

LOS FRANCISCANOS



Acabamos de hacer una escursion histórico-jeográfica desde el lago de Nahuelhuapi por el ancho del Continente hasta la costa del Atlántico. En el desarrollo de los viajes o incidentes descritos nos hemos propasado en algunos años a la fecha de la espatriacion de los jesuitas, que precedió esta disgresion. Tenemos que retroceder ahora para reanudar nuestra narracion con ese grave suceso histórico, volviendo al mismo tiempo a nuestro campo de asiento i a Chiloé como base de nuestras operaciones. Aproxímase ya a su fin esta larga disertacion destinada a introducirnos a los lejendarios viajes de Menendez a aquel mismo lago.

D. Manuel de Amat, omnipotente virei i celoso guardian de los intereses de su patria, no satisfecho con haber coopermado eficazmente a la destruccion del poder de los jesuitas, marcó su gobierno ademas por otras medidos no ménos trascendentales, tratando de dar mas vuelo aun a su ambicion i al poder de su alto destino. El virei elijió como campo principal de su actividad el lejano archipiélago de Chiloé, para el cual la época de la espulsion fué fecunda en otras reformas incisivas que se efectuaron casi de un golpe.

La primera de estas medidas fué la traslacion del puerto de Chacao, donde se hallaba establecido desde la conquista, a San Cárlos. El piloto peruano D. José De Orejuela habia recomendado ya en 1759 la bahía desierta de Ancud, que acababa de reconocer, para el puerto de la Provincia. Amat "hizo presente al rei que los Ingleses solicitaban hacer establecimientos en esta Mar y que ninguna era mas proporcionada a su designio que la referida Isla" [202]. Volvemos a encontrar aquí el temor a los ingleses que le dominaba. Habia otra razon de mas peso tal vez que abogaba a favor de esta medida i que era el peligroso acceso del puerto de Chacao por los corrientes i bajos del canal de su nombre. El rei aceptó la proposicion del virei i "ordenó por Real Orden de 20 de agosto de 1767 procurarse fortificar el puerto de Lacui conocido por el del Ingles", debiendo nombrarse con este motivo un nuevo gobernador con cuatro mil pesos de sueldo. El gobernador Cárlos de Beranger puso en ejecucion esta órden, retirando la poblacion de Chacao i estableciéndola en San Cárlos en un lugar llamado Ancud situado en frente del puerto Ingles. Hemos aludido arriba [203] a las dificultades que hubo que vencer para desalojar a los vecinos de Chacao de sus hogares. El cura no quiso seguir a San Cárlos, sino que se quedó en Chacao desobedeciendo las órdenes del goberdador (Beranger) [204].

Casi al mismo tiempo el virei propuso al rei que la administracion de Chiloé fuera puesta bajo la dependencia directa del Vireinato. El virei se fundó ante todo en la garantia, que daba esta medida, de la defensa mas eficaz contra una invasion extranjera, i ademas en otras conveniencias de cierto mérito. Como el paso por tierra entre Chiloé i Concepcion estaba interceptado por los indios independientes i el número de embarcaciones, con que contaba la Colonia en el Pacífico, era tan exiguo, Chile no poseia medios de comunicacion para mantener relaciones comerciales con Chiloé. Hacia mucho tiempo que el Archipiélago surtia su comercio esclusivamente del Callao i Lima i remitia para allá sus escaños productos de retorno. De Lima le venia tambien "el real situado". Este ausilio tan importante habia ascendido antes del año de 1754 solo a $ 11,784 i no se remitia con exactitud. En 1779 el situado del "Presidio de Chiloé" [205] se habia aumentado a $ 26,883. Por despacho del 15 de octubre de 1768 el rei aprobó la separacion administrativa de Chiloe del reino de Chile i su dependencia directa del Vireinato.

No deja de ser interesante la opinion que formula Carvallo sobre los motivos de este cambio gubernativo i que refleja probablemente la que corria en público en Chile. Dice que fue solo una cuestion de etiqueta entre el virei Amat i el gobernador de Chile D. Antonio Guill i Gonzafa. Considera perjudicial esta separacion, como lo fuera la de Valdivia cuando dependia directamente del Perú, i cree que deberá revocarse por haberse restablecido ya la comunicacion por tierra [206].

El rei ordenó mas tarde repetidas veces que Chiloé volviese a depender de la autoridad de Chile, pero esta providencia no se llevó a efecto, de modo que la separacion quedó subsistente hasta la guerra de la Independencia (Barros Arana). En cuanto a la jurisdiccion eclesiástica del Obispado de Concepcion en Chiloé, no sufrió cambio alguno por su adjudicacion al Vireinato.

Junto con estas medidas importantes Amat tuvo que atender a otra necesidad urjente que se hacia sentir desde el estrañamiento de los jesuitas del Archipiélago. Habia que llenar el vacio que su remocion habia dejado en las misiones. Entendemos que el rei destinó a la órden de los franciscanos como sucesores de los jesuitas en todas las misiones que habian sido desocupadas por su repentina relegacion.

Esta venerable i antigua órden habia cultivado sin alteracion desde su fundacion la fé cristiana en su forma mas sublime i acendrada, tal como reinaba en la fervorosa cristianidad de la Edad Media. Se dedicaba a una vida contemplativa i estrictamente reservada. Ademas atendia con preferencia a las obras de caridad i observaba con rigor el precepto de la pobreza. Formaban pues, cierto contraste con sus émulos los jesuitas, cuyas tendencias absorbentes los habian hecho temibles al gobierno de España.

Habia otras razones mas que recomendaban a los franciscanos a los ojos del rei para este cargo: Ellos se hallaban en sus dominios en suficiente número para atender a todas las misiones, eran misioneros abnegados a toda prueba i sus obras emprendidas en la conversion de los indios podian revalizar con las de los jesuitas. Finalmente escojian a los miembros de su órden, destinados a servir en América, entre los nacionales de la Metrópoli; el rei mismo se encargaba de remitidos periódicamente desde España un número suficiente de relijiosos. De esta manera el gobierno de España se hallaba libre del temor de que sus Colonias fuesen infestadas por misioneros estranjeros como habia sucedido con los Jesuitas.

Hecha la eleccion se dispuso que el Colejio franciscano de San Ildefonso de Chillan se hiciera cargo de las misiones de Chiloé.

Este colejio, destinado especialmente para propagar las misiones entre los indios de Chile, habia sido fundado en 1756 por el padre Fr. José Seguin venido con este objeto del Colejio de Santa Rosa de Ocopa en el Perú. En esta ocasion tuvo lugar el incidente que los franciscanos de Chile, requeridos por la autoridad superior, para ceder a los emisarios de Ocopa uno de sus establecimientos, i poco gustosos de acceder a esta exijencia, ofrecieran para este fin el mas apartado i el mas modesto de sus establecimientos, el Colejio de los Anjeles de Chiloé, que no corresponderia sin duda al objeto. Vemos que faltó poco para que el venerable Colejio de Ocopa que se nombra aquí por vez primera, hubiese establecido ya en aquella época una sucursal en Chiloé, como vino a efectuarlo mas tarde, desempeñando un papel tan importante en nuestra historia.

Como el comisario jeneral de la Orden insistiera, el provincial en Santiago tuvo que ceder i entregó a las misioneros venidos de Ocopa el hospicio que poseian en Chillan [207]. Este convento ensanchado convenientemente fué desde entonces la cabecera de las numerosas e importantes misiones franciscanas de Chile, que tomaron mayor incremento a los pocos años por unirse a ellas las que habian dejado vacantes las jesuitas.

El colejio de Chillan, debiendo hacerse cargo de las misiones de Chiloé, destinó a ellas seis sacerdotes i dos hermanos legos, que fueron las padres Fr. Andres Martinez. Fr. Miguel Ascasubi, Fr. Domingo Ondarza, Fr. Francisco Arroyo, Fr. Narciso Villar, Fr. Juan Zeldran i los legos Fr. Iñigo del Rio i Fr. Estevan Rosales. Salieron de Chillan en julio de 1768.

Para llegar a Chiloé, provincia situada a distancia relativamente corta, estos misioneros, no habiendo buque para llevarlos directamente, tuvieron que embarcarse primero en Talcahuano en direccion opuesta para el Callao. Esta falta de medios de comunicacion entre puntos cercanos de un mismo pais nos da una idea bien triste del estado de la Colonia en aquella época. Como el comercio i las industrias se hallaban en la infancia, la viabilidad estaba enteramente desatendida.

En Lima los misioneros fueron habilitados de todo lo necesario, i volviendo a embarcarse en el Callao, llegaron finalmente a Chiloé despues de haber dado un rodeo tan grande.

Los nuevos misioneros se dedicaron con todo celo a su tarea, tratando de satisfacer las exijencias en cuanto permitiera su corto número. Fr. Narciso Villar, quien residia en Castro, se hizo cargo de la mision circular i la corrió con las mismas prácticas i devociones con que la habian ejercido los jesuitas.

Desgraciadamente estos misioneros reconocieron al poco tiempo de su estadia, que no solo su reducido número sino sobre todo la dificultad de comunicarse con su casa matriz no les permitian cuidar estas misiones como era debido [208]. Tuvieron ademas algunas desavenencias con los curas i la autoridad civil del Archipiélago. Pidieron por consiguiente en 1771 ser relevados, i en vista de un arreglo celebrado con el colejio de Santa Rosa de Ocopa, el mismo que acabamos de mencionar, se acordó que este quedase al cargo de las misiones de Chiloé. El virei Amat aprobó este cambio, que se le presentaba tanto mas oportuno, por completar la adjudicacion de Chiloé al Vireinato efectuada por él, en una parte mui esencial, quedando tambien las misiones bajo su dependencia directa. Segun Beranger, Amat subrogó las misiones de Chillan con las de Ocopa para estendar las misiones a los indios de las tierras magallánicas i del Fuego.

Los misioneros de Chillan se retiraron de Chiloé, volviendo a su convento: solo el hermano lego Fr. Iñigo del Rio se quedó, porque figura despues entre los misioneros de Ocupa en Castro. Poseemos solo pocaos datos sobre la suerte ulterior de estos misioneros. Fr. Narciso Villar volvió a las pocos años a Santiago de Galicia en España (Agüeros). Fr. Miguel Ascasubi fué veinte años despues guardian del convento de Chillan i escribió allá su notable "Informe cronolójico sobre las misiones de Chile", que nos ha servido de valiosa fuente de informacion.

La trasferencia de las misiones de Chiloé al Colejio de Santa Rosa de Ocopa inauguró para estas una nueva era de brillo, que continuaba con el mismo éxito la que habian iniciado sus antecesores los jesuitas.

El convento de Ocopa, situado en el delicioso valle del Jauja, fué fundado, primero como hospicio, por el padre Francisco de San José en 1724 [209]. Fué confirmado como colejio de Propaganda Fide, en 1757, por una cédula real i gozó desde el tiempo del virei Amat de una dotacion de diez mil pesos anuales. No faltaron a esta institucion, destinada a la vida ascética i a las obras de caridad, grandes vicisitudes que turbaron la paz tan necesaria para atender a su mision: Si fueron principalmente ajentes esteriores los que produjeron estos trastornos, hubo tambien una crisis mui grave que nació en su propio seno. En la historia de la Colonia i tambien de Chile se rejistran numerosas cuestiones mui ardientes, suscitadas en los conventos de regulares por las elecciones de sus superiores. Una de estas tuvo lugar en Ocopa en 1787. Seria largo relatar aquí los incidentes de este ruidoso capítulo. Nos limitamos a comunicar solo el desenlace final, que fué satisfactorio: Por la intervencion del virei D. Teodoro de Croix se restableció la tranquilidad i se elijió al P. Fr. Manuel de Sobreviela, persona sumamente digna i competente, el protector i amigo de Menendez [210].

En la guerra de la Independencia los franciscanos de Ocopa, que eran casi todos españoles de nacimiento, se decidieron por el partido realista. Por esta razon el libertador D. Simon de Bolívar decretó en 1824, despues del triunfo de la revolucion, la clausura del convento, dando otro destino a sus edificios. Por fin en 1849 la República le restableció, siguiendo el convento desde entonces hasta hoi una marcha floreciente.

El valle de Jauja está situado entre los dos cordones principales que forman en esa latitud la cordillera de los Andes. El rio Jauja se dirije al Este, lo mismo que casi todos los rios que nacen al pié oriental del primer cordon; vierte sus aguas por el intermedio de varios rios cada vez mas caudalosos en el rio Ucayale i finalmente en el Amazonas.

Ocopa se halla a distancia relativamente corta de la vasta zona silvestre que se estiende al pié del segundo cordon i es conocida jeneralmente en el Perú como "las Pampas del Sacramento" o como "La Montaña", siendo regada por los rios Marañon o Alto Amazonas. Huallaga i Ucayale. Esta rejion era el campo principal de los misioneros de Ocopa El jénio salvaje i pérfido de las tribus que la pueblan i la inclemencia de la naturaleza tropical hacian sus trabajos aun mas difíciles que en los territorios de Chile que nos son familiares. Los franciscanos tuvieron que deplorar la muerte de numerosos misioneros que sucumbieron en aquella lucha heróica. En cambio obtuvieron resultados mui satisfactorios. Eduardo Poeppig, el aventajado viajero a quien hemos tenido ocasion de citar varias veces, visitó en 1830 las misiones de Pachiza i Uchiza fundadas en 1790 por el ilustre Sobreviela. Habla lleno de admiracion i gratitud de los padres Fr. Ramos Bazardes i Eusebio Arias, dos venerables misioneros ancianos, quienes se habian mantenido, desde aquella época i durante la guerra de la Independencia, reducidos a sus propios recursos entre pequeños grupos de indios fieles i prestaron al viajero a su paso valiosos servicios [211].

Por el Oeste de Ocopa, el valle de Jauja, un paraiso terrenal, se halla a espaldas de Lima a una altura considerable (3.000 m.) i rodeado a la distancia de cordilleras cubiertas de nieve, i goza de un aire especialmente puro i vivificador, de modo que los enfermos del pulmon afluyen a él en busca de salud, la que consigue efectivamente una buena parte de ellos. El valle es hoi dia fácilmente accesible por el ferrocarril de la Oroya.

El convento de Ocopa era i es todavia un establecimiento mui notable, indudablemente uno de los mejores de la América del Sur. Recuerda precisamente uno de muelles magníficos conventos antiguos de edificios monumentales que solemos encontrar en la culta Europa en los puntos mas pintorescos pero solitarios de comarcas favorecidas, convidando al viajero a la vida contemplativa que llevaban sus moradores en la Edad Media.

Santa Rosa de Ocopa es un monasterio estenso con gran número de celdas para los relijiosos i alojados, refectorio, biblioteca i demas dependencias. Pero por lo que se distingue mas es por su magnífica catedral con sus tres torres i sus pinturas al fresco en el interior que representan los martirios de los miembros de su órden que han caido víctimas de las manos de los indios infieles.

Los padres de Ocopa ejercitan con largueza la caridad con los pobres de la vecindad i una hospitalidad liberal con todos los viajeros que acuden a sus puertas. Adolf Bastian, el célebre etnógrafo de Berlin, pasó una temporada como su huésped, siendo mui bien atendido, i nos ha dado una descripcion animada de Ocopa, en que reconoce, lo mismo que Poeppig, el mérito de los trabajos humanitarios de los misioneros. Charles Wiener, autor de obras notables sobre la etnografia del antiguo reino de los Incas, pasó tambien por Ocopa i trae en su libro una hermosa vista de la iglesia i convento [212].

Vemos que el Colejio de Ocopa era una institucion modelo que bien podia civilizar a las tribus salvajes de "La Montaña" del Perú i a la vez sostener en escelentes condiciones las misiones de Chiloé, aunque tan distantes, que acababan de ponerse bajo su dependencia. Con razon Menendez le menciona siempre con singular respeto i amor.

En 1768 i 1770 llegaron a Ocopa dos espodiciones de treinta i seis i veinticinco relijiosos respectivamente, remitidos desde España por el rei para resforzar el personal disponible para las misiones. Una órden real dispuso que la cantidad de cinco mil pesos, invertida por la caja de Cádiz en esta remision, fuera reintegrada descontándola del sínodo anual que se pagaba al Colejio. Como se habia efectuado en este mismo tiempo la trasferencia de las misiones de Chiloé a ese convento, el virei Amat dispuso que algunos de los misioneros recien llegados pasasen a Chiloé para hacerse cargo de ellas. El mismo virei asignó a estos misioneros una renta anual de 3,130 pesos "con cargo de reintegro de las Reales Caxas de Chile" [213]. Segun Agüeros el sínodo anual de cada misionero era de 250 pesos.

La comision que se envió desde Ocopa para hacerse cargo de las misiones de Chiloé se componia de los relijiosos siguientes:

:Padre Frai Joseph Sanchez, presidente
Padre" Frai" Miguel Arnau
Padre" Frai" Manuel Cortina
Padre" Frai" Juan Bautista Periano
Padre" Frai" Alfonso Reyna
Padre" Frai" Diego Lozano
Padre" Frai" Benito Marin
Padre" Frai" Joseph Tortosa
Padre" Frai" Hilario Martinez
Padre" Frai" Francisco Menendez
Padre" Frai" Julian Real
Padre" Frai" Felipe Linares
Padre" Frai" Pedro Gonzalez Agüeros
Hermano Frai" Felipe Sanchez

Ellos se embarcaron en el Callao el dia cuatro de noviembre de 1771 i arribaron a los cuarenta i dos dias de navegacion al puerto de San Cárlos.

Los misioneros recien llegados se dedicaron desde luego con verdadero entusiasmo al cumplimiento de su ministerio. Se nota cierta ajitacion febril en sus pasos como para superar o igualar a lo ménos las obras de sus aventajados predecesores los jesuitas.

Ocuparon desde luego el colejio principal de Castro i casi todos los puntos de mision fundados por los jesuitas desde Maullin, Carelmapu i Calbuco hasta Cailin, "el fin de la cristianidad", al Sur. Agüeros nos relata la distribucion que cupo a los relijiosos por el Archipiélago, especificando las mejoran que introdujeron en cada establecimiento. Omitimos estos pormenores para no cansar al lector con detalles relacionados solo indirectamente con nuestra historia.

Uno de los misioneros mas distinguidos por su talento i celo ejemplar fué Fr. Pedro Gonzalez de Agüeros, el historiador de los franciscanos de Ocopa en Chiloé. Desempeñó al principio el cargo de misionero de la isla de Quenac, pero fué relevado pronto para ocupar, por órden del virei, un destino mas honorífico, el de Capellan Real del Puerto de San Cárlos, que estaba dotado de un sueldo anual de ochocientos pesos.

Los superiores de Ocopa le habian comisionado para hacer un estudio detenido del Archipiélago con el fin de informar sobre él al rei i pedirle en su favor los beneficios que se consideracen mas urjentes. Agüeros cumplió con esta mision, llevando despues de seis años de residencia en Chiloé una gran copia de datos i la firme resolucion de hacer tanto bien cuanto le fuera posible a favor del Archipiélago que él amaba tanto i que era tan digno de su compasion por el atraso en que se hallaba sumido, i los abusos de que era víctima. Parece que Agüeros volvió de Chiloé a Ocopa i ocupó allí la alta dignidad de guardian. Pocos años despues, en 1784 pasó por Concepcion a tiempo que se estaba fabricando la Catedral, sin que sepamos cual haya sido el motivo de este viaje. En seguida se trasladó a España, yendo investido del carácter de procurador del Colejio de Ocopa ante la Corte de Madrid. Escribió en esta capital la "Coleccion jeneral de las espediciones practicadas por los misioneros de Santa Rosa de Ocopa, 1786" [214]. En 1791 publicó su obra principal, la "Descripcion historial de la Provincia de Chiloé", libro mui importante para la historia del Archipiélago, que ha sido apreciado debidamente por nuestros eminentes historiadores Medina i Barros Arana[215], lo que nos exime de la tarea de darle a conocer en este lugar.

Agüeros abundaba en los mismas ideas que las emitidas hacia poco tiempo por el ilustrado i filantrópico Lázaro de Ribera sobre la miseria de Chiloé i los medios de aliviarla, fomentando el comercio directo de los isleños. No sabemos si estos dos autores hayan concebido independientemente uno de otro estos puntos de vista, o si se los hayan comunicado mutuamente. Agüeros dió ademas algunas esplicaciones reservadas sobre este mismo tema en un memorial inédito [216].

El libro de Agüeros, aunque dedicado al rei, produjo en la Corte i en el Consejo de Indias una impresion parecida a la que años antes habia precedido el libro de Falkner. Estos funcionarios se sobresaltaron a su lectura por el temor de que los datos revelados fuesen aprovechados por los ingleses. La confiscacion del libro estuvo inminente. Agüeros se vió en la necesidad de presentar un "Recurso" en que probaba que los datos comunicados eran insignificantes i no adelantaban a los ya conocidos [217]. No se conoce la resoucion ulterior del gobierno con respecto al libro de Agüeros.

Como un dato curioso observamos de paso que, segun este autor, el nombre de Chiloé se pronuncia "Chilóe" i en su propio idioma "Chilúe".

He aquí un lijero bosquejo de los trabajos de este digno padre franciscano, quien junto con sus esclarecidos contemporaneos Ribera, Moraleda i Menéndez, dió a la modesta provincia de Chiloé una época llena de esperanza. Aunque los nuevos horizontes abiertos por estos nobles campeones hayan quedado oscurecidos durante un siglo, vuelven ahora justamente a despejarse, principiando sus ideas a realizarse i continuándose los trabajos iniciados por ellos.

Prescindiendo de los méritos que el libro de Agüeros tiene en jeneral con respecto a Chiloé, es para nuestra historia de importancia capital como crónica de los franciscanos de Ocopa i como la fuente principal de informacion para los trabajos de otro de sus miembros mas sobresalientes, el P. Fr. Francisco Menendez[218].

FRAY FRANCISCO MENENDEZ


Luego que los nuevos misioneros se hubieran establecido en los asientos desocupados por los jesuitas, pusieron tambien en accion uno de los ministerios mas importantes, la mision circular, que fué encomendada al padre Fr. Francisco Menendez, quien ocupa un lugar no ménos distinguido en la historia de Chiloé que su colega Agüeros, aunque en una esfera diversa de accion. Residia en el Colejio de Castro, desde donde salia en los meses de la primavera i del verano, cuando lo permitia el tiempo, a visitar las setenta i siete capillas del Archipiélago (Garcia).

Menendez habia nacido en Villaviciosa, villa del principado de Asturias situada en el fondo de una pequeña ensenada del golfo de Vizcaya, un poco al Este de la ciudad de Gijon i al pié de la áspera sierra de los Cantábricos. Podemos figurarnos que Menendez cuando niño se regocijara en sus juegos recorriendo la costa en bote i trepando los cerros. Estas costumbres influyeron tal vez, lo mismo que en su antecesor el Padre Guillelmo, a que años despues se familiarizara facilmente con las condiciones topográficas análogas de Chiloé, siendo tan diestro para recorrer sus canales como para atravesar sus cordilleras. Parece que el jóven Menendez se educó en la ciudad de Santiago, la capital de la Galicia i tan célebre como centro de peregrinacíon i por su grandiosa catedral, porque figura en las actas como hijo de la provincia de Galicia. Es probable que llegó bastante jóven todavia a Ocopa con una de las misiones, que segun vimos vinieron de España por la via de Buenos Aires en 1768 i 1770. Hizo despues de llegar, mision en Huanta, villa cabecera de la provincia del mismo nombre que forma parte del departamento de Ayacucho, hasta que fué destinado a Chiloé [219].

Menendez reunia sin duda las mejores aptitudes para desempeñar el cargo penoso de la mision circular'. Navegar diariamente durante gran parte del año por los procelosos canales i golfos de Chiloé, exijia una constitucion robusta i un ojo esperto de marino que solo pocos de los relijiosos venidos de España poseerian. Como Menendez manifestó pronto una vocacion decidida para los viajes, era especialmente apto para correr con esta clase de misiones. D. Ramon Briseño le caracteriza con mucha propiedad "como hombre de rara actividad i de un notable vigor físico" [220], porque esta es efectivamente la idea, que, a falta de datos sobre su persona, nos debemos formar de ella al contemplar sus trabajos.

Los franciscanos tomaron como modelo el sistema de sus hábiles predecesores los jesuitas, no solamente en el manejo de la mision circular, sino que los imitaron tambien en la organizacion de algunas expediciones a las rejiones distantes e incultas de la provincia, las cuales, a mas del destino especial que llevaban, sirvieran para orientarlos en jeneral. Como los viajes notables del padre José García se hallaban todavia frescos en la memoria de los vecinos, dirijieron los suyos a las mismos lugares que él habia recorrido.

Una de las espediciones se destinó para descubrir la imajinaria ciudad de los Césares, que a la sazon habia vuelto a quedar de moda en Chiloé. Fué dirijida por el P. Fr. Norberto Fernandez i el Hno. Fr. Felipe Sanchez, que residian en Chile, el mismo punto de donde habia salido el padre Garcia; llevaron como práctico al indio Nahuelguin, quien aseguraba haber visto la ciudad. Segun Moraleda, quien consultó una breve relacion de este viaje por Fr. Norberto, se dirijieron en 1778 al rio Palena i subieron hasta que el rio se divide en dos torrentes donde montones de piedras i arboles caidos, que le obstruian, hacian imposible la navegacion. No se puede fijar con exactitud este punto; puede ser que los espedicionarios hayan llegado solo hasta los primeros rápidos descritos por el Dr. Steffen [221]; cuando mucho llegarian hasta la confluencia del rio Frio con el Carreleufu. No pudiendo avanzar mas arriba por el rio, trataron de subir un cerro para ver las campañas, pero no lo consiguieron. Abandonaron el rio Palena a los diez dias i se dirijeron al rio Aisen, en que hallaron los mismos obstáculos, de modo que tuvieron que volverse regresando a Castro a los ochenta i dos dias de viaje [222].

Los otros dos viajes se emprendieron a los lejanos archipiélagos de Huaitecas, Chonos i Guayaneco con el fin de llevar la fé cristiana a las tribus australes de los Guaihuenes, Chonos, Caucahues, Calenes i Taijatafes, obedeciendo a la recomendacion hecha por el virei Amat. Los misioneros no se limitaban en estos viajes a catequizar a los indios mui poco numerosos que vivian dispersos en este dilatado laberinto de canales, sino que trataban de persuadirlos a que se vinieran con ellos a Chiloé para vivir allí, quedando de esa manera bajo su tutela inmediata, como se habia efectuado con los que se establecieron en la isla de Huar i otros puntos. En verdad, con este sistema algo cruel todo este estenso archipiélago quedó despoblado, pero mediando entre Chiloé i Huaitecas el borrascoso i anchuroso golfo de Huafo, era casi imposible atender con regularidad a esas tribus desde Chiloé.

Debemos a D. Roberto Maldonado el conocimiento de un hecho importante que se relaciona con estas misiones. Los pescadores del rio Inio, en el estremo Sur de la isla de Chiloé i frente al archipiélago de Huaitecas, le refirieron que a orillas de este rio se hallan vestijios de una capilla que sirvió a los primitivos indios chonos que pasaron a la isla grande conducidos por los misioneros [223].

Puede ser que esta capilla sirviera tambien como la última avanzada de la mision circular, adonde acudirian anualmente desde Huaitecas los chonos i guaihuenes ya convertidos. Despues de que estos se habian trasladado mas o ménos en 1715 (?) a las cercanias de Castro debido a los esfuerzos del fervoroso padre mercenario Fr. Agustin Guevara[224], esta capilla habria quedado sin uso.

Habiéndose aprobado la proyectada espedicion a las tribus australes por el gobernador D. Tomas De Jauregui, hijo del virei del Perú D. Agustin Jauregui, i del presidente de la mision Fr. Juan B. Peirano, los padres Fr. Benito Marin i Fr. Julian Real, encargados de ella, hicieron todos los aprestos necesarios, mandando construir una piragua grande i dos medianas, juntando prácticos, entre ellos a Don Pedro (Mancilla?) [225], un piloto de apellido Oyarzun, marineros escojidos para la navegacion de aquellos mares, i el bastimento proporcionado [226].

La salida se hizo con solemnidad, como se acostumbraba en aquellos tiempos: el correjidor de Castro Francisco Andrade, el alcalde de la hermandad Eusebio Alvarez i el padre presidente Periano les dieron la despedida acompañándolos en la primera jornada; el vecindario de la ciudad demostró tambien mucho interes en su empresa. Salieron del puerto de Castro el 21 de octubre de 1778.

Despues de haber tocado en la isla de Cailin i en el puerto Ayentemo en la costa Sur de la isla de Chiloé, pasaron con felicidad el temible golfo de Huaitecas o de Huafo, anclando en Puquetin. El 31 de octubre fondearon en el puerto de Manzanos, que es notable por ser tal vez el único en esta costa en que dé el árbol de su nombre; parece que es el llamado hoi "Puerto Americano", en que hai manzanos i otros cultivos pequeños. Avanzando mas el Sur llegaron a la entrada del canal de Aau, señalado tambien por Garcia sin haberle reconocido. Tomaron este canal para ver si habia otra salida directa para el mar de Guayeneco (el golfo de Penas o de San Esteban), sin pasar por el lago de San Rafael i el istmo de Ofqui, llamado comunmente "El Desecho". Era este el mismo problema cuya solucion intentó en vano el ilustre capitan D. Francisco Hudson en su memorable esploracion de la península de Taitao en 1857. Despues de haber esperimentado corrientes mui fuertes, lograron salir por el canal Aldunate (?) al canal principal (canal Costa o de Elefantes) que conduce al lago de San Rafael, sin haber encontrado la otra comunicacion que buscaban.

Desde aquí pasaron por la boca de Celtau i entraron al seno de Elefantes, que deriva su nombre de una especie de focas jigantescas que el capitan lobero D. Juan Yates habia cazado en este golfo pocos años ántes de la espedicion de Hudson. El seno de Elefantes es fenomenal por formar el fin austral del golfo Intermedio, que se estiende desde Puerto Montt hasta ahí sin interrupcion. Forma el mismo tiempo el imponente vestíbulo de entrada a la famosa laguna de San Rafael. Es este uno de los terrenos mas clásicos del Globo por su naturaleza grandiosa a toda ponderacion, por la importancia científica de sus fenómenos jeolójicos, relacionados con los ventisqueros [227], i en fin por la lejendaria historia de los primeros viajeros Antonio de Veas i John Byron con los demas náufragos del Wager i de los misioneros jesuitas i franciscanos que le atraveaeron.

La relacion de nuestros viajeros no se detiene en los detalles de esta entrada que es por el rio de los Témpanos (Enrique Simpson), el cual sale de dicho lago i desemboca en el seno de Elefantes, i nos da solo una idea imperfecta del incomparable cuadro que forma el inmenso ventisquero que se interna al lago en formo de un alto promontorio. "Rebalsaron la laguna con tiempo apacible i tambien lo era su vista por los muchos farellones de nieve que en ella hallaron"; estos témpanos fueron de diferentes tamaños: algunos grandes, otros medianos o pequeños.

Da una alta idea de la importancia de las relaciones de los antiguos misioneros, que el ilustre sabio Darwin copia i comenta [228] este mismo pasaje del "diario" de Marin i Real, tomándole por base para sus teorias nuevas i fundamentales sobre los ventisqueros de la rejion austral.

Despues de haber cruzado el lago, tomaron puerto cerca del punto donde se entre al "Desecho" [229] del istmo de Ofqui, que se estiende entre el lago i el rio Lusac o San Tadeo i por el cual habia que trasportar las piraguas, o arrastrándolas enteras o llevándolas en pedazos despues de haberlas desarmado. En tiempo del padre Garcia se habia construido un aparato "la escalera" para subir las piraguas enteras sin descoserlas por un plano inclinado, hasta la altura del llano; resultó ahora que estaba en mal estado. No ofreciendo el puerto abrigo por el Norte, un temporal que sobrevino, inutilizó una de las piraguas, de modo que tuvieron que construir otra nueva, que se llevó en piezas por el istmo hasta el otro embarcadero. Lograron subir entera la piragua grande despues de haberle quitado las falcas [230]. La tercera se despachó para Chiloé para dar noticia.

El 17 de diciembre se embarcaron con dos piraguas en el rio San Tadeo, i bajándolo desembocaron a los tres dias con felicidad al golfo de San Esteban. Tomaron puerto en la isla del Cirujano, que lleva este nombre por haber muerto en ella el desdichado cirujano Elliot del Wager, navio ingles perteneciente a la escuadra de Lord Anson, que naufragó en 1741 en la isla da Guayaneco. Despues de algunas vueltas arribaron a esta misma isla, en que hallaron las primeras señales de habitantes que habian faltado hasta entónces en el largo trecho recorrido. Por fin dieron, en un puerto situado cerca de la entrada del canal Fallos, con una indiada de treinta i tres personas en cinco piraguas. Trabando relaciones amistosas con ellos i agasajándolos, lograron inducir a once personas a embarcarse para venir a Chiloé.

Habiendo conseguido el objeto de su viaje, dieron la vuelta por el mismo camino de la ida. Al llegar "al comienzo del Desecho hallaron en un rancho una carta del P. Fr. Francisco Menendez, por la que vieron los esperaba en la laguna de San Rafael: gozosos con tan plausible noticia pasaron el desecho i encontraron a dicho Relijioso en la escalera". Era este el primer viaje emprendido por nuestro héroe, quien deseoso, sin duda, desde hace tiempo de efectuar uno, pero impedido por su ministerio de la mision circular durante la estacion oportuna para viajar, aprovechó al fin la ocasion, que se ofreció, de ir al encuentro de los espedicionarios, por si hubieran sufrido algun contraste.

Continuando el viaje, atravesaron con felicidad el golfo de Huaitecas i llegaron a la ciudad de Castro el dia 7 de marzo de 1779, siendo recibidos con la misma solemnidad como a la salida. "Con aquellas almas que traxeron nuestros Relijiosos dieron por bien empleados todos los trabajos en los quatro meses y 18 dias que emplearon en tan penosa y arriesgada expedicion".

Menendez habia logrado la oportunidad de hacer un viaje, haciendo su estreno en la carrera en que habia de continuar i distinguirse de un modo sobresaliente. Parece que en ese instante se despertó en él la pasion por los viajes, lo mismo que un siglo antes en su antecesor i émulo Mascardi. Sus superiores no dejarian tampoco de reconocer su talento especial para estas empresas, porque quedó desde entonces el viajero obligado de los franciscanos, no haciéndose ya ninguna espedicion que no fuera dirijida por Menendez.

La espedicion de los padres Marin i Real habia despertado sin duda un vivo interes por estas empresas. Se habian quedado en el Sur algunos indios que convenia atraer a la relijion i a la vida civilizada. Si esta medida no era tal vez justificada por coartar su libertad, de modo que Fitzroy i Darwin la reprueban, la vida demasiado miserable que llevaban estas tribus, acosadas casi constantemente por el hambre (Garcia), la recomendaba, sobre todo al tener presente que no se usó ninguna clase de coercion para llevarlos de su suelo natal.

Sea como fuera, en octubre del mismo año zarpó una nueva espedicion para el mar de Guayaneco. Ella iba a cargo de Menendez. No conocemos las razones que hayan influido para que no la hiciera Fr. Benito Marin. En cuanto a Fr. Julian Real, sabemos que se hallaba ausente, habiéndose retirado poco ántes a Ocopa por enfermedad [231].

Moraleda tuvo a la vista un diario de Menendez de esta nueva espedicion, el cual menciona incidentalmente [232]. No conocemos este diario i no hai constancia que exista, lo que es sensible, porque la única relacion que poseemos es una carta de Menendez escrita a su amigo i predecesor Fr. Julian Real, en que le hace una lijera reseña de su espedicion [233]. Esta carta, como comunicacion familiar, nos deja en la incertidumbre sobre algunos pormenores importantes. No menciona por ejemplo la autorizacion para emprender la espedicion, la tripulacion que llevaba, etc., i se refiere en otros puntos a datos conocidos a su amigo, pero desconocidos a nosotros.

Menendez salió el 11 de octubre de 1779 en dos piraguas, una grande i otra pequeña; la primera habia hecho ya el viaje anterior. Iba acompañado de Fr. Ignacio Vargas, un jóven natural de Chiloé i educado en Castro que fué, segun parece, el único de la provincia que se recibiera en aquella época en la órden de los franciscanos. No figura entre los relijiosos del convento de Ocopa. Mas tarde, en 1784, residia como misionero en Queylen.

Menendez siguió en derechura i sin contratiempo a la laguna de San Rafael, donde arribó al puerto Vicuñamó ("Yayaqui" segun Garcia) al pié del Deshecho. Este nombre, compuesta de un modo análogo como otras denominaciones jeográficas de Chiloé que terminan en [234], recuerda al padre jesuita Juan Vicuña, a quien nos hemos referido arriba [235]. Se subieron las dos piraguas por "la escalera" i se pasaron por el istmo el rio San Tadeo. En este trabajo i en la conduccion de los víveres demoraron veinticuatro dias, a causa de enfermedades de los marineros i del tiempo sumamente malo con algunas nevadas. El primero de diciembre desembocaron al fin al golfo de San Esteban i tocaron en un "puerto Asaurituan, donde D. Pedro Mancilla (el práctico de la primera espedicion?), encontró al P. Vicuña".

Es sensible que Menendez no nos haya dado mas detalles sobre este encuentro i los sucesos que le hubieran motivado. Malaspina[236] consultó en la secretaria del vireinato del Perú "la relacion de un viaje emprendido en 1767 por un señor Mancilla", que consideró forjada maliciosamente. Como el viaje se hizo en el año de la espulsion de los jesuitas, se podria conjeturar, que el padre Vicuña emprendiera en octubre o noviembre del mismo año un viaje al golfo de San Esteban i que habiendo sobrevenido en diciembre la espatriacion, Mancilla recibiera órden de ir a traer al padre Vicuña para que llegase a tiempo de embarcadrlepara Lima.

A los cinco dias de haber bajado al Golfo ya encontraron a una indiada relativamente numerosa de treinta i dos individuos, que habian venido, segun parece, a su encuentro, fiados en lo acordado en el viaje anterior. Venian en cuatro piraguas; en dos se hallaban los indios conocidos del año pasado i en las otras dos los del Sur, que se habian retirado esa vez por no estar dispuestos a entregarse. Menendez no tuvo dificultad en persuadir a estas dos tribus del número indicado a embarcarse con él para Chiloé. Quedaban siempre otras dos piraguas que a la hora de resolverse se alejaron hácia el Sur, huyéndose de las tentativas seductoras de nuestros misioneros.

La vuelta fué rápida i feliz: el quince de diciembre arribó al puerto del Deshecho en el San Tadeo; el seis de enero se engolfó desde Huitecas para Chiloé i llegó finalmente a la ciudad de Castro el once del mismo mes del año 1780, despues de una ausencia de tres meses ménos un dia.

Entre los nuevos prosélitos vinieron el cacique Marcelo, "un hombre mui formal", i su mujer, Marcelito i el Cojo con su hija Úrsula. Menendez veia con justa satisfaccion este resultado mui favorable, puesto que ni Garcia ni Marin habian traido un número tan crecido de almas; espresó con este motivo su ardiente deseo que ellas fueran buenas cristianas. Al concluir su carta a Frai Julian, fechada el catorce de marzo del año citado, manifiesta la esperanza de hacer otra espedicion a la misma rejion i asegura que ya es práctico en la navegacion del rio (San Tadeo) por haber hecho un dibujo de él.

Un indio le aseguró que habia visto por aquellos mares "huampus [237] tan gtandes que andaba la jente por sus vergas" para significar buques de alto bordo mui superiores a las modestas piraguas de Chiloé. Menendez no menciona las otras observaciones relativas a los indios que Moraleda habia hallado en su diario oficial. Hagamos votos para que este documento i el diario de Mancilla aparezcan algun dia para completar la historia de los lejendarios viajes por el itsmo de Ofqui [238].

Los indios traidos por Menendez fueron colocados en la isla de Lemui, una de los islas mas fértiles del Archipiélago, situada cerca de Castro i asiento de un misionero, dejándolos en las condiciones mas favorables posibles para su conversion i aclimatacion. Sin embargo, los vivos deseos de Menendez que estas almas fueran buenas cristianas, lo mismo que su esperanza de hacer otro viaje al mar de Guayaneco, se frustraron por un suceso inesperado.

No habia pasado todavia un año, cuando aquellos indios "mal hallados con los preceptos de nuestra relijion, costumbres i tratos, se huyeron todos de Lemui en una noche oscura, tomando la piragua que encontraron mas proporcionada a su intento (Moraleda)" [239]. No deja de ser significativo este hecho que es un ejemplo práctico de las dificultades señaladas arriba con que tropieza la civilizacion del hombre salvaje. El cacique formal de quien habla. Menendez, habrá sido tal vez el primero en capitanearlos en esta empresa. No podemos ménos de tributar nuestra, admiracion a estos valientes que prefirieron su suelo patrio, su libertad i su pobreza a las comodidades de la vida civilizada; aun la relijion fué impotente para estinguir en ellos estos sentimientos profundamente arraigados en el corazon del hombre.

Se creo que estos prófugos robaron en su tránsito para el Sur los animales del potrero que un indio de Chiloé tenia cerca del Aisen. Ademas como por aquel tiempo se habia visto en esos latitudes una vela latina, que los crédulos atribuyeron a una embarcacion de los Césaros por no usarse en Chiloé, Moraleda conjeturó que esta vela haya sido de los indios fugados de Menendez.

Este suceso habia de demostrar por último a las autoridades los inconvenientes de la traslacion de las tribus salvajes a Chiloé, por lo que acordarian suspender las espediciones para traerlas. Fué sin duda por esta razon que el propósito de Menendez de hacer otra espedicion a los mares australes quedara sin verificarse.

Menendez despues de volver de la segunda espedicion a Guayaneco, se contrajo al desempeño de la mision circular, tratando ademas de adquirir noticias sobre los Césares i las rejiones mas inmediatas de la Cordillera. Trabó amistad con Miguel Barrientos sus hijos residentes en Quiquel, segun él mismo lo refiere, i emprendió con ellos a consecuencia de las informaciones recibidas los dos viajes a la Cordillera que ya conoce el lector.

Al volver a tocar ahora esos viajes en la presente reseña de su biografia, se me ofrece la oportunidad de tomar nota de dos documentos relativos a ellos que me habian quedado desconocidos. Como mi publicacion habia llamado la atencion sobre los viajes de Menendez al Vodudahue, se supo que existian estos documentos i sus dueños tuvieron la bondad de franqueármelos. Uno de ellos rectifica una equivocacion en que yo habia caido i arroja nueva luz sobre los antecedentes del primer viaje de Menendez, mientras el otro es una pieza auténtica del autor mismo i de notable interes.

El primero se halla incluido en un articulo crítico en que mi antiguo amigo i compañero de viaje, el benemérito jeógrafo e hidrógrafo D. Francisco Vidal Gormaz se dignó recomendar mis comentarios [240]. Doi en las lineas que siguen un lijero estracto i análisis de su contenido.

Recordemos que Menendez subió en sus dos viajes el rio Vodudahue hasta su confluencia con el rio Reremo, donde hizo su cuartel i dejó asegurada la piragua [241]. El señor Vidal Gormaz en su memorable espedicion del año 1863 dió al rio Reremo de Menendez el nombre de Talevoire "del apellido de un misionero frances que a fines del siglo pasado pretendió hallar la fabulosa ciudad de los Césares, siguiendo su curso por tierra" [242]. No poseyendo dato alguno sobre el padre mercenario Talevoire i suponiendo que la nota de Vidal Gormaz descansara solo sobre alguna tradicion popular, puse en duda la efectividad del viaje de Talevoire, conjeturando que este hubiera sido tal vez el mismo Menendez, cuyos viajes coincidian con la época señalada i eran sin duda demasiado notables para no ser conservados por la tradicion con preferencia a cualquier otra.

El señor Vidal Gormaz, tomando nota de esta conjetura errónea, tuvo la bondad de rectificarla por la publicacion de un documento inédito, que es al mismo tiempo una contribucion valiosa para la historia de los viajes de la Rejion Austral i del mayor interes para la apreciacion de los viajes de Menendez a la Cordillera. Este documento no deja solo comprobado el viaje de Talevoire, aunque en una época un poco diferente de la indicada, sino que da a conocer tambien un nuevo viaje a los Césares, de que no se poseia noticia alguna. Ademas arroja mucha luz sobre los antecedentes de los viajes de los Barrientos e indirectamente sobre los de Menendez.

El señor Barros Arana, ha trazado en diferentes partes de su "Historia" la vida llena de peripecias del piloto peruano Manuel José de Orejuela [243], hombre de talento pero aventurero e inquieto. Orejuela conocia Chiloé i habia recomendado, segun vimos, la bahia de Ancud o Lacui para el puerto de la provincia. Fué mas tarde i en edad avanzada el promotor mas activo de la fábula de los Césares. En un viaje que hizo a España consiguió una recomendacion de la Corte para que las autoridades de Chile le facilitasen los medios de organizar una espedicion que debia salir de Valdivia en busca de los Césares. Llegado á Santiago en 1780 trabajó allí durante cuatro años para obtener esos recursos, sin conseguirlo: por causas que no nos toca dilucidar aquí.

Promovió desde Santiago, con el fin de corroborar sus asertos ilusorios que se levantara en Chiloé una informacion sobre la suerte que hubiera corrido un chilote en 1783 al internarse a los Césares. El gobernador de Chiloé. Martinez de Espada, ordenó esta informacion que se rindió en San Cárlos el 28 de enero de 1783 ante el escribano José F. de Argote, por medio del espediente que debemos al señor Vidal Gormaz.

De las cinco declaraciones que se tomaron, resultó que hacia ya mas de cuarenta años un tal Mansilla, habilitado por Bernabé Balderas, fabricante de un barco, i el cura de Chacao Francisco Barrientos, se habia internado a la Cordillera situada enfrente de las islas de Chauques, con el fin de descubrir a los Césares. No habiendo vuelto e ignorándose su suerte, el relijioso mercenario de nacionalidad francesa Fr. Tomas Tallebori emprendió una espedicion para indagarla.

Mediaba la circunstancia escopcíonal i favorable para la averiguacion de los hechos, que vivia todavia en Quiquel uno de los que habian acompañado a Frai Tallebori en este viaje: era Juan Barrientos, anciano de noventa i nueve años i meses, quien llamado tambien a declarar, dió los informes mas implícitos sobre esa espedicion. Segun la relacion de este testigo fidedigno i tan respetable por su edad, Mansilla i sus compañeros pasaron por los Chauques, la islita Poyehuapi, Manielmo (Marillmo), Loncochalgua, Madodague (Vodudahue?), nombres que concuerdan con los de Menendez i con los actuales, entraron al rio, hallaron la piragua que Mansilla habia dejado asegurada en la confluencia del rio principal con otro afluyente, que es sin duda el rio Reremo de Menendez i el Talevoire de Vidal Gormaz. Era este, segun vimos, el punto obligado en que cesaba la navegacion i donde Menendez tambien hizo su apostadero. El padre Talevoire se quedó esperando en este lugar, mientras que Barrientos i sus compañeros se internaron, siguiendo las macheteaduras de Mansilla que iban cerca del rio pero que se perdieron al fin. Habiendo caminado tres dias "a todo andar" se cansaron; viéndose precisados a dar la vuelta, subieron antes a un alto de donde descubrieron "un llano que se perdia de vista fuera de esas Cordilleras". Talevoire, perdida ya la esperanza de socorrer a Mansilla ido hallar a los Césares, se volvió.

Tenemos en esta relacion otro dato importante sobre la historia mui poco conocida de la orden de los mercenarios en Chiloé. Aunque ella no se pueda comparar con la de los jesuitas i franciscanos, no carece de algunos rasgos notables.

Lo que mas llama la atencion en el documento que acabamos de analizar, son los antecedentes de la familia Barrientos, los guias de Menendez en sus viajes ala Cordillera. El cura Francisco Barrientos habilitó a Mansilla para emprender una espedicion a los Césares, i Juan Barrientos, el venerable centenario "que vivia en el paraje de Quiquel", lugar que nos es tan familiar desde la primera parte de este libro, i habia tomado parte activa en la espedicion de Talevoire, eran miembros de esa familia que en tiempo de Menendez i Moraleda hicieron varias entradas a diferentes partes de la costa para descubrir a los Césares. Se nos esplica allí la razon de su incesante anhelo por lanzarse a nuevas empresas. Es evidente que ellos obraron inspirados por las tradiciones que les legaron sus antepasados nombrados. Se nos ofrece aquí un nuevo ejemplo de la conservacion del conocimiento de antiguos derroteros, caidos en olvido, por los recuerdos de personas mui viejas. Es natural que estas noticias se hayan trasmitido de preferencia en el seno de las familias: Miguel Barrientos el guia de Menendez al Vodudahue, era deudo del anciano Juan Barrientos, i Don Vicente Gomez, el iniciador de los viajes a Nahuelhuapi en nuestro tiempo, era nieto del anciano José Olavarría.

La declaracion que el viejo Juan Barrientos fué llamado a prestar a principios de 1783 a instancias de Orejuela, dió probablemente el impulso, a que su pariente Miguel Barrientos i sus hijos reanudasen sus escursiones, dirijiéndose pocos meses despues a la misma Boca que habia frecuentado aquel casi medio siglo ántes. Con razon Vidal Gormaz supone que ella haya motivado tambien el primer viaje de Menendez emprendido a fines del mismo año.

Como el nombre que Vidal Gormaz ha dado al rio Reremo de Menendez se refiere a un esplorador que le visitó en época anterior, parece justo conservarle el nombre "rio Talevoire" que recuerda al mas antiguo.

El primer viaje de Menendez al Vodudahue inició para él un nuevo período de espediciones. Llamó la atencion tanto en Chiloé como en Lima, donde el nuevo virei D. Teodoro de la Cruz se se impuso con interes de su informe. Se tuvo por primera vez un conocimiento algo detallado del interior del pais en la latitud de Castro. Como era natural, la adquisicion de estos datos jeográficos no se apreciaba por su importancia científica, sino por las facilidades que abriera a la solucion de los dos problemas que dominaban la atencion pública, la conversion de los indios i el descubrimiento de los Césares.

Los descubrimientos de Menendez dejaron establecido su fama de esplorador. No sabemos si fué por estos méritos o por su antigüedad de misionero en Chiloé, que fué nombrado presidente de la mision mui poco tiempo despues de haber vuelto de esta espedicion. En su nueva dignidad Menendez se apresuró a redactar una especie de programa o informe, que es el segundo de los documentos mencionades i de que hemos tenido conocimiento despues de la publicacion de sus viajes a la Cordillera. Le debemos a la bondad de nuestro distinguido amigo D. Alejandro Cañas Pinochet, quien cultiva con amor i talento en sus ratos de ocio los diversos ramos de la ciencia en su aplicacion a nuestro pais. Como este documento es autógrafo de Menendez i de interes para nuestra historia, lo insertamos aquí íntegro, celebrando poder agregar a sus "Diarios" otra, pieza nueva i orijinal de su mano:

Lista de los Religiosos Misioneros del Colejio de Santa Rosa

de Ocopa existentes en esta Provincia de Chiloe, y sus destinos:

El P. Fr. Francisco Menendez. El P. Fr. Miguel Arnau y el herm.º Fr. Iñigo del Rio religioso lego en el hospicio de la ciudad de Castro

El P. Fr. Juan Bapta. Periano en la Isla de Achau

El P. Fr. Diego Lozano en la Isla de Quenac

El P. Fr. Juan de la Vega en la Isla de Lemuy

El P. Fr. Franc.º Conejo en Chonchi

El P. Fr. Agustin Alarte en Tenaun

El P. Fr. Manuel Cortina en la Isla de Chaulinek

El P. Fr. Julian Real en el puerto de San Cárlos

El P. Fr. Franc.º Ruiz en Carelmapu

El P. Fr. Ignacio Vargas en Queylen

Certifico yo Fr. Franc.º Menendez presidente de las Misiones de esta Provincia de Chiloe, como la presente lista de los Religiosos que se mencionan, esta fiel y legal, y que al presente existen en dichos destinos empleados en el ministerio Applco para beneficio de todos los fieles.

En quanto a los adelantamientos de esta Mision digo, que el año pasado de 1783, me despacho el P. Presidente que lo era el P. Fr. Appco Fr. Miguel Arnau, al registro del camino que podia haver desde esta Provincia a la ciudad que vulgarmente llaman de los Cesares. En cuia espedicion tarde cinquenta y un días padeciendo bastantes trabajos e incomodidades a causa de los muchos aguaceros que hubo. Y aunque no se dió con dicha Ciudad, se descubrió la pampa, bajando desde la reparticion de las aguas hacia la parte del oriente como a dos dias de camino se encontró con una laguna que hace el rio, la que desagua en otra, por un rio que tiene caida, por cuia causa no se puede pasar en embarcacion. Para pasar esta laguna se hizo una canoa de Alerce de que abunda este valle. Despues se sigue la otra laguna, que la costearon y se halló impedido el paso por un cerro que hacia barranca en la misma laguna, y aunque se hizo una balsa no se pudo pasar porque se fué a fondo. Treparon el cerro con bastante trabajo y a la otra parte se vió una quemazon al pié de el, que a media noche se podia leer una carta. Seguianse las pampas, y el rio hondo y apacible en sus corrientes seguia al nacimiento del sol. Por la parte del Sur se descubrian las mismas pampas, dejando al poniente unos cerros colorados y otros negros que dan gusto. Al pié de estos cerros se descubren unos valles. No se pudo hacer mas registro por ser pocos, y se retiraron por el mismo camino. El cerro tenia mas fácil la bajada hacia la parte de las pampas. En el valle que ay entre las dos lagunas ay cedros y otros arboles que no ay en esta Provincia. Esta espedicion se hizo sin hacer gasto alguno a la Real hacienda. Todo lo que llebo dicho es la verdad, como lo he visto en parte, y otro, por saberlo de los sugetos que fueron al registro de dichas lagunas, cuios sugetos son de toda confianza, como lo tengo experimentado. Y para que coste donde convenga lo firmo en este puerto de San Carlos, Provincia de Chiloe en 23 de Febrero de 1784.

Fr. Franc.co Menendez
Preside.te de Miss.es



Menendez estampó este documento, que habia de manifestar el estado en que se hallaba la Mision al hacerse cargo de ella, apénas una quincena despues de haber vuelto de su viaje.

Nos da en primer lugar una lista de los relijiosos que estaban a cargo de la mision en ese año. Vemos que en los doce años trascurridos desde la venida de los misioneros de Ocopa a fines de 1771, su personal habia pasado por cambios bastante grandes: diez de ellos, los padres Fr. José Sanchez, Francisco Matta, Alfonso Reyna, Benito Marin, Joseph Tortosa. Hilario Martinez, Norberto Fernandez, Felipe Linares, Pedro Gonzalez de Agüeros i el Hno. Felipe Sanchez se habian retirado a Ocopa para descansar o habian muerto. El vacio que dejaron se habia llenado en parte por la entrada de los padres Fr. Juan de la Vega, Francisco Conejo, Agustin Alarte, Juan Ruiz e Ignacio Vargas. Solo los padres Fr. Francisco Menendez. Miguel Arnau, Juan B. Periano, Diego Lozano, Manuel Cortina, Julian Real i el Hno. Iñigo del Rio, ya veteranos, permanecian todavia en sus puestos, resistiendo con abnegacion i vigor las penalidades de Chiloé.

Ofrece interes la comparacion de su distribucion en la última fecha con la primera del año 1771. Solo Menendez, del Rio i Lozano ocupaban todavia su residencia primitiva en Castro i Quenac respectivamente, los demas se habian cambiado a puntos de situacion mas central, porque Calbuco, Maullin i Chacao por el Norte, i Cailin al Sur habian quedado sin misioneros.

La segunda parte de esta certificacion confirma que Menendez se adheria todavia en eso tiempo a la creencia de los Césares, la que en su diario manuscrito, de redaccion posterior, aparece un tanto debilitada aquí en su opinion errónea, aunque mui perdonable, que el alto cordon, que subió, marca la division de las aguas. El resúmen de la relacion que le dieron los Barrientos de su avance, despues de haber bajado del paso, es algo mas esplícito i claro que el que ha dado en su diario. Hallamos aquí una ubicacion nueva, que al haberla conocido nos habria ahorrado cierto estravio en nuestro comentario relativo a los tres cerros negros mencionados por él con tanta énfasis. Sabiendo que hai tres cerros simétricos al Este del cordon divisoria, nos detuvimos en discutir la posibilidad que ellos fueran los mismos de Menendez. El nos enseña en este resúmen que estaban al poniente del rio, donde los deben haber visto los esploradores de la fecha mas reciente los señores Dr. Krügeri Dr. Stange, porque dieron al cordon que faldea la ribera occidental del rio Staleufu, el nombre cordon de las pirámides, en conformidad con Menendez, quien refiere, segun vimos, que los tres cerros negros rematan en pirámides.

No tenemos que agregar a esta reseña biográfico nada con respecto a lo ocurrido durante el período entre la primera i la segunda espedicion a la Cordillera ni sobre esta última, a no ser la comunicacion dirijida por el ilustre guardian Fr. Manuel Sobreviela al virei de la Croix para darle cuenta de ella: es un resúmen que no trae datos que sean nuevos para nosotros [244]. Figuran tambien en él las dos clases de cerros que preocupaban tanto la imajinacion de Menendez i de sus compañeros por atribuirles una conexion misteriosa con la ciudad encantada. No podemos ménos de atribuirles nuestra admiracion al celoso guardian que no perdia ocasion para acreditar i fomentar las misiones que estaban a su cargo.

Las autoridades de Chiloé se hacian un deber en esa época de reconocer i encomiar los méritos de los misioneros franciscanos. El cabildo de la ciudad de Castro en una certificacion de fecha siete de setiembre de 1787 dió un informe mui favorable sobre sus trabajos, juicio que se confirmó en otro informe del año 1789 en que manifestaba la necesidad de mayor número de operarios. Ya vimos que el nuevo Gobernador D. Francisco Garos, el amigo de Menendez, informó al rei en el mismo sentido [245].

Por este mismo tiempo Menendez, habiendo sido presidente de la mision desde 1784 hasta 1787 fué sustituido en este cargo por Fr. Francisco Conejo. En 1789 fué relevado tambien de la mision circular i destinado a la cabecera de Chacao, tal vez para distinguirle de alguna manera i colocarle en una esfera mas tranquila en que podia descansar de las fatiga que los continuos viajes por mar i tierra le habian impuesto.

Al comenzar la historia de los franciscanos de Chiloé señalamos la época de su entrada como especialmente fecunda en grandes acontecimientos. Ahora, habiendo corrido casi una veintena de años, se abrió otro período no menos memorable por los importantes sucesos de que fué teatro el Archipiélago que disfrutaba por lo jeneral de tanta quietud.

Vimos ya que el gobernador Francisco Hurtado habia recibido órdenes de reconocer el sitio de la antigua ciudad de Osorno i de abrir, en union con el gobernador de Valdivia un camino que uniera esa plaza con Chiloé, pero que sus trabajos no habian surtido efecto [246].

En 1788 fué nombrado gobernador de Chile el ilustre D. Ambrosio O'Higgins, quien mostró desde luego el mayor interes en dejar abierta esa comunicacion i de repoblar la antigua ciudad.

El camino quedó abierto el quince de enero de 1789 mediante los esfuerzos del gobernador de Valdivia i la prudente conducta del sarjento Teodoro Negron, quien supo captarse la buena voluntad de los caciques intermedios Catrihuala, Tangol i otros. Esta apertura fué una de las medidas preliminares para realizar la obra proyectada por O'Higgins. Un capitan de milicias de Aconcagua condujo por él cuarenta familias de Chiloé como pobladores para la nueva ciudad. Poco mas tarde el gobernador de Chiloé D. Pedro Cañaveral, hizo un viaje a Osorno para ayudar al presidente O'H'iggim enla fundacion, que este celoso manda, torio verificó al fin en persona el trece de enero de 1796,

El cuatro de febrero de 1790 arribó a San Cárlos la espedicion de circunnavegacion de la "Descubierta" i "Atrevida" mandada por el ilustrado cuanto desgraciado marino D. Alejandro Malaspina, i que se detuvo una quincena para hacer estudios sobre el Archipiélago. Como estaba trabajando allí el sobresaliente hidrógrafo D. José de Moraleda, nuestro guia en la historia de Chiloé, Malaspiina quedó altamente admirado de la perfeccion e importancia de los trabajos de este marino tan meritorio i le tributó grandes Elojios; la mayor parte de sus observaciones sobre Chiloé son copiadas de Moraleda.

En los dias de la estadia de Malaspina tuvo lugar en San Cárlos un parlamento de indios, funcion algo estraordinaria para Chiloé porque parece ser la única que se mencione en sus anales. Cuarenta i cuatro indios capitaneados por el cacique Catriguala i venidos del interior de Osorno fueron llevados a la ciudad i festejados por el gobernador i por el jefe de la escuadrilla. Se manifestó en esta ocasion el talento oratorio de los indíjenas en todo su brillo, pues sus discursos fueron interminables; para cortarlos al fin, fué necesario valerse de un ardid, brindándoles licor, al que se entregaron con frenesí.

Malaspina se informó de las necesidades de Chiloé i de su miseria. Refiere que el capitan Jose Orejuela, el mismo piloto peruano a quien aludimos arriba, habia propuesto al ministro D. José de Galvez que para fomentar a Chiloé debia obligarse a hacer escala en el puerto de San Cárlos a todos los buques que transitasen al Mar del Sur. No se dió curso a esta indicacion, sin duda mui recomendable, porque esta medida habria beneficiado no solo a Chiloé sino tambien a los buques; que despues de un viaje tan largo i penoso por el Cabo de Hornos debieran recalar al primer puerto que se ofreciera. Aun hoi, despues de mas de un siglo, habiendo cambiado esencialmente las condiciones por la invencion del vapor, la medida propuesta por Orejuela no carece de oportunidad.

En cuanto a la cuestion de la existencia de los Césares, que contaba en Chiloé con numerosos adeptos, Malaspina dice que no "puede internarse en ella: es ademas inútil porque el actual señor Virey de Lima ha tomado la medida mas oportuna para averigualo, que es la de los misioneros" [247]. Parece que Malaspina, durante su amplia subsiguiente en Lima conferenció con el nuevo virei D. Francisco Gil i Lemus sobre el estado de Chiloé i que este funcionario condescendió a hacer suyas algunas ideas sujeridas por aquel. Gil i Lemus mostró bastante interes por esta lejana dependencia del vireinato: en la Relacion de su Gobierno [248] propone medidas para hacer ménos onerosa la percepcion del tributo de los indios i se ocupa largamente de las esploraciones de Moraleda, que mandó continuar.

Segun lo que Malaspina acaba de referir sobre el modo de resolver la cuestion de los Césares, parece aun que influyen mas o ménos directamente a que el virei ordenara con este objeto una nueva esploracíon desde Chiloé i que ésta fuera encomendada a nuestro protagonista Menendez.

A las grandes sucesos enumerados se coordena otro de primer orden, que son los viajes emprendidos por Menendez a la famosa laguna de Nahuelhuapi. Con ellos el risueño i animado cuadro, que nos presenta Chiloé a fines del siglo pasado, recibe su armoniosa conclusion.

Habiendo llevado el hilo de nuestra historia desde los principios mas remotos hasta la misma hora en que nuestro autor se alistara para emprender su primer viaje, i habiendo dado una reseña la mas completa posible de los sucesos, ocurridas durante dos siglos i medio en aquel grandioso teatro, i de los trabajos lejendarios de sus abnegados antecesores Diego Flores de Leon, Diego de Rosales, Nicolas Masardi, Felipe Laguna, Juan José Guillelmo, Tomas Falkner I Basilio Villarino, es tiempo ya que pongamos punto final a este largo "prólogo" i llevemos a la escena a Menendez para que él mismo reasuma su autorizada i amena palabra, que habia quedado interrumpida al fin de la primera parte de nuestro libro.




  1. ABREVIATURAS USADAS EN LAS "SUBNOTAS":
    t. tomo, volúmen; p. pájina; l. c. loco citato, lugar citado; e. l. este libro; E. S. edicion separada.


    BREVE APUNTE PREVIO
    SOBRE LA
    BIBLIOGRAFIA DE NAHUELHUAPI

    El señor Guillermo E. Cox, el benemérito esplorador de la Patagonia, ha dado en la relacion de su siempre memorable viaje por la primera vez (1863) un resúmen de los viajes emprendidos desde el lado del Pacífico a la Rejion Austral i de la historia antigua de Nahuelhuapi, Es bien elaborado i correcto i tanto mas meritorio por cuanto los documentos consultados permanecian, al tiempo de escribir su libro, o casi desconocidos o inéditos, de modo que el autor tuvo que recurrir para su elaboracion a los mismos archivos. La parte relativa a Nahuelhuapi comienza solo con la historia de la mision, lo mismo que todas las reseñas publicadas posteriormente.
    Ha salido hace pocos años la magnífica obra del padre jesuita Francisco Enrich, Historia de la Compañia de Jesus en Chile. Como la historia de Nahuelhuapi es relacionada en su mayor parte con los trabajos de esta órden, hallamos en este libro los datos mas imporantes sobre esta mision.
    El entusiasta i laborioso autor, ya finado, ha residido por temporadas en Llanquihue i ha visitado Chiloé: ha conocido pues personalmente esta provincia, que es un timbre de gloria para su órden. Tuve el honor de conocer al digno Padre Enrich en Puerto Montt i conversar con él sobre Nahuelhuapi, dándole una idea de su situacion i naturaleza, mientras él me proporcionaba valiosos datos bibliográficos. Inspirado talvez por estos antecedentes el autor ha dado a los trabajos de sus heróicos misioneros un colorido animado, que está en armonia con el campo que cultivaban. Los capítulos que tratan de esta mision i de las biografias de los misioneros, que hallaron en ella su muerte, podrán consultarse por los que quieran instruirse mas de cerca sobre ella.
    El material mas abundante que se haya reunido hasta ahora sobre la mision de Nahuelhuapi, se halla en la obra monumental del ilustre hombre de estado i notabilísimo escritor de sentida memoria Miguel Luis Amunategui sobre la cuestion de límites. Su libro aventaja aun bajo este respecto los dos que acabamos de señalar. El autor ha reunido gran número de cédulas reales, decretos de los gobernadores de Chile y del virei del Perú i las relaciones completas de los misioneros, con el fin de probar, como efectivamente lo prueba de una manera convincente, que Chile ejercía su jurisdiccion en la rejion austral sin limitarse a la cordillera de los Andes. Ha dejado suspendida la continuacion de la obra despues de la salida del tercer tomo, sea que se sintiera fatigado por la gran labor que le impuso su redaccion, sea que no la creyera oportuna ya por la celebracion del tratado de 1881, que sobrevino al año despues. Por estas circunstancias no alcanzó a tratar la fase tan importante de la cuestion, la ereccion en 1776 del Vireinato de La Plata i la segregacion de la provincia del Cuyo del reino de Chile. Es sensible que Amunategui no haya comentado tambien en esta obra ese acto tan importante. De seguro habria hallado argumentos concluyentes a favor de Chile en los viajes de Menendez, hechos posteriormente a este cambio gubernativo de demarcacion.
    Por nuestra parte ensancharemos ahora la historia antigua de Nahuelhuapi, agregándole los trabajos iniciados en esta rejion durante la conquista i los viajes de Diego Flores de Leon i Diego de Rosales, de que no se habia hecho mérito en las reseñas corrientes de los autores anteriores.


  2. M. L. Amunategui, Cuestion de Límites, Santiago 1879, 1880, t I p. 273.
  3. Historia Jeneral de Chile, t. I. p. 416. Véanse tambien las versiones algo diferentes de los autores contemporáneos Góngora Marmolejo, Colecc. de Historiadores de Chile, t. II, p. 33, i P. Mariño de Lovera, ibid r. VI, p. 145.
  4. Historia General de el Reyno de Chile, publicada por B. Vicuña Mackenna, 1878, t. I, p. 474.
  5. La Patagonia, artículo de la Nacion, reproducido en "El Ferrocarril" del 20 de Junio de 1896.
  6. Historia militar, civil i sagrada de Chile, Col. d. Historiad. t. IV p. 137
  7. Descripcion histórica jeográfica t. I, p. 60 (Historiadores t. VIII).
  8. Voyages dans L'Amerique Meridionale 1809, t. II p. 48.
  9. Ferrocarril Andino, "El Ferrocarril" del 9 de julio de 1860.
  10. Citado por Amunategui l. t. III p. 346.
  11. Historia de Chile, t. II p. 60 nota.
  12. Informe cronolójico de las Misiones del reino de Chile, C. Gay Historia, Documentos t. I p. 313. La copia de este importante documento no lleva la firma del autor. Hemos dado el nombre de este segun G. Sallusti (Storia della Missioni, Roma, 1827 t. III. p. 191) Barros Arana, quinies señalan como tal a Ascasubi.
  13. l. c. Historiadores, t. X. p 186.
  14. l. c. p. 177
  15. Conquista de quince mil leguas, Buenos Aires, 2ª edicion, 1878, ps. 66 i 263.
  16. P. de Usauro Martinez, La verdad en campaña, "Biblioteca Jeográfica-Hidrográfica" de Nicolas Anrique, t II, 1898, p. 181.
  17. Barros Arana, l. c. t. I, p. 403.
    Villagran habiendo reunido en el Perú una brillante fuerza para socorrer al gobernador Valdivia, tomó a su vuelta el camino por la falda oriental de la Cordillera i estableció de paso el dominio de Chile sobre la provincia de Cuyo. Obligado a detenerse durante al invierno de 1551 al otro lado de las cordilleras, Villagran mandó hacer en esos meses una espedicion a los territorios del Sur. Contábase entre los conquistadores que en aquellos lugares existia una nacion mas civilizada, populosa i hospitalaria, que poseia grandes riquezas en plata i oro. Estas fábulas, primer oríjen de la creencia en la misteriosa ciudad de los Césares, estimularon a Villagran a disponer aquella campaña. Los espedicionarios volvieron a Cuyo sin haber hallado la rica rejion de que se trataba. Villagran perdió muchos caballos, pero llegó a Chile sin mayor novedad i con su refuerzo casi íntegro.
    Observamos aquí el raro pero característico fenómeno que estas rejiones ilimitadas i desconocidas se pueblan en la imajinacion popular de tantas fábulas, que una espedicion enviada en busca de los Césares sea a su vez el oríjen de otros nuevos Césares.
  18. l. c. p. 166
  19. Vea Rosales l. c. t. III p. 57: Bej. Vicuña M. Cartas del Guadalorce "El Mercurio del Vapor." Abril 16 de 1874: Medina. Historia de la Literatura Colonial, 1878 t. II p. 356, t. III p. 123, Biblioteca Americana, 1888 p. 158; R. Briceño, Repertorio de Antigüedades Chilenas, 1889 p. 168; vea tambien Fernando Alvarez de Toledo, Puren Indómito, edicion de Barros Arana, p. 474.
  20. Luis Tribaldos de Toledo, Vista jeneral de las continuadas guerras, p. 7, Historiadores t. IV.
  21. Pedro Sarmiento de Gamboa. Viaje al Estrecho de Magallanes en 1579, Madrid 1768 p. 39 i. Apéndice p. XIV.
  22. Debo este dato al padre Frai Francisco Cárcamo quien le cita en sy Crónica (inédita) de las misiones de San Francisco del Convento de Castro, que ha tenido la amabilidad de franquearme para su consulta.
  23. l. c. r. IV. p. 146 nota.
  24. Historia de la Conpañia de Jesus en Chile, 1354, p. 395. Colecciosn de Historiadores, t. VII.
  25. Rosales, t. III p. 385.
  26. Rosales t. I p. 255, t. III p. 395.
  27. Pedro de Angelis, Coleccion de Documentos del Rio de la Plata, 1837 t. I p. 65; J. J. V. Eyzaguirre, Historia eclesiástica, 1850, t. II p. 379; Francisco Host, Die, Militairgrenze am Rio Neuquen con mapa, "Zeitschrift der Gesellchaft für Erdkunde," 1882 p. 153.
  28. Rosales, t. I p. 214, t. III. p. 437.
  29. Rosales, t. I p. 40, Amunategui, Cuestion de Límites, t. III p. 81.
  30. Rosales, t. I p. 257.
  31. P. Francisco Enrich, Historia de la Compañia de Jesus en Chile, Barcelona 1891, t. I p. 575, 738.
  32. Rosales, t. III p. 434.
  33. Introduccion a la Historia de Rosales t. I p. XIX.
  34. Enrich, l, c, t. I p. 555 i 575.
  35. Rosales, t. I p. 110.
  36. Rosales, t. I p. 203, 212 i 257; véase ademas t. III p. 435 i sig.
  37. Rosales, t. I p. 201.
  38. Rosales, t. I p. 106.
  39. Olivares, l. c. p. 364.
  40. "Informe cronológico" Gay, Document. t. I p. 301.
  41. Fr Pedro Gonzalez de Agüeros, Descripcion Historial de la provincia de Chiloe, Madrid 4791, p. 57, 59, 140.
  42. Sarmiento, l. c.: Eyzaguirre, l. c. t. I p. 143.
  43. Eyzaguirre, ibid. t. I. p. 240m t. II, p. 74
  44. Enrich, t. I, p. 290.
  45. Barros Arana en Olivares l. c. p. 389; Enrich, t. I, p. 331.
  46. Enrich t. I, p. 465.
  47. Enrich t. I, p. 380, 467, 490, 544, 548, 627, i 629; B. Vicuña Mackenna, Historia de Chile por Rosales, t. I, p. XXXV.
  48. Enrich t. I, p. 660.
  49. Cédula de 8 de Noviembre de 1652, en los papeles de Benjamin Vicuña Mackenna, citada tambien por Barros Arana.
  50. Enrich, t. I, p. 736.
  51. Vicente Carvallo Goyeneche. Descripcion histórico-jeográfica, Coleccion de Historiadores t. IX p. 144.
  52. Rosales, Vida del P. N. Mascardi. Intenta el padre Nicolas Mascardi el descubrimiento de la ciudad de los Césares, fragmento de la Conquista Espiritual. M. L. Amunategui l. c. t. III, p. 82
  53. Amunategui ibid. p. 91.
  54. Olivarez l. c. p 111, 114.
  55. Olivarez p; 390 Eyzaguirrel. c. t. I, p. 439.
  56. Ch. G. Von MurrNachrichten aus dem spanischen Amerika, ("Noticias de la América Española") Halle 1809 p. 595 i Anal. d. l. Univ. 1871, 11.
  57. Enrich t. I p. 212.
    Por este mismo tiempo el gobernador del Reino D. Luis Merlo de la Fuente prohibió, hasta nueva órden, estas malocas y la venta de los esclavos, hechos de mala conciencia, para el Perú i Chile, Avisos i advertencias de Merlo de la Fuente a su sucesor. C. Gay, documentos t. II p. 226.
  58. Rosales t. II p. 149.
  59. Fonck, Die Indier des südlichen Chile, Zeitschrift für Etimologie Berlin 1870 p. 234
  60. Carvallo l. c. t. IX p. 455.
  61. Amunátegui b. c. t. III p. 83.
  62. Amunategui, l. c. III. p. 84.
  63. Enrich, l. c. I, p. 740.
  64. Moraleda, Esploraciones Jeográfic. e Hidrográfic., Santiago 1888, p. 389.
  65. Rosales, Vida del P. Mascardi. De las dilijencias que hizo el padre Mascardi por tener noticias de la ciudad de los Cesares, i de la que tuvo de otros españoles, Amunátegui, c. III, p. 94.
  66. Enrich l. c. I, p 741.
  67. Moraleda l. c. p. 414.
  68. Amunátegui l. c. III p. 98.
  69. Rosales, Vida de Mascardi. Hace dilijencia Mascardi por saber de la ciudad de los Césares; i no hallándola, vuelve predicando por las pampas a la cordillera, Amunátegui ibid: p. 162.
  70. De Brosses, Histoire de Navigations aux Terres Australes, edicion alemana 1767, p. 295; Barros Arana, l. c. t. V p. 128.
  71. Eyzaguirre l. c. t. I p. 440.
  72. Olivarez p. 391, 518.
  73. Adolfo Ibañez, Cuestion de límites, Valparaiso, 1874 p. 128.
  74. l. c. II p. 400.
  75. La relacion de Pedro de Usauro Martinez, La Verdad en campaña, publicada recientemente por el señor Nicolas Anrique en su "Biblioteca Jeográfico-Hidrográfica" t. II, 1898 p. 159, confirma la nacionalidad italiana de Mascardi.
  76. P. Jerónimo Pietas, Costimbres de los araucanos, Cl. Gay, Documentos, t. I p. 562.
  77. Olivarez l. c. p. 394
  78. Cédula del 2 de Julio de 1684. Amunátegui. l. c. III, p. 273.
  79. A. Ibañez, l. c. p. 137.
  80. Amunátegui. l. c. III. p. 507.
  81. Olivarez l. c. p. 265, 512 Enrich, t. II p. 6, 140.
  82. El P. Aleman estaba sin duda equivocado al afirmar que el P. Zúñiga fué hermano del maques; Enrich nos da la necrolojía del P. Zúñiga, quien murió en 1727 a la edad de ochenta i dos años.
  83. Vaje en Chile i Perú, Leipzig 1836 t. I p. 451.
  84. Pedro Córdoba y Figueroa, "Historiadores de Chile" t. III p. 300, refiere que "hai en la cordillera un castillo o roca por naturaleza inaccesible, y sólo tenia una senda estrecha; llámase Rucachoroi". Su cacique tuvo que rendirse en 1676 a Fabian de la Vega. Se ve que los barrancos de los loros ofrecen ademas buenas condiciones para fortificaciones.
  85. Olivarez l. c. p. 490.
  86. Chilidugu sive Res Chilenses, Monasterii 1777, reimpresion Leipzig 1883, dos volúm.
  87. Havestadt l. c. i Ch. J. von Murr l. c. p. 490.
  88. Las Siete Estrellas, Tratado de las Vidas de siete Varones de la Compañia, por el P. Antonio Machoni, Córdiva 1732 p. 411. Enrich l. c. II p. 37, 60.
  89. Enrich l. c. II p. 120.
  90. Damos las fechas de la salida i llegada en conformidad con la indicadas por el autor en su carta auténtica. Estas fechas se hallan, sin embargo, en colision con la de un viajo emprendido a Chiloé un mes despues de haber llegado a Nahuelhanpi, segun tendremos que referir luego. Olivarez apunta para la salida de Santiago el 23 de Agosto i atribuye al viaje la duracion de cuatro meses. Hai en eso una discordancia que no es fácil aclarar.
  91. Debemos este precioso documento a Olivarez, l. c. p. 513; Eyzaguirre t. II p. 66.
  92. El viaje a Valdivia viene descrito en una carta orijinal de Laguna, en que refiere sus primeros pasos en la Mision; fué escrita en Nahuelhuapi a un miembro de la Compañía en Lima, cuyo nombre se ignora, i comunicada por el P. Juan Antonio Javier Nyel, quien acababa de pasar por el estrecho de Magallanes al Perú, en tránsito para la China. En un pequeño mapa que acompaña una relacion de Nyel sobre su viaje, viene anotada por la primera vez en un documento jeográfico la mision de Nahuelhuapi. Colocada al NE, de Chiloé entre los puelches al Oeste, i los poyas al Este, pero sin marcar el lago. Extraña que no mencione en ella su viaje anterior a Chiloé ni la carta comunicada por Olivarez, muentras que este autor a su vez no conozca el viaje a Valdivia. Véase Lettres Edifiantes, VII et VIII Recucil. Paris 1,707. 1,708; i las traducciones: Der Neue Weltbott von Joseph Stöklein, Augsburg 1726, t. I, cart 115 i Cartas edificantes traducidas por el P. Diego Davin, Madridd 1,754 t. V p 144.
  93. Gay, Documentos t. I p. 501; segun Enrich (t. II p. 300) Jerónimo Pietas, de cuya persona y vida no parecen existir datos, era misionera jeuita i se halló en Repocura en el alzamiento del año 1767.
  94. Guillermo E. Cox, Viaje en las Rejiones septentrionales de la Patagonia, edicion separada i en los Anal. d. l. Univers. 1862. p. 155 i 229.
  95. Una escursion a los indios Ranqueles, Leipzig 1877 t. II p. 114.
  96. "Boletin del Instituto Jeográfico Argentino", 1884 p. 240.
  97. Anal. d. l. Univ. 1896, Julio p. 98 i 107.
  98. Anal. d. l. Univ. 1897, Julio p. 628 i sig.
  99. At home with the Patagonians, 2d edit. London 1873 p. 104.
  100. e. l. t. I p. 78.
  101. l. c. Canto II p. 40.
  102. Descripcion de la Patagonia, edicion alemana, Gotha 1775 p. 125; P. de Angelis. Documentos t. I.
  103. Falkner l. c. p. 121, 123.
  104. Diego Barros Arana. Historia de la Compañía, p. 509 nota.
  105. Cox l. c. p. 147 i 211; R. A. Philippi, Linnaca t. XXXIII p. 40: K. Reiche, Anales de la Univers. 1897 p. 61.
  106. Ramon Lista, Mis esploraciones en la Patagonia, 1880 p. 124.
  107. Logro la ocasion para comunicar un corto dato sobre la fabricacion de la chicha de semillas de Molle, tal como se usa hasta hoi en el campo en la parte central del pais: ellas se tuestan primero en una callana especial de barro o, a su falta, en una olla de fierro, i se cuecen en seguida mezcladas con agua: sale mui dulce i se pasa como bebida a los trabajadores ocupados en la cosecha.
  108. l. c p. 161. Véase tambien: La Verdad en Campaña l. c. p. 156.
  109. Rosales, l. c. I p. 378, 118. Medina Aborijines p. 136. P. Treutler Fünfze hn Jahre in Südamerika (Quince años en Sudamerica), Leipzig 1882 t. II p. 9 citado por O. Peschel, Völkerkunde.
  110. l.c. p. 138
  111. "Revista de la Sociedad Geográfica Argentina" t. VI. 1888, p. 245.
  112. Véase arriba p. 10 i Olivarez l. c. p. 518.
  113. Olivarez l. c. p. 521 i 531.
  114. Véase arriba p. 48 el apunte bibliográfico de Las Siete Estrellas. Debo a la bondad de mi difunto amigo D. Manuel D. Ugarte i del R. P. S. J. D. José Leon el servicio de hallar este libro mui raro. Mi distinguido i sabio amigo Dr. L. Darapsky, hizo un estracto de la biografía de Guillelmo i le puso a mi disposición. Aprovechándolo ahora, despues de mas de diez años, me complazco en espresarle mi gratitud por su valiosa colaboracion.
  115. l. c. t II p. 73.
  116. Edicion de Lima 1765 p. 423.
  117. Publicada en Génova en 1709 en tres tomos. Véase tambien la nota de Barros Arana en Olivarez l. c. p. 528.
  118. Comunicacion verbal del señor D. Francisco P. Moreno.
  119. Los Andes Patagónicos. Réplica a los doctores Steffen i Fonck i al señor de Fischer "Anales de la Sociedad Científica Argentina", 1896, mayo, p. 287.
  120. l. c. II. p. 351.
  121. Cl. Gay. Historia política. Documentos t. I. p. 428. Ad. Ibañez, Cuestion de Límites, p. 138, 139. M. L. Amunátegui l. c. t. III p. 477 i 480.
    El testo de la cédula reproducida por Gay dice en lugar de "Calbuco" Conuco. No conocemos ningun pueblo de este nombre en Chiloé. Conuco, una hacienda perteneciente antiguamente a los jesuitas, era demasiado distante para que estos ausiliares hubieran podido venir de allá. El mismo tenor de la cédula deja entender que los indios de la reduccion citada dependian del gobernador de Chiloé. Es probable pues que el nombre "Conuco" sea debido a un error de pluma i que deba escribirse "Calbuco", como lo hace efectivamente Ibañez.
  122. Barros Arana l. c. t V p. 139; Carvallo l. c. t. II p. 221: Amunátegui, l. c. t. III p. 478.
  123. Nicolas Anrique, Cinco Relaciones Jeográficas, Santiago 1897: Lázaro de Ribera, Discurso sobre la Provincia de Chiloé.
  124. Segun Machoni, fué un indio puelche, anciano, el que dió estos informes a Guillelmo, diferencia relevante, porque Olivarez asegura que los puelches se abstuvieron de ayudar en la apertura del camino.
  125. En consiguiente que la tradiciones de los hombres ancianos pasen con preferencia a su familia, en las que se trasmiten por herencia, como sucedió en este i otros casos a que tendremos que referimos mas adelante.
  126. No recuerdo el lugar en que el señor Vidal Gormaz haya dado a conocer esta interpretacion importante. Véase Fonce, Un paseo histórico al camino de Buriloche, "El Mercurio" de 25 de marzo de 1884.
  127. Los dos autores primeros escriben "Buriloche", Menendez "Vuriloche". Esta última es la mas correcta, porque la lengua araucana, segun la regla, no posee la letra b. Por esta razon Menendez, quien aprendió los rudimentos del araucano i se esmera en escribir los nombres conforme a su ortografía escribe la palabra constantemente con v. Con todo no es cuestion de mayor consecuencia usar la una o la otra forma, porque varios nombres araucanos se escriben con b, como Bucalemu, Budi, Biobio etc. Havestadt confunde tambien la v i b en su diccionario araucano.
  128. Anales de la Univ. 1850 p. 146: Mapa de Moraleda, las copias publicadas en 1845 i 1888. En el testo impreso de las "Esploraciones" del mismo autor se lee "Bariloche". Véase tambien Vidal Gormaz, Anuario Hidrogr. 1890 p. 19, nota 7.
  129. Rosales l. c. t. I p. 256.
  130. Véase arriba p. 34.
  131. Escrito en 1897.
  132. Moraleda, l. c. p. 431, 504.
  133. Con los datos que poseemos podemos orientarnos perfectamente sobre la situacion de estos i el camino que tomara Guillelmo ese dia. El correo, despues de haber recorrido desde Ralun el camino de Vuriloche, se detuvo para tomar la cartas del padre en la mision, situada precisamente a la salida de este camino al lago: continuó su camino, orillando el lago a poca distancia para al rio Limai: en esta parte del camino i con corta diferencia a la distancia indicada se hallaba la tolderia de Manqueunai, mas o ménos en el lugar en que Menendez encontró establecida mas tarde la de su sucesor del mismo nombre: el correo debia pasar, pues mui cerca de esta vivienda i asi fué lo mas natural, que Guillelmo quien tenia que ir a ella, se le juntara acompañándole hasta allí mismo (véase nuestro Plano).
  134. Olivarez, p. 490. Enrich, t II, p. 83.
  135. Carta del H.° Michael Herre número 483. Stöcklein. "Neue Welbtbott," Augsburg, 1732, t III.
  136. Apuntes preliminares. Museo de La Plata, 1897 p. 77, que cita: Recuerdos de viaje en Patagonia, Montevideo. 1882.
  137. Como este jóven vino de Valdivia, podria ser uno de los ingleses de la espedicion de Narborough, apresados en Valdivia en tiempo de Mascardi, segun lo relatamos. El nombre de uno de estos, John Fortescue, coincide efectivamente con el de su paisano no ménos infortunado que se menciona aquí, pero aparece de los datos mas fidedignos que aquellos prisioneros fueron llevados a Lima (Barros Arana) t. V p. 138 i 161 notas.
  138. Amunátegui l. c. t. III p. 514.
  139. Vea arriba p. 74.
  140. Moraleda, p. 505 dice "en 1782", segun Menendez, tercer viaje, Claudio Gay i Eyzaguirre t. II. p. 231, este suceso tuvo lugar en 1792.
  141. Angelis, t. I; Amunátegui, t. III, p. 521.
  142. Relacion de Gobierno del Excmo. Virrey Don Manuel de Amat, hecha a su sucesor, comprehensiva desde 12 de Octubre de 1762 hasta 17 de Julio de 1776. 2 Volum, folio, M8, t. II, 3ª parte, f. 136.
  143. Agüeros p. 189
  144. Casi todos los autores que mencionan a este funcionario, desfiguran su nombre (José Perfecto Salas, Ibañez), Enrich i otros). Como era aleman (Eyzaguirre l. c. t. III, p. 188), creemos que la ortografia dada aqui que es la que sale en los papeleos de Benjamin Vicuña M., sea la mas correcta.
  145. l. c. t. II p. 479.
  146. Enrich, t. II p. 342.
  147. t. VI p. 282.
  148. Anales de la Univ. 1869 t. II p. 119.
  149. t. I, 1ª i 2ª parte f. 60.
  150. Nachrichten p. 502.
  151. Weingartner l. c. Barros Arana t. VI p. 282
  152. Barros Arana t. VII p. 546.
  153. Se conoce el segundo apellido de este padre, pero sucede lo raro, que sea bajo dos versiones completamente distintas: Segun el Abate Hervas, a quien sigue Barros Arana (l. c. t. I p. 38 nota), se llamaba José Garcia Marti i agua Malaspina (Viaje alrededor del Mundo p. 603) Joés Garcia Alsué. D. R. Maldonado indica tambén este último apellido.
  154. El padre García hizo fuera del memorable viaje publicado por Murr, al golfo de Penas a fines de 1766, dos o tres viajes mas de que tenemos solo datos mui imperfectos.
    Garcia mismo dice en un su mapa que este se refiere a dos viajes hechos en 1766 i 1767 i señala efectivamente en él, fuera del derrotero a Ofqui i Penas, otro independiente a los rios Queulat (rio Cisne?) i Aisen, de que no habla en su "Diario". En el "Catálogo de los escritores de las cosas de Chile" anexo a la edicion española de Molina, se cita un manuscrito de Garcia "Viajes de la Cordillera i a las Tierra Magallánicas." Es probable que la parte relativa a la Cordillera de este manuscrito corresponda a ese derrotero sin datos conocidos, i es sensible pues que este documento ande estraviado.
    Moraleda no menciona los dos viajes citados de Garcia, pero habla en cambio (l. c. p. 342, 379 i 425) de los viajes emprendidas por él junto con el padre Juan Vicuña. Segun ese autor Garcia i Vicuña, residentes en la mision de Cailin, hicieron en 1762 un viaje al rio Palena i esploraron en 1763 el estero i rio Aisen. Estraña que Garcia no mencione siquiera en su Diario a su compañero anterior.
  155. Papeles de Benj. Vicuña Mackenna en la Biblioteca Nacional: "misionero de Cailin"; Enrich t. II, p. 269.
  156. Weingartner l. c. p. 126. Franz Benno Ducrue, Viaje de la California en Murr Nachrichten p. 427 i 502.
  157. l. c. t. VI p. 260.
  158. Cédula real del 11 de mayo de 1697 en Gay, Historia t. III p. 358.
  159. l. c. t. VI p. 304.
  160. Barros Arana t. VI p. 251.
  161. Enrich t II p. 409.
  162. l. c. p. 207.
  163. Comunicacion verbal de D. S. M. Garcia residente en Maullin (1884).
  164. Viajes en Chile i Perú, t II p. 351.
  165. Franz Benno Ducrue (California), Wenzel Link (California). Jacob Bagert (California), Joseph Och (Sonora), Mattheus Steffel (Nueva Bizcaya, Méjico}. Franz Xaver Veigl (Orinoco), Pedro Cudena (Brasil), Anselm Eckart (Brasil), Martin Dobrizhoper (Paraguai), Franz Xaver Voigt (Mainas), Wolfgang Bayer (Chiquito), Ignacio Molina (Chile), Felipe Vidaurre (Chile), Bernard Havestadt (Chile), Joseph Garcia (Chonos), Thomas Falkner (Patagonia), Juan Domingo Coleti (Dizionario storico-geográfico del América Meridionales, 1771).
    El eminente literato Cristoval G. von Murr ha reunido i publicado buen numero de esta memorias i relaciones de viajes en su Gaceta Literaria (Literatur-Journal), Viajes de los Misioneros (Reisen einiger Missionare) 1785 i Noticias de la América Española (Nachrichten, etc.), 1809.
  166. Barros Arana, Riquezas de los Jesuitas 1872. Domingo Amunátegui, José Perfecto Salas, Anales de la Univ. 1895, octubre, p. 475.
  167. Citado por Angelis t. VI. Discurso preliminar al Diario de Viedma p. II.
  168. Amunategui, Limites, t. II. p. 256 i 409, donde viene una carta orijinal de Hernandarias dada a conocer por D. Carlos Morla Vicuña.
  169. Historia de Chile, t. I, p. 40. Conquista espiritual, Amunategui, t. III, p. 81.
  170. Falkner escribe "Vuulcan," voz cambiada equivocadamente a Volcan por Angelis, lo que podria hacer presumir que haya volcanes en esa sierra de la Pampa. Véase la interpretacion de "Vuulcan" por D. Estanilsao S. Zeballos, La conquista de quince mil leguas, 2.ª edicion, Buenos Aires 1878, p. 219, nota.
  171. Angelis Advertencia a la traduccion de Falkner, citada por Zeballos p. 22 i 425. Falkner l. c. p. 39, 53, 110 i 149.
  172. Falkner p. 65 i 107.
  173. Ibid. p. 65.
  174. Sanquel en dialecto huiliche es igual a 'Ranquel "carrizal". Angelis t. VI Discurso preliminar al reconocimiento del rio Colorado p. IV nota.
  175. Fonck, Orografia p. 10 i 37.
  176. Zeballos l. c. p. 24.
  177. Zeballos p. 25, 28.
  178. Funes l. c. t. III. 239.
  179. Villarino Diario del reconocimiento del Rio Negro en 1782, publicado por Angelis t. VI, p. 137.
  180. Cox, Viaje, p. 14.
  181. Diario de Villarino p. 117.
  182. Das Rio Negro-Gebiet in Patagonien, Wien 1893.
  183. Vénase los planos de las embocaduras de los rios Neuquen y Colloncurá al rio principal en la magnífica obra: Santiago S. Albarracion, Estudios generales sobre los rios Negro, Limay y Colloncurá y lago de Nahuelhuapi, con vistas i mapas, Buenos Aires, 1886, en tres tomos.
  184. Viajes de Menendez a la Cordillera e. l. t I p. 6.
  185. Angelis Discurso al reconocimiento del rio Colorado.
  186. l. c. p. 75 nota.
  187. Ensayo de la historia del Paraguai, Buenos Aires i Tucuman 1817, t. III p. 239.
  188. Villarino Reconocimiento, p. 33, 80, 82, 108.
  189. Viaje, p. 94.
  190. Viaje a la Patagonia Austral, 1873, p. 14.
  191. Villarino, l. c. p. 92.
  192. Parece que esta palabra, que no aparece en los diccionarios, "significa Dios el Todo poderoso" talvez de pepi "poder".
  193. Hemos dado algo en estenso los episodios en que figura Chulilaquin, porque veremos aparecer a este personaje importante i de carácter ambiguo en el último viaje de Menendez.
  194. Este funcionario era gobernador-intendente de Córdoba (V. Quezada) i suplia, a lo que parece, al virei en propiedad, el Marques de Loreto, mientras no se hiciera cargo de su puesto; fué virei algunos anos mas tarde.
  195. l. c. t. III 342.
  196. Discurso etc. al rio Coloarado p. X.
  197. Viaje al rededor del Mundo por La "Descubierta" y "Atrevida", publicado por D. Pedro de Novo i Colson, 2ª edicion, 1885.
  198. {{may|Angelis| t. VI. Diario p. 42.
  199. El señor Moreno tiene en mira una línea recta que atraviese el continente entre Nahuelhuapi i el puerto San Antonio, sin tocar el valle del rio Negro: véase el croquis en los "Apuntes preliminares".
  200. Fonck La Patagonia, Comunicacion interoceánica por la línea de Nahuelhuapi i i Rio Negro, esplorada por D. Guillermo Cox, "El Ferrocarril," en dos suplementos del 80 de agosto de 1863. Habiéndose publicado hace tantos años, la resultado tener tal cual error, aunque no de consecuencia para el tema de que trata.
  201. Con razon ha llenado en estos dias la atencion el atrevido viaje llevado a cabo con felicidad por los señores Pedro Dusén i Cárlos Wiederhold desde el Puerto Blest, al pié del paso Perez Rosales, por el lago Nahuelhuapi i los rios Limai i Negro a El Cármen de Patagones. Es el mismo que el señor Cox intentó en aquella época en condiciones mui diferentes. Es digno de notarse que su embarcacion zozobró, aunque sin perderse, en el mismo escollo del alto rio Limai en que su predecesor habia naufragado en 1863.
  202. l. c. t. II p. 136.
  203. Este libro t. I p. 165.
  204. Relacion jeográfica de Chiloé publicada por D. Nicolas Anrique p. 53.
  205. Amat l. c. t. I p. 196, t. II p. 138; Amunátegui, l. c. t. III p. 505. Fuera de Amat califica tambien el P. Ignacio Aleman a Chiloé como presidio. Los otros autores no mencionan que se le haya dado ese destino; se conocen a lo ménos pocos casos en que haya servido de lugar de destierro.
  206. Carvallo, Historiadores t. X p. 207.
  207. "Informe Cronolójico". Gay, Docum. t. I p. 300.
  208. Cl. Gay. Historia, Documentos t. I p. 318 Agüeros p. 160.
  209. Historia de las Misiones de Santa Rosa de Ocopa, Barcelomna 1893 t. I p. XXVI.
  210. Memorias de los Vireyes del Perú t. V p. 37.
  211. Poeppig l. c. t. II p. 289.
  212. Ad. Bastian, Geographische anel Ethnologische Büder, Jena 1873 p. 100. Ch. Wiener, Perou et Bolivie, Paris 1880.
  213. Historia de las Misiones de Ocopa t. I p. 226, 230; Amat, l. c. t. I. p. 50 t. II p. 139.
  214. Ms. inédito i al no consultado todavia por los autores de Chile, que es citado po Fr. Marcelino Da Civezza, Saggio di Bibliografia San Franciscana, 1879 p. 9 i existe existe en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid.
  215. J. T. Medina, Historia de la Literatura Colonial t. I p. XXVIII i LIX, t. II p. 460; Barros Arana l. c. t. VII 169, 534.
  216. Representacion sobre el estado de la provincia de Chiloé, Ms. del Museo Británico (Medina). Existe un informe de Agüeros, fechado en junio de 1792, acerca de las medidas que convendria tomar en Chiloé para el mejor servido relijioso, en la Coleccion de documentos del vireinato del Perú del Ministerio de Relaciones Esteriores de Chile (Comunicacion de mi amigo D. Carlos Luis Hübner). Es idéntico tal vez a la "Representacion".
  217. Este "Recurso" se halla en el Museo Británico (Barros Arana, Medina).
  218. Por poco el que escribe estas líneas, quien poseia de años atras este precioso libro, se habria visto privado de indicarle en esta ocasion, en que le era indispensable. Habiéndole prestado al príncipe Giovanni del Drago, este caballero, no apreciándole como merecia, le perdió. Felizmente mi sabio amigo D. Francisco S. Astaburuaga de imperecedera memoria por sus inmejorables obras jeográficas, tuvo la amabilidad de franquearme el ejemplar de su biblioteca, lo que me permitió hacer de él los estractos necesarios.
  219. Insertamos aquí como dato instructivo el apunte orijinal de la anotacion sobre Menendez en el "libro de las Incorporaciones i Desincorporaciones" del Archivo de Ocopa, la que el digno Vicario R. P. Fr. Lucas de Martorell tuvo la bondad de comunicarme en 1884: "El P. Fr. Francisco Menendez, hijo de la santa provincia de Santiago, natural de Villaviciosa en el principado de Asturias, hizo mision en Huanta i el año 771 fué a las Misiones de Chiloé. En ellas ha ejercitado el oficio de Misionero circular, predicando cada año en todas las capillas i confesando: sufriendo los trabajos que son notorios allí, asi por mar como en tierra. El año de 779 hizo una espedicion a la altura de 47 grados y a costa de evidentes peligros, trajeron varios jentiles. Ha sido mui aplicado al ministerio apostólico. El año de 1783 fué nombrado Presidente para dichas Misiones. El año 1790 fué por órden del Virei a la espedicion de los Osorneses i descubrió la jente blanca al norte y sur de Naguelgapi". Esta última asercion es curiosa i significativa.
  220. Repertorio de Antigüedades chilenas, 1889 fol. p. 54.
  221. Espedicion esploradora del rio Palena, 1895 p. 40.
  222. Moraleda, l. c. p. 426. La version de Agüeros es ménos noticiosa i difiere de Moraleda. Hemos preferido esta por estar basada sobre la relacion auténtico de Fernández.
  223. Estudios jeográficos sobre Chiloé, 1897 p. 104.
  224. Eyzaguirre, l. c. t. II p. 74. La Historia de la Compañia de Jesus de la Provincia del Paraguay por el P. Pedro Lozano, trae buenos datos sobre las primeras misiones de los Chonos.
  225. Véase mas abajo "Don Pedro Mancilla".
  226. Agüeros, p. 217: Estracto de la Espedicion que los padres Fr. Benito Marin i Fr. Julian Real hicieron a último del año de 1778 i principios de 1779 a los archipiélagos de Huaitecas i Guaianeco en solicitud de los Indios Gentiles, siendo Gobernador...
  227. Véase Fonck, Gletscherphit nomene im südlichen Chile, ("Fenómenos glaciales en la parte austral de Chile") comunicado por el Dr. L. Darapsky en Zeitschrift für wissenschaftliche Geographie, Weimar, 1891, t. VIII, 2 p. 53.
  228. l. c. t. I p. 279.
  229. "Deshecho" "Desecho" es un término técnico provincial de Chiloé que significa un desvio del camino para acortar la distancia o darle salida, en caso de que estuviera obstruido, i halla una aplicacion frecuente en los caminos tortuosos que siguen jeneralmente por las playas. Si la marea sube, el camino es inundado en las puntas cortadas a pico i el andante se ve obligado a internarse por un deshecho, hasta volver a encontrar una parte del camino a que ella no alcance. Esta clase de deshechos podrá interpretarse por la palabra "atajo".
    En nuestro caso el sentido de "deshecho" es diferente, porque se identifica con "itsmo"; corresponde mas bien a la voz anticuada "deshecha", que indica "la salida precisa de un camino". De todos modos la calificacion del itsmo como deshecho no deja de ser orijinal.
    Véase tambien la nota del editor de la obra de Enrich l. c. t. II p. 281.
    Segun nuestros informes el istmo de Ofqui tiene 24 cuadras de anchura: todo el terreno es pantanoso.
  230. Falca: Tabla delgada que se colocape prependicularmente sobre la borda de las embarcaciones menores para que no entre el agua (Diccionario de Salvá).
  231. De una lista de los misioneros formada por Menendez en 1784, que comunicaremos mas adelante, consta que Fr. Julian Real, volvió a Chiloé i se hallaba estacionado en esa época en San Cárlos.
  232. Moraleda, p. 435, refiere que, segun dicho diario, los indios del golfo de San Esteban no tenian noticias del camino que conduce a Chiloé, ni conocian el uso de la vela en sus embarcaciones.
  233. Segunda espedicion hecha a los referidos Archipiélagos de Guaitecas i Guaianeco por los Relijiosos Misioneros P. Fr. Francisco Menendez i P. Fr. Ignacio Bargas, en solicitud de la reduccion de los Gentiles, a fines del año 1779 i principio del de 1780, segun consta de la carla escrita al P. Fr. Julian Real por el citado P. Fr. Francisco Menendez, que es como se sigue
  234. Véase este libro t. I p. 15.
  235. e. l. t. II p. 104.
  236. l. c. p. 503 nota. El señor Medina señala el diario de Pedro Mancilla, en su "Literatura Colonial": Diario que practicó en la espedicion que hizo a los parajes de la cosa de Guayaneco, 1768 Ms. D. Francisco Vidal Gormaz publicó en el "Anuario Hidrográfico" (1889, p. 49) un fragmento del diario del piloto Cosme Ugarte, quien fué bajo las órdenes del teniente Mancilla, i agrega ademas "que hai antecedentes de que la espedicion al regresar recojió a un misionero que condujo a Chiloé" Parece que este antecedente se debe a Menendez y que el misionero en cuestion haya sido el padre Vicuña.
    Hemos nombrado ya a otro Mancilla, a quien vimos perderse en el rio Vodudahue yendo a los Césares. Pedro Manclla, fué probablemente pariente de aquel i ancestor de la distinguida familia Mancilla de la actualidad. Pedro Anglino Manclla (hijo del que precede?) tomó parte en una espedicion a Nahuelhuapi, segun me comunicó su hijo, mi amigo D. Manuel Mancilla Velazquez, quien fué en un tiempo intendente de Llanquihue. Sin embargo, sus datos sobre esta espedicion no concuerdan con la realidad. Es sensible que mi amigo, siendo jóven quemara los papeles de su padre. El mismo creia que los Mancilla de la Arjcentina, a que pertenece el ilustrado jeneral i escritor D. Lucio V. Mancilla, sean de la misma familia.
  237. La palabra huampa es una de las numerosas voces de oríjen quichua que se han introducido al araucano. Significa "balsa, canoa, embarcacion pequeña" (Vocabulario Wiener).
  238. A los dos viajes que preceden habria correspondido, no el somero estracto acabamos de dar, sino su publicacion íntegra i un comentario análogo al que hemos agregado a los viajes a la Cordillera i tal como nos proponemos hacerlo, en la parte que sigue de este libro, con los de Nahuelhuapi. Nos abstenemos sin embargo de esta tarea, por considerar que estos viajes pertenecen a una rejion independiente de nuestro campo, a la de Los Chonos, la cual por la abundancia de su material y el alto interes científico que inspira merece indudablemente una obra especial. Deseamos que otra pluma mas autorizada se curso de ella.
  239. l. c. p. 332 i 435.
  240. Bibliografia, Los Diarios de Fr. Fr. Menendez a la Cordillera por el doctor Fr. Fonck, firmado "Vege". "La Libertad Electoral" de 3 de mano de 1896.
  241. Véase este libro t. I, p. 23.
  242. Anuario Hidrográfico, 1883 p. 105 nota.
  243. l. c. t. VI, p. 406 i 433, t. VII, p. 167.
  244. Medina. Literatura Colonial, t. II p. 513 nota: Mirsiones de Ocopa, t. II p. 6.
  245. Este libro t. I p 103.
  246. Este libro t. I p. 100.
  247. Malaspina p. 590 nota 1.
  248. Memorias de los Vireyes del Perú. t. VI p. 190.