Viajes de Fray Francisco Menéndez a Nahuelhuapi/IV

DIARIO
del
VIAGE TERCERO
a
LA LAGUNA DE NAHUELHUAPI
con el objeto
de
reconocer los Aucas v demas naciones
que se dicen existentes al
norte y sur de la
LAG.a DE NAHUELHUAPI
Año de 1794

De órden del Excelentisimo Señor Virrei me embarqué en el puerto del Callao el dia veinte y quatro de Julio de mil nove cientos noventa y tres en la Fragata Santa Rosalia que salia para el puerto de Quilca e intermedios, y de aquí pasaba al de Chiloe. Llevaba los efectos que considerase necesarios de aquella capital y órden al Señor Governador de Chiloe para que aprontase lo demas necesario para el tiempo de emprender el viage. Tardamos en llegar a Quilca cincuenta dias, y a los diez y seis salimos para el puerto de Chiloe, a donde llegamos el dia ocho de noviembre, a las diez del dia [1].

Aunque el Señor Governador dió las órdenes mas eficaces para que se aprontase todo, los malos tiempos no permitieron salir hasta pasar las Pasquas de Navidad. La misma detencion esperimentó la Fragata para salir del puerto, que despues de mas de un mes de cargada y haver hecho varias tentativas para salir, no lo pudo egecutar hasta el mismo dia que nosotros, que fué el dia ocho de enero de 1794.

El dia ocho de Enero de mil setecientos noventa y quatro, a las doce del dia nos embarcamos en el puerto de San Carlos Provincia de Chiloe, yo, el P. Fr. Diego del Valle. D.n Nicolas Lopez Capitan de Milicias y D.n Juaquin Sanchez Subteniente de la Asamblea con sesenta y ocho Milicianos y quatro soldados veteranos repartidos en tres pirahuas. Pasamos a dormir a Chacau [2], puerto y poblacion antigua de estas Yslas. El dia siguiente y Fuerte de Callvuco en donde nos detuvimos un dia para asistir a una rogativa que el Señor Cura de aquel partido estaba haciendo para conseguir de Dios nuestro Señor la mejoria de los tiempos, la que se hizo el dia diez, con mucho consuelo y alegria de todos, y el dia once amaneció un sur suave, y sin perder tiempo nos embarcamos y a medio dia estábamos ya en Poyehuapi [3] que es a la entrada del Estero de Reloncaví, y aunque siempre, segun dicen y lo experimenté en otras tres veces que tengo ya entrado por aquí, el viento es mui recio en esta boca, ahora fué mui suave y sin susto. Cerca de ponerse el sol llegamos al puerto de San Luis en donde dormimos en compañia de tres pirahuas de Yndios de Chiloé que estaban trabajando tablas para pagar su tributo, que es de quarenta cada uno, y havia ya mas de un mes que los infelices havian salido de sus casas en busca de ellas [4]. De noche llovió bastante y duró el aguacero hasta las nuebe de la mañana que cesó y aclaró el cielo. Luego salimos para Ralun en donde hallamos caido el rancho que lebantamos el año de noventa y uno. No se volvió a levantar, porque los dos que se lebantaron el año pasado eran suficientes. Se procuró aprontar todo lo necesario para continuar el viage, como es hacer soguillas para coser las pirahuas en todos Santos, y Nahuelhuapi, y componer las cargas, que a de llebar cada peon.

El dia quince se pasó a la otra parte del estero una pirahua de bastimentos los que se pusieron en un rancho que se hizo el año pasado. El dia diez y seis se pasó el resto del bastimento, y la maior parte de la gente se fué por tierra, para conducirlo al mismo rancho, y despues hasta la Laguna de todos Santos. El padre Valle, el alferez de asamblea y yo nos quedamos en Ralun, quando se condujo el resto del bastimento por considerar, que en la conducion mas servimos de estorvo que de utilidad y provecho: y mas yendo al cargo de D.n Nicolas Lopez, quien ademas de la practica que tiene del camino, tiene don particular para mandar a estos Milicianos. El dia diez y ocho vimos tres humos al ponerse el sol, a la entrada del monte que está entre Callvutue y Ralun distante mas de dos leguas: el tiempo amenazó a llober, enfermedad de todos los años, porque nunca se pasó este monte sin experimentar el aguacero....

Dia 19 del mismo

Amaneció lloviendo y continuó todo el dia. Los dos dias siguientes estubieron nublados, y el veinte y uno aun se vieron humos a la entrada del monte; seria que aun no se havia concluido la conducion a la otra parte del monte [5]. Siempre que llueve, no solo se pierde el dia de la lluvia sino tambien el siguiente por causa del agua que queda en las hojas de los arboles. En este dia llegó una pirahua mandada por el comandante de Callvuco, a saber si teníamos, alguna novedad. Con esta ocasion escrivimos al Señor Governador, dandole parte como estabamos sin novedad. El dia veinte y dos amaneció calma y estubo lloviendo todo el dia sin cesar. Desde el veinte y tres mejoraron los tiempos, y el veinte y cinco llegaron seis hombres a buscarnos para que nos fuésemos a todos Santos, en donde esta ya todo el bastimento, dos pirahuas compuestas, y la una de ellas cargada de bastimento para llevarlo al fin de la Laguna.

Dia 26 del mismo

Por la mañana hubo marea, y nos pasamos a la otra vanda. Nos molestó bastante una cienaga, y mucho mas el frio. Llegamos a todos Santos un poco antes de ponerse el sol. Ayer a medio dia salió la pirahua grande con el bastimento y diez y nuebe hombres, para que lo baian conduciendo al rio peulla. La pirahua pequeña no se compuso por estar quasi inutil, y bastar las dos.

Dia 28 del mismo

.

Antes de amanecer llegó la pirahua que fué a llebar los bastimentos, y a las seis de la maňana nos embarcamos con el resto del bastimento. Navegamos a fuerza de remo hasta las doce del dia, que comenzó la virazon y continuó hasta que llegamos al fin de la laguna que fué a las dos de la tarde. Se descargó el bastimento y se aseguraron las pirahuas: y por no exponernos a otro peligro como el del año pasado, se llebó la pequeña a un parage que aunque crezca la laguna la podremos tomar sin peligro alguno [6]. Despues se continuó el viage sin particular novedad hasta la ultima subida de la cordillera en donde estuvimos dos dias con tres noches detenidos por el aguacero que hubo como sucedió en los demas viages que tengo echo. Llegamos a la Laguna el dia cinco de Febrero, encontramos las pirahuas sin novedad, y mientras se recosieron fueron conduciéndose los bastimentos y no faltó un aguacero que duró todo el dia siete, y el dia ocho ya estaba todo en el principio de la laguna de Nahuelhuapi sin mas averia que algunos milicianos cojos, y otros heridos, pero ninguno de particular cuidado.

Dia 9 de febrero

A las once del dia salimos y navegamos a remo hasta quasi la mitad del canal: levantóse vela y así fuimos hasta el fin en donde arreció el viento bastante y por no exponernos a sus furias como lo experimentamos los años pasados, tomamos puerto en una punta de tierra baja que esta a la embocadura del seno que va al N. O. de la laguna, en donde havia mucho pasto y arboles pequeños. Se pegó fuego al pasto y pasamos a ver la Laguna por aquella parte. Tiene ademas de la Isla grande otras mas pequeñas que se ven y no sabemos quantas son las que ay mas al N. O. A las quatro de la tarde calmó un poco el viento y pasamos a dormir a la ensenada de la primera Mision [7].

Dia 10 del mismo

Amaneció calma y luego salimos. En quanto salimos de la ensenada vimos humos en una quebrada, que está cerca de la laguna frente al puerto que tomé el año pasado quando fui a ver los Indios. En cuanto llegamos a la punta que da vuelta acia el desague, nos hicieron humos en la playa junto al dicho puerto. Llegamos a tomar puerto en el mismo lugar que el año pasado, y en quanto se descargó la pirahua pequeña pasé en ella a ver a los Indios en compañia de D.n Nicolas Lopez y otros nuebe hombres. Encontramos en la playa a un hijo de Mancúuvunay y a otro Indio. Luego llegaron otros Indios con el cacique, mugeres y niños. Los regalamos con harina y viscocho con lo que quedaron mui contentos. No havia mas gente que Mancúuvunay y sus hermanos, los demas se fueron a buscar chicha y Huanacos. El manco hijo de Cayeco luego que vió los humos que ayer se hicieron, se fué, segun dicen, a dar aviso a su Padre, el que presumo vendrá luego. En llegando procuraremos averiguar noticias, y convinarlas con las que nos dió Mancúuvunay y otro amigo suyo, que llegó a la tarde, de las partes del Sur. Nos convidó el cacique a su toldo, y hablando en conversacion simple, nos dijo, que un hermano suyo havia estado con los Huillihuincas, o Españoles del sur, pero que el no havia estado. Que en el camino havia un cacique su enemigo: Que despues que nos marchamos el año pasado lo havian maloqueado, y quitado algunos caballos. Tambien dijo que iríamos a lo de Coluna, que era nuestro amigo, que el iria con migo, pero que primero pasaríamos a ver a su hermano Chiglena, que vivía junto a los Aucas, en donde tenia bacas y obejas, que las traheria para que criasen en Nahuelhuapi, y nosotros tambien compraríamos para el mismo fin.

Mientras el capitan y yo tratabamos esto con Mancúuvunay el soldado veterano Lazaro Vargas estubo hablando con una India, la que dijo que acababa de llegar de los Huillihuincas, los que ya sabian que nosotros andabamos por alli, y que havian dicho que éramos sus parientes, que ellos havian de ir a vernos a Chiloe, pero que habia de ser por la mar; que ella havia tardado dos meses. Y preguntándole, que porque no nos venian a ver dijo que los Indios no selo permitian. A media tarde llegó el hermano de Mancúuvunay, y dijo ser cierto, que havia estado allá: Que tenian muchos caballos, ovejas, cabras, y cerdos; pero que no tenian Bacas. Que menos en las Bacas eran mas ricos que los de chiquito Buenos ayres. Se le propuso el llebarles una carta, y dijo que el la llebaría; pero que tardaria diez meses la respuesta. Por estar mui alborotada la laguna, no pasamos para la otra pirahua hasta las ocho y media de la noche que calmó un poco[8].

Dia 12 del mismo

Despues de medio dia llegó el manco hijo de Cayeco con otros tres de parte del cacique su Padre y nos aseguraron que un Capitan de Indios trahia una carta para D.n Nicolas y para mí. Preguntamos de quien era, y dijeron que era de nuestros hermanos los Huincas: Que luego nos vendria a ver el que la trahia. Esta noticia, aunque la tuvimos por dudosa no dejó de alegrarnos. Quedaron en que Cayeco nos vendria a ver dentro de tres dias quando trajese su ganado para Nahuelhuapi. Nos aseguró el manco que luego que nos marchamos el año pasado tuvieron guerra con los Huilliches y que les havian robado siete caballos, y ellos quitaron la vida a algunos de sus enemigos. Que no nos fiasemos de Mancúuvunay que tenia doblado corazon.

Dia 13 del mismo

Llegó Mancúuvunay con su gente a visitarnos. Quando se retiraba encontró tres Indios y estuvieron parlando mas de una hora en el mismo camino. Nos dió que sospechar tanta conversacion, la que concluida volvió con ellos. Uno de los que venia era el que havia estado en el sur con los espaiioles. Comenzó a hablar Mancduvunay y los otros callaron; solo hablaron en la lengua que no entendiamos. Luego llegó una India no mui vieja con dos muchachas y lo primero que habló fué en castellano: esta nos dijo que la carta vendria dentro de dos dias. Luego se marchó Mancúuvunay, y quedando los tres Indios y las Indias comenzaron a hablar no solo en lengua chilena, sino en castellano, aunque poco. La India nos dijo que la carta pedia aguardiente, yerba, azúcar etc. Quiso la fortuna que tenia un poco de yerba y se la di [9]. Todos se quedaron a dormir y con esta ocasion se trató con el Indio mas despacio. Se mantuvo en lo que dijo el dia diez y quedó en llebarles la carta; pero que no vendria la respuesta hasta pasar diez meses, y quedó de volver qdo llegue la carta que esperamos. Se ban cercando a la laguna por la parte del sur y leste muchos Indios Huilliches con abundancia de caballos y Mancúuvunay se pasó a la parte del oeste del desague; no sabemos si es de miedo de los Indios o por devocion a la harina y viscocho que tenemos y están mas a mano para visitarnos. Está pobre su gente, despues de ser poca. Se fue a buscar muchi para hacer chicha. Los enemigos son muchos, con que puede ser por los dos motivos su pasada a nuestra banda[10].

Dia 15 del mismo

Cerca de medio dia llegaron mas de sesenta Indios que vinieron de la otra parte de la laguna, y algunos hablan en llano, aunque mal. Dijeron que su tierra era Santa Cruz en donde es comandante Dn. N. Muñoz. Los regalamos con harina y viendo que no se les daba mas, dijo uno, que no ay mas que harina? En Santa Cruz se nos da mucho mas. Se le hizo cargo de que nosotros aun no estamos poblados, que no tenemos sembrados para darles tanto como piden. Se les dió un poco de viscocho y se marcharon al parecer contentos. Estos Indios son de estatura mas que regular y buena presencia[11].

Despues de medio dia vino Cayeco, me trujo el caballo que le alquilé el año pasado y quedamos en ir a lo de Coluna y Aucas, y que Mancúuvunay nos havia de acompañar con su hijo y un cona. Dijo Cayeco que esperásemos quatro dias mientras su muger mejoraba. Espero saldremos para el dia diez y ocho, o diez y nuebe. Todos los dias estamos viendo llegar a la parte del sur de la laguna muchos Indios Huilliches.

Dia 19 del mismo

Antes de ayer vino otra vez la India con las dos muchachas y se marchó ayer a media mañana, y al depedirse dijo, que en el dia se esperaba la carta, y que en llegando harian humos para que fuesen a barquear al que la trahia. A la tarde hicieron humos junto a la playa de la laguna. Estaba todo prevenido para marcharnos oy mui temprano y por cumplir con esta gente, dejé la marcha para mañana, y mui temprano pasamos a verlos. Luego que nos desembarcamos me dieron una carta al parecer, la que afuera decía: Certificacion del cacique Chulilaquin, y adentro contenia la certificacion siguiente:

Certificacion de D.N Florencio de Jesus Nuñez dada al cacique Chulilaquin.

D.n Florencio de Jesus Nuñez Temente de Dragones del Regimiento de Buenos ayres Comandante del establecimiento del rio negro en el puerto de Sn. Joseph costa Patagónica—Certifico que el Cacique Chulilaquin ha estado en estas inmediaciones por espacio de mas de cinco años, en los que dió pruebas de afecto a los Christianos, y para que conste, y lo agasajen en nuestros establecimientos, pues puede ser util le doi esta que firmo en el Fuerte del Carmen en siete de Septiembre de mil setecientos noventa y tres.—Florencio de Jesus Nuñez[12].

Pasé a ver los toldos que eran cinquenta y tres, regalé al que me dió la certificacion, y quendo, se embarcó con nosotros para visitarnos en nuestro quartel. Su visita se redujo a pedirme yerba y aguardiente de lo que carecemos en un todo. Dicen que en Chiquito Buenos Ayres, y rio negro ay mucho, y que el Coman(dan)te se lo da. El Comandante del rio negro procurando librarse de ellos les daria el papel, y tal vez les diria que aquí se lo dariamos todo.

D.n Nicolas Lopez fué a barquear al que trujo la certificacion, y volvió a media tarde. Dice: que despues de desembarcarlos se retiraba, y que le llamaron porque havia llegado el cacique Chuilaquin: fué a verle y estaba con galones, y lo mismo su capitan. Le saludó y el cacique con mucho imperio despues de preguntarle porque no havia ido yo, le dijo que quanto antes nos marchasemos calladita la boca: Que nuestros caciques Mancúuvunay y Cayeco eran Aucas, que no tenian gente, ni salian de su tierra: que eran de mal corazon y otros improperios, y algunas veces le pasaba el baston por delante de la cara; que si pasabamos a lo de Coluna él iria atras de nosotros; que Coluna era su amigo y que eran de un mismo corazon. En toda esta conversacion le tenian rodeados los Indios. Quiso retirarse, y no se lo permitia hasta que yo fuese. Logro embarcarse dando palabra de que yo le iría a ver, porq.e le costaba que yo tenia deseo de hablarle.

Este cacique es un Indio de mucha autoridad y poder entre esta gente, porque tiene muchos conas (soldados) y fué juntando muchos mas [13]. Están al sur de la laguna mas de quatrocientos Indios, y aun nos aseguran que vienen mas. Y que Chulilaquin tiene cinco o seis españolas. La Laguna de Nahuelhuapi se ha hecho madriguera de todos los Indios que corren las campañas o pampas de Buenos ayres, y cuando temen o saben que los quieren perseguir se meten en este recinto, bien seguros de que no los (han) de ancanzar. Lo cierto es, que (si) desde el establecimiento del rio negro siguieran rio arriba hasta las tierras de Coluna, no pudieran menos de dar con ellos continuando por el sur del desague, y con esto sugetar tanto aragan y ladron.

Ellos ninguna esperanza dan de que sean christianos; antes quendo se les pregunta, si lo serán? es darles pesadumbre. Por mas que diga el Teniente Nuñez que son afectos a los christianos, no solo no lo son, sino que son enemigos, y mui enemigos. Y si en cinco años mostró Chulilaquin afecto a nosotros, no era sino por el aguardiente que bebian en aquel establecimient.o y los regalos que recivian de su mano, como ellos dicen. Yo tenia esperanzas de que los de aquí fuesen christianos, y desde que llegué me estan molestando para que haga casa; y si Chulilaquin es afecto a los christianos porque amenaza a nuestros amigos y a nosotros? A mí me parece que es porque no les damos aguardiente, yerba y otros regalos, como se lo dijeron a D.n Nicolas Lopez: que porque no haviamos trahido aguardiente, sombreros, yerba y otras muchas cosas para regalarlos? De lo que se infiere que su afecto es a la bebida, y a que se les dé quanto piden, y que no sea, sino a ellos solos, y no a otro alguno. Ademas de que el teniente Nuñez tendrá armas para defenderse de ellos, y no dudo que el miedo los sugetará mucho. No obstante, si es cierto que trahen las españolas consigo, prueban mejor su afecto, y dan a entender su torcido corazon: Y talvez las robarian despues que consiguieron la certificacion[14].

Dia 20 hasta 22 del mismo

Estaba con animo de pasar a ver al cacique Chulilaquin, y por estar la laguna mui alborotada lo dejé. A la tarde vino un Indio de parte de los Patagones a pedir licencia para venir a vernos. Preguntósele por el cacique Chulilaquin, y respondió que ha dicho que no nos queria ver. El dia veinte y uno de mañana pasé con D.n Nicolas a ver a Mancúuvunay para disponer el viaje a los Aucas el que se determinó para el veinte y dos. Quando volvíamos para nuestro alojamiento nos alcanzaron ocho Indios que venian de rio negro, y el principal era conocido nuestro. Por uno que dice ser hermano del principal y hablaba algo español supe que D.n Nicolas Muñoz es Comandante de San Julian, y presumí que los que aquí llaman Huillihuinca sean los de aquel establecimiento: Continué algunas preguntas sueltas, y veo que son distintos. Porque los Huillihuincas no tienen Bacas, sino ovejas cabras, y cerdos y los de San Julian tienen Bacas, pero no cabras [15]. A medio dia llegaron los Indios Patagones y a media tarde se marcharon; pero los que encontramos por la mañana durmieron con nosotros. Vino a vernos Mancúuvunay y dijo que no saliesemos hasta el dia veinte y tres, porque Millahuan venia el veinte y dos, lo que en efecto se verificó y vino con el un cona de Coluna; me pareció buen mozo y bien hablado. Sele preguntó por los Aucas y dice lo mismo que los demas; y preguntandole, si eran Yndios o Españoles, dijo que eran Indios alzados que viven a la otra parte de una laguna como la de Nahuelhuapi y entre unas cordilleras cerca de la laguna, y que havian venido de otras tierras embarcados como nosotros. Mancuuvunay me dijo que después de ellos havian Huincas, pero no sabia que huincas eran, que su hermano Chiglena que vivia junto a los Aucas nos daria noticia mas individual de todo. En esta inteligencia estaba yo con las mayores esperanzas de conseguir este año su último reconocimiento, y no dudo que lo hubiera conseguido, si estos Yndios no huvieran trahido un papel que sin decir cosa de substancia causó tanto daño [16].

Estando en esto llegó un yndio cona de Mancúuvunay que venia de la tolderia de los patagones, y dijo que havian reñido unos con otros y que Chulilaquin estaba con animo de seguirnos y atacar primero a Mancúuvunay y a Cayeco, y despues a nosotros. El manco hijo de Cayeco que anda siempre en compañia de Mancúuvunay dijo a la gente que estubiesen con cuidado, que no desamparasen las armas porque sin falta venian contra nosotros los Huilliches. Con estas noticias dijo Mancúuvunay que no podia acompañarnos, porque tenia en peligro toda su hacienda y familia. Tambien se supo que quando Don Nicolas estaba hablando con Chulilaquin este le pasaba el baston por junto a la boca para que si lo cojia con la mano le asegurasen los Yndios y cogiesen a todos sus soldados con las armas.

Antes que se marchase Millahuan llegaron quatro mugeres de lo de Chulilaquin; dos hablaban mucho en Castellano, y me dieron la queja de parte de su cacique por no haverle ido a ver: seles dijo que havia sido por estar mala la laguna. Estas me dijeron que Chulilaquin tiene cinco españolas, que las acaba de traher de Buenos Ayres, una se llama Manuela, otra Antonia, otra Francisca, otra Agustina y la otra Teresita; este es el afecto que tiene este cacique a los christianos, y como no le castigan estas maldades, continuará siempre robando no solo a las haciendas, sino tambien a las infelices mugeres.

El despues que consiguió la certificacion de Don Florencio Nuñez, fué acia Buenos Ayres de donde acaba de llegar a este portugalete de pícaros y ladrones de las pampas. Estas indias se enredaron aquí y dicen que Chulilaquin nos vendrá a ver con las noticias que los indios amigos nos dan, de que Chulila y los Huilliches nos han de atacar no solo aqui sino tambien en el camino. Todas estas noticias o falsas, o verdaderas me obligaron a consultar lo que se debia hacer, porque estamos cercados de enemigos, y los que tenemos por amigos no sabemos si lo son. Don Nicolas, Don Juaquin y otros fueron de parecer que era mejor la retirada, porque los enemigos pasan ya de quatro cientos sin los que esperan. El hacer viage es mui arriesgado, porque es preciso dejar aqui fuerza para que puedan resistir en caso que los acometan, y lo mismo puede suceder a los que baian al viage[17].

Dia 23 del mismo

Por la mañana fué Don Joaquin con quatro hombres a lo de Mancúuvunay, el que estaba de marcha para ir a cazar Abestruces. En todo el dia no pareció Yndio alguno por nuestro alojamiento. En la tolderia de los patagones parece que se mudaron algunos toldos, porque se vieron muchos caballos y gente que iban acia la tolderia del cacique Chulilaquin y pegaron fuego al pasto en donde tenian los toldos. A media tarde se vieron humos a la parte del norte sobre un cerro frente al toldo de Mancúuvunay y presumimos que fuesen los Yndios que se marcharon de la tolderia. Al anochecer asomó a nuestro alojamiento por el camino que viene del desague una tropa de caballos, que venia mui de espacio, la que yo ví casualmente ya bien cerca de nosotros. Luego los oficiales formaron la gente y se destinaron algunos para echar todo el equipage en las pirahuas, lo que se ejecutó con presteza, y se embarcaron tres hombres en cada una, con sus fusiles, y municion para que los que estaban sobre las armas tubiesen en caso de apuro en donde fortificarse. Se dispararon algunos tiros a bala acia los Yndios, y luego desfilaron por su derecho acia el norte por la falda de una loma que estaba cerca de nosotros. Se pusieron Centinelas abanzadas, y la gente estubo sobre las armas. Ví a todos con bastante animo y valor. A las dos y medio de la noche, despues de salir la luna, asomó gente por la parte del SO, y una de las centinelas los vió y disparó un tiro, y todos se unieron al cordon.

A las tres y media asomaron otra vez por el norte, y tambien los hicieron retirarse. Despues que amaneció fueron tres patrullas a hacer la descubierta, y solo hallaron muchas pisadas de caballos, y oyeron ladridos de perros acia el toldo de Mancúuvunay. Presumo que serán los Huilliches que se irian a barquear por allí, y que habrian hecho alguna maloca al Cacique [18].

Dia 24 del mismo

Mui temprano se vió en la parte del leste de la laguna una gran tropa de caballos que iba del desague ácia el sitio de la tolderia; fueron los Huilliches, que en quanto llegaron a sus toldos se marcharon, y pegaron fuego al pasto al tiempo de lebantar los toldos, como se supo despues. Al mismo tiempo llegó a nosotros Mancúuvunay con su hijo diciendo, que no havia podido dormir por causa de los tiros que havíamos tirado a sus caballos, que los havia despachado con su hijo y un cona para que estubiesen junto a nosotros por miedo de los Huilliches: que los caballos con los tiros se havian espantado y que las balas quasi le havian muerto a su hijo porque una le rasgó la bota, y le hirió el caballo, el que se estaba muriendo.

Se le hizo cargo de que el era el autor de la maldad y negó con toda instancia y firmeza, pero su hijo confesó al soldado Lorenzo Burgos que era verdad y que havian venido contra nosotros treinta y tres toldos no con animo de matarnos, sino de llebarnos para sus criados. Enseñó la bota a quien raspó la bala aun la vendió al soldado José Barrientos. Yo considero a Mancúuvunay mui confundido sin saber a quien arrimarse, y assi hace lo que le manda el primero que le coge. Los Huilliches son muchos, el tiene poca gente, y cogiendole aquellos de sorpresa se ve precisado a condescender con lo que ellos quieran o sujetarse a quedar cautivo de ellos. Mancúuvunay quiere que vayamos a lo de su hermano Chiglena y Coluna porque ya se marcharon los Huilliches. Yo temo que ellos mismos le harian este encargo para ver si pueden lograr en el camino el lance que perdieron en la laguna. Aquí nos podemos de todos estos Indios y de muchos mas defender, pero divididos no es posible, porque al cabo se nos acabarán los bastimentos y municiones, y nes vieramos precisados a entregarnos[19].

A la tarde vino Chulilaquin a visitarnos con solo seis hombres y una mujer que trahia una chiquita blanca que el año pasado era de pecho. Esta niña era hija de una christiana y de un Yndio, segun nos dijo el Yndio que hacia de interprete. Un Yndio de Mancuuvunay nos dijo, que este cacique havia querido venir a hacernos guerra, y por haver oido los tiros, lo dejó para engañarnos de este modo mejor. La visita de Chulilaquin se redujo a decirnos que el era amigo de los christianos y preguntarme por aguardiente, yerba, etc., y me ofrecia carne, que el tenia Bacas y ovejas, que me las venderia. En efecto trajo dos terneritos i tres ovejas, los que se los pagué en harina y viscocho. Sus visitas y las de los demas son unicamente para que les demos lo que trahemos, y aun no quedan perfectamente contentos, porque quieren ser solos y que no se dé a los otros. Si ellos dan algo, es poco, y se les ha de pagar mucho mas de lo que vale.

Dia 25 del mismo

Durmió Chulilaquin con nosotros, y pidió que le barqueasen a la otra parte de la laguna porque ayer al pasar el desague lo llebó la corriente. A las ocho fueron Don Nicolas y Don Juaquin con quarenta hombres armados por si tenia alguna celada. Antes de embarcarse estuvimos hablando los dos y un interprete que el trahia y hablaba español. Este me dió noticias de Buenos ayres, Lujan, Pergamino, Punta de San Luis, y Mendoza. Chulilaquin me encargó, que yo informase al señor Governador de su buen corazon, y prosiguió persuadiendome siempre a que el nos amaba mucho, y que quando yo gustase fuese a su casa, y me señaló el sitio en donde estaba, que hablaríamos. Ayer estubo hablando a solas con Mancúuvunay, en su lengua, por lo que solo ellos sabrán lo que hablaron [20]. Se ven muchas humaredas a la otra vanda del desague ácia el norte, y presumimos que serán los Huilliches Patagones, que se mudaron ayer, y puede que se hayan ido ácia aquel parage para ver si vamos a lo de Coluna, y poder lograr el lance, que perdieron el dia veinte y tres, cercandonos ellos por un lado y Chulilaquin por otro.

A la tarde vino Mancúuvunay y tambien Cayeco, porque le mandé recado para que viniese. Le conté lo que avian echo los Huilliches, y mostró mucho sentimiento de ello. Quando este Cayeco nos vino a ver dias pasados, dijo, que él. Mancuuvunay y otros vecinos suyos se mantenian en su tierra sin salir de ella; pero que los huilliches eran unos salteadores que no paraban en su tierra sino que andaban siempre por otras partes robando siempre y haciendo daño, y prueba de ello eran sus caballos, que como no paraban en parte ninguna los tenian flacos y estos de Nahuelhuapi los tenian gordos (es mucha verdad uno y otro) [21]. Despues le dije que me retiraba para Callvuco, y que no iba a lo de Coluna, por no tener con que comprar bacas y ovejas para traher a Nahuelhuapi [22]. Cuando oyó esto quasi comensó a llorar, y dijo que los Huilliches por sus picardias eran causa de esto y lo mismo dijo Mancúuvunay. Cayeco dijo que el siempre tenia el mismo corazon; que si volviamos contasemos con el, y si estaba muerto el año que viene tuviesemos por cierto que los huilliches le havian quitado la vida, y suplicaba que le vengasemos su muerte. El manco hijo de Cayeco dijo a su compadre Don Nicolas Lopez, que aquel rancho que haviamos echo no permitirian que ninguno le deshiciese para que nos sirviese el año que viene [23]. Se repartió a los dos caciques un poco de trigo para que sembrasen y seles dijo el tiempo y como lo havian de hacer.

Despues que anocheció calmó la laguna y nos embarcamos: fuimos a remo navegando por la costa y al amanecer tomamos puerto en un estero que ay frente de la Isla grande, que entra al leste, a la vista cosa de media legua, y de ancho no llega a medio cuarto. Allí descansó la gente un poco y luego continuamos la costa ácia el N. O. en donde ay algunas Islitas y nos emparejamos con otra Isla, grande al parecer, pero no es Isla sino península, que se une con la tierra firme por un Ismo que tendrá de ancho a lo mas media quadra. Despues de este Ismo ay mas Islas al pie de la cordillera nebada. Todo este seno está rodeado de cerros, y los que están al N. E. están llenos de pasto. En la península vimos Huanacos, y en el Ismo ay un manzano en la misma playa. Fuimos a ver si en la cordillera se divisaba alguna abra con animo de registrarla, lo que no se vió [24] y proseguimos antes de amanecer el dia veinte y siete al puerto de la esperanza o principio de la laguna en donde se aseguraron las pirahuas y seguimos el camino a Ralun, a donde llegamos el dia tres de Marzo. En el mismo dia comenzó a llover y continuó hasta el dia siete, que cesó el aguacero, y por no perder ocasion salimos para el fuerte de Callvuco y llegamos el dia nuebe a las cinco de la mañana.

Llegamos al puerto de San Carlos el dia once de Marzo de mil setecientos noventa y quatro a la una y media del dia [25].

Nota

En el mismo instante que llegamos al puerto, pasé con mi compañero y los dos oficiales a ver al Señor Governador de la provincia, y despues de darnos la bien venida, me pidió este Diario y le respondí que en quanto le acabase se lo daria. El dia trece pasó Su S.a a visitarme al hospicio y me lo volvió a pedir y al instante lo firmé y se lo entregué conforme estaba. Por lo que no me quedé con toda la copia de él: de lo que resulta que desde el dia veinte y tres de Febrero hasta el fin no convendrá este con aquel en la letra; pero si en la substancia, y para que conste lo firmo en el puerto de San Carlos, provincia de Chiloe en veinte y seis del mes de Marzo de mil setecientos noventa y quatro[26].


APÉNDICE A LA CUARTA ESPEDICION


Noticia que da el soldado de la 1.ª compañia de infanteria, Lázaro Burgos [27], que ha estado destinado a la expedicion de los descubrimientos de la laguna de Nahuelhuapi en los últimos cinco años, sirviendo de intérprete en los tres últimos, desde el descubrimiento de dicha laguna e indios de esa comarca.

Dice: que inquiriendo las noticias del establecimiento de los españoles, que se hallan situados muchos años há en aquella comarca, le aseguró un indio huilliche, con quien contrajo amistad que habia estado el mismo en dos ciudades de huillihuincas (que así llaman a aquellos españoles), las cuales se hallan a la parte del sur de la referida laguna, de la cual distan quince dias de camino, y que hay dos rios que se pasan en balsas de totora; que el territorio de la ciudad principal tendrá de circuito como cinco leguas; que todos sus habitantes son españoles; que lloran por conocer a los castrarios (que así llaman aquellos españoles a los de la ciudad de Castro, de la provincia de Chiloé), que en dichas dos ciudades abundan los frutos del mais y cebada, y hay poco trigo, que tenian minas de plata y usaban de la moneda antigua cortada; que los tales españoles no salen de su recinto porque están cercados de indios enemigos que selo impiden y no tienen armas para su defensa. Y que aunque el tal indio huilliche le dijo otras muchas cosas de la referidad ciudad, las que lleva referidas son en las que mas se afirmaba y que le parecieron mas probables [28].

San Carlos de Chiloé, 14 de Marzo de 1794.

M. Rvo. Pad. Fr. Francisco Menendez

Para poder yo trasladar estas noticias al conocimiento del Excmo Sr. Virrey de estos reinos, con la formalidad correspondiente, he de merecer de V. Ra, que enterándose de ellos me exprese a continuacion lo que le conste con lo demas relativo a ellos.

San Cárlos, 16 de Marzo de 1794.

(Firmado)—Pedro de Cañaveral

RESPUESTA[29]

Señor Gobernador y comandante general

Enterado de la declaracion del soldado Lázaro Vargas, debo decir a V. S. que las noticias que pongo en mi diario sobre la verdadera existencia de gente española, llamada en lengua chilena huillihuincas son en substancia las mismas que ha dado a V. S. el soldado. Mi amigo el cacique Maquemunay seme ofreció a llevarles una carta, y aun la víspera de nuestra retirada (que él no sabia) me dijo que la llevaría. Por lo que dicen los indios, me parece que hay al sur de Nahuelhuapi poblacion de españoles, distinta de los establecimientos de la costa patagónica; pues en estas dicen que hay muchos caballos y ovejas, y en la que está al sur de Nahuelhuapi no hay vacas, sino muchas ovejas, cabras, cerdos y caballos. Esto lo oí decir a muchos indios, y todos dicen que los huillihuincas no tienen vacas, y que en los demas son mas ricos que los de Chiquito-Buenos Ayres.

Propuse al cacique Manquemunay el ir con su amigo que él llama hermano, a verlos, y me respondió que habian muchos enemigos en el camino, y particularmente un cacique enemigo suyo, cuyos sujetos le habian robado algunos caballos despues que nos apartamos el año pasado; y estos mismos indios impedian a los huillihuincas el apartarse de sus tierras. Estas noticias nos las comunicaron el dia 10 de Febrero y se continuaron los demas dias que se ofrecia hablar con los patagones, aunque ninguno habia estado allá, solo el que se ofrecia llevar la carta hacia cinco años que los habia visto, y un indio con su mujer. Es cuanto puedo decir a V. S. sobre el particular.

San Cárlos de Chiloe, 18 de Marzo de 1794.

(firmado) Fray Francisco Menendez


Notas
  1. Nuestro incansable autor se vuelve poner en camino: es la octava i última vez que sale a campaña i que nosotros tendremos el placer de acompañarle. Su ánimo no desfallecia aun ante los peligros i fatigas que ofrecian la navegacion de estos tempestuosos mares i lagos, la ascension de esas ásperas cordilleras i, mas que todo, el trato con aquellos indios de pérfida indole.
    Hemos seguido en la redaccion del testo de este viaje el mismo método usado en los viajes anteriores, valiéndonos de los dos códigos existentes i dando en nuestra version todo el material ofrecido por ellos en conjunto. El testo publicado en el "Anuario Hidrográfico", que es copiado, segun entiendo, del diario orijinal que existe en poder de D. Francisco Vidal Gormaz, es algo mas prolijo, que el de nuestra coleccion de los "Diarios", por cuya razon le hemos aprovechado largamente.

    Hai una lijera diferencia entre los títulos de las dos versiones en cuanto a la numeracion de este viaje: en la nuestra se indica como el tercero i en la otra como el cuarto viaje a Nahuelhuapi. Las dos tienen razon de ser, puesto que emprendió cuatro viajes en direccion al Lago, pero como no llegó a él en el primero, fueron solo tres los llevados efectivamente a cabo a ese destino.

    El título, que encabeza nuestra version, no difiere esencialmente del que trae el viaje anterior; da a entender que el problema, que debia haber resuelto este, quedaba vijente para la nueva espedicion.

    En cambio el título de la version del "Anuario" es mas estenso i encierra aun una alusion a los Césares, lo mismo que el de la primera espedicion. Dice: "Diario del viaje cuarto a la laguna de Nahuelhuapi escrito por Fr. Fco Menendez ..... comisionado por el Ex.mo S.r Virrei para reconocer los aucas i averiguar todas las naciones que se dice existir al norte i sur de dicha laguna, para poder resolver de una vez sobre la verdad o falsedad de las voces vagas que con tanta variedad circulan sobre su verdadera existencia".

    El virei habia dispuesto en su "Instruccion" (art.o 13) que Menendez regresara a la capital a la vuelta de su espedicion anterior. Así lo cumplió, bien que no tengamos ningun dato sobre su viaje de San Carlos a Lima. Parece que se embarcó pronto despues de volver de Nahuelhuapi i que detuvo solo poco tiempo en Lima. Efectivamente habiendo vuelto de su espedicion a principios de abril i habiéndose dirijido en seguida al Perú, se volvió a embarcar en el Callao para Chiloé solo tres meses i medio despues; su estadia en Lima fué relativamente mui corta. El virei, sin duda impaciente para ver resuelto el problema que le preocupaba, le ordenó volverse en la primera ocasion, para que la nueva espedicion pudiera salir en la época mas oportuna.

    Se trasluce que no fuera recibido tan bien en Lima como la vez anterior, porque no nos comunica nada sobre los pasos que diera allí. Menendez debió sentirse contrariado que el proyecto de la fundacion de una mision en Nahuelhuapi, que habia propuesto el digno guardian Sobreviela i que recien se habia impuesto a él con tanta fuerza de conviccion por el descubrimiento de la antigua mision de los jesuitas, no hubiera sido admitido por el virei, sino que éste le volviera a ordenar de buscar las naciones" distantes i de existencia mas que problemática. Será ésta tal vez la razon que el manuscrito que sirve de base a nuestro libro, no dijera nada sobre los preparativos para la nueva espedicion ni sobre el viaje de vuelta a San Cárlos, sino que comience, sin preámbulo, con su salida de este puerto para Nahuelhuapi. La version del "Anuario" es un poco mas esplícita, por lo que la hemos adoptado.

    La "Santa Rosalia" demoró en su viaje por los intermedios cincuenta dias para llegar desde el Callao a Quilca, en aquel tiempo el puerto de Arequipa, situado a la salida de la quebrada de Vitor. Quilca fué abandonado en 1830 como puerto de Arequipa, segun parece, por ser de clima mal sano, estableciéndose este en Islai i mas recientemente en Mollendo.

    Este viaje de la "Santa Rosalia" es un ejemplo de la estrema lentitud con que marchaba la navegacion del cabotaje en la costa del Perú, circunstancia que dificultaba tanto el desarrollo del comercio en esta rejion del Pacífico ántes de la época del vapor.

    Es probable que el buque tocó en los puertos intermedios para completar su cargamento destinado a Chiloé. Llevaria ya del Callao los efectos manufacturados de Castilla; en el camino embarcaria en Pisco el aguardiente del mismo nombre, que era el artículo mas importante de consumo en el Archipiélago.

    Las mercaderias introducidas anualmente del Perú a Chiloé consistian en una época un poco anterior (1782), segun un estado de Lazaro de Ribera[n 1], en aguardiente por el valor de $3850, bayeta de la tierra $3375, ropa de Castilla $3375, i en azúcar, yerba, añil, sal, paño de Quito, miel, ají, jabon, fierro, etc., en cantidades de valor reducido. Puede ser que el buque se haya surtido en Quilca de la bayeta fabricada en el interior de Arequipa, la cual era uno de los artículos mas importantes.

    Haciendo un cómputo de las fechas indicadas, resulta que el buque echó cuarenta i dos dias [n 2] para llegar de Quilca a San Cárlos i que todo el viaje desde el Callao demoró ciento ocho dias.

    No cabe duda que un viaje tan largo, en las condiciones desfavorables de estos buques en cuanto a comodidad i alimentacion, debió ser bastante penoso para nuestro autor.

    No fué con todo solamente en la costa del Perú que los buques sufrian estos atrasos; sucedia lo mismo tambien en Chiloé i fué la casualidad que la misma "Santa Rosalia" volviera a dar un ejemplo de esta clase en la latitud austral. Menendez i Moraleda [n 3] refieren que el buque, a su vuelta al Callao, estuvo listo en San Cárlos para salir desde el 26 de noviembre pero que los malos tiempos detuvieron su salida hasta el 8 de enero.

    Mientras que nos hayamos formado por medio de cáleulos una idea aproximada del cargamento que traia la "Santa Rosalia" desde el Callao, poseemos datos mas exactos sobre los productos de Chiloé que llevó de retorno; los reproducimos para dar una idea de este comercio i de la industria del Archipiélago en aquella época. El buque a cargo de su maestro Francisco Arévalo llevó al Callao 8095 jamones, 355 ponchos, 734 bordillos, una cantidad de sardinas, 81 remos, 25000 tablones de alerce 85 barbas de ballena, 98 quesos, 100 chiguas de papas, 18 botijas manteca de puerco, 7500 rajas de leña; de Valparaiso llevó almendras i otros artículos i ademas 14 esclavos (!) i $20000 en plata sellada [n 6]

  2. Fr. Diego del Valle, restablecido de su enfermedad que le habia impedido seguir con la espedicion anterior, volvió a acompañar esta vez a nuestro autor. El infatigable i hábil capitan de milicias Nicolas Lopez, volvió a juntársele tambien en este viaje, siendo, segun parece, el único ayudante que tomó parte en todos ellos. Un nuevo ausiliar fué el subteniente Joaquin Sanchez, quien habia venido junto con su mujer en la "Santa Teresa", en el mismo buque en que Menendez i Moraleda habian venido del Callao en octubre de 1792. El teniente Sanchez, "despues de haber concluido el destacamento de tres años que está determinado hagan los oficiales de su cuerpo en Chiloé", se embarcó el 2 de abril de 1796 para el Callao [n 4].

    Menendez no menciona esta vez a su entusiasta compañero de los viajes anteriores, el sarjento Pablo Tellez. No sabemos si esta omision a la que ya nos hemos referido ántes, signifique que no haya tomado parte en el viaje; nos inclinamos a creerlo, porque los servicios del anciano sarjento quien se habia retirado del servicio activo con grado de subteniente i habia recibido una merced de los terrenos de la Boca, no eran ya tan necesarios, puesto que los caminos a Nahuelhuapi se hallaban abiertos. Moraleda asegura sin embargo que Tellez tomó parte en los cuatro viajes.

    Se alistó esta vez tambien una fuerza respetable de milicianos bajo las órdenes de nuestro viajero.

    Al arribar éste ahora a Chacao debió recordar su estadía en este puerto como misionero ántes de volver la primera vez al Perú [n 5].

  3. El autor sufre una lijera equivocacion en este nombre, que no es Poyehuapi sino Cayehuapi, bajo el cual menciona en el primer i segundo viaje el grupo de farallones llamados hoi Caicura i situados a la entrada del Estero. Se esplica este error por la circunstancia que Poyehuapi[n 7] es la islita situada a la entrada del estero de Comau, de modo que por un lapso de memoria atribuyera el nombre de esta a la otra que se halla en situacion parecida con respecto al estero de Reloncaví.

    Menendez nos comunica aquí la esperiencia adquirida en sus viajes repetidos sobre la entrada a este estero. Véanse sobre este particular las observaciones del jóven Jorje Oelckers E. en la nota correspondiente al 9 de diciembre de 1791.

  4. Conocemos el puerto de San Luis o Sotomó desde la espedicion anterior. A mas de tener buen puerto para las piraguas ofrecia la ventaja de haber alerce en sus alrededores, el cual se esplotaba.

    Sabemos que desde la abolicion de las encomiendas, los indios como súbditos directos de la Corona tenian que pagar un tributo anual de cinco pesos. Como no corria dinero, sino que la tabla de alerce era de hecho la moneda circulante en el Archipiélago, el tributo se fijó en cuarenta tablas, recibiéndose cada una a un real, precio que era relativa mente alto i favorable para su cortador, puesto que en nuestro tiempo hemos visto venderla por la mitad. El humanitario virei Gil y Lemus staba tambien al cabo del pago de este tributo i recomendaba recibirle en especies para hacerle lo menos gravoso posible [n 8], lo que, segun se ve, efectivamente se hacia.

    Un hombre esperto podia hacer fácilmente la cantidad exijida de tablas en un dia; necesitaria ademas medio dia para instalarse en el alerzal i medio dia para bajarlas a hombro a la playa, siendo esa cantidad la carga cabal de un hombre. Lo que hacia mas gravoso para el chilote el pago de este tributo era la demora en el viaje de ida i vuelta que bien podia durar el plazo señalado por Menendez, si coincidia con los malos tiempos habituales. El autor se compadece con razon pues de estos infelices; por otra parte debemos tener presente que la lentitud i manera poco previsora con que procedian los indios en su navegacion (Martin), les hacia gastar un tiempo desmesurado en esos viajes.

    En época anterior se obligaba a los indios encomendados a trabajar en I corte de las tablas de alerce. Rosales refiere que los indios se sublevaron por el apremio de esos trabajos en 1663 i que esta rebelion fué sofocada por el jeneral Cosme zisternas Carillo en su segundo gobierno [n 9]. Vimos arriba que el penoso trabajo de la corta del alerce produjo tambien la rebelion del año 1712, en tiempo del padre M. de Hoyo. Ella fué la última que tuvo lugar en Chiloé.

  5. Las humaredas mencionadas sirvieron sin duda para señales con el objeto de indicar a Menendez la marcha de las partidas de cargadores. Parece que este método no era usual en Chiloé, porque el clima lluvioso i las altas cordilleras no se prestaban a ello. En nuestro caso se harian los humos a imitacion de la práctica jeneral usada por los indios de la otra banda que se acababan de conocer.

    Vemos que el viaje se hizo en escelente órden i con método: estando los caminos abiertos i la jente habituada a las eventualidades de la navegacion i del paso de la Cordillera, todo marchaba perfectamente. Con las buenas disposiciones del capitan Lopez nuestro autor i sus ayudantes del Valle i Sanchez no tenian necesidad de intervenir en la marcha de la columna espedicionaria i disfrutaban ademas de cierta comodidad en comparacion con las penalidades de las espediciones primeras.

    Por las mismas causas no hai novedades especiales en esta parte del viaje, de modo que nuestra tarea de comentador va reduciéndose cada vez mas.

  6. Para evitar los peligros que ofrece la playa del rio Peulla para el desembarque, se llevó la piragua mas pequeña a "Los Pangues", en conformidad con la esperiencia adquirida a la vuelta del viaje anterior véase el dia 19 de marzo de 1793.
  7. No tenemos conocimiento exacto del puerto situado en la punta N. E, del estero Blest a que el autor recaló i desde el cual se le abrió la vista sobre la isla grande i el grupo de las islas pequeñas al Oeste de ellas; su descripcion es sin embargo suficientemente detallada para reconocerle, cuando se recorra esta costa. Fonck i Hess vieron i anotaron en su plano las islas mencionadas, que no aparecen en los mapas modernos.

    Encendió el pasto para dar a los indios una señal de su venida por el humo. Ellos la vieron i le correspondieron al dia siguiente por otra.

    En lugar de proseguir en la tarde en derechura al Este i atravesar el lago, para lo que la luz del dia no habria alcanzado tal vez, se dirije al puerto conocido de la antigua mision para pasar la noche en una posicion bien resguardada.

  8. Los indios advertidos por los humos del dia anterior, procuraron guiar por su parte a los viajeros por otros prendidos en la orilla derecha del Desagüe.

    Menendez se dirijió primero al puerto en que habia establecido su cuartel jeneral situado en una escelente posicion estratéjica, que le permitia una comunicacion fácil por el lago con la tolderia de Mancuuvunay, miéntras que el rio Limai le protejia de los indios haciendo difícil su acceso por tierra.

    Fué a ver a los indios el mismo dia de su llegada i tuvo la satisfaccion de ver que no manifestaban recelo alguno sino la misma buena disposicion del año pasado. Nada parecia haber cambiado en la comarca desde el viaje anterior, de modo que esta primera impresion le hacia presajiar un éxito feliz para su empresa. Desgraciadamente este estado de paz i tranquilidad no habia de ser de duracion.

    Como gran parte de la tribu de Mancunvunay estaba ausente, el autor tuvo ocasion de conversar largamente con el cacique, quien le dió buenas espectativas de efectuar un viaje a las tierras de Coluna i de fundar la mision en Nahuelhuapi, principiando con la adquisicion de vacas i ovejas.

    Mancuuvunay proponia a Menendez comprar esas piezas de ganado a su hermano Chiglena, cacique que vivia cerca de Coluna i cuyo nombre aparece aquí por primera vez. Es sensible que ni por Menendez ni por otros conductos hayamos obtenido datos sobre este cacique, hallándonos con respecto a él en la misma oscuridad que con el lejendario Coluna [n 10].

    Mancuuvunay ratifica su cuento del año pasado sobre los Huillihuincas («los españoles del Sur»), el cual es ampliado esta vez con las noticias dadas por su hermano quien, al parecer, acababa de volver de ellos. La larga distancia en que viven es ilustrada gráficamente por la demora con que debia llegar la contestacion de la carta, demora que no podia estrañar si se consideraba la distancia i los desiertos que habia que recorrer. Se repite en este relato exactamente la misma aseveracion dada por los indios con idéntico motivo, hacia mas de un siglo, al ilustre Mascardi. Veremos mas adelante confirmarse que estos huillihuincas fueran los españoles de San Julian i Santa Cruz. Lo que el mismo indio aseguraba con respecto a los animales domésticos de aquellos establecimiento los cuales llamaron principalmente su atencion, es solo parcialmente exacto: parece que las ovejas, cabras i cerdos se hallaban en mui corto número, si es que los habia; es evidente que su relacion peca de alguna exajeracion perdonable. En cuanto a la falta de las vacas, ella es efectiva, bien que en tiempo de Viedma (1783) se avistaron algunos animales vacunos alzados i se repartieron unas pocas vacas a los pobladores de San Julian [n 11]. Los indios distinguian esas poblaciones australes de la de El Cármen.

    La única dificultad que ofrece esta ubicacion es el hecho que los establecimientos atlánticos del Sur habian sido levantados por órden real hacia ya algunos años [n 12]. Entendemos que el indio por regla jeneral no distingue plenamente en su raciocinio el tiempo presente del pasado, de modo que se retiere en este caso indistintamente a los pobladores australes, bien que ya se hayan retirado. Los indios recorrian probablemente ahora los asientos abandonados para rebuscar los despojos que habian dejado aquellos, i tambien para ver si acaso esos buenos huéspedes volverian. Veremos ademas, en el "Apéndice" a esta espedicion, que la visita, que el dicho hermano de Mancuuvunay habia hecho a los Huillihuincas databa de cinco años atras, es decir de una época en que esas poblaciones o existian todavia o se habian desocupado hacia poco tiempo.

    El soldado veterano Lázaro Vargas, quien tenia algunas nociones del araucano, porque servia de intérprete i poseia un talento especial para insinuarse a los indios de ambos sexos, trató por su parte tambien de adquirir de ellos noticias confidenciales. De esta manera una india que acababa de llegar de los Huillihuincas le comunicó lo que habia observado en ellos. No serian los mismos a que se referia el hermano de Mancuuvunay, sino que debian vivir mas cerca, como en El Cármen o San José, porque ella habia empleado solo dos meses en el viaje. Resulta de su relacion que las empresas de Menendez, trasmitidas por los indios, habian llegado a conocimiento de los españoles de la costa del Atlántico i habian llamado su atencion hasta el punto que habian concebido la idea de irse por mar a Chiloé, puesto que el camino por tierra o por el rio Negro estaba cerrado por los indios. Encontraremos mas adelante en el "Apendice" citado una variante importante de esta relacion.

    De esca manera Menendez iba recibiendo cada vez mas datos, bien que indirectos, de sus paisanos del Atlántico.

  9. No seria imposible que esta india fuera "la lenguaraza Teresa", que hizo un papel importante en la espedicion de Villarino como su confidente intrusa. Hemos relatado su historia en el lugar correspondiente.

    Recordemos que esta se embarcó con él, llevando a su hija a El Cármen; ahora volveria quizás con otra hija mas, que se le acrecentara durante los once años trascurridos. La india, que se presentó a Menendez, sea que fuera la misma o que fuera otra, hablaba algo de español i estaba al cabo de la venida de la carta, lo que prueba que venia desde el Cármen, probablemente con el cacique Chulilaquin, el portador de ella; ella servia ahora a éste en calidad de mensajera confidencial i a la vez de espia [n 13].

    La candorosa interpretacion, dada por esta india al contenido de la carta, es mui orijinal i demuestra a las claras la índole infantil del jenio de los indios, que hemos señalado ántes.

    Parece que la provision de los víveres i pertrechos destinados a este viaje no fué tan abundante i variada como la del anterior i que el ramo de los agasajos se habia descuidado, ya que las chaquiras ofrecidas la última vez habian sido recibidas con desprecio. Vemos que faltaban en el inventario de Menendez articulos mui apetecidos por los indios como el aguardiente, el azúcar i la yerba mate, que eran mas o ménos corrientes en el Atlántico, pero escaseaban en la lejana i pobre provincia de Chiloé.

    Menendez tuvo que recurrir a su propio peculio para satisfacer el pedido de la india, procediendo de la misma manera que Villarino en situacion análoga.

  10. La calma que reinaba en Nahuelhuapi a la llegada de Menendez no fué duradera, sino precursora de una tormenta que iba a estallar pronto i darle horas de sorpresa i zozobra. Ella fué ocasionada por la aparicion simultánea en Nahuelhuapi de varias i numerosas tribus viajeras.

    No sabemos si los tehuelches primitivos de la Patagonia eran nómadas; un exámen atento de las relaciones de los primeros navegantes, como Magallanes i Drake, podrá resolver quizás este punto. Como vivian esclusivamente de la caza, que la hacian a pié, es probable que se movian dentro de ciertos límites para esplotar con mas ventaja los inmensos campos de que disponian, retirándose cuando ya el guanaco i el avestruz escaseaban en el distrito, para trasladarse a otro i volviendo mas tarde al primero.

    La introduccion del caballo, que se propagó rápidamente por la Patagonia desde las Pampas de Buenos Aires, habiendo alcanzado al fin del siglo pasado al Sur del rio Santa Cruz (Viedma), produjo en las costumbres de estas tribus un cambio radical: se hicieron ecuestres, adoptando un modo de vivir semejante al de los Escitas, Partos i Hunos en la antigüedad i al de los Kirguises del Asia i de los Sious de la América del Norte en nuestro tiempo. Es este uno de los ejemplos mas memorables en la historia de la etnografia del cambio producido por un animal doméstico en la vida de los pueblos i ofrece tanto mas interes, por cuanto todos ellos hayan adoptado, a consecuencia de él, costumbres mui parecidas, aun bajo las latitudes mas apartadas i en continentes separados por los grandes Océanos.

    El caballo ha dado a los tehuelches i a algunas ramas araucanas los medios no solo de moverse con rapidez, sino tambien de emprender largos viajes circulares i periódicos.

    Falkner, en cuyo tiempo ya todas las tribus de la Patagonia, con que entró en relaciones, usaban caballos, habia notado tambien que ellas viajaban casi constantemente, i fué esta la causa que alcanzara a conocer todas ellas, puesto que no habia ninguna que no se le presentara en el curso de sus viajes o escursiones. Sin embargo, no reconoció en estos una faz esencial de su existencia, ni las reglas a que hubieran obedecido.

    Al analizar el viaje de Villarino hemos llamado la atencion sobre las peregrinaciones o viajes periódicos i anuales de estas tribus. Vimos allí que una de ellas, de raza tehuelche, que habia salido de San Julian pasó por las orillas del rio Limai, viniendo mui rica con los regalos de los pobladores de aquel establecimiento; estos indios, si es que no hubieran tocado el lago Nahuelhuapi, debieron pasar mui cerca de él. Vimos allí tambien subir desde el Cármen el valle del rio Negro a algunas tribus de los aucas i dirijirse de El Cármen a Las Manzanas, i finalmente viajar a otras tribus de Choelechel al rio Chubut por un lado i al rio Colorado por el otro1

    Musters, uno de los viajeros mas esclarecidos de nuestro siglo, hizo un viaje redondo de esta clase por la Patagonia guiado por una tribu a que se habia asociado. Él nos ha enseñado que aquellos viajes tenian lugar en la misma forma hasta nuestros dias, dándonos los detalles de esos caminos reales de la Patagonia.

    Pues bien esas rutas no conducian precisamente por el lago Nahuelhuapi, que quedaba un poco a Oeste, como en el caso de los indios de San Julian en tiempo de Villarino i en el de Musters, pero una lijera desviacion les conducia a sus riberas, que fué lo que sucedió ahora, que se djeron a él atraidos por la fama de Menendez sea con el fin deliberado de hostilizarle, sea en la esperanza de lograr algo en la feria que, segun creian, debia formarse a su rededor.

    En el viaje pasado se habia presentado el altivo capitan tehuelche del Sur; ahora vinieron los huilliches, de raza araucana (?), residentes a distancia considerable al Sur de Nahuelhuapi (?) i reunidos con los tehuelches salidos del último confin de la Patagonia, de San Julian i de Santa Cruz.

    Ademas se esperaba desde el lado del rio Negro i El Cármen al poderoso cacique, que era el portador de la carta, cuya próxima llegada anunciaba con énfasis.

    Notemos todavia que esas tribus nómadas se juntaron en esta latitud en esta época del año, en que se encontraban tambien allí en tiempo de Villarino i de Musters. Ellas vinieron sin duda en la estacion presente para alcanzar a tomar parte a tiempo en la cosecha de las manzanas en el valle del rio Chimehuin i para surtirse de piñones obtenidos de los pehuenches en cambio de sus pieles.

    Si Menendez hubiese llegado uno o dos meses ántes o despues de la estacion que corria, habria encontrado a Nahuelhuapi en completa tranquilidad i habria podido realizar su escursion a las tierras de Coluna i de los aucas sin inconveniente alguno. Como carecia de los antecedentes, le fué por desgracia imposible adivinar estas particularidades i aprovecharlas.

    Los indios de Nahuelhuapi constituian, a lado de las fuerzas imponentes que llegaban dia a dia, una minoría numérica mui débil, de modo que se veian seriamente amenazados. Los indios que llegaban eran independientes i trataban solo a los españoles para esplotarles por maña o fuerza; su verdadera disposicion les era hóstil. Por esta razon hostilizaban tambien a los caciques Mancuuvunay i Cayeco, por cuanto estos se habian mostrado adictos a Menendez. No fué inmotivado que este último, su amigo mas sincero, temiera pagar con su vida esta adhesion.

    En estas circunstancias el astuto Mancuuvunay dió el paso referido de trasladarse con su tolderia a la ribera izquierda del rio Limai i a la inmediata vecindad del cuartel de Menendez, esplotando esta situacion bajo todos aspectos, pero sin comprometerse i sin dar a conocer siquiera los motivos que tuviera para mudarse. Se ve que su conducta era alevosa i cuando ménos carecia de franqueza. Menendez i aun los indios mism reconocieron el doble juego que hacia. Mediante esta traslacion la posicion de Menendez perdia en buena parte la seguridad que habia ofrecido ántes.

    Llama la atencion que Mancuuvunay tomara una medida análoga a la que habia tomado en circunstancias críticas el cacique Chulllaquin, el ponerse bajo la proteccion directa de Villarino, cuando se viera perseguido por el asesinato de Guchumpilque. Solo que en ese caso se estableció una situacion bien definida, miéntras que en el caso actual quedaba indecisa.

    El cacique, como con el fin de distraerse de sus penas, hace recojer muchi para hacer chicha. Hemos disertado ampliamente arriba sobre el muchi que es mencionado por Olivarez i Píetas i por Menendez en este único lugar. Debemos al Sr. G. Cox su identificacion botánica.

    Podemos deducir del uso del muchi que en Nahuelhuapi no se culti vaba el manzano, cuyo fruto habria suplantado el muchi; parece que el clima no le es favorable por lo inclemente en la altura considerable del lago sobre el mar.

  11. Estos nuevos huéspedes se mostraron medianamente intelijentes, sin duda por el trato con las autoridades i pobladores de San Julian i Santa Cruz, porque dieron al autor noticias sobre estos establecimientos lejanos, designándolos bajo su nombre i citando el de su comandante D. Nicolas Muñoz, bien que sea probablemente apócrifo.

    Se volvió a notar en esta ocasion la falta de agasajos apropiados. No debe estrañar que estos indios se mostraran algo disgustados por este motivo, porque tenian la costumbre de ser mui regalados por el gobernador Antonio de Viedma en pago de sus constantes i buenos servicios prestados a la Colonia.

    Estos indios, dada la tierra de donde venian, eran sin duda tehuelches los verdaderos i clásicos patagones, tan célebres por su estatura elevada i su jenio dócil. El ojo perspicaz de Menendez se apercibió tambien de estas particularidades. Los llama mas adelante "patagones"; como andaban juntos con los huilliches, habla en otra ocasion de los "Huilliches Patagones".

  12. A pesar de que el viaje tan importante a la tierra de Coluna para reconocer a los aucas, estaba dispuesto para este dia, Menendez alucinado por la carta, cuya llegada se le habia anunciado con aparatosa insistencia, va en persona a recibirla.

    Debió sentirse bastante desengañado e incómodo al recibir, en lugar de una carta, la certiticacion de un cacique, que acababa de llegar, estendida por el teniente Nuñez, comandante del puerto de San José.

    No poseemos datos sobre este militar. Es probable que haya sido "el segundo en San José que tiene el comandante de Patagones", a quien se refiere la «Relacion de Gobierno del Marques de Aviles Vicente G. Quesada), lo que esplica en cierto modo que firmara su certificado en El Cármen a pesar de ser el Jefe de San José.

    El establecimiento de San José tiene su lejendaria historia. Fué fundado en 1778 en la península del mismo nombre en un puerto "proporcionado a muchas escuadras, pero mui estéril i escaso de agua, siendo el único recurso la pesca.

    La Corte ordenó desalojarle en 1783, pero el virei le dejó subsistente. En 1811 La Junta Provisional mandó retirar de él la poblacion. Un dia Domingo, de fecha que no se indica, los indios asaltaron la pequeña poblacion i asesinaron a los moradores con escepcion de dos hombres, que vivieron entre ellos muchos años como prisioneros. Darwin conversó en 1833 con uno de ellos, que era entónces un hombre de edad mui avanzada[n 14].

    Fué este un trájico ejemplo de la indole cruel i pérfida de los indios que se ha esperimentado desgraciadamente en todo el tiempo i en igual proporcion mas o ménos en ambos lados de la Cordillera.

  13. El atento lector, que haya seguido el hilo de nuestra historia, habrá notado ya que la susodicha carta o mas bien certificado introduce ella al famoso cacique Chulilaquin, el mismo que habia desempeñado un papel prominente pero siniestro en el viaje de Villarino, siendo que este célebre marino por causa de él fracasó en su empresa de abrir una comunicacion con Valdivia.

    Esta segunda e inesperada aparicion de Chulilaquin en nuestro campo de esploracion no se habia señalado hasta ahora por ningun autor. Ella forma el incidente mas trascendental de esta espedicion i constituye un hecho notable en la historia de los viajes en la Rejion Austral. Es verdad que Menendez no tuvo jamás la menor idea del viaje de Villarino i de las relaciones de este con Chulilaquin. Es sensible que no quedara informado de estos antecedentes, que le habrian sido sumamente útiles en la situacion difícil en que vino a hallarse mas adelante. Es significativo para la astucia de los indios la absoluta reserva que guardaron sobre la espedicion de Villarino, que les era conocida sin duda, puesto que habia alcanzado hasta cerca de su comarca i que habian trascurrido desde ella solo once años, un corto espacio de tiempo pero relativamente largo para la memoria de un pueblo primitivo. Vimos que bajo la figura de la Cacica Basilia se escondia tal vez la de Basilio Villarino, segun conjeturamos arriba, siendo orijinado este cuento quizas por una traduccion viciosa por falta del conocimiento de la lengua. De todos modos, aunque haya sido así, Menendez no podia reconocer bajo este disfraz al intrépido marino español.

    Para nosotros las observaciones i apreciaciones independientes de los dos viajeros salidos de las riberas de océanos diferentes, sobre aquel personaje hacen su historia doblemente interesante. Tenemos ocasion de conm parar el juicio que emite Menendez sobre Chulilaquin i sobre los indios en jeneral con él que mereció de parte de Villarino. Veremos que llegan exactamente a las mismas conclusiones con respecto al elemento indio solo que Villarino considera a Chulilaquin bajo un punto de vista mas favorable que Menendez.

    Prescindiendo del papel ejercido por Chulilaquin al lado de Villarino su encuentro con Menendez hizo efectiva por la primera vez una comunicacion de las poblaciones de un Océano con las del otro. El fué el primer individuo reconocido en la costa del Atlántico que se pusiera en relacion con las poblaciones del Pacífico: la carta-certificacion fué la primera que llegó a su destino.

    Esta anudacion de una comunicacion entre los establecimientos de la costas opuestas podria haber sido mui provechosa, esplotándola convenientemente. Por desgracia ella produjo un efecto del todo contrario debido al carácter artero de su portador: por una coincidencia mui rara la intervencion de Chulilaquin fué tan perjudicial para Menendez como habia sido para Villarino, contribuyendo ella mas que todo para frustrar su mision.

    Consultando nuestro bosquejo del viaje de Villarino hecho con el fin de anudar aquella parte de la historia de Chulilaquin a la presente, resulta que Villarino le divisó, al regresar, en camino por tierra para El Cármen con toda su tribu el 5 de mayo de 1783. Desde aquel momento hasta ahora no tenemos dato directo sobre su vida i aventuras.

    Como Chulilauin iba fugándose de la ira de los partidarios, tan numerosos "que exceden a las arenas del rio", del cacique Guchumpilque asesinado por él, es mas que probable que permaneciera algunos años en las inmediaciones de El Cármen bajo la proteccion de las autoridades españolas. No es fácil que se haya atrevido a arrostrar aquellos odios tan fuertes ántes de que un espacio largo de tiempo los hubiese aplacado o puesto en olvido. Como sabemos por la certificacion del teniente Nuñez que pasó mas de cinco años en los alrededores de El Cármen, hasta hacia pocos meses de la fecha en que llegó a Nahuelhuapi, es probable tambien que el viaje, que acababa de llevarle a Nahuelhuapi, haya sido el primero que emprendiera en direccion a su antigua residencia.

    La condicion en que este cacique aparecia ahora, hizo un notable contraste con la en que se hallaba al separarse de Villarino: sorprende en contrarle aquí enteramente rehabilitado, todo boyante i soberbio, cual si fuera el árbitro de la Patagonia. No podemos formar un juicio exacto sobre el modo como haya efectuado tan ventajoso cambio. Inferimos sin embargo que sus constantes i bien finjidas protestas de adhesion a la corona de España, tales como las habia usado delante de Villarino, hallasen fé con las autoridades i que estas, estando en la necesidad de captarse la buena voluntad de los indios para ponerse a salvo de sus depredaciones, le tratasen de amigo i aliado, colmándole de regalos i subsidios, que sirviesen a su vez a él para atraerse partidarios i mejorar su posicion, lo que le facultaba para darse el aire de gran cacique.

    De esta manera le vemos proceder en el encuentro con el capitan Lopez de un modo jactancioso e insolente, haciendo lujo de sus galones i de su lejendario baston de mando, el mismo que supo manejar con tan bien estudiada afectacion en sus parlamentos con Villarino.

    Para colmo de su insolencia i manifestando sin rebozo sus sentimientos íntimos, aquel delegado del virei i amigo de los cristianos tomó contra Menendez, el primero de ellos que encontrara, una actitud amenazante. Parece que Chulilaquin se sintiera ofendido porque Menendez estando cerca de su tolderia, no hubiera logrado la ocasion para ir a verle luego despues de recibir la carta.

    Entendemos que la tolderia de Chulilaquin se hallaba establecida cerca del lugar que habia dejado de ocupar la de Mancuuvunay, al pasarse al otro lado del Limai.

    El número crecido de los toldos de Chulilaquin probó que disponia de una fuerza respetable de mocetones [n 15]. Uniéndose a estos los huilliches i patagones mas numerosos aun, segun parece, era evidente que Menendez debia evitar de encontrarse con ellos en campo abierto durante el viaje.

    Si Chulilaquin le aconsejó, por conducto de Lopez, que se retirase, su indicacion no fué de ninguna manera descabellada en vista de tantos indios con tendencias hostiles a nuestros espedicionarios.

    El juicio, que el mismo emitió sobre los caciques de Nahuelhuapi, no carecia tampoco de buen criterio. Es curioso tambien que tuviera conocimiento del proyectado viaje de Menendez para visitar a Coluna i que asegurara ser amigo de él

  14. El autor se impone cada vez mas de la considerable i creciente aglomeracion de indios en las orillas del lago i del Limai, estrañándola con razon por no haberla notado en sus dos viajes anteriores.

    Para esplicarla emite la conjetura que se hayan juntado en el rincon formado por el lago i el alto Limai con el rio Negro para ponerse al abrigo de la persecucion de los españoles desde el Atlántico, i aun propone que estos hagan una espedicion por el rio Negro i el valle del Limai para desalojarlos, indicando el mismo camino que habia tomado Villarino.

    Nuestra interpretacion de este fenómeno difiere esencialmente de la de Menendez. Acabamos de señalar la causa verdadera de la reunion de tanta jente en este punto, atribuyéndola a las peregrinaciones regulares de las tribus nómadas de la Patagonia que dejaban por lo comun Nahuelhuapi al Oeste, pero vinieron ahora a tocarle para aprovecharse de la presencia de Menendez, de cuya vuelta proyectada para este verano habian tenido noticia. Recordemos que ya el año pasado el capitan del Sur habia venido el primero atraido por esta novedad. Menendez mismo no podia estar a cabo de estas circunstancias, que solo las investigaciones posteriores i sobre todo el viaje de Musters han esclarecido

    Es escelente el cuadro que traza de la codicia insaciable de los indios i de su descaro para exijir regalos. Sorprende su concordancia perfecta con y que nos ha pintado Villarino, hasta el punto que retiera tambien el rasgo señalado por él, que pretenden que no se dé "sino a ellos solos i no a otro alguno".

    Corrió la fama que Chulilaquin traia un cortejo de varias mujeres españolas. Menendez, como es natural, comenta este hecho lleno de indignacion; como estas infelices debian ser cautivas hechas en malones a mano armada i no seria fácil que Chulilaquin las haya tenido a la vista de las autoridades de El Cármen, sujiere la idea que las haya conquistado en un asalto de esta clase perpetrado despues de la fecha del certificado del teniente Nuñez, es decir, durante los últimos cinco meses. Esta conjetura bastante plausible: vista la suma lijereza con que se movian esas hordas a caballo, cabe efectivamente dentro del plazo indicado una empresa de esa clase, que debiera haber remontado desde El Cármen hasta la altura de Buenos Aires o Mendoza i bajar en seguida a Nahuelhuapi, atravesando al mismo tiempo casi toda la anchura del continente i recorriendo una distancia realmente estraordinaria

    No seria imposible por otra parte que Chulilaquin haya obtenido esas cautivas por compra hecha a otras tribus del Norte.

  15. Desde que Mancuuvunay se habia trasladado a la ribera poniente del Desagüe, su tolderia estaba cerca del campamento de Menendez i se iba a ella por tierra, sin necesidad de embarcarse como ántes. El camino seguia, segun parece, por el mismo camino real que el autor habia tomado el año pasado.

    De esta manera encontró en él a los viajeros nuevos que venian del rio Negro. Ofrece un cuadro estraordinario esta afluencia a Nahuelhuapi de un número tan considerable de pasajeros que iban llegando de todos los puntos del compas i representaban razas variadas.

    Los informes obtenidos de estos nuevos huéspedes fueron, como de costumbre, enteramente conformes a los anteriores i no adelantaban a los datos de los dias 10 i 15 el el mismo mes.

  16. Por fin recibimos un recado del cacique Coluna, aquel gran señor de la tierra, que quedó para Menendez, i tambien para nosotros, en el misterio, a pesar de los grandes esfuerzos que hiciera para apersonarse con él: da una señal efectiva de su existencia, enviando a su cona para conducir a Menendez junto con Millahuan i los caciques de Nahuelhuapi a su residencia. Se ve que las disposiciones para "el reconocimiento de los aucas" estaban perfectamente arregladas. Fué solo la inopinada llegada de Chulilaquin i de las demas tribus la que frustró este viaje, el cual no habria tenido quizas mayor resultado práctico, pero que habria revelado a nosotros por boca de Menendez datos nuevos de todo jénero. El deplora con amargura la intervencion del malhadado "papel", que acabó por entorpecer la ejecucion del reconocimiento.

    Los informes del cona de Coluna sobre los aucas añaden poco de nuevo: asegura que son indios i que han llegado a sus tierras embarcados. Parece que los confunde con los huincas o sea con los españoles de Valdivia. La laguna mencionada es tal vez la de Ranco; habiendo fuera de esta varias otras en esa direccion, es imposible darle una ubicacion fija.

  17. Se reciben denuncios de que Chulilaquin i los huilliches tienen intencion de atacar a Menendez. Mancuuvunay le hace presente que es imposible hacer el viaje.

    El astuto Chulilaquin manda como sus mensajeras a las mujeres espresando su estrañeza que Menendez no le haya ido a ver.

    Ellas dan noticias mas detalladas sobre las mujeres españolas del cacique. Es seguro que él en tiempo de Villarino no se habia permitido todavía este lujo, porque conociendo la filiacion casi completa de su familia no tenemos noticia de ninguna mujer española i solo de la simpática araucana Guichalachen. Por otra parte los datos de Menendez sobre este particular son bastante confusos i aun su memoria no le es fiel porque indica en las dos versiones de su testo su número i nombre de un modo diverso, mencionando en la otra solo cuatro, entre ellas una, Maria, que no figura en la que hemos seguido.

    Se confirma mas la suposicion que Chulilaquin haya pasado de El Cármen a Buenos Aires i desde allí a Nahuelhuapi, adquiriendo en este viaje de uno a otro modo a las cautivas.

    Las noticias propaladas con instancia del ataque proyectado por la indiada tan numerosa no dejan de alarmar a Menendez, de modo que se ve precisado a celebrar un consejo de guerra; este opina que el viaje a los aucas es irrealizable en las circunstancias dadas, de modo que conviene emprender la vuelta.

  18. Durante el dia los "Huilliches Patagones" que estaban acampados al Sur del lago principiaron a moverse, continuando su marcha obligada al Norte; en la tarde habian legado mas o ménos a la altura de la tolderia de Mancuuvunay i del cuartel de Menendez, hallándose por medio el rio Limai.

    En la misma noche el cuartel es agredido por una gran tropa de caballos que rechazada a bala se acerca por los otros lados. Menendez se ve precisado de asumir el papel de jeneral, pone su jente en son de combate i prepara una defensa vigorosa, ayudado por el escelente espíritu de sus ayudantes i milicianos. Felizmente el ataque no siguió adelante i el autor creyó por de pronto que no se hubiera dirijido contra él, sino que fuera intentado por los huilliches contra Mancuuvunay.

    He aqui una sorpresa i escaramuza nocturna de apariencias bien sérias pero que analizada con detencion se presenta como un combate verdaderamente quijotesco, cubierto por las tinieblas de la noche en que no alcanzaron a verse ni los enemigos ni sus armas.

    Es lo mas curioso que este lance haya pasado a la tradicion de los vecinos de Chiloé como un combate sério en que los suyos agobiados por el sinnúmero de enemigos tuvieran que retirarse precipitadamente.

  19. Mancuuvunay se presenta temprano para dar a Menendez la satisfaccion por el atropello del campamento por su caballada que habia arriado en esa direccion para evitar su robo por los huilliches que estaban tan cerca. Parece que esta esplicacion era del todo satisfactoria. Sin embargo Menendez la desestimó i retiró del todo su confianza al cacique: habiéndose juntado a los denuncios anteriores informes nuevos, recibidos unos i otros por conducto de la jente subalterna, dió crédito a ellos, no dejando de figurarse que el ataque nocturno habia sido efectivo i concertado por Mancuuvunay i los huilliches en contra de él.

    El cacique le ofrece aun llevarle a las tierras de Chiglena i Coluna proponiéndole de nuevo este viaje tan deseado i tantas veces postergado [n 16]. Como los huilliches se iban retirando ya de Nahuelhuapi i debian eguir su marcha sin mayor detencion, puesto que la escasez del pasto para su numerosa caballada no les permitiria estadias largas en el mismo lugar, es probable que el campo habria quedado despejado dentro de pocos dias, presentándose el momento oportuno para el reconocimiento de los Aucas, que fué, como sabemos, el objeto principal de esta espedicion.

    Sin embargo el autor recibió con completa desconfianza esta proposicion de Mancuuvunay, temiendo que fuera un alevoso ardid tramado entre él i los huilliches para atacar la columna espedicionaria en condiciones que les hubiesen permitido ejecutar sus intenciones siniestras. Por lo demas veremos que militaban otras razones mas en contra del reconocimiento.

    Nuestro autor se hallaba en este momento en circunstancias análogas a las del ilustre Villarino ántes de emprender su vuelta: muchas noticias recibidas por debajo de mano i que no podia ménos de tomar en cuenta, le hacian difícil distinguir a sus amigos i enemigos i atinar con su verdadera posicion.

    El soldado Lorenzo Burgos, mencionado aquí, es quizas por error de pluma el mismo Lázaro Vargas a quien conocemos como el ajente mas hábil para la adquisicion de noticias de segunda mano. No sabemos tampoco si el soldado José Barrientos sea el deudo del mismo nombre de la familia Barrientos que hemos visto figurar de un modo prominente en los Viajes a la Cordillera.

  20. Chulilaquin, talvez para comprobar que estaba ajeno al asalto de anoche, viene al fin a ver espontáneamente a Menendez. No se menciona que haya hecho alusion a aquel suceso grave. No mostró tampoco la menor desconfianza, porque vino con mui pocos compañeros i aun se quedó para dormir como huésped del autor: no era la primera vez que dormia bajo el amparo de jefes españoles, de modo que sabia que podia descansar tranquilo bajo su techo.

    En su trato se mostró bastante codicioso. Su oferta de carne no dejaba de ser conveniente para Menendez quien carecia de este artículo.

    Parece que se habia arrepentido en el interin de su conducta altiva observada al principio i que trataba ahora de correjir esta falta. Le vemos volver a la política puesta en juego con Villarino, de profesar su amor sincero a los cristianos i su obediencia a las autoridades españolas. Esta táctica habia sido tan provechosa para él, que procuró volver a adoptarla en esta nueva situacion en que habia apariencia que el gobierno de España iba a estender su dominio a esta nueva rejion desde Chiloé; esperaba obtener en este lado los mismos favores de que habia gozado en el Atlántico. De esta manera le vemos pedir con encarecimiento ser recomendado a las autoridades de Chiloé, valiéndose exactamente de las mismas protestas i promesas de fidelidad que once años ántes habia hecho a Villarino. Menendez, aunque las estrañara, por no comprender su alcance i oríjen, no deja de consignarlas fielmente.

    El autor no fué a ver al cacique i demostró hasta lo último el recelo, que le inspiraba, por el fuerte destacamento, la mitad de su jente, con que le hizo acompañar al despedirse.

    Tal fué el fin de las relaciones de Menendez con Chulilaquin.

    No poseemos datos sobre la suerte ulterior de este afamado caudillo araucano, cuyo retrato trazado por Villarino i Menendez refleja bien los rasgos característicos de su raza, pudiendo considerarse como un buen tipo de ella, aunque no le hayamos conocido en un lance que pusiera a prueba su valor, virtud que distingue tanto al araucano.

    Chulilaquin, al desaparecer de nuestro horizonte, se hallaba bastante cerca de su antigua residencia i del teatro de sus primeras hazañas. Disponia ahora de una tribu i de conas mas numerosos que en aquella época, de modo que su posicion inspiraba respeto i temor a la vez.

    ¿Sería seguro su porvenir en estas condiciones tan ventajosas?

    No abrigamos gran confianza en que lo fuera, porque habia una nube que oscurecia este cuadro risueño: estaba allí el espectro de la sombra por su ensangrentada de su víctima, el cacique Guchumpilque, asesinado por su hijo con anuencia suya. Puede ser que Chulilaquin haya celebrado las paces con los parientes de Guchumpilque, obteniendo el perdon i la espiacion del crímen por sendas pagas. Pero si, en lugar de satisfacer esas exijencias de la vindicta, el orgullo i la vanidad le hubieran adormecido, meciéndole en la ilusion de una falsa seguridad, es seguro que algun dia, tal vez pronto, la hada de su destino le hubiera de herir por el rayo de la venganza.

    Es de esperar que investigaciones futuras en los archivos arjentinos nos den algunos datos mas sobre este caudillo, quien nos interesa especialmente por sus relaciones con nuestros héroes Villarino i Menendez

  21. Cayeco nos da en este lugar una descripcion de las costumbres migratorias de los huilliches-patagones i tehuelches que concuerda perfectamente con las observaciones de Villarino i Musters: reconocemos en ella aquellas tribus nómadas por escelencia a que hemos aludido ya varias veces i que se hallan habitualmente en movimiento sobre sus rutas fijas. Es drástica la descripcion de sus caballos estenuados por los viajes contínuos a traves de los desiertos. Parece que sus costumbres son algo diferentes de las de los puelches i aucas, que residen al pié de la Cordillera i salen de allí solo para hacer sus incursiones a los establecimientos españoles.

    Notemos que en el primer viaje en que Menendez trató a los indios los enemigos de ellos fueron los "Picun-aucas", miéntras que en el segundo i en este son los huiliches errantes los que les molestan. Era inevitable que estos peregrinos habian de entrar en conflicto con las tribus sedentarias. Es probable que no solo Cayeco sino tambien Mancuuvunay deseaban el establecimiento de Menendez en Nahuelhuapi para obtener su proteccion contra esos ladrones incorrejibles i tan temibles por su número. Por esta razon sus protestas de adhesion eran sin duda sinceras.

  22. Vimos que la causa principal de la suspension del viaje a los Aucas i de la vuelta definitiva fué la dificultad de defenderse contra los ataques eventuales de la indiada movilizada. Menendez usa por prudencia la precaucion de no revelar este motivo a los indios, sino es indica otro, cual fué la falta de recursos para comprar el ganado que se habia comprometido ir a traer a Nahuelhuapi junto con Mancuuvunay [n 17].

    Esta causa era sin duda justificada tambien, porque debemos figurarnos que con tantas visitas de los indios i sobre todo de los codiciosos caciques Mancuuvunay i Chulilaquin le quedarian ya mui pocos elementos de que disponer para hacer compras de ganado. Esta compra debió haber sido el primer paso para establecer la mision, cuya fundacion se daba por acordada entre Menendez i los caciques.

  23. La despedida de los indios ofreció una escena de verdadera emocion. Los tres viajes habian establecido vínculos de afeccion entre las dos partes, a la que se unia el respeto que los indios profesaban a la persona de Menendez en su carácter de sacerdote i distinguido particular. Habian comprendido que una vida de trabajo i paz era preferible a la de azares a que se veian espuestos constantemente. Cayeco era el que se habia penetrado mas de esta necesidad i la manifestó en sentidas palabras.

    Reinaba cierto desaliento en ambos lados, porque Menendez no habia perdido ninguna palabra que dejase vislumbrar su intencion de volver. Estaba en la mente de todos que no se volverian a ver probablemente i los indios veian disiparse las esperanzas halagüeñas que los repetidos viajes de Menendez les habian hecho concebir.

    El manco hijo de Cayeco, jóven que por el defecto de su cuerpo se inclinaba mas que sus paisanos robustos a las ideas de la ilustracion proclamadas por sus nuevos amigos, a los que habia espresado ya en otras ocasiones su sincera adhesion [n 18] se mostró mas impresionado al despedirse ellos, i no limitándose a las protestas de su padre, quiso dejar constancia para lo futuro i de un modo sencillo pero elocuente que serian siempre bienvenidos al volver.

    Menendez se alejaba apesadumbrado, porque no habia cumplido la comision del virei de reconocer a los aucas, ni habia adelantado con su propio proyecto de fundar una mision, el cual le habia preocupado tan vivamente i ofrecia tantos visos de éxito. No volvió ya a Nahuelhuapi.

    Mientras tanto sus amigos, los moradores del lago, verian con ansia en el verano siguiente, si se levantaban los humos que habia de anunciar su vuelta. ¡Fué en vano! Seguirian talvez por años mirando en la direccion en que habia de venir Menendez o un sucesor. ¡Seria en balde! Pasó cerca de un siglo ántes que asomaran los primeros viajeros, borrándose mientras tanto el recuerdo de Menendez; i fué un espectáculo triste, que la civilizacion moderna pusiera su mano pesada sobre toda esta indiada, subyugándola sin piedad.

    El rancho protejido durante los primeros años por la piadosa mano del "manco" se ha caido, no quedando ya señales visibles del lejendario cuartel que habia sido el teatro de los memorables sucesos que nos ha relatado Menendez.

  24. El autor, no teniendo motivo especial para apresurar su viaje, le aprovecha para reconocer el gran brazo del N. O., que forma un cuerpo en cierto modo independiente del resto del lago i que era la única parte que no hubiera recorrido anteriormente.

    Se detuvo a la entrada de la profunda ensenada que se interna a la tierra firme en frente de la isla grande. Su estension es algo mas larga que la indicada. Hess i yo la distinguimos bien desde lo alto de la península de San Pedro i la dejamos marcada en el plano con bastante aproximacion. El mapa de Moreno (1897) es el primero que le señala con exactitud.

    Prosiguiendo su navegacion llega a la península que se desprende de la costa N. E, i es tan notable por su larga estension i por el istmo tan angosto que la deja casi dividida en la mitad de su curso. Menendez halló en él un manzano, que es uno de los pocos que observó en las riberas del lago. Esta península e istmo han sido esplorados por O'Connor, quien los llama "península o punta del Leon".

    Como la memoria del ilustre padre Mascardi no ha sido perpetuada en el lago por algun objeto jeográfico digno de su nombre, me he permitido tributar su nombre a esta península en mi Plano, en atencion a que segun la crónica, su mision se hallaba en la parte N de lago, tal vez no lejos de este punto, i a que dejó plantado, segun la misma, un manzano, que es recordado por él que halló Menendez [n 19]. El nombre dado por O'Connor podria reservarse a la punta saliente de la península i al istmo.

    Las descripciones de los autores O'Connor, Dr. Stange i Moreno de la parte final de este brazo difieren esencialmente una de otra. Me parece que los nombres Lago Frias, Lago 25 de Enero, Lago Albarracin, Rio Grande ete., dados por su primer esplorador O'Connor deben conservarse. Como no estoi orientado personalmente sobre esta seccion del lago, no he podido tomar razon de estos detalles en mi Plano, sino que he seguido con corta diferencia la version de Moreno, la que covendria modificar en el sentido indicado.

    Siguiendo la derrota de Menendez vemos que rodeó toda la isla grande. El lector recordará que Fonck i Hess dieron a esta isla, llamada propiamente por los indios "Nahuelhuapi", el nombre "Isla de Fray Menendez". Otros autores posteriores le han dado otros nombres.

    Segun se ve, el nombre dado por nosotros se recomienda no solo por corresponderle por derecho de prioridad, sino tambien por la circunstancia que Menendez haya circunnavegado toda la isla i la haya figurado en sus dos planos.

    Por último el autor examinó con detencion el cordon que bordea este brazo al Oeste, por si ofreciera alguna abra que diera paso o entrada al interior de la Cordillera, la cual habria sido de importancia como una nueva salida hácia el Oeste, en lugar de la por puerto Blest; se convenció que no existe ninguna depresion en esta parte dela Cordillera: este cordon se eleva efectivamente del lago como una muralla sin interrupcion.

    Con este reconocimiento parcial Menendez acabó por esplorar todo el lago, si esceptuamos solo la parte terminal del mismo seno del Norte, la cual es la única que no alcanzó a examinar. Sus esploraciones adelantaron mucho pues la jeografía de la Rejion Austral, solo fué sensible que los viajeros modernos no hayan alcanzado ántes a conocer i apreciar el conjunto de sus trabajos.

  25. El autor volvió sano i salvo i sin el menor accidente a los sesenta i tres dias de su salida, siendo esta la espedicion mas corta de las emprendidas a Nahuelhuapi.

    Menendez, rodeado de indios enemigos en número mui superior la fuerza suya, se habia visto espuesto a graves peligros. La abierta hostilidad de los huilliches i la actitud ambigua de Chulilaquin le habian impedido realizar su escursion a los aucas, como tambien echar los fundamentos de una mision. Si tenia motivos, pues para sentirse deprimido por este fracaso, por otra parte debia obrar en su mente la consideracion que, prescindiendo de aquella complicacion imprevista e inevitable, el resultado de este i de los otros viajes en conjunto habia sido altamente satisfactorio. Es verdad que el mérito de su obra i trabajos no fué reconocido por sus contemporáneos, sino solo por la posteridad remota, tocándole la misma suerte adversa que a tantos otros autores. Pero aquellos no podian ménos de admitir, que en tan difíciles circunstancias supo mantener su dignidad i evitar la efusion de sangre i aun todo conflicto, cumpliendo con las instrucciones del virei Gil y Lemus, quien le habia encomendado cultivar ante todo la amistad de los indios i no empeñarse en ninguna accion de armas. De esta manera se alejaba de Nahuelhuapi dejando entre sus moradores solo recuerdos de respeto i amor.

    Agreguemos que la navegacion del mar i de los lagos tempestuosos no produjo accidente alguno i finalmente que la disciplina de su jente no dejó nada que desear. Hai que recordar con este motivo los buenos servicios de su hábil ayudante D. Nicolas Lopez

  26. El autor alojaba en el Hospicio, casa destinada para la vivienda de unos pocos misioneros de la Orden residentes en San Cárlos, la cual se hallaba anexa a la Capilla de que habla Moraleda[n 20]. Parece que este establecimiento es el mismo que existe todavía hoi dia i en el mismo sitio, aunque el edificio haya tenido que reedificarse.

    El Gobernador Pedro de Cañaveral se mostró esta vez tambien mui empeñado en obtener al instante el "Diario" del viaje, de modo que el autor tuvo que entregárselo solo dos dias despues de su llegada, cuando aun no habia tenido tiempo de dejar una copia completa destinada a la coleccion de sus diarios que obra en nuestro poder. La parte de esta copia que faltaba, la redactó pocos dias despues en términos poco diferentes comparados con el testo del diario oficial, i la firmó el 26 del mismo mes, dando fin a la "Coleccion" i siendo esta la fecha final de sus memorables "Diarios" que dejó, segun parece, redactados cada vez inmediatamente despues de su vuelta.

    El testo de esta "Coleccion" quedó desde entónces sin tocar i sin correjir siquiera las pequeñas erratas que la lectura le habria revelado. Solo agregó despues al cuaderno la "Razon de lo acaecido", i los dos diseños a que hemos aludido ántes

  27. Debemos esta pieza interesante alustrado señor D. Federico Abbot Hernandez, quien la ha publicado en La Union de 29 de marzo de 1896, junto con otro documento que ya conoce el lector.

    Menendez cita dos veces, el 28 de noviembre de 1791 i el 10 de febrero de 1794, al soldado Lázaro Vargas (no "Burgos", véase ántes i mas abajo) i nos hemos ocupado de él en las notas respectivas. Este soldado, que entendia algo de araucano, sirvió de intérprete, pero aparece solo con éxito mediocre. Vimos ariba que tenia mucha habilidad para trabar relaciones con los indios i moverles conversacion sobre los tópicos de interes, entre los que descollaba la eterna cuestion de los Césares. Como hombre sin educacion i sin nociones jeográficas, se inclinaba a dar fé a sus descripciones exajeradas de los establecimientos del Atlántico i atribuir estos la os Césares.

  28. Estraña que el Gobernador, no contento con la esposicion de Menendez, llamara al dia siguiente despues de haber recibido su "Diario", a declarar sobre el mismo tema a una persona subalterna Podemos figurarnos que el soldado haya dejado embelesado a un numeroso público con sus cuentos maravillosos, por lo que el mismo gobernador se sintiera impresionado i creyera que esos datos satisfarian mejor tal vez que los de Menendez las exijencias del virei, quien en los albores del siglo XIX persistia aun en buscar "la ciudad encantada"

    Llama la atencion en la deposicion de Vargas una nueva forma de la leyenda de los Césares, que nace a nuestra vista en presencia de Menendez e impulsada directamente por los viajes que acababa de realizar.

    Llevada por nuestros mismos héroes de las jornadas del autor, la fama de los ínclitos Castrarios, los vecinos de Castro, la Capital i Metrópoli de la Rejion Austral, se ha esparcido al fin hasta los Huillihincas, los lejendarios españoles perdidos del Sur. Estos a su vez arden en vehementes deseos de ponerse en comunicacion con sus hermanos del Pacifico i se preparan para ir a verlos por mar, ya que los indios les cierran el paso por tierra.

    Es este un nuevo i hermoso rasgo de poesía popular que vemos brotar de la fantasía de la jente solo medianamente instruida, en forma de cuentos maravillosos que tienen su asiento en los ilimitados i desiertos campos de la América, sea cual fuera su situacion. Se repite aquí el fenómeno señalado por Poeppig i analizado en nuestro "Prefacio" a la primera parte de este libro.

    Menendez nos da el dia 10 de febrero una version un poco diferente de este cuento que tuvo de boca del mismo Vargas a quien se lo refirió una india.

    No cabe duda que tanto las relaciones de la gente que acompañó a Menendez, como tambien las de la marinería de Moraleda dieron nuevo pábulo a la fábula de los Césares. Este último refiere [n 21] que los ruidos producidos por las caidas de los aludes i derrumbes son interpretados por el pueblo de Chiloé como tiros de la artillería de los Césares, i que ciertas corrientes de arena i cascajo, que descienden del pico del Calvario cerca del puerto de Santo Domingo en los Chonos (i tambien del volcán Osorno, Fonck, M. S. inédito) son considerados como caminos o veredas trabajados por los mismos.

    No deja de ser curioso que esta misma creencia prevalezca hasta el dia en la mente del pueblo: poseo una declaracion formal de un patron de bote de la Capitanía del Puerto de Ancud, que señala un camino de esta clase en la Costa firme, en frente del archipiélago de Chonos, como hechura de los Cesares para subir por él su artillería (comunicacion de mi amigo el benemérito comandante D. Miguel Hurtado) .

    De esta manera los fenómenos de la Cordillera, que acabamos de citar entre otros, recuerdan aun hoi dia a los vecinos de Chiloé las últimas undulaciones de la hermosa leyenda popular de los Césares.

  29. La evacuacion de este informe debia ser en cierto modo humillante para Menendez, sin embargo no se trasluce nada de tal sentimiento. Da una esplicacion bastante circunstanciada, confirmando en todo la parte relativa de su "Diario". Le costó bastante defender la supuesta distincion entre los españoles del Sur, reconocidos por los indios, i los pobladores españoles del Atlántico, viéndose precisado de invocar en su apoyo los confusos relatos de los indios sobre la diferencia entre los animales domésticos de los unos i de los otros.

    No nos da ningun detalle nuevo, a no ser que el hermano-amigo de Mancúuvunay, quien al parecer acababa de llegar de los Huillihuincas, habia estado allá hacia cinco años, espacio de tiempo probablemente mas largo aun por el cálculo poco fiel de los indios, de modo que se encontraria con las poblaciones australes de la Costa existentes todavía o desalojadas poco ántes.

    Es sensible ver que los trabajos literarios de Menendez cierren con este documento poco notable, que contrasta con el espíritu de los "Diarios" de nuestra Coleccion, en que la leyenda de los Césares figura solo de un modo mui secundario. Creemos que, si se ocupó de ellos de preferencia en sus diarios oficiales, fué por complacencia a su jefe, el virei D. Fr Gil y Lemus.


Subnotas
  1. Cinco Relaciones publicadas por Nicolas Anrique, p. 30.
  2. El testo del "Anuario" dice que "llegó a los diez dias', equivocacion manifiesta que es debida a un error de pluma i que hemos rectificado. El autor es tan minucioso en sus apuntes que anota en la fecha hasta la hora de su llegda, como lo hace tambien en esta ocasion.
  3. l. c. p. 385.
  4. "El Mercurio Peruano". Lima t. XI p. 106.
  5. Moraleda l. c. p. 523.
  6. e. l. t. I p. 103.
  7. e. l. t. I. p. 15.
  8. Memorias de los Vireyes del Perú. Lima 1859 t. VI p. 192.
  9. Rosales l. c. t. II p. 154. Estos datos podrán servir para ampliar los apuntes dados én e. l. t. I p. 19 i t. II p. 206.
  10. En la lista de los caciques formada por Villarino (Diario p. 109) hallamos el nombre Chaquelaelna, que se asemeja algo a "Chiglena", como tambien Cholon i Milaon que podrian identiticarse tal vez con "Coluna" i "Millahuan" respectivamente.
  11. Anjelis, l. c "Diario de Viedma" p. 44, 51
  12. Una cédula real de 1.° de agosto de 1783 ordenaba el abandono de todos los establecimientos patagónicos escepto el rio Negro, Vicente G. Quesada, Vireinato del Rio de la Plata", 1881 p. 151, 163. Veremos luego que se dejó subsistente tambien el de San José.
  13. No hemos resistido la tentacion de identificar en lo posible las personas, que aparezcan en nuestra historia, con otras ya conocidas. Es demasiado natural el deseo de imponernos de los detalles biográficos de las personas que nos interesen de alguna manera por sus riisvos de orijinalidad. Apelamos a la induljencia, del benévolo lector en caso de que los ensayos hechos en este sentido no merezcan su aprobacion.
  14. Quezada l. c. p. 161, 230 1631: Antonio Cramur, Reconocimiento del rio Negro, 1822, en Angelis, t. VI; Darwin Viaje t. I. p. 188.
  15. El número indicado de los toldos (53) nos permite hacer un cálculo aproximado del número de personas de que se componia esta tribu. Menendez contó en los ocho toldos del cacique Milahuan mas de setenta personas, lo que arroja un promedio de casi nueve moradores por cada toldo. Suponiendo que cada toldo tuviera solo siete personas de todos sexos i edades, resulta que esta reduccion contaba a lo ménos 370 almas, número elevado para una indiada de esta comarca tan poco poblada. De este modo se comprende la altanería de su jefe.
  16. Véase los dias 15, 19, 21 i 22 de este mes (febrero de 1794).
  17. Véase el dia 10 de febrero de este viaje.
  18. Véase el dia 12 de febrero
  19. Es verdad que la memoria de Mascardi se ha honrado dignamente dedicándole el hermoso lago que lleva su nombre. La denominacion propuesta para la península tiene, segun acaba de verse, la ventaja que le recuerda en un punto, donde efectivamente pueda haber residido, lo que no sucede con el lago de su nombre.
  20. l. c p. 253
  21. l. c. p. 434.