Gramática de la Lengua Castellana: 0.01

Prólogo

Pocos habrá que nieguen la utilidad de la Gramática si se considera como medio para aprender alguna lengua estraña; pero muchos dudarán que sea necesaria para la propia, pareciéndoles que basta el uso.

No lo pensaban así los Griegos ni los Romanos, pues sin embargo de que para ellos eran tan comunes la lengua griega y latina como para nosotros la castellana, tenian Gramáticas, y escuelas para estudiarlas. Conocian la utilidad y necesidad del uso; pero conocian tambien que convenia perfeccionarle con el arte.

Lo mismo debemos nosotros pensar de nuestra lengua, en la qual hallamos que observar cada dia cosas nuevas por medio de la Gramática Si algunas veces vemos comprobada con principios y fundamentos la práctica que teníamos por mera costumbre: otras vemos corregidos muchos defectos que no conocíamos. Ella nos hace ver el maravilloso artificio de la lengua, enseñándonos de qué partes consta, sus nombres, definiciones, y oficios, y como se juntan y enlazan para formar el texido de la oracion.

Sobre ninguna de estas cosas se hace reflexîon ántes de entender el arte, y así es difícil que sin él hablemos con propiedad, exâctitud, y pureza.

Seria, pues, conveniente que los padres ó maestros instruyesen con tiempo á los niños en la Gramática de su lengua. Los que no hubiesen de seguir la carrera de las letras se ilustrarian á lo menos en esta parte de ellas, y hallarian en el exercicio de sus empleos, en el gobierno de sus haciendas, y en el trato civil, las ventajas que tienen sobre otros los que se explican correctamente de palabra y por escrito.

Los que hubiesen de emprender carrera literaria necesitan saber la lengua latina y lo conseguirian con mayor facilidad llevando ya sabidos por su Gramática propia los principios que son comunes á todas las lenguas.

No hay edad, estado, ni profesion alguna en que no sea conveniente la Gramática. Quintiliano1 dice que es necesaria á los niños, agradable á los viejos, dulce compañera en la soledad, y entre todos los estudios el que tiene mas trabajo que lucimiento.

Oxalá que como es fácil probar la utilidad de la Gramática lo fuese su composicion! pero la experiencia hace ver lo contrario, y aun sin ella se puede inferir la dificultad que tiene por la multitud de opiniones y de disputas que reynan entre los Gramáticos. Ni los antiguos ni los modernos han podido ponerse de acuerdo en muchos puntos principales de ella, ni en el método de escribirla.

Conociendo esta dificultad, se ha valido la Academia para componer esta Gramática de las que han publicado otros autores propios y estraños: de un considerable número de disertaciones que han compuesto sus individuos: del copioso caudal que encierra el Diccionario; y de los demas medios que le ha dictado su deseo de servir al Público.

Ha tenido presente, entre otras, la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrixa, (el primero que abrió entre nosotros este camino) dedicada á la Reyna Católica, é impresa en Salamanca el año de 1492 en un tomo en 4.º

La que Bartolomé Ximenez Paton imprimió en Baeza en un tomo en 8.º el año de 1614 con título de Instituciones de la Gramática española, al fin de su Ortografía latina y castellana.

Y la de Gonzalo Correas impresa en Salamanca en un tomo en 8.º el año de 1627 con título de Gramática de las tres lenguas castellana, latina y griega.

Hay entre estos tres autores la misma variedad de opiniones que se observa en otros en quanto al número de las partes de la oracion. Nebrixa establece diez: Paton cinco: Correas tres.

El último pretende que estas tres partes son nombre verbo, y partícula. Con el nombre pone el artículo y el pronombre: con el verbo el participio; y baxo el nombre genérico de partícula comprehende la preposicion, el adverbio, la conjuncion, y la interjeccion.

La Academia que tiene por verdaderas partes de la oracion las palabras que Correas agrega al nombre y al verbo, y las que comprehende en la partícula, entiende que las partes de la oracion son nueve; y así quando alguna vez usa de la voz partícula no intenta designar una parte determinada de la oracion, sino una voz, comun que conviene á todas las palabras que no son nombre pronombre, artículo, verbo, ni participio.

La conjugacion de los verbos regulares suele ser molesta en las Gramáticas por el método en que se dispone. En esta se ha reducido á pocas hojas, procurando que la brevedad no solo no perjudique á la instruccion sino que la facilite.

Nuestra lengua abunda de verbos irregulares, que aunque la hacen mas agradable y harmoniosa por la variedad que permiten, tambien la hacen mas difícil por lo que se apartan de los comunes en la conjugacion.

Para allanar en lo posible esta dificultad se han puesto despues de los exemplos de los regulares todos los verbos irregulares, y los tiempos y personas en que lo son: de suerte que solo con buscar por el índice la página en que esté el verbo irregular en cuya conjugación haya duda, se podrá salir facilmente de ella.

Otro punto difícil de nuestra Gramática, y en que consiste la parte principal de la sintáxîs es saber qué preposiciones piden despues de sí algunos verbos y otras partes de la oracion.

A esta dificultad se ocurre con una lista alfabética ordenada en tres columnas. En la primera se ponen los verbos y palabras que rigen preposicion: en la segunda las preposiciones regidas; y en la tercera las palabras regidas de las preposiciones: con lo qual apenas habrá duda alguna sobre el régimen, de que no se pueda salir á primera vista. De estos y otros arbitrios ha usado la Academia en varias partes de la Gramática para facilitar á todos su estudio; pero ha escusado entrar en un prolixo exâmen de las varias opiniones de los gramáticos, prefiriendo á esta erudicion la brevedad y la claridad, pues se trata de ilustrar y enseñar, no de ofuscar ni confundir á la Juventud. Con este mismo objeto ha parecido que no será fuera de propósito dar aquí brevemente alguna noticia de nuestra lengua por ser la materia de esta Gramática.

La lengua castellana consta de palabras fenicias, griegas, góticas, árabes, y de otras lenguas de los que por dominacion ó por comercio habitaron ó freqüentaron estas partes; pero principalmente abunda de palabras latinas enteras ó alteradas.

Los Romanos estuvieron en España 600 años á lo menos, aunque no se cuenten sino desde el de 216 ántes de Christo en que vinieron la primera vez con exército2, hasta el 416 despues de Christo en que fue la entrada de los Godos; y si esta cuenta se hace hasta el año 623 de Christo en que los Romanos acabaron de perder lo que tenian en España3, saldrá que estuvieron mas de 800 años.

En este tiempo introduxeron aquí su lengua vulgar que era la latina, como lo hicieron en todas las demas provincias que conquistaron4.

Con la decadencia del imperio romano y venida de los Godos se fue adulterando la lengua latina ó romana, porque como los vencidos necesitaban acomodarse á la lengua de los vencedores, y estos deseaban y procuraban aprender la de los vencidos, contribuyeron unos y otros á estragar la lengua latina.5

Los Godos hallaron dificultad en la declinacion de los nombres latinos, y la dexaron enteramente, supliendo los casos con preposiciones. En los verbos siguieron en parte las conjugaciones latinas, pero dexaron del todo la voz pasiva, y usaron para suplirla de los participios pasivos con el verbo sustantivo ser6.

Esta lengua latina así adulterada se empezó á llamar romance por su derivacion de la romana ó latina, para distinguirla de la gótica.

Con la irrupcion de los Arabes el año de 714 padeció tambien alteracion el romance; pero como los Españoles empezaron desde luego á sacudir el nuevo yugo, á proporcion de las ventajas que iban consiguiendo, iba tambien nuestra lengua cobrando fuerzas y cultura.

El Rey D. Alonso el Sabio7 mandó que cesase el uso de escribir en latin los privilegios, donaciones reales, y escrituras públicas. Entre varias obras que compuso ó hizo componer en romance, merece singular aprecio y elogio la de las LEYES DE LAS PARTIDAS8 en la qual ostentó nuestra lengua vulgar toda la riqueza y magestad que habia adquirido hasta entonces, y en que llevó grandes ventajas, no solo á otras obras anteriores y contemporaneas, sino aun á muchas posteriores.

Siguieron su exemplo Don Juan Manuel hijo del Infante Don Manuel; y el Rey Don Alonso el XI. El primero compuso el libro del Conde Lucanor, el segundo el de Montería: ambos dignamente estimados.

Escribiéronse tambien en romance las Crónicas del Santo Rey Don Fernando: de Don Alonso el Sabio: de Don Sancho el IV: de Don Fernando el IV; y de Don Alonso el XI.

Pedro Lopez de Ayala, ya con estilo mas adornado escribió las Crónicas del Rey Don Pedro: de Don Enrique II, y de Don Juan el I. Alvar Garcia de Santa Maria, y Fernan Perez de Guzman compusieron la de Don Juan el II. Juan de Mena la obra de las Trescientas, y la Coronacion. El Bachiller Fernan Gomez de Ciudad Real el Centon epistolario, que contiene unas admirables cartas sobre los principales sucesos del reynado de Don Juan el II. Don Alonso Tostado Obispo de Avila publicó varias obras en castellano. Hernando del Pulgar su célebre Crónica de los Reyes Católicos. Y algo mas adelante el Doctor Francisco de Villalobos en sus Problemas y otros tratados que compuso en romance, dió á conocer la gracia y primor de que nuestra lengua es capaz.

La publicacion de estas y otras obras semejantes, y la particular atencion con que se dedicaron á cultivar nuestra lengua muchos escritores insignes que han florecido desde el reynado de los Reyes Católicos, la fueron puliendo y perfeccionando hasta ponerla en el estado en que hoy se halla.



Notas:

1: Instit. Orat. Lib. I. cap. 4.

2: Florian de Ocampo Crónica de Esp. lib. 5. cap. 2. Garib. Compend. Hist. de Esp. lib. 5. cap. 15. Mar. Hist. de Esp. lib. 2. cap. 12.

3: Garib. lib. 8. cap. 30. Saav. Coron. Gót. part. I. Cap. 20. del Rey Suintila.

4: Opera data est, ut imperiosa civitas, non solum jugum, verum etiam linguam suam domitis gentibus... imponeret. S. August. de Civit. Dei, lib. 19. c. 7.

5: Aldret. Orig. lib. 2. cap. I.

6: Aldret. en el lugar citado.

7: Garib. lib. 13. cap. 9. Mar. Hist. de Esp. lib. 13. cap. 12. lib. 14. cap. 7. Aldret. Orig. lib. 2. cap. I.

8: En el Prólogo de estas leyes, hablando de su formacion, dice el Rey D. Alonso: El muy noble é bienaventurado Rey D. Fernando nuestro padre... lo quisiera facer si mas viviera, é mandó á nos que lo ficiesemos. En su Crónica cap. 9. se dice: El Rey D. Fernando su padre habia comenzado á hacer los libros de las Partidas; y este D. Alonso su hijo hízolas acabar.