Elementos de economía política: 14


Capítulo III : Análisis de la producción. editar

    • I. De lo que debemos entender por la producción de las riquezas.
    • II. De qué se componen los trabajos de la industria.
    • III. De los instrumentos generales de la industria: la tierra, el trabajo, el capital.
    • IV. Oficios respectivos de los tres instrumentos para producir.
    • V. Cómo se aprecian los gastos de producción y los progresos en industria.
    • VI. Si hay un trabajo improductivo. -Analogía de los productos inmateriales con todos los demás.
    • VII. Clasificación de las industrias.


§. V. Cómo se aprecian los gastos de producción y los progresos en industria. editar

91. Los instrumentos de que acabamos de hablar hacen servicios en la creación de los productos, cada uno en virtud de una acción que le es propia, y fácil es comprender que debe luego hallarse en el valor del producto el pago de cada uno de esos servicios, a saber:
1.º El JORNAL o la RETRIBUCIÓN del trabajo de los obreros y de los empresarios.
2.º El PROVECHO o el INTERÉS de los capitales.
3.º La RENTA o el arriendo de la tierra.
Según la juiciosa observación de M. Rossi, el provecho debe comprender los valores necesarios para el reembolso de los adelantos hechos por el capitalista y para la amortización de su capital que se deteriora.
Debemos decir también que la renta territorial no entra en los gastos de producción, según Ricardo y los partidarios de su teoría, más que en ciertos casos; y que la palabra arriendo es impropia, porque puede haber renta lo mismo cuando está la tierra arrendada que cuando no lo está. (Véase el cap. XI.)
92. La producción puede considerarse como un gran cambio en el que todos los productores, y el empresario a su cabeza, dan todo lo que constituye los gastos de producción, para recibir los productos que representan una cantidad cualquiera de utilidad producida. Ahora bien, para que este cambio sea normal, es preciso que el valor de todo lo que se ha destruido esté compensado por el valor de la cosa producida.
93. Considerando la producción como un gran cambio, fácil es ver lo que constituye los progresos de la industria en un pueblo. Ese progreso existe cuando una nación multiplica sus productos sin multiplicar sus gastos, o lo que es lo mismo, cuando disminuye sus gastos sin disminuir sus productos, sin disminuir la cantidad de utilidad producida; porque, produciendo, trueca gastos de producción que tienen un valor menor que los productos obtenidos.
94. Esos progresos, se efectúan al principio en provecho del productor que, por el mismo valor que gasta, recibe en cambio un valor mayor y cuando se generaliza el conocimiento del método empleado al efecto, y la competencia hace bajar el precio del producto al nivel de sus gastos de producción, el público es el que disfruta las ventajas del descubrimiento.
95. Acabamos de hablar de utilidad producida: cualquiera comprenderá que un precio más barato equivale a una utilidad mayor. En efecto; si con gastos de producción que valen tres pesetas obtengo un par de medias, cuyos gastos de producción ascendían antes a seis pesetas, es exactamente lo mismo que si con seis pesetas obtuviese dos pares de medias en vez de uno.
96. Así, pues, queda claramente demostrado que los progresos de la industria son ventajosos para los consumidores, es decir, para la sociedad en general. Por otra parte, cuando un empresario obtiene más productos por los mismos gastos, ¿no puede, sin que de ello resulte el menor perjuicio, dar el producto más barato? Cuanto más abarate su precio, más consumidores hallará (como veremos mejor más adelante) que le hagan ganar en varias veces el beneficio que antes ganaba en una. Es evidente que tomarse más trabajo para obtener el mismo provecho, es perder; pero fuera de que el consumidor gana siempre, sucede muchas veces que, a consecuencia de la mejora de los procedimientos, se obtiene con la misma facilidad una gran producción que una pequeña. Ademas, está en la naturaleza de los progresos el acarrear algunos padecimientos, y es una utopía soñar los unos sin los otros.
97. No puede llegarse a disminuir los gastos de producción sin disminuir la producción, más que por uno u otro de éstos dos medios:
1.º Sacando mejor partido de los instrumentos de trabajo apropiados, y cuyos servicios es preciso comprar.
2.º Reemplazando servicios que es preciso comprar por los servicios gratuitos de los instrumentos naturales no apropiados.
98. Primer medio. Tomemos primeramente por ejemplo el caudal productivo de la tierra. Habrá progreso en el cultivo sino se deja descansar una cuarta parte de terreno por año, y si se plantan en él, después de los cereales, nabos y patatas para cebar los ganados. Del mismo modo, sin pagar un interés más crecido, puede sacarse más partido de un capital si se suprimen días de fiesta y de holganza; si se tiene una tanda de jornaleros para el día y otra para la noche, a fin de obtener mayor servicio de las construcciones y de las máquinas; del mismo modo también, en la mano de obra, se hace un cambio más ventajoso de los servicios personales cuando se obtienen más productos por los mismos gastos, o lo que es exactamente lo mismo, cuando se gasta menos en mano de obra para obtener los mismos productos. Actualmente, en las telas de mucha anchura, con el sistema de la lanzadera volante, un jornalero, sin tomarse más trabajo ni ganar mayor jornal, hace lo que antes hacían dos.
99. Debemos observar que por sacar mejor partido de los instrumentos de trabajo no dejan sus propietarios de estar igualmente bien pagados. Que el arrendador barbeche o no barbeche, el propietario siempre recibe su arriendo; que emplee mejor o peor su capital, que saque mayor o menor partido del trabajo de sus braceros, el propietario de la tierra siempre recibe su arriendo pactado, el capitalista siempre recibe sus intereses y los jornaleros sus jornales, a menos, sin embargo, de que haya entre éstos demasiada competencia. (Véase el capítulo IV DE LA POBLACIÓN.)
100. Segundo medio. Pero las más grandes conquistas reservadas a la industria consisten en el empleo de los bienes productivos no apropiados. La naturaleza nos abre un tesoro inagotable de materiales y de fuerzas que, como a nadie pertenecen, están a la disposición de todo el mundo; bástele a la industria aprender a servirse de ellos. El viento, recogido en las velas, impele las mercancías por cima de la superficie de los mares; el vapor, encarcelado en un cilindro, trabajando tanto como millones de caballos, produce las maravillas a que asistimos, y ha permitido a la Inglaterra, según el dicho de Huskisson, vencer a Napoleón. La luz dibuja como el más hábil artista; la electricidad se deja aplicará varias artes, con grandes ventajas para la salud de los operarios, etc., etc. Estas fuerzas existían desde la creación, pero por mucho tiempo en nada han contribuido a satisfacer las necesidades del hombre.