Elementos de economía política: 17


Sección II : Del oficio respectivo de los instrumentos de producción: EL TRABAJO, LA TIERRA, EL CAPITAL. editar

Capítulo IV : Del trabajo, primer instrumento de producción del principio de población. editar

    • I. De la noción del trabajo.
    • II. De la doctrina de Malthus.
    • III. Del principio de población.

§. I. De la noción del trabajo [1]. editar

125. Hemos dicho que el trabajo es la aplicación de las fuerzas del hombre a la producción. Hay un trabajo físico y un trabajo intelectual: casi siempre, por no decir siempre, estas dos fuerzas se mezclan en una cierta proporción; luego el trabajo es un instrumento misto en economía política; el jornalero manual trabaja como el médico, como el artesano, como el sabio, como el artista, como el hombre de Estado.
126. Pero trabajo no es sinónimo de operación, y aunque en el lenguaje usual se diga metafóricamente que el buey, la nave o la máquina de vapor trabajan, es lo cierto que ese buey y esas máquinas no son para el economista más que instrumentos, fuerzas materiales que no tienen ni la moralidad, ni la inteligencia, ni la libertad, ni los derechos del hombre, del obrero, que dispone de ellos.
Sin embargo, la opinión contraria ha tenido defensores [2] para quienes el trabajador no ha sido más que una máquina, una parte del capital. De aquí a la esclavitud no hay más que un paso, en buena lógica.
127. Por nuestra parte, nunca confundiremos cosas que la mano de Dios ha separado con un abismo que la ciencia no tiene ni derecho ni medios de colmar. (Rossi.)
128. El trabajo que comprende el de la inteligencia y el de los órganos es una fuerza primitiva como la tierra; pero es inmaterial y no trasmisible.
La fuerza reside en el hombre, y el hombre inteligente, libre, responsable y puesto constantemente bajo el imperio de la ley moral, es no solamente el medio, mas también el objeto de la producción, pues que la distribución se hace en provecho suyo.
129. De esta suerte la moral forma parte de la economía y fiscaliza las conclusiones que lógicamente se derivan de principios mal sentados. Si la economía decidiese, por ejemplo, que la esclavitud y el trabajo de los niños son muy convenientes para la producción, intervendría la moral para oponerse a ello, del mismo modo que interviene cuando la Medicina ha desahuciado ciertas existencias ya inútiles, y a las que, sin embargo, no por eso se abandona, ni menos aún se destruye [3].
130. Si el posesor del instrumento-trabajo, el trabajador, es el objeto de la sociedad, y si ésta, en su calidad de empresario general no debe abandonarle, la suerte del trabajador resume la ciencia, y todas las cuestiones de población son cuestiones de primer orden, e intervienen, por decirlo así, en todas las demás soluciones de la ciencia.
Ahora bien, la población está regida por un principio, que el economista debe tener en cuenta: principio que influye sobre el número y la multiplicación de los hombres, y en cuya exposición hallaremos la oportunidad de impugnar graves errores.

  1. No hay en economía política noción más importante que ésta, como que es uno de los cimientos de la ciencia para muchos economistas, y para algunos el principal.
  2. Mac-Culloch. Véase la refutación de M. Rossi: Diario de los Economistas, 26.
  3. Por eso ha podido decir con razón M. Droz que la economía política es el mejor auxiliar de la moral.