Elementos de economía política: 47


Capítulo XI : De la tierra, tercer instrumento de producción. editar

    • I. Nociones de la tierra.
    • II. Del mejor empleo de la tierra; grande y pequeña propiedad territorial; grande y pequeño cultivo.
    • III. Teoría de la renta; teorema de Ricardo.

§. I. Nociones de la tierra. editar

334. Hemos visto someramente en el párrafo III del capítulo III cuál es el oficio de la tierra cultivable, y la analogía, como también la diferencia que hay entre este instrumento y los demás instrumentos generales de la producción; pero todavía necesitamos insistir sobre este punto, ahora que ya tenemos una noción completa del trabajo y del capital.
335. Hállanse algunas veces confundidos en los cálculos económicos el capital y la tierra; pero no se necesita mucha reflexión para ver que la tierra es un capital sui generis, del que es preciso tener en muchos puntos una noción separada para llegar a la solución de muchas cuestiones muy delicadas.- «Suéñese, dice M. Rossi [1], la igualdad absoluta de las reparticiones o la comunidad de todas las tierras; destrúyase la propiedad particular para no reconocer más que un sólo propietario, la asociación general; ¿se quitarán por eso a la tierra sus propiedades económicas? Se la convertirá en un instrumento de producción diferente de como ha querido dárnosle la naturaleza? ¿Será nunca ilimitada su extensión, o será su sustancia homogénea igualmente productiva e igualmente fácil de beneficiar?»
336. De los agentes naturales comprendidos bajo el nombre de tierra, el suelo es el que más particularmente atrae la atención del economista.
El suelo se halla ordinariamente en el estado de propiedad individual; éste es uno de los rasgos característicos de toda sociedad civilizada. Esto aserto, fundado en el conjunto de los hechos históricos, nos basta por ahora, sin necesidad de entrar en las cuestiones suscitadas con ocasión del derecho de propiedad, y que siempre se han dirigido mucho menos al principio de la apropiación de la tierra que a la distribución del suelo; porque, en vez de llegar a la apropiación individual, los adversarios de la propiedad se han parado en la apropiación colectiva.
337. La tierra no entrega todo el producto que puede dar sino con la acción de otros dos instrumentos de producción, el trabajo y el capital. Sus productos espontáneos no tienen importancia alguna, comparados con los que pueden arrancarle un trabajo hábil y un capital suficiente; de modo que el llamar productos de la tierra a todos los productos de la industria agrícola no pasa de ser una expresión vulgar, que desgraciadamente ha dado margen a más de un error. (Rossi.)
338. El capital se incorpora con la tierra bajo la forma de nivelaciones, de canales, de fosos, de cercas, de edificios, de plantíos, etc.; a él se apega también bajo la forma de herramientas, de aperos, de máquinas, de ganados, de abonos, de semillas, etc.
339. El trabajo se combina, por decirlo así, con la tierra, no sólo bajo la forma de trabajo muscular, mas también bajo la de trabajo intelectual, de observación y de ciencia.
340. La tierra hasta cierto punto puede considerarse como una máquina, o más bien como una colección de máquinas de fuerzas desiguales. En efecto, nadie ignora que existe una gran diferencia entre una tierra y otra, ya a causa de su feracidad natural, ya a causa de su exposición, ya también por motivo de su proximidad al sitio de la venta de los productos, ya, en fin, por cualquiera otra circunstancia favorable o adversa. Una fanega de tierra en el norte o una fanega de tierra en el mediodía, una finca aislada en medio de los campos o un terreno en la afueras de una gran ciudad, cerca del centro de consumo, son otras tantas máquinas de fuerzas muy diversas y muy desiguales.
341. Ricardo y después de él Malthus, han hecho sobre esta diferencia de las tierras estudios profundos, y han considerado que había fundamento para subdividir los campos en tierras de primera, de segunda, de tercera, de cuarta, etc., calidad. De este modo ha llegado Ricardo a ilustrar su teoría de la renta, y a dar útiles preceptos para fijar la base del repartimiento de las contribuciones.
342. Otro carácter hay no menos importante de estudiar, y es que el producto de la tierra no está, pasado un cierto límite, en proporción con la cantidad de capital y de trabajo.
Supongamos, por ejemplo, para establecer esta proposición, un terreno fértil. Este terreno, inculto, da uno; ligeramente removido, dará dos; cultivado con la azada, dará diez; veinte, con el arado; treinta, con un cultivo más sabio, es decir, con un empleo juicioso del trabajo y de capitales suficientes; pero al llegar aquí, si todavía es posible aumentar el producto, no es a lo menos permitido esperar que se doblará ni que se triplicará con un trabajo y un capital dobles o triples. Acaso no se obtendrá más que la mitad o la cuarta parte; luego a duras penas se recobrarán los adelantos hechos; luego, en fin, no se cubrirán ya los gastos [2].
Sobre este carácter fundamental de la tierra está establecida la segunda proposición de Malthus.
343. Así, pues, si hay semejanzas entre las demás producciones y la producción agrícola, hay también diferencias profundas de que el análisis no debe prescindir, y siempre honrará a la escuela de Quesnay haber puesto en claro esa desemejanza, y comprendido que de ella debían originarse grandes resultados. Efectivamente, en la producción agrícola, el suelo hace el principal papel, y desenvuelve en ella todas sus cualidades de agente natural, limitado, apropiado, desigualmente productivo y capaz él solo de suministrar todas las cosas indispensables para el alimento y multiplicación de las poblaciones.

  1. Curso de Economía política, lección séptima.
  2. De lo dicho resulta que el cultivador inteligente debe llevar una buena contabilidad agrícola que te ilustre, no sólo acerca de sus adelantos y de sus productos en general, sino también en punto a los resultados por cada calidad de tierra y sobre cada parte del capital y del trabajo aplicados a cada terreno.