Correo de Comercio: 19 de mayo de 1810/4

Correo de Comercio

Número 12

Del Sábado 19 de mayo de 1810

CARTA ESCRITA A LOS EDITORES DEL CORREO DE COMERCIO DE ESTA CIUDAD, POR EL LICENCIADO EN MEDICINA DON JUSTO GARCÍA Y VALDÉS. editar


SEÑORES EDITORES.

Muy Señores míos, y de todo mi aprecio: quando asombrados con la funesta aparición de la Hidrofobia, ó mal de rabia, en nuestro benigno y saludable País, llorábamos con amargura sobre los yertos cadáveres de tres infelices que en el corto tiempo de quarenta días, han sido victimas de tan mortal enfermedad; quando este Superior Gobierno expedía por momentos las mas sabias y executivas órdenes para la general matanza de perros, y demás precauciones de seguridad, observé con sorpresa, que vmds. afianzados en la memoria del Dr. Bosquillon; en los números y de su Correo de Comercio, llaman compasión mal entendida nuestro zelo, aconsejan el abandono de los mordidos; pretenden curarlos con consejos; y finalmente comprehenden con su anathéma al Xefe Supremo, que tan preocupado como los Médicos, fácina con sus disposiciones la acalorada imaginación de los Hidrofóbicos. Dixe con sorpresa, porque á la verdad, ¿quién no se había de sorprehender, al ver que vmds., no teniendo presentes, ó despreciando las sabias memorias de todas las Academias de la Europa, desmintiendo las constantes observaciones de los Profesores Médicos de primer orden del mundo ilustrado, y escudados con la opinión de un hombre solo, se deciden, y en tono de compasión, reprehenden las philantrópicas tareas que con tanto gusto consagramos á la curación de los mordidos por animales rabiosos? Causando los indicados números del Correo de Comercio, un pernicioso contraste en la opinión pública, que aunque no haya sido general; fomentando la natural apatía de nuestros campestres y vulgo, han suspendido el cumplimiento que iban dando á las seguras disposiciones de la Superioridad; mirando los hombres con desprecio un mal, que aunque es curable en su principio, es de necesidad mortal, si por desgracia se comete su curación á persuasiones, como vmds. con el Dr. Bosquillon aconsejan. Yo sé muy bien que sola la beneficencia ha conducido á vmds, y que horrorizados del quadro que presenta un rabioso, han tratado de socorrer á la humanidad afligida, dando al público la olvidada memoria del Doctor Regente de la facultad de París; pero sin perder el respeto debido á este recomendable profesor, permítase decir, que á mi modo de entender, no ha correspondido á tan buenos deseos, la elección que vmds. han hecho de los medios. Registremos la historia de la Medicina, y observaremos que la Real Sociedad de Medicina, de París, justamente compadecida de la miserable suerte de tantos rabiosos que morían con tanta frecuencia, penetrada de un vivo deseo de los adelantamientos de la facultad, y finalmente instruida por una constante experiencia, de que el mas seguro camino, para conseguir fines tan loables, es el del premio, y del honor literario, en su primer sesión publicada el año de 1788, propuso por asunto de un premio de seis mil libras, la solución del Programa siguiente: señalar como se nos comunica la rabia, y qual puede ser su mejor método curativo; en tres años no se presentó un escrito que llenase los designios de la Sociedad; esta aumentó el premio, decretando que se había de aclarar la materia con nuevas observaciones, y hechos auténticos, proscribiendo las peligrosas hypótesis; cumplido el plazo determinado, y hecho el escrutinio, y mas severo examen de todas las memorias remitidas á la Sociedad, de varios Pueblos de Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, España, &c.

Se le adjudicó el premio con todos los sufragios á Mr. le Roux, este sabio, después de haber probado con observaciones irrefragables la existencia de la rabia espontánea en los hombres; desciende á la comunicada por los animales, y con casos prácticos convence, que el veneno de la rabia, es un tósigo frecuentemente lento y viscoso, cuya índole peculiar nos es aun desconocida; y todos los demás sabios Médicos que sucesivamente han observado y escrito de Hidrofobia, han leído la citada memoria con la mas fría indiferencia, no por un efecto de preocupación, sino porque toda su teoría en nada ha correspondido á los hechos invariables que les ha ofrecido su juiciosa y discreta práctica, han entablado métodos, y con ellos han socorrido á los mordidos por animales rabiosos, destruyendo en tiempo el virus por medio de remedios, que obrando sobre la parte mordida, ha evitado la fatal propagación. A este importantísimo objeto han dedicado una sala en todos los hospitales, como es la de S. Isidro en el General de Madrid, &c. donde se han curado todos los que oportunamente han concurrido antes que el virus haya afectado el sistema glandular y nervioso, como consta de las muchas observaciones que se han insertado en los anales de Ciencias naturales. Esta tan anciana verdad acaba de comprobarse en nuestra misma Ciudad, con los casos de que he sido testigo, y que tengo el honor de presentar al público, sin mas objeto que fixar la opinión pública en materia de tanto interés, y libertad á mis hermanos de ser desgraciadas victimas de la novedad, ó de la indolencia.



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