Correo de Comercio: 7 de abril de 1810/1
Correo de ComercioNúmero 6 Del Sábado 7 de abril de 1810 | ||
Nadie ignora qne es común á todos los perros enfermos el reusar los alimentos, estar tristes, tener la vista esquiva, y despreciar los alhagos de su amo: y que les sale espuma de las fauces y de las narices en las inflamaciones de la garganta y de los pulmones, principalmente en una especie de esquinancia contagiosa entre estos animales. El célebre Dufouillou admite siete especies de rabia: nos dice que son incurables y que se contagian entre los perros como la peste entre los hombres; pero cree que las demás no se contagian. El furor de un perro no indica el virus; pues siendo un animal por su naturaleza ardiente y feroz, fácilmente se pone furioso quando se obstinan en irritarle y perseguirle, y mas si se vé herido, que se tira á los que le amenazan, y quanto se le opone aumenta entonces su ferocidad. Dirán contra esto, que el furor que caracteriza á la rabia es continuo sin que aparezca la causa; que el conjunto de los síntomas que la acompañan no dexa duda alguna en quanto al estado del animal; que su ahullido es espantoso; que continuamente procurar morder, que andan errantes de aqui para allí con los ojos espantados y encendidos; y que los demás animales y aun la misma madre que los ha criado no se atreve á acercarse a ellos. Nada de esto hace fuerza á los que están acostubrados á ver perros enfermos: sea la que quiera la causa de su dolencia, se apartan los otros de ellos, á veces es difícil sujetarlos, y aun tal vez abandonan al amo para siempre, en aquella estación en que la naturaleza se enciende para la propagación de la especie. El furor espontáneo, el horror al agua, y las otras señales propias de la rabia se suelen reunir quando se inflaman las visceras del bajo vientre y del cerebro, ó tienen gusanos. En el año de 1674 hubo un perro rabioso que llenó de terror las cercanías de Hamburgo, como que se habían dado á conocer las señales de la rabia en todos los que había mordido; pero un médico mozo, deseando reconocer la causa de la rabia, le persiguió para matarlo y examinar el cadáver, á pesar de la opinión que había entonces de que el contacto y aun el vapor después de muerto comunicaba la rabia. Este y otro médico llamado Paullini, hicieron la anatomía, y á pesar de sus precauciones, se desmayó Paullini al abrir la cabeza del perro, y el médico mozo vomitó, aunque el cadáver no exalaba olor fétido. Parecía que se le habían liquidado los sesos por la putrefacción, y los tenía llenos de gusanos, de los quales había muchos dentro de una especie de hydatides ó vexiguitas de agua: también tenia un gusano en los intestinos. La anatomía de otros muchos perros muertos de hydrophobia ha presentado regularmente los mismos resultados, de que se infiere que los síntomas que se advierten en los rabiosos no provienen de un virus particular, sino de una afección orgánica, que no puede comunicarse de un individuo á otro; y así solo se han de atribuir al miedo que tenían los dos médicos antes citados, los efectos que experimentaron al abrir el cadáver del perro, y lo mismo digo de los efectos que se han visto en algunos mordidos por animales hydrophobos. Hay muchas causas de que puede resultar en el hombro el horror al agua, como es la inflamación de la garganta, del esófago, del estómago y de los intestinos; la afección hystérica, la supresión de una evacuación habitual; y el enfriarse de repente quando el cuerpo está bañado de sudor; y las heridas en los nervios y tendones, pues solo se pueden atribuir á esto los síntomas de hydrophobia que se han advertido en algunos que se habían desgarrado el pellejo con un clavo, ó á quienes había mordido un pato, un gallo ú otros animales inocentes. Una fuerte contusión en el tobillo ha ocasionado por la misma razón síntomas de hydrophobia al cabo de seis días, y el enfermo pereció al dia siguiente.[1] En los autores se hallan muchos casos de esta especie, y se advierten muy freqüentemente en los payses calientes y húmedos, lo mismo que el tetano, que realmente es una variedad de hydrophobia. Lo que importa observar aquí es que el motivo mas poderoso que causa en el hombre el horror al agua, es el terror: las señales mas constantes que preceden á la hydrophobia, y las únicas en que convienen los que han escrito de ella, son iguales á las de las afecciones vivas que turban el ánimo y hacen perder el juicio. De. los mordidos por animales rabiosos hay algunos que mueren antes de tener horror al agua; otros muy al contrario de los furiosos, se mantienen parados, y aun insensibles hasta la muerte; pero todos están tristes, pensativos, inquietos, murmullan entre dientes, buscan la soledad, su semblante es melancólico, sus ojos espantados, su sensibilidad tan extremada, que qualquiera ruido los conmueve, su voz trémula, al dormir los agitan sueños que cada dia son mas horrorosos, y al cabo de algunos días se presenta á su imaginación la figura del animal que los ha mordido, y se figuran que los acomete; despiertan sobresaltados y dando gritos espantosos: entonces está el mal en su mayor aumento: á veces muerden y rompen quanto pueden coger; su respiración es siempre difícil, y perecen regularmente entre convulsiones. ¿Se puede atribuir á otra causa y no al terror solo los movimientos convulsivos que padecen muchos al ver un perro ó un lobo furioso? ¿no ha bastado á veces solo la sospecha de la rabia para quitar á algunos la vida? ¿no se han reconocido diferentes veces los animales cuya mordedura había ocasionado los síntomas de la rabia, y se ha visto que no había motivo para tenerlos por rabiosos? ¿no se ha visto que muchos que se creian rabiosos han vivido después mucho tiempo, quando no los ha sacrificado desde luego un vano terror? ¿no tenemos muchas pruebas de haber hecho desaparecer las señales que preceden á la hydrophobia, quando se ha conseguido persuadir á los dolientes que no estaba rabioso el animal que los había mordido, al mismo tiempo que los débiles y pusilánimes mordidos ligeramente han perecido de rabia, quando han sabido después de años que algunos de los que había mordido al tiempo que á ellos el mismo perro habían sido victimas de esta cruel dolencia? Asi es que un mismo perro mordió á dos hermanos en Langüedoc á una misma hora; el uno se embarcó inmediatamente para América, y el otro quedó en su patria, y murió de hydrophobia en pocos días: quando volvió el otro á su pais al cabo de diez años de ausencia, y supo de lo que había muerto su hermano, se sintió al instante rabioso, y murió á poco tiempo. ¿Cómo es posible dexar de reconocer el poder de la imaginación en el trastorno que ocasiona en algunas personas el aspecto del cadáver de un rabioso, ó la memoria de los tormentos que han sufrido los que se han visto perecer de esta dolencia? Un médico célebre (Themisson) sentía en sí las señales que preceden á la rabia cada vez que se acordaba de un amigo suyo que había muerto de hydrophobia á pesar de su esmerada asistencia y cuidado.
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