Primera Gramática de la lengua Castellana: 1.09

Primera Gramática de la lengua Castellana
LIBRO PRIMERO, EN QUE TRATA DE LA ORTHOGRAPHÍA
Capítulo IX, de la orden de las consonantes entre sí.

de Antonio de Nebrija

En el capítulo passado diximos de la orden que las vocales tienen entre sí: síguese agora de la orden de las consonantes; cosa mui necessaria, assí para los que escriven, como para los que enseñan a leer, et para los que quieren leer las cifras. Para los escrivanos, por que cuando an de cortar alguna palabra en fin del renglón, no saben cuáles de las letras dexarán en él, o cuáles llevarán a la línea siguiente; en el cual error por no caer Augusto César, según que cuenta Suetonio Tranquilo en su Vida, acostumbrava acabar siempre las diciones en fin del renglón, no curando de emparejar el escritura por el lado de la mano derecha, como aún agora lo hazen los judíos et moros. Para los que enseñan a leer, por que cuando vienen dos o más consonantes entre las vocales, no saben, deletreando, cuáles dellas arrimarán a la vocal que precede, ni cuáles a la siguiente. Puede esso mesmo aprovechar esta consideración para los que leen las cifras, arte no menos sotil que nueva mente hallada en nuestros días por maestre Martín de Toledo, varón en todo linage de letras mui enseñado; el cual, si fuera en los tiempos de Julio César, et oviera publicado esta su invención, mucho pudiera aprovechar a la República romanar estorvar los pensamientos de aquél: por que, como dize Suetonio, acostumbrava César, para comunicar los secretos con sus amigos, escrivir lo que quería tomando la e por a, et la f por b, et la g por c, et assí por orden las otras letras hasta venir a la d, la cual ponía por z. Assí que, puestos estos principios de la orden de las consonantes, lo que queda io lo dexo et remito a la obra que deste negocio dexó escripta. Para introdución de lo cual tales reglas daremos: Primera mente, que si en alguna dición caiere una consonante entre dos vocales, siempre la arrimaremos a la vocal siguiente, salvo si aquella dición es compuesta, por que entonces daremos la consonante a la vocal cuia era antes de la composición. Como esta palabra enemigo es compuesta de en et amigo, es cierto que la n pertenece a la vocal primera et se desata de la siguiente, et assí la tenemos de escrivir, deletrear et pronunciar. En el latín, tres consonantes pueden silabicarse con una vocal antes della, et otras tres después della, como en estas diciones: 'scrobs', por el hoio; 'stirps', por la planta. Mas, si tres preceden, no se pueden seguir más de dos; et por el contrario, si tres se siguen, no pueden preceder más de otras dos. En el castellano, nunca pueden estar antes de la vocal más de dos consonantes, et una después della, et, por consiguiente, nunca más de tres entre dos vocales. I en tanto grado rehúsa nuestra lengua silabicar muchas consonantes con una vocal, que cuando bolvemos de latín en romance las diciones que comiençan en tres consonantes, et algunas vezes las que tienen dos, anteponemos e, por aliviar de una consonante la vocal que se sigue, como en estas diciones: 'scribo', escrivo;' stratum', estrado; 'smaragdus', esmeralda. En dos consonantes ninguna dición acaba, salvo si pronunciamos como algunos escriven, segund, por según; et cient, por ciento; grand, por grande. Assí que diremos agora cómo se ordenan entre sí dos o más consonantes: la b ante la c, en ninguna manera se sufre. Ante la d pónese en algunas diciones peregrinas, como 'bdelium' que es cierto árbol et género de goma; 'Abdera', que es ciudad de Tracia. Ante la l, r, puédese aiuntar, como en estas diciones: blanco, braço. Ante las otras consonantes no se puede sofrir. La c puédese juntar con la l, r, como en estas diciones: claro, creo; et en las palabras peregrinas, con la m, n, t, como en 'Piracmon', nombre proprio; 'aracne', por el araña; 'Ctesiphon', nombre proprio. Con las otras consonantes nunca se puede silabicar. La d puédese poner delante la r, et en las diciones peregrinas con la l, m, n, como en estas diciones: 'drago'; 'Abodlas', nombre de un río; 'Admeto', nombre proprio; 'Cidnus' nombre de un río. Con las otras letras no se puede juntar. La f pónese delante la l, r, como en estas diciones: flaco, franco, mas no se puede sofrir con ninguna de las otras consonantes. La g puédese poner delante la l, r, et en las diciones latinas delante la m, n, como en estas: gloria, gracia; 'agmen', por muchedumbre; 'agnosco', por reconocer. Con las otras consonantes no se puede sufrir. la l nunca se pone delante de otra consonante, antes ella se puede seguir a las otras. La m nunca se puede poner delante de otra consonante, salvo delante la n en las diciones peregrinas, como 'mna', por cierta moneda; 'amnis', por el río. La n nunca se pone delante otra consonante, mas ella se sigue a algunas dellas. La p puédese poner delante la l, r, et en las diciones peregrinas delante la n, s, t, como en estas diciones: plaça, prado; 'pneuma', por espíritu; 'psalmus' por canto: 'Ptolemeus', nombre proprio. La q delante ninguna consonante se puede poner, por que siempre después della se sigue u, en el latín floxa; en el castellano, vocal, cuando se sigue a; muerta, cuando se siguen e, i. la r delante de ninguna consonante se pone, antes ella se sigue a algunas dellas. La s en el castellano en ninguna dición se puede poner en el comienço; con otra consonante en medio puédese juntar con b, c, l, m, p, q, t.La t en el castellano nunca se pone sino delante la r, en las diciones peregrinas puédese poner delante la l, m, n, como en estas diciones: trabajo; 'Tlepolemo', por un hijo de Ércules; Tmolo', por un monte de Cilicia; 'Etna', por Mongibel, monte de Sicilia. La v consonante no se puede poner en el latín delante otra consonante, ni en el castellano, salvo ante la r en un solo verbo: avré, avrás, avría, avrías, lo cual haze nuestra lengua con mucha gana de hazer cortamiento en aquellos tiempos, como lo diremos más larga mente abaxo en su lugar. La x i z, delante ninguna consonante se pueden poner en el griego et latín, aun que en el castellano dezimos lazrado, por lazerado.

Prólogo
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