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Algo acerca de mi editar

Mi nombre es Pablo, vivo en Capital Federal, Buenos Aires, Argentina. Estoy terminando mis estudios de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Además de leer mucho sobre teoría y filosofía política, en mis tiempos libres me gusta tocar mi guitarra eléctrica, especialmente si se trata de "metal-neo-clásico" (una especie de fusión entre el metal o hard-rock pesado y la música clásica). También disfruto mucho escuchando a grandes guitarristas como Yngwie J. Malmsteen, Steve Vai, Joe Satriani, Eddie Van Halen, Ritchie Blackmore, Michael Angelo, etc. y algunas bandas del estilo Dream Theater. Bueno, esa es un poco mi historia...las cosas que menciono son para que si alguien tiene dudas o inquietudes sobre alguna de ellas (o necesita ayuda con traducciones del inglés o portugués)...nada, que escriba y listo.

Qué me interesa de este espacio y desde qué lugar haré mis aportes editar

Lo bueno de este espacio editar

  • Todos somos "iguales" (estudiantes, profesores, técnicos, lo que sea). Todos tenemos algo para aportar, para poner en juego, para sumar. Se rompe un poco la lógica de: "acá el que sabe soy yo y vos tenés que aprender lo que yo digo". No existe una relación vertical entre los participantes, tampoco lo que dice o aporta uno es más o menos importante por la "posición de poder" que ocupa...todos ocupamos más o menos la misma.
  • Somos iguales en la diferencia. No se trata de homogeneizar opiniones, sino de conjugar los diferentes puntos de vista, que además tienen un origen económico, social, político, ideológico y cultural diverso. Un arcoiris, no una sombra gris.
  • Es una forma de luchar contra la teoría-práctica que se deriva de pensar a las ideas como mercaderías que se compran y se venden en una librería, la mayoría de las veces a expensas de la explotación de muchos.
  • Se hace hincapié en el hecho de que las ideas no son algo privado que surge sólo por la brillantez intelectual de alguien. Por supuesto que tiene un aporte individual único, tal vez irrepetible, pero eso no significa que las ideas sean "privadas" y no "públicas", "mías" y, por lo tanto, a-sociales. El saber es siempre colectivo.

Lo que me interesaría lograr y desde qué lugar haré mis aportes editar

  • Llegar a generar adhesión y conciencia sobre este punto: las ideas no son objetivas u a-históricas. Ese proceso de fetichismo/cosificación de nuestras ideas nunca puede conducirnos por caminos de libertad.
    Historizar nuestras ideas y nuestros reclamos está mal visto por muchos intelectuales que nos venden sus “verdades eternas” en las librerías, pero desde mi punto de vista es un ejercicio muy sano porque sólo así pueden distinguirse los motivos por los que surgieron estas ideas, así como sus virtudes y limitaciones. Además, al historizarlas las convertimos en ideas discutibles, o más todavía, en ideas que necesitan ser discutidas, en ideas en disputa.
    Es probable que me acusen de “subjetivo” o “no-neutral”, pero lo cierto es que si reconocemos la imposibilidad de la creación de verdades objetivas y eternas es porque, a diferencia de nuestros acusadores, nos reconocemos como seres históricos. Es decir, nos reconocemos como individuos insertos en un marco histórico concreto que nos condiciona, que nos motiva a escribir sobre una cosa y no sobre otra, que nos impide ver más allá de ciertos horizontes, que penetra en nosotros y, en gran medida, nos constituye. Ellos, en cambio, nos invitan a imitar a las moscas que estúpidamente persiguen la luz, esa luz que proyecta su verdad objetiva, neutral, eterna y qué les fue revelada sólo a ellos por su descollante brillantez intelectual.
    Sin saberlo, esta pobre gente intenta una y otra vez lo imposible: robarse a sí mismos su propia identidad. Un sujeto ahistórico es un sujeto sin identidad, deja de ser un sujeto para convertirse en una cosa. De eso se trata ser objetivo, de robarse a sí mismo su propia identidad, de convertirse en un objeto sin historia, sin identidad, y por lo tanto, sin nada para decir. Pero lo peor ocurre cuando intentan deshistorizar las relaciones sociales que se dedican a estudiar, porque de esa forma convierten a sus teorías en cuentos de terror, llenos de fantasmas sin identidad.
    Nuestros amigos “científicos” olvidan que la separación entre el “sujeto” y el “objeto” de estudio se vuelve especialmente difícil, por no decir absolutamente imposible, cuando lo que se quiere analizar es la sociedad (lo que ocurre tan a menudo en todos los sitios de wikimedia), ya que el propio investigador forma parte de lo que desea estudiarse: no sólo él está influido y en gran medida constituido por lo que ocurre en ese contexto, sino que además el propio investigador es parte del contexto en el que vive e influye sobre él. Precisamente, historizar una teoría consiste en reconocer esta mutua influencia. Por este motivo, nosotros al hacerlo no sólo estamos diciendo que nuestras ideas surgieron por y en un contexto histórico particular, sino que además las insertamos en una “lucha hegemónica”, una lucha entre fuerzas e intereses por construir un sentido común, una lucha por cambiar el mundo o dejarlo como está.
    En este sentido, estoy absolutamente convencido de que en el camino hacia nuestra libertad las respuestas a preguntas fundamentales como qué es la libertad, la igualdad, la política, etc. (todas palabras que se definen en wikipedia y que de una forma u otra están presentes en los demás sitios wikimedia) debemos construirlas entre todos, y para ello es necesario el debate y no el “lavado de cerebro”, la discusión y no el “implante” de ideas; fundamentalmente, es necesario que surja en nosotros la necesidad de reflexionar sobre nuestra libertad y no esperar que un grupo de intelectuales o eruditos lo hagan por nosotros. La política es algo que, seamos o no concientes de ello, nos afecta a todos, por consiguiente, es algo sobre lo que todos deberíamos reflexionar y tener algo para decir.
  • Todos los dictadores de la Historia mandaron quemar libros; también, en algunas ocasiones, a los propios autores. Las armas de la crítica siempre fueron tan poderosas como la crítica de las armas.
  • Mi participación no será inocente, sino política (en un sentido amplio de la palabra, no identificado con un partido, el Estado, etc.) La lucha por nuestra libertad es, en gran medida, una “lucha por las ideas”; en este sentido hay que crear y presentar una alternativa frente a la “dirección intelectual y moral” ejercida por las clases dominantes. Sin embargo, no es posible construir esa alternativa sin construir también un lenguaje que la exprese. La “lucha por las ideas”, en realidad, es una lucha por el significado de las palabras, es decir, es la lucha por la creación y difusión de un lenguaje.
    Para crear un proyecto contra-hegemónico debemos comenzar por construir un lenguaje alternativo al hegemónico, debemos darle un significado nuevo a palabras como libertad, igualdad, política, etc. Sólo así podremos ver explotación, dominación, desigualdad, clases, etc. donde el sentido común hegemónico no las ve. Luego restará intentar popularizar nuestro lenguaje que, como todos, a pesar de los intentos de los “intelectuales”, no son construidos sólo por ellos sino también por la gente que utiliza ese lenguaje. De esto se trata, en parte, construir contra-hegemonía.
  • Puede parecer paradójico, pero la lucha por las ideas es, en definitiva, una lucha por lo real. La realidad no existe separada del tejido simbólico con el cual la interpretamos y le damos sentido. Las ideologías no distorsionan la realidad, sino que la constituyen y le dan sentido. El lenguaje no es sólo una forma de describir el mundo, sino fundamentalmente una forma de pensar, sentir y vivir el mundo.
    Pensar al problema en los términos de la alegoría de la caverna, en la que nosotros sólo vemos “sombras” de lo real, creer que el lenguaje o las ideologías son como aquel lago que refleja una imagen distorsionada de la luna, es un error. Es decir, el lenguaje no “representa” al mundo, hace que “veamos” y vivamos un mundo y no otro, que lo “veamos” y vivamos de una forma y no de otra, etc. El lenguaje no “refleja” lo real, “es” parte de lo real.
    Creer en verdades objetivas es creer que existen verdades “eternas” por fuera del tejido simbólico, y que en la búsqueda de la verdad sólo hace falta “descubrir” estas objetividades. Esto puede resultar muy útil para legitimar nuestra ideología, nuestro lenguaje. Puede parecer espectacular adornar nuestros argumentos con adjetivos como “neutral”, “objetivo”, “ley natural”, “ley de la historia”, “voluntad divina”, etc. Sin embargo, lo cierto es que nada de esto existe. La lucha de clases, en su aspecto ideológico, no consiste en el enfrentamiento de concepciones del mundo predeterminadas o “puras”, sino que involucra una lucha (en las sociedades de clases: ideologías de las clases y fracciones de clase dominantes vs. ideologías de las clases y fracciones de clase dominadas) por definir lo real.
    Para poder pensar, el hombre debe primero tener la capacidad de manejar categorías abstractas. Esto es lo que nos permite hablar, comunicarnos, ser animales políticos. Marx tenía razón, se piensa condicionado por el contexto material, pero también es cierto que para pensar partimos de una base ideológica. Es decir, no sólo comenzamos a pensar condicionados por la situación material, sino que también partimos hablando y utilizando categorías no creadas por nosotros. El contexto histórico está formado no sólo por un contexto material, sino también por un contexto ideológico. Cabría preguntarse, entonces, en qué medida las categorías –el lenguaje– que utilizamos para expresarnos construyen la realidad. Así planteado el asunto, el contexto material condiciona nuestra conciencia, pero también nuestra conciencia condiciona al contexto material.
    Pensar a la realidad como un edificio, en el que primero es la base material y luego la”superestructura” ideológica o viceversa, sería caer en un determinismo. Para nosotros, en cambio, la realidad es un círculo, no existe lo material antes que lo ideológico ni viceversa, ambos son partes de una misma totalidad, de un círculo en donde el principio y el fin se confunden.
  • Decir que la verdad no es objetiva ni eterna supone que la verdad no es sólo algo teórico, sino que está vinculada a una praxis. No alcanza con demostrar que algo es falso siguiendo “métodos científicos”, tanto la verdad como lo real, lo bueno, lo justo, etc. son construcciones sociales y están constituidas por las mismas fuerzas que constituyen a la sociedad.
  • Lo real es algo que está en permanente disputa. No sólo porque el contexto material es susceptible de ser transformado, sino también porque la lucha por las ideas en gran medida constituye y define a lo real. Por este motivo, lo real no es algo fijo, objetivo e inmodificable, más bien todo lo contrario, es algo inter-subjetivo y, por lo tanto, relativo, histórico y modificable.
    Esta lucha involucra, además de una lucha por cambiar situaciones, prácticas, etc., una lucha ideológica por trastocar lo real, por convertir en posible a lo imposible, por convertir en un futuro viable a lo utópico, por convertir en real (la dominación, la explotación, etc.) a lo irreal (lo irreal -la dominación, la explotación, etc.- siempre para nuestro sentido común, que no es otro que el que nos enseñan en la escuela, la iglesia, en casa, etc. y que es absolutamente compatible con la ideología dominante), etc.
  • Así como las mercancías, desde un punto de vista marxista, no son cosas sino el resultado de una relación social que aparece como resultado de una relación entre cosas, del mismo modo, el conocimiento y el aprendizaje no son cosas o productos terminados, sino procesos. Más específicamente, se trata de procesos íntimamente vinculados a las relaciones de explotación y dominación hoy imperantes. Es decir, la lucha de clases no es algo meramente económico, sino que atraviesa todos los poros de la sociedad (económico, político, cultural, académico, etc.); el aprendizaje y el conocimiento son otra de las tantas modalidades que adquiere esta lucha.
  • No se trata solamente de un problema de personas. Estas ideas y prácticas que critico no son algo externo a nosotros, también nos constituyen. Podríamos decir que la lucha de clases a traviesa a la sociedad en su conjunto; no puede pensarse como una lucha entre dos purezas, todas las partes se constituyen mutuamente en una relación de dominación. Por este motivo, nuestra crítica debe ser también auto-crítica.
  • Además, el problema no se reduce simplemente a la incorporación de determinados contenidos, también está en juego la manera en la que se los despliega y en la que se los construye, lo que se nos permite hacer con esos materiales, el dispositivo de participación e interacción, el incentivo o no de la crítica, etc.; en una palabra, la forma no está escindida del contenido.

(continuará)