Recordación Florida/Parte I Libro V Capítulo II
De la descripción de la ciudad de Goathemala y cosas particulares de ella, según el estado que tiene este año de 1686, y á los ciento cuarenta y siete de su nueva fundación en este valle de Panchoi.
Ya dejamos dicho, en el antecedente capítulo, cómo se fundó de nuevo esta ciudad de Goathemala, cabeza y corte de todo su dilatado, maravilloso Reino, en este apacible, fértil y fecundo valle de Panchoi, que hace centro y punto á todo lo orbicular y extendido de las provincias que le constituyen en Reino; siendo estas, fuera á parte de nueve útiles inmediatos corregimientos y tres alcaldías mayores, que están á la provisión de los presidentes, en que no se incluye el corregimiento del Valle que es de provisión del Cabildo, y esta y las otras mercedes del arbitrio y distribución de la presidencia, componen la provincia de Goathemala: á quien corresponden, en la maravillosa composición de este dilatado Reino, otras quince fértiles, excelentes provincias, todas útiles y de dilatada y prolífica tierra, de buenos temperamentos, y proveídas de muchos y buenos mantenimientos y frutos, conocidos de todos los reinos, propios y extraños, así por la certeza de sus demarcaciones, como por ia verdad y crédito de su fama. Y estas son la de Gracias á Dios, que por otro pronombre se conoce por la provincia de HiHigueras con su inmediata que es la de Honduras, que llamamos provincia de Comayagua que según nuestra situación se miran entre el Septentrión y el Oriente. La de Teguzigalpa, y no menos rica por sus labores preciosas y lavaderos excelentes de oro, y la de la Segovia, á la parte oriental. Las de San Salvador, San Miguel y Eldorado, por lo precioso y único del añil que en ella se produce y fabrica, que, con la provincia de Choluteca, son estimables y provechosas por las copiosas crianzas de ganado mayor y de mulas de excelente raza, en grande, crecido número. La provincia de Nicaragua, que con el motivo que tiene en su grande y noble río para estar funestada, pudiera ser más bienaventurada y feliz; y la de Costa-rica, que habiéndolo sido á los principios, está hoy en los últimos vales de su ruina; que con las de Sonsonate, Suchitepeques y Soconuzco se arriman mucho á las marinas de la costa del Sur, y las de Chiapa y Verapaz á la parte occidental del Norte , no menos estimables, útiles y ricas que las que quedan referidas en la forma que se demuestra en esta demarcación general del Reino; cuya circunferencia rodea la inmensidad de mil y setecientas leguas de tierra útil, según el acertado sentir de experimentados cosmógrafos. Y sin duda fuera más admirable su circunvalación, si hubiera habido otros conquistadores, como los primeros, que hubieran sujetado las seis provincias que están por conquistar, como son las del Lacandón, el Marche, el Chol, el Jicaque, la Talamanca y Taguzgalpa; que aunque se ha intentado en ellas introducir el uso de nuestra santa fe católica, no ha pasado jamás de intentarlo; siendo testimonio esta dificultad, que está rodeada de nuestras armas, de las muchas y grandes que vencieron aquellos loables y famosos capitanes.
Tiene, pues, este delicioso alegre valle, de que vamos hablando, ocho cumplidas leguas en todo el ámbito de su capaz, hermosa circunferencia; entendiéndose, no por la circunvalación del recinto que ocupa la material fábrica de la ciudad, sino extendiéndose esta cierta mensura desde las verdes, umbrosas faldas de unos montes á otros, á la mamanera que á la sagrada imperial augusta Roma altivos, verdes, útiles la rodean. Sirve esta amena, tendida llanura, de apastar la abundancia precisa de ganados, que á el cotidiano abasto de esta ciudad se conducen, sin otras cosas á que se extiende y dilata su pingüe y maravilloso terreno; pues en él están situados diez provechosos y excelentes molinos, que en ocho abundantes ríos y arroyos, que por varias partes corren y se deslizan, están con providencia fundados en la frescura de sus riberas; quedando los seis de mayor y más lucido costo á las márgenes del río de la Magdalena, que corre á la parte de Occidente, otro á la parte de Levante, en el menos generoso río que llaman el Pensativo, sin otros dos en esta parte nuevamente reedificados, que con la injuria del tiempo estaban reducidos á decrépitos vestigios; y en el de la Ciudad Vieja, río capaz y de abundante curso, suficiente á otras fundaciones útiles de este género, está el otro restante á el número de los diez: y este fué, en los principios de la fundación, el primero que se erigió perteneciente á el Adelantado D. Pedro. Corren también, en las márgenes de los ríos ya expresados de la Magdalena y el Pensativo, con ocupación laboriosa de muchos pobres hombres, tres batanes, no poco útiles á el beneficio del comercio universal de las provincias, que frecuentemente recurren á esta ciudad, por sus avíos de paños, jerguetillas y otros géneros que en ellos se batanan y pulen. Los otros seis ríos y pequeños arroyos son: el que llaman de los Pastores, el que es conocido con el pronombre de San Juan Gazcón que abundante copiosamente comunica, por distantes capaces acueductos, á la más superior, elevada, oriental parte de esta ciudad toda la suficiencia de agua que para quedar abastecida necesita, con el más distante benéfico arroyo de Pampotic, que por la más inferior y baja parte la provee, fertiliza y socorre con abundancia perene por la parte que mira á Tramontana; quedando libre, sin introducir atarjeas su inmediato y más abundante arroyo que llaman del Rajón, con el nuevamente introducido por el costo y aseo de dilatados conductos á la preciosa y elegante fuente de la alameda, á la parte del Sur, cuyas dulces, ligeras aguas son conocidas comunmente con el nombre de agua de Santa Ana, por un pueblecillo inmediato á su fuente , y en cuya conducción y fábrica gastó mi Cabildo de sus propios, por beneficio del común, como constará de los congresos del año de 1679, la cantidad de tres mil pesos que para ello se libraron; y con estos abundantes socorros de cristalinas, pujantes venas, casi no se reconoce casa en toda esta numerosa república que no goce del deleite y beneficio del agua. Esto, sin otros muchos arroyos que quedan libres y bañan toda esta maravillosa campiña, fertilizando su capaz, deleitable terreno.
Los eminentes y alegres montes que la rodean son sucesivamente continuados de unos en otros, coronando todo el espacio del verde valle en la circunferencia de su contorno, casi á un robusto eslabonado cuerpo unidos, que no poca providencia franquean á la comodidad universal de los vecinos de tan crecido y numeroso pueblo , en abundancia de raja para el alimento y combustible del fuego en copia abastecida de carbón, que le ministran á muchas oficinas y forjas de platerías y útiles fraguas; siendo no menos estimable por sus preciosas maderas, forraje, caza, hierbas medicinales y otras útiles cosas que en ellos por su misma fecundidad se producen, fuera aparte de la mucha y excelente piedra que de ellos se conduce á los continuos edificios de esta ciudad , y el maravilloso jaspe nuevamente hallado y descubierto en los cerros de San Felipe y de San Cristóbal, á un cuarto de legua del lugar, que aun no se labra por defecto de artífices de esta materia.
Tres principales y conocidas entradas son las que dan paso á el frecuente comercio de esta ciudad de Goathemala: la una que llaman de el Arco,y es la más frecuentada en el concurso de su tránsito, por ser el que da entrada á once de las provincias nominadas, y á lo más considerable de los pueblos del valle, y ser también la vía inexcusable de la conducción de mercaderías, que vienen de registro á el Golfo dulce. Otra es la entrada que llaman de Jocotenango, que no menos vario y continuado trajín mantiene, de todo lo qué se conduce á ésta de las ciudades de México, Puebla, Goaxaca y Veracruz, con lo que por ella entra de la numerosísima provincia de Chiapa. Siendo la tercera la que con título de la Ciudad Vieja se conoce, por donde tienen su introducción los frutos de las provincias de San Antonio Suchitepeques y la de Soconuzco; siendo estas las partes por donde no se juntan ni eslabonan los montes del contorno. Uno de estos montes de la circunvalación del valle es el elevado y temeroso Volcán de Fuego de Goathemala,[1] que se aparta de la situación suya solas tres leguas, elevándose á menos altura que el del Agua, á causa de lo que, ardiendo frecuentemente y devorando del combustible de la materia sulfurosa de que se compone, ha consumido; pero en la larga y prolija distancia en que extiende y corre su eslabonada y robusta cordillera, es opinión de los más baquianos que llega á la admirable distancia de setecientas leguas, corriendo hasta la provincia de Sinaloa. Está hasta la mitad de su cuerpo, desde la cima, pelado y descubierto hasta lo vivo de los peñascos lisos que le dan forma, y cada día se desnuda más de las breñas y arboledas, por los arroyos de fuego que de él se precipitan, haciendo unos canales triangulares á la manera de una sierra. Nieva en lo más eminente de su cúpula, como en la otra del Volcán de Agua, pero no truena, como el que escribiremos adelante que llaman de Pacaya. Cría este de Goathemala en su falda mucha copia de maderas preciosas y útiles á muchas cosas; no se da día alguno del año en que no se le vea arder, y algunas veces levantar temerosas llamas de fuego, cuyo persistente, activo incendio tiene taladas y destruídas hacia el Ocaso más de diez y ocho leguas de tierra de la costa del Sur, respecto de la continuación de las arenas y peñas escoriadas que escupe y lanza por aquella parte; siendo efecto admirable de la santa Providencia que adoramos, el que las vierta á aquella parte, para que esta ciudad no quede sepultada en tanta máquina de ceniza y piedras: su figura y forma se levanta del terreno del valle en corpulenta y crecida mole, y va á rematar en aguzada punta, donde yace el boquerón por donde lanza la voracidad de su incendio, y allí, en su mismo cuerpo, se le separan y dividen otras dos cabezas ó puntas que se levantan á menos elevación que la primera, y estas dos no han reventado ni lanzan fuego; pareciendo, por todas estas razones, el monstruo de los montes. El sitio y contorno de su asiento, por la parte Oriental y la que mira á el Mediodía, es de apacible y delicioso aspecto, y la parte de tierra que derrama á este valle, es llana, alegre y colmada de fecundidad, de sazonados y provechosos pastos, con poblazones de útilísimos potreros, y algunos pueblos utilizados de sus maderas, bejucos, hierbas y caza; fuera de la comodidad y provecho que su no estéril ni inútil tierra les produce, en los cultos sembrados de sus maíces y otras legumbres. Queda este Volcán de Fuego, Vesubio indiano, á la parte occidental de nuestra situación de Goathemala: no se goza tan claramente despejado y libre como el del Agua; pero se deja admirar de cualquiera parte de esta ciudad, y de la parte de la salida de la alameda y campo de San Lázaro, se descubre todo desde el pie á la cima.
- ↑ Torquemada, lib. II, cap. XXX, fol. 632.