Realidad: 32
ACTO IV
editarHabitación modesta y desordenada en casa de FEDERICO. La puerta de la derecha conduce a la alcoba; la del fondo a la sala. Por la de la izquierda entran los que vienen de la calle. Una mesa. Sobre ella papeles, libros, tazas, tintero, todo colocado desordenadamente.
Escena I
editarLEONOR que entra de la calle; BÁRBARA.
BÁRBARA.- Que no la engaño a usted. No está.
LEONOR.- Sí que está... Pásele recado. (Con altanería.)
BÁRBARA.- Pero señora... (Aparte.) ¡Qué modos!
LEONOR.- A mí no puede negarse. Dígale usted que soy Leonor... (Bajando la voz.) Leonor. Sé que está enfermo, y por eso he venido. Tengo que hablarle con precisión.
BÁRBARA.- Vaya, le diré la verdad. (Bajando la voz y señalando a la derecha.) Está, sí... pero se ha echado un rato... Creo que ha cogido el sueño. Pasó muy mala noche, y por nada del mundo le despertamos.
LEONOR.- ¿Pero qué tiene?... Tu abandono... falta de asistencia. No saben ustedes cuidarle.
BÁRBARA.- ¿Que no? Anoche, mi hermana y yo no hemos pegado los ojos... Tacitas de té y de tila, copas de Jerez, cucharaditas de cloral, qué sé yo... Con nada se calmaba. Delirando toda la santa noche. Ya nos decía frases cariñosas, ya palabras malsonantes que la avergüenzan a una. Y a lo mejor se echaba de la cama, se vestía de prisa y corriendo, y andaba por toda la casa hablando con... con nadie, porque nadie había; pero él hablaba como si viera fantasmas, o personas figuradas por su imaginación. Pues esta mañana... crea usted que partía el corazón.
LEONOR.- ¿Qué... qué hacía?
BÁRBARA.- En su alcoba, junto a la cama, tiene un retrato de su mamá, en un cuadro magnífico ¡cosa buena!, así como de un palmo. Pues hoy, serían las nueve, después de hacer y decir mil disparates, descolgó el retrato, y abrazándole como se abraza a un niño, le daba besos y le decía cosas... ¡Ay!, mi hermana y yo nos echamos a llorar, y estábamos todos en casa como sí se nos hubiera muerto alguien.
LEONOR.- ¡Pobrecito!
BÁRBARA.- (Acercándose de puntillas a la puerta de la izquierda.) Me parece que está despierto y levantado, sí...
LEONOR.- ¡Ah!, sí... aquí está. (Entra FEDERICO por la derecha leyendo en un devocionario.)
BÁRBARA.- Aquí tiene una visita. (FEDERICO no contesta, absorto en la lectura.)
LEONOR.- Pero chico... que estoy yo aquí.
FEDERICO.- ¡Ah!... Leonorilla. (Vuelve a leer.)
BÁRBARA.- Por las trazas, tenemos en casa a la mismísima Peri. (Vase.)