Realidad: 24
Escena IV
editarAUGUSTA; VILLALONGA.
AUGUSTA.- ¿Pero usted se ha creído que no haría nada por ellos?
VILLALONGA.- ¿Qué he de creer yo tal cosa? Conozco a Tomás aún mejor que usted... por lo menos, antes que usted.
AUGUSTA.- ¡Pobres chicos! ¡Mire usted que enamorarse de balcón a balcón...! ¡Y aficionarse los dos al matrimonio, y no parar hasta realizarlo! ¡Qué honradez y qué nobleza de ideas...! Nada, Jacinto, reconozca usted que el verdadero amor, el sentimiento primordial que mueve el mundo, no existe ya en toda su pureza más que en la clase de dependientes de comercio.
VILLALONGA.- Por de contado, crea usted que Federico llevará muy a mal que ustedes favorezcan ese matrimonio.
AUGUSTA.- ¿Lo cree usted? No... eso sería ya un fanatismo imperdonable. Se guardará muy bien...
VILLALONGA.- Sermonéele usted...
CRIADO.- (Anunciando.) El señor de Malibrán.