Puertas adentro: 04


Escena tercera editar

LUISA

LUISA. -¡La verdad es que no merecen estas patronas que se les conserve fidelidad!... Qué diablos... Y al fin y al cabo consintiendo en que se abra la carta no haré más que vengarme. El otro día me pegó una reprimenda terrible por haberme pillado debajo de la almohada una carta de Enrique... ¡Uff! las cosas que me dijo... sinvergüenza; grandísima... grandísima... grandísima oveja... Y digo oveja por no repetir la palabra que ella empleó; que fue un poquito más fuerte. ¡Con que grandísima!... Eso sí; usan un lenguaje entre casa, esas señoras decentes!... ¡Es claro, yo le contesté que era muy libre y muy dueña de hacer mi santa voluntad, mientras no la ofendieran... y ella, se enfureció y siguió diciéndome cosas, unas cosas! ¿y yo qué había de callarme? le dije que más sinvergüenza y más grandísima... eso... era su hermana que se pasaba las noches con el novio en el balcón haciendo porquerías y... en fin, que casi me echa a la calle por la moralidad de su hogar. Tan luego ella... ¡Ay, señores, como anda el mundo, cómo anda la sociedad!...