Traducciones (1897)
traducción de Leopoldo Díaz
Póstuma III de Olindo Guerrini
Ruinas
Nota: Se respeta la ortografía original de la época

Póstuma III

Fue una noche como esta: ronco el viento
Sobre mi puerta se estrellaba en vano;
Larga como un lamento
Media noche escuchábase lejano,
Y en tanto que caía
La lluvia en gruesas gotas, tú partías.

Te alejabas por siempre — y yo en el lecho,
Con los dientes la colcha desgarraba:
Hervía entre mi pecho
El sollozo del llanto, y no lloraba.
Así me abandonaste
Y el beso de tu adiós no me brindaste!
 

Y desde aquella noche no he sabido
Loque fué de tu suerte;-aún no sé nada.
Ignoro si has caído
En el baldón, y aguardarás, sentada
Al umbral de la puerta
Tu beso a quien vender; quizá eres muerta.

Quiza — y el suponerlo me atormenta —
Tú ya no rememoras el pasado,
Y gozando contenta
La casta paz de un tálamo sagrado,
Besas con labio pio
Los frutos de un amor que no es el mio.

Confié en el tiempo que del hombre acierta
El dolor á curar en plazo breve,
Por eso te hice muerta,
Ya que olvidarse de un extinto es leve,
Y dije al alma herida
Y á mi doliente corazón: olvida!

En vano. El corazón dilacerado,
Desde esta triste noche, va conmigo.
Por mi dolor cercado
Odio la tierra, y hasta el sol maldigo,

Y maldigo la vida:
Nada espero después de tu partida !

Y alejada por siempre !...Mas si siento
La lluvia resbalar en gruesas gotas,
Y á media noche el viento,
Como gritos, lanzar lúgubres notas,
La cabeza levanto
Y escucho de la noche el hondo canto.

Y en mis insomnios, tu gentil figura
Como blanca visión llena mi mente:
Suspende su tortura
El gusano roedor que lentamente
Devora mi existencia,
Y aun te creo esperar con impaciencia.

La memoria olvidar puede pasado,
Pero la carne, no!... Nunca borrara
Los besos que me has dado,
Los misterios de amor que te enseñara,
Mis noches más hermosas
Y tus dulces caricias voluptuosas!...
 

Ay! pero á mi sopor arrebatado
De nuevo la verdad miro espantosa!
Loco y desesperado
Los brazos tiendo en noche silenciosa,
Y en solitario lecho
Gimo, y el llanto anúdase en mi pecho!

Llorar no puedo... Á Dios he maldecido,
Si no es, como el amor, una quimera;
Á Dios que ha permitido
Que el corazón su llanto detuviera,
Á Dios que te ha alejado,
Y el llanto y tu sonrisa me ha negado!

Oh! si la muerte derramar me hiciese
Una lágrima sola y un momento
De tu placer me diese,
Que sobre mí recaiga el juramento,
Si la cara afligida
No lloraba, frenética al suicida!