Hace diez años se desposó por vez primera con la Gobernación de su desdichada Provincia natal.
Pero esa Gobernación era un especie de Barbe-Bleeu, algo como un potro arisco para cuyo lomo no habian sido hechas las piernas de chorlito del político correntino.
Este se vió desmontado, y como marido incapaz de se culotter, requirió al auxilio policial del Congreso para ser reintegrado en el tálamo gubernativo de la Provincia de Corrientes.
Pero, mal gré la elocuencia de los Doctores Gallo y Wilde, el Presidente Avellaneda hizo gancho en favor de la desdeñosa autora de divorcio, y el ex-gobernador se vió privado hasta de la pensión alimenticia.
Sus hoy colegas, Febre y Baltoré, contribuyeron no poco á remolcarlo hasta el Poder Judicial de Entre-Rios, que llegó á servir de fondeadero al pontón Derqui.
Alli estuvo á pique de podrirse, cuando los candidatos de la última campaña presidencial, se cotizaron para carenarlo.
Y tripulado por Toledo y su famoso batallón, el Dr. Derqui reivindicó el mando del que, seis años antes, habia sido despojado.