Oro y ébano/En el divan
En el divan
editar
¿Qué ha menester de tiempo y de cultivo
el amor? No, tú estás equivocada:
¡basta al amor un rayo fugitivo
para hacer inmortal una mirada!
¿No cabe el infinito de un anhelo
en el exiguo corazón humano?
¿Y no se mira el cielo, todo el cielo,
en cualquier onda azul del océano?
El torcedor que a las pupilas sube
¿no asoma en una lágrima, bien mío?
¿Y no se cuaja el velo de una nube
en una sola perla del rocío?
Bien puede estar lo eterno en lo instantáneo
lo mismo que lo grande en lo pequeño:
un alma cabe en la oquedad de un cráneo
y una vida en el soplo de un ensueño!
Ya ves que un amor grande como el mío
muy bien puede caber en una nada;
ya ves, yo te he entregado mi albedrío
en la fugacidad de una mirada.