Origen de las especies por medio de la selección natural/I

Origen de las especies por medio de la selección natural
ó la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la existencia (1877) de Charles Darwin
traducción de Enrique Godinez
Capítulo primero

CAPÍTULO PRIMERO



VARIACION EN EL ESTADO DOMESTICO

Causas de variabilidad.

Cuando comparamos los indivíduos de la misma variedad o subvariedad de nuestras plantas desde hace mucho tiempo cultivadas, y de nuestros animales domésticos más antiguos, uno de los primeros puntos que nos extraña, es que generalmente difieren más unos de otros que los indivíduos de cualquier otra especie o variedad en el estado natural. Y si reflexionamos sobre la vasta diversidad de las plantas y animales que han sido respectivamente cultivadas y domesticados, y que han variado durante todas las edades bajo la influencia de los climas y tratamiento más diferentes, nos vemos obligados á concluir que esta gran variabilidad es debida á que nuestras producciones domésticas se han formado en condiciones de vida ménos uniformes, y en algun tanto diferentes de aquellas á las cuales habia estado expuesta la especie madre en la naturaleza. Hay tambien alguna probabilidad en la opinion adelantada por Andreu Knight, de que esta variabilidad pueda tener alguna conexion con el exceso de alimento. Parece evidente que los séres orgánicos necesitan estar expuestos durante algunas generaciones á condiciones nuevas para causar cualquiera variacion grande, y que, una vez que ha empezado ya á variar la organizacion, continúa generalmente variando durante muchas generaciones. No se sabe de ningun caso en que un organismo variable deje de variar sometido al cultivo. Nuestras plantas cultivadas hace más tiempo, tales como el trigo, todavía presentan nuevas variedades; nuestros animales, que son desde hace más tiempo domésticos, todavía son susceptibles de mejora y modificacion rápidas.

En cuanto mi juicio alcanza, despues de dedicar al asunto mucha atencion, obran al parecer las condiciones de la vida de dos modos: directamente, sobre el conjunto de la organizacion ó sobre ciertas partes tan sólo; é indirectamente, afectando al sistema reproductivo. Con respecto á la accion directa, debemos tener presente que en todos casos—como últimamente ha afirmado el profesor Weismann, y como yo ho demostrado incidentalmente en mi obra Variacion debida á la domesticidad—hay dos factores, á saber: la naturaleza del organismo y la naturaleza de las condiciones. El primero parece ser mucho más importante, supuesto que variaciones próximamente símiles surgen algunas voces en condiciones que, en cuanto podemos apreciarlas, son desemejantes; y por otra parte, variaciones desemejantes surgen en condiciones que aparecen ser casi uniformes. Los efectos en la prole son definidos é indefinidos. Pueden considerarse definidos cuando toda ó casi toda la descendencia de los indivíduos expuestos á ciertas condiciones durante algunas generaciones salo modificada de la misma manera. Es en extremo difícil llegar á una conclusion respecto á la extension de los cambios que de este modo han sido inducidos definidamente. Puodo, sin embargo, caber ligera duda sobre muchos cambios de poca monta, tales como el tamaño á causa de la cantidad de alimento, el color motivado por la naturaleza de dicho alimento, el espesor de la piel y del pelo por el clima, etc. Cada una de las innumerables variaciones que vemos en el plumaje de nuestras aves debe de haber tenido alguna causa eficiente; y si la misma causa tuviera que obrar uniformemente por una larga serie de generaciones en muchos indivíduos, todos se modificarian probablemente del mismo modo. Hechos tales como las complejas y extraordinarias excrescencias que invariablemente siguen á la insercion de una gota pequeña de veneno de la cochinilla, nos muestran qué modificaciones singulares podrian resultar en las plantas por un cambio químico en la naturaleza de la sávia.

La variabilidad indefinida es un resultado mucho más comun del cambio de condiciones que la definida, y probablemente ha desempeñado una parte más importante en la formacion de nuestras razas domésticas. Vemos variabilidad indefinida en las innumerables peculiaridades pequeñas que distinguen á los indivíduos de la misma especie y que no pueden ser explicadas por herencia ni del padre ni de la madre, ni de antecesor más remoto. Aún diferencias fuertemente marcadas aparecen algunas veces en los hijos del mismo parto ó en las plantas procedentes de la misma cápsula de semilla. A largos intervalos de tiempo, entre millones de indivíduos criados en el mismo país y alimentados con el mismo alimento próximamente, surgen desviaciones de estructura tan fuertemente pronunciadas que merecen llamarse monstruosidades; pero las monstruosidades no pueden ser separadas por una línea determinada de otras variaciones más ligeras. Todos los cambios de estructura, ya en extremo insignificantes, ya fuertemente marcados, que aparecen entre muchos indivíduos que viven juntos, pueden ser considerados como efectos indefinidos de las condiciones de vida en cada organismo individual, casi del mismo modo que un calofrio afecta á diferentes hombres de una manera indefinida, segun el estado de sus cuerpos ó constitucion, causando toses ó resfriados, reumatismos ó inflamaciones de órganos diversos.

Con respecto á lo que he llamado la accion indirecta del cambio de condiciones, es decir, por ser afectado el sistema reproductivo, podemos inferir que la variabilidad es inducida de este modo, en parte por el hecho de que es este sistema sensible en extremo á cualquier cambio y en parte por la similaridad, como Kœlreuter y otros han observado, entre la variabilidad que produce el cruzamiento de especies distintas y aquella que puede ser observada en plantas y animales criados bajo condiciones nuevas ó artificiales. Muchos hechos demuestran con claridad cuán excesivamente susceptible es el sistema reproductivo á pequeñísimos cambios en las condiciones ambientes. Nada es más fácil que domar á un animal y pocas cosas más difíciles que hacer que reproduzca libremente estando encerrado, aún cuando lleguen ajuntarse macho y hembra. ¡Cuántos animales hay que no crian aún tenidos en un estado casi de libertad en su país natal! Se atribuye esto general aunque erróneamente á instintos viciados. Muchas plantas cultivadas despliegan el mayor vigor, y sin embargo, rara vez ó nunca se granan. En algunos casos se ha descubierto que un cambio muy insignificante, tal como un poco de agua más ó ménos en algun período particular del crecimiento, determina el que una planta produzca granos ó deje de producirlos. No puedo dar aquí los detalles que he reunido y publicado en otras partes sobre este curioso punto; pero para hacer ver cuán singulares son las leyes que determinan la reproduccion de los animales encerrados, mencionaré que los animales carnívoros, aún los de los trópicos, crian en este país bastante libremente estando encerrados, con la excepcion de los plantígrados ó familia del oso que rara vez hacen cria; mientras que las aves carnívoras, con rarísimas excepciones, apenas nunca ponen huevos fértiles. Muchas plantas exóticas tienen pólen que para nada absolutamente sirve, en la misma condicion que en las híbridas más estériles. Cuando por una parte vemos á los animales y plantas domésticos, aunque á menudo débiles y enfermizos, reproduciendo libremente estando encerrados, y cuando por el contrario vemos individuos, aunque sacados jóvenes de un estado de naturaleza, perfectamente domados, de larga vida y saludables (de los que podria presentar numerosos ejemplos) que tienen su sistema reproductivo, tan gravemente afectado por causas desconocidas que deja de obrar, nos es preciso no sorprendernos de que este sistema, cuando obra en cautividad, obre irregularmente y produzca descendencia algun tanto desemejante á sus padres. Debo añadir que así como algunos organismos crian libremente en las condiciones ménos naturales (por cjemplo, los conejos y hurones encerrados en cajas), demostrando que sus órganos reproductivos no se afectan fácilmente, así tambien algunos animales y plantas resisten la domesticidad ó el cultivo y varían muy ligeramente, quizás apenas más que en el estado de naturaleza.

Algunos naturalistas han sostenido que todas las variaciones están en relacion con el acto de la reproduccion sexual; pero esto es ciertamente un error, pues yo he dado en otra obra una larga lista de plantas locas como los jardineros las llaman; es decir, de plantas que han producido de repente un solo boton con un carácter nuevo y algunas veces muy diferente del de los otros botones de la misma planta. Estas variaciones de vástagos, así pueden llamarse, pueden propagarse por ingertos, tallos, etc., y algunas veces por la semilla. Ocurren rara vez en la naturaleza, pero distan mucho de ser raras en el cultivo. Como un solo boton entre muchos millares producidos años tras años en el mismo árbol bajo condiciones uniformes, se ha visto que de repente asumia un carácter nuevo; y como los botones en árboles distintos que crecen bajo diferentes condiciones han dado algunas veces casi la misma variedad—por ejemplo, los botones en los árboles del melocoton que han producido abridores, y botones de rosales comunes que han producido rosas mosquetas—claramente vemos que la naturaleza de las condiciones es de importancia secundaria en comparacion con la naturaleza del organismo al determinar cada forma particular de variacion: quizás de no tanta importancia como la que tiene la naturaleza de la chispa que prendió fuego á una masa de materia combustible, en la determinacion de la naturaleza de las llamas.

Efectos del hábito y del uso ó desuso de las partes.—Variacion correlativa.—Herencia.

Hábitos cambiados producen un efecto heredado, como en el período de florecimiento de las plantas cuando se las transporta de un clima á otro. En cuanto á los animales el uso ó desuso de las partes ha tenido una influencia más marcada; así encuentro en el pato doméstico que los huesos del ala pesan ménos y los huesos de la pierna más en proporcion á todo el esqueleto, que lo que pesaban los mismos huesos en el pato salvaje; y este cambio puede atribuirse, sin riesgo de equivocarse, á que el doméstico vuela mucho ménos y anda mucho más que sus salvajes padres. El grande y hereditario desarrollo de las ubres en vacas y cabras en los países donde habitualmente se las ordeña, en comparacion con estos órganos en otros países, es probablemente otro caso de los efectos del uso. No puede nombrarse uno solo de nuestros animales domésticos que no tenga en algun país las orejas lácias; y la opinion que se ha sugerido de que este caimiento es debido al desuso de los músculos de la oreja, porque los animales rara vez se alarman mucho, parece la más probable.

Muchas leyes regulan la variacion, algunas de las cuales pueden ser confusamente entrevistas y se discutirán brevemente más adelante. Aquí únicamente aludiré lo que puede llamarse variacion correlativa. Cambios importantes en el embrion ó larva probablemente traerán consigo cambios en el animal adulto. En las monstruosidades, las correlaciones entre partes enteramente distintas son curiosísimas, y muchos ejemplos se dan en la gran obra de Isidoro Geoffroy Saint-Hilaire sobre este asunto. Los criadores creen que los remos prolongados van casi siempre acompañados de una cabeza alargada. Algunos ejemplos de correlacion son completamente caprichosos: así los gatos que son enteramente blancos y que tienen ojos azules son en general sordos; pero últimamente ha dicho Mr. Tait que esto sucede solo á los machos. El color y ciertas peculiaridades de estructura van unidos, de lo cual podrian darse muchos casos notables entre animales y plantas. De los hechos coleccionados por Heusinger aparece que á los carneros y puercos blancos son nocivas ciertas plantas, de cuyo daño escapan los individuos de color oscuro: el profesor Wyman me ha comunicado recientemente una buena prueba de este hecho: preguntando á algunos labradores de Virginia cómo era que todos sus cerdos eran negros, le informaron de que los cerdos comen la raíz de la pintura (Lachnanthes) que colorea sus huesos de rosado y que hace caer las pezuñas á todos los que no son negros; y uno de ellos añadió: «escogemos en cada parto los que son negros para criarlos, porque son los únicos que tienen probabilidades de vida.» Los perros sin pelo tienen dientes imperfectos; los animales de pelo largo y basto, está probado que son aptos para tener muchos y largos cuernos; las palomas calzadas tienen piel entre sus dedos externos; las palomas de pico corto tienen pies pequeños, y las de pico largo piés grandes. De aquí que si el hombre va escogiendo y aumentando así cualquier peculiaridad, casi con certeza modificará sin intencion otras partes de la estructura á causa de las misteriosas leyes correlativas.

Los resultados de las varias y desconocidas ó muy imperfectamente entendidas leyes de la variacion son infinitamente complejos y diversificados. Merecen estudiarse con cuidado los diferentes tratados relativos á nuestras plantas de muy antiguo cultivadas, como son el jacinto, la patata, la misma dalia, etc.; y es en realidad sorprendente notar los innumerables puntos de estructura y constitucion en que las variedades y subvariedades difieren ligeramente unas de otras. Toda la organizacion parece haberse hecho plástica y se separa en un grado pequeño de la del tipo padre.

Toda variacion que no sea hereditaria carece de importancia para nosotros. Pero el número y diversidad de las desviaciones de estructura que pueden trasmitirse por herencia, tanto de pequeña como de grande importancia fisiológica, no tiene término. El tratado en dos grandes volúmenes del Dr. Prosper Lúcas es el mejor y más completo que hay sobre la materia. Ningun criador duda de cuán fuerte es la tendencia á la herencia: su creencia fundamental es que lo semejante produce lo semejante y solamente se han elevado dudas sobre este principio por parte de algunos teóricos. Cuando aparece con frecuencia una desviacion de estructura, y la vemos en el padre y en el hijo, no podemos decir que no pueda ser debida á la misma causa obrando en ámbos á dos; pero cuando entre indivíduos al parecer expuestos á las mismas condiciones se presenta en el padre alguna desviacion muy rara debida á una combinacion extraordinaria de circunstancias—por ejemplo, una vez entre varios millones de indivíduos—y reaparece en el hijo, la nueva doctrina de las probabilidades casi nos obliga á atribuir su reaparicion á la herencia. Todo el mundo ha oido hablar de casos de albinismo, de piel espinosa, de cuerpos velludos, etc., apareciendo en varios miembros de la misma familia. Si se heredan realmente desviaciones de estructura extrañas y raras puede fácilmente admitirse que son hereditarias las ménos extrañas y más comunes. Acaso la opinion exacta sobre el asunto en general seria mirar la herencia de cualquier rasgo como la regla, y la no herencia como la anomalía.

Los leyes que presiden á la herencia son, en su mayor parte, desconocidas. Nadie puede decir por qué la misma peculiaridad en diferentes indivíduos de la misma especie, ó en diferentes especies, es algunas veces heredada y otras no; por qué el hijo vuelve atrás con frecuencia en ciertos rasgos á su abuelo ó abuela ó á antepasados todavía más remotos; por qué á menudo es trasmitida una peculiaridad de un sexo á los dos ó á un sexo solo y comunmente, aunque no de un modo exclusivo, al mismo sexo. Es un hecho de importancia para nosotros que las peculiaridades que aparecen en los machos de nuestras crias domésticas son frecuentemente trasmitidas á los machos sólo, ya exclusivamente, ya en un grado mucho más grande. Una regla mucho más importante en la que pienso puede confiarse, es que en cualquier período de la vida que aparece por primera vez una peculiaridad, tiende á reaparecer en la cria en una edad correspondiente, aunque adelantándose algunas veces. En muchos casos no podia suceder otra cosa; así las peculiaridades heredadas en los cuernos del ganado vacuno pudieron aparecer en la cria solamente cuando está casi en la edad adulta: las peculiaridades en el gusano de seda se sabe que aparecen en la fase correspondiente ó grado de capullo. Pero las enfermedades hereditarias y algunos otros hechos me hacen creer que la regla tiene más ámplia extension, y que, cuando no hay razon aparente para que aparezca una peculiaridad en una edad determinada, tiende á presentarse en la cria en el mismo período en que apareció primero en el padre. Creo que la regla es de grandísima importancia para explicar las leyes de la embriología. Estas observaciones quedan naturalmente reducidas á la primera aparicion de la peculiaridad, y no á la causa primaria que pueda haber obrado en los óvulos ó en el elemento macho: casi del mismo modo que el aumento en la longitud de los cuernos en la cria de una vaca de cuernos cortos y de un toro de cuernos largos, aunque apareciendo tarde en la vida, es claramente debido al elemento macho.

Habiendo aludido al punto del salto atrás, puedo referir aquí una cosa manifestada á menudo por los naturalistas, á saber: que nuestras variedades domésticas, cuando se las deja salvajes, gradual, pero invariablemente, retroceden en sus distintivos á su primitivo tronco. De aquí se ha sacado el argumento de que no se pueden hacer deducciones de razas domésticas á especies en un estado natural. En vano he querido descubrir sobre qué hechos decisivos se ha hecho esta asercion tan á menudo y tan atrevidamente. Habria gran dificultad en probar su verdad: podemos seguramente concluir que muchísimas de las variaciones domésticas más fuertemente marcadas no seria posible que vivieran en un estado salvaje. En muchos casos, no sabemos cuál era el tronco primitivo, y por consiguiente, no podemos decir si se ha verificado ó no el retroceso casi perfecto. Seria necesario, para evitar los efectos del cruzamiento, que solamente una sola variedad hubiera quedado suelta en su nueva residencia; á pesar de todo, como ciertamente nuestras variedades vuelven atrás algunas veces á sus antiguas formas en algunos de sus rasgos, no me parece improbable que si consiguiéramos naturalizar, o cultivásemos durante muchas generaciones, las diferentes razas de coles, por ejemplo, en suelo muy pobre (en cuyo caso, sin embargo, algun efecto habia que atribuir á la accion definida del suelo pobre) que volverian en gran parte ó completamente al tronco primitivo salvaje. Si se lograria ó no el experimento, no es de gran importancia para nuestra argumentacion; porque se cambian las condiciones de vida por el mismo experimento. Si pudiera demostrarse que nuestras variedades domésticas manifestaban una fuerte tendencia á la reversion, esto es, á perder sus rasgos adquiridos, mientras se las conserva en las mismas condiciones y en un cuerpo considerable, de modo que el cruzamiento libre pueda evitarse mezclando juntas cualesquiera pequeñas desviaciones en su estructura, en tal caso concedo que nada podria deducirse de las variaciones domésticas con respecto á las especies. Pero ni sombra de prueba hay en favor de esta opinion; afirmar que no podemos criar nuestros caballos de tiro y carrera, nuestro ganado de cuerno largo y corto, nuestras aves de corral de diferentes razas, nuestras legumbres, durante un ilimitado número de generaciones, seria contra toda experiencia.

Carácter de las variedades domésticas: dificultad de distinguir entre variedades y especies: orígen de las variedades domésticas de una ó más especies.

Si examinamos las variedades hereditarias ó razas de nuestros animales y plantas domésticos, y las comparamos con especies íntimamente próximas, descubrimos generalmente en cada raza doméstica, como ya lo he notado, ménos uniformidad de carácter que en las verdaderas especies. Las razas domésticas tienen con frecuencia un carácter algun tanto monstruoso; por lo cual entiendo que, aunque se diferencian unas de otras y de las demas especies del mismo género en algunos rasgos insignificantes, difieren á menudo en un grado extremo en algun punto cuando se las compara unas con otras, y más especialmente cuando se las compara con la especie en estado natural de la que son más próximas. Con estas excepciones (y con la de la perfecta fertilidad de las variedades cuando se cruzan, asunto que más adelante discutiremos), las razas domésticas de la misma especie se diferencian entre sí del mismo modo que las especies muy próximas del mismo género en un estado natural; pero las diferencias en los más casos son en menor grado. Y esto es tan cierto, que las razas domésticas de muchos animales y plantas han sido colocadas por algunos jueces competentes como descendientes de distintas especies primitivas, y por otros jueces competentes como variedades. Si existiera alguna distincion bien marcada entre una raza doméstica y una especie, este manantial de duda no estaria corriendo tan perpetuamente. Se ha dicho á menudo que las razas domésticas no se diferencian entre sí en caracteres de valor genérico. Puede demostrarse que tal cosa no es exacta; pero los naturalistas varian mucho en la determinacion de cuáles son los caracteres de valor genérico, siendo hasta ahora empíricas todas las apreciaciones sobre este punto. Cuando se explique cómo se originan los géneros en la naturaleza, se verá que no tenemos derecho á esperar muchas veces encontrar suma genérica de diferencias en nuestras razas domésticas.

Al intentar apreciar la suma de diferencias constitucionales entre razas domésticas próximas, pronto quedamos envueltos en la duda, por no saber si son descendientes de una ó de várias especies madres. Este punto, si pudiera aclararse, sería interesante. Si, por ejemplo, pudiera demostrarse que el galgo, el podenco, zorrero, sabueso y alano, que todos sabemos propagan su tipo fielmente, fuesen el producto de una sola especie, hechos semejantes tendrian gran peso para hacernos dudar de la inmutabilidad de las muchas especies naturales estrechamente unidas—por ejemplo, de las muchas zorras—que habitan diferentes partes del mundo. No creo yo, como veremos muy pronto, que el total de diferencias entre las diversas castas del perro se haya producido en la domesticidad; creo que una pequeña parte de la diferencia es debida á que descienden de distintas especies. En el caso de razas fuertemente marcadas de algunas otras especies domésticas, hay motivos para presumir, y hasta pruebas evidentes, de que todas descienden de un orígen salvaje único.

Se ha supuesto frecuentemente que el hombre ha escogido para la domesticidad animales y plantas con una extraordinaria tendencia inherente á variar, y de igual manera á resistir diversos climas. No disputo que estas capacidades han aumentado grandemente el valor de la mayor parte de nuestras producciones domésticas; pero ¿cómo es posible que un salvaje conociera, cuando por primera vez domaba un animal, si variaria en las generaciones sucesivas, y si aguantaria otros climas? La poca variabilidad del asno y del ganso, ó el pequeño poder de aguantar el calor del reno, y el frio el camello comun impidieron su domesticidad? No puedo dudar que si otros animales y plantas, iguales en número á nuestras producciones domésticas, y que pertenecen á clases y países igualmente diversos, fuesen tomados del estado natural y se les pudiera hacer criar por un número igual de generaciones en domesticidad, variarian por término medio tanto como han variado las especies madres de nuestras producciones domésticas existentes.

En el caso de la mayor parte de nuestros animales y plantas domésticos de muy antiguo, no es posible llegar á una conclusion definitiva sobre si son descendientes de una ó várias especies silvestres. El argumento en que principalmente se apoyan los que creen en el múltiple orígen de nuostros animales domésticos, es que encontramos en los tiempos más antiguos, en los monumentos de Egipto y en las habitaciones lacustres de Suiza mucha diversidad en las castas, y que algunas de estas castas antiguas se parecen mucho, ó son hasta idénticas á las que todavía existen. Pero esto solamente hace retroceder mucho la historia de la civilizacion, y demuestra que los animales fueron domesticados en un período mucho más anterior que el que hasta ahora se habia supuesto. Los habitantes de lagos en Suiza cultivaban algunas clases de trigo y cebada, guisantes, adormideras para aceite y lino, y poseian algunos animales domésticos, teniendo tambien comercio con otras naciones. Todo esto demuestra claramente, como lo ha hecho notar Heer, que habian progresado considerablemente en esta temprana edad en la civilizacion, y tambien esto implica un período prévio de gran duracion de civilizacion ménos adelantada, durante el cual los animales domésticos, guardades por diferentes tribus en diferentes localidades, pudieron haber variado y dado orígen á distintas razas. Desde el descubrimiento de los instrumentos de pedernal en las formaciones superficiales de muchas partes del mundo, todos los geólogos creen que el hombre bárbaro existió en una época enormemente remota, y sabemos que hoy en dia apénas hay tribu tan bárbara que no haya domesticado, cuando ménos, al perro.

El orígen de la mayor parte de nuestros animales domésticos quedará siempre incierto. Pero puedo asegurar aquí que, estudiando los perros domésticos del mundo entero, despues de una laboriosa coleccion de todos los hechos conocidos, he llegado á la conclusion de que varias especies salvajes de Canidæ han sido domesticadas, y que su sangre, en algunos casos mezclada, corre en las venas de nuestras castas domésticas. Con respecto á carneros y cabras, no puedo formar opinion decidida. De hechos que me han sido comunicados por M. Blyth sobre los hábitos, voz, constitucion y estructura del ganado de joroba indio, es casi cierto que desciendo de un tronco original diferente del de nuestro ganado europeo; y algunos jueces competentes creen que este último ha tenido dos ó tres progenitores salvajes, merezcan ó no el nombre de especies. Esta conclusion, lo mismo que la de la distincion específica entre el ganado comun y el de joroba, pueden, en verdad, considerarse como establecidas por las admirables investigaciones del profesor Rütimeyer. Con respecto á caballos, por razones que aquí no puedo dar, dudosamente me inclino á creer, en oposicion con varios autores, que todas las razas pertenezcan á la misma especie. Habiendo tenido casi todas las castas inglesas de aves de corral vivas, habiéndolas criado y cruzado y examinado sus esqueletos, paréceme casi cierto que todas son descendientes de la salvaje india, Gallus bankiva; y esta es la conclusion de M. Blyth y de otros que han estudiado este pájaro en la India. Con respecto á patos y conejos, cuyas castas varian mucho entre sí, está claramente probado que todos descienden respectivamente del pato y conejo salvajes.

La doctrina del orígen de nuestras varias razas domésticas de varios troncos primitivos, ha sido llevada á un extremo absurdo por algunos autores. Creen éstos que toda raza que hace verdadera casta, por pequeños que sean sus caracteres distintivos, ha tenido su prototipo salvaje. En esta proporcion tenian que haber existido al ménos una veintena de especies de ganado salvaje, otras tantas de carneros, y algunas cabras, sólo en Europa, y varias hasta dentro de la Gran Bretaña. Hay un autor que cree que existieron primeramente once especíes salvajes de carneros peculiares á la Gran Bretaña. Cuando pensamos que Bretaña no tiene ahora un solo mamífero peculiar y que Francia no tiene sino muy pocos distintos de los de Alemania, y que lo mismo sucede á Hungría, España etc., y que cada uno de estos reinos posee varias castas peculiares de vacas, carneros, etc., tenemos que admitir que muchas castas domésticas deben de haberse originado en Europa: porque, ¿de dónde si no podrian haberse derivado? Lo mismo acontece en la India. Aun en el caso de las castas del perro doméstico en todo el mundo, que yo admito descienden de varias especies salvajes, no puedo dudarse de que ha habido una suma inmensa de variaciones heredadas ¿quién creerá que animales con tan estricta semejanza con el galgo italiano, el sabueso, el alano, el de lanas, el podenco de Blenchein, etc.,—todos tan diferentes de los Canidæ salvajes—existieron alguna vez en estado natural? Se ha dicho á menudo descuidadamente que todas nuestras razas de perros han sido producidas por el cruzamiento de unas pocas especies primitivas; pero por cruzamientos podemos solamente obtener formas en algun grado intermedias entre sus padres; y si explicamos nuestras varias razas domésticas por este procedimiento, tenemos que admitir la existencia anterior de las formas más extremas, tales como el galgo italiano, sabueso, alano, etc., en un estado salvaje. Más todavía, la posibilidad de hacer razas distintas por cruzamiento, ha sido grandemente exagerada. Se tienen numerosos ejemplos que demuestran que una raza puede ser modificada por cruzamientos de cuando en cuando, si estos cruzamientos están ayudados por la cuidadosa seleccion de los indivíduos que presentan el distintivo que se desea; pero obtener una raza intermedia entre dos completamente distintas, seria muy difícil. Sir J. Sebright, hizo experimentos con este objeto y fracasó. La cria del primer cruzamiento entre dos razas puras es pasablemente, y algunas veces (como yo lo he probado con palomas) del todo uniforme en carácter, y todo parece bastante sencillo; pero al cruzar entre ellos estos mestizos durante algunas generaciones, apenas dos de ellos son semejantes y entónces se hace manifiesta la dificultad de la empresa.

Castas de la paloma doméstica: sus diferencias y su orígen.

Creyendo que siempre es mejor estudiar algun grupo especial, despues de reflexionarlo, he ocupado mi atencion con las palomas domésticas. He conservado toda casta que me era posible comprar ú obtener y he sido amabilísimamente favorecido con pieles de varias partes del mundo, mas especialmente por el honorable W. Elliot, de la India, y por el honorable C. Murray, de Persia. Muchos tratados en diferentes lenguas se han publicado sobre palomas, y algunos de ellos son muy importantes por su antigüedad considerable. Me he asociado con algunos eminentes aficionados y se me ha permitido entrar en dos de los clubs de palomas de Londres. La diversidad de las castas es un tanto sorprendente. Compárese la mensajera inglesa y la volteadora de cara corta, y véase la maravillosa diferencia en sus picos, que tienen diferencias correspondientes en sus cráneos. La mensajera, más especialmente el macho, es tambien notable por el maravilloso desarrollo de la piel carunculosa de la cabeza, y esto va acompañado de párpados grandemente prolongados, orificios externos de la nariz muy grandes y ancha abertura de boca. La volteadora de cara corta tiene un pico cuyo contorno es casi igual al de un pinzon: y la volteadora comun tiene el singular hábito heredado de volar á gran altura en bandadas y voltear en el aire dando la vuelta de pies á cabeza. La paloma runt es un pájaro de gran tamaño con gran pico macizo y grandes patas: algunas de las sub-castas de runts tienen cuellos muy largos, otras alas y colas muy largas, otras colas singularmente cortas. La paloma barb es próxima á la mensajera; pero en lugar de un pico largo lo tiene muy corto y ancho. La (pouter de buche grande) tiene muy prolongados cuerpo, alas y piernas; y su buche enormemente desarrollado, que se vanagloria en inflar, bien puede excitar asombro y hasta risa. La (turbil) tiene un pico corto y cónico con una línea de plumas inversas por bajo del pecho y tiene la costumbre de extender contínua y ligeramente la parte superior del esófago. La jacobina tiene las plumas tan inversas en la parte posterior del cuello que forman una capucha; y tiene en proporcion con su tamaño muy largas las plumas rameras y timoneras. La trompetera y la reidora, como sus nombres expresan, lanzan un arrullo muy diferente del de otras castas. La colipava tieno treinta y hasta cuarenta plumas caudales en vez de doce ó catorce, número normal en todos los miembros de la gran familia de las palomas: estas plumas las tienen extendidas y las llevan tan derechas que en los buenos pájaros se tocan la cabeza y la cola: la glándula oleosa está completamente abortada. Algunas otras castas ménos distintas pudieran especificarse.

En los esqueletos de las diferentes castas el desarrollo de los huesos de la cara difiere enormemente en longitud, en anchura y en curvatura. La forma, lo mismo que el ancho y largo de la quijada inferior, varia de un modo altamente notable. Las vértebras caudales y sacras varian en número; tambien varian las costillas en tamaño relativo y la presencia de apófisis. El tamaño y forma de las aberturas del esternon son altamente variables; y lo mismo el grado de divergencia y tamaño relativo de los dos brazos de la horquilla. El ancho proporcional de la abertura de la boca, la longitud proporcional de los párpados, del orificio de la nariz, de la lengua (no siempre en correlacion estricta con el largo del pico) el tamaño del buche y de la parte superior del esófago; el desarrollo y atrofia de la glándula oleosa; el número de las plumas rameras y timoneras; el largo relativo del ala y cola comparadas entre sí y con el tamaño del cuerpo; el largo relativo de pata y pié; el número de scutellæ sobre los dedos; el desarrollo de la piel interdigital, son todos puntos de estructura que son variables. El período en que se adquiere el plumaje perfecto varia, como tambien el estado del vello ó flojel con que los pollitos están cubiertos cuando salen del cascaron. Varian la forma y tamaño de los huevos. La manera de volar, y en algunas castas la voz y disposiciones difieren notablemente. Por último, en ciertas razas los machos y las hembras han llegado á diferenciarse en un grado pequeño unos de otras.

En resúmen, podria al ménos escogerse una veintena de palomas que, presentadas á un ornitólogo á quien se le dijera que eran pájaros salvajes, serian ciertamente por él clasificadas como especies bien definidas. Hay más; no creo que hubiera ornitólogo, que en este caso colocara la mensajera inglesa, la volteadora cari-corta, la runt, la barb, la pouter y la colipava en el mismo género: más especialmente, supuesto que en cada una de estas castas podian presentársele varias subcastas verdaderamente heredadas, ó especies, como él las llamaria.

Grandes como son las diferencias entre las castas de palomas, estoy plenamente convencido de que la opinion comun de los naturalistas es exacta, á saber: que todas descienden de la paloma silvestre (columba livia), incluyendo en este término algunas razas ó subespecies geográficas, que se diferencian en puntos del todo insignificantes. Como algunas de las razones que me han llevado á esta creencia son en cierto modo aplicables en otros casos, las expondremos aquí brevemente. Si las varias castas no son variedades, y no han provenido de la paloma brava, necesitan haber descendido de siete ú ocho troncos primitivos, cuando ménos; porque es imposible conseguir las castas domésticas actuales cruzando un número menor. ¿Cómo, por ejemplo, puede una pouler ser producida por el cruzamiento de dos castas, á ménos que una de las razas madres poseyera el característico buche enorme? Los supuestos troncos primitivos deben todos haber sido palomas de campo, esto es, las que no crian ni voluntariamente se posan en los árboles. Pero ademas de la columba livia, con sus subespecies geográficas, solamente se conocen dos o tres especies más de palomas silvestres, y éstas no tienen ninguno de los caracteres de las castas domésticas. De aquí que los supuestos troncos primitivos deben, ó bien existir todavía en los países donde primeramente fueron domesticados, y sin embargo, ser desconocidos para los ornitólogos, y esto considerando su tamaño, hábitos y caracteres notables, parece improbable; ó bien haberse extinguido en el estado salvaje. Pero pájaros que anidan en precipicios y que son buenos voladores, no es probable que sean exterminados; y la paloma silvestre comun, que tiene los mismos hábitos que las castas domésticas, no ha sido aún exterminada en varias de las más pequeñas islas británicas, ni en las costas del Mediterráneo. De aquí que el supuesto exterminio de tantas especies que tengan semejanza de hábitos con la paloma silvestre es muy atrevida suposicion. Más aún; las diferentes razas domesticadas susodichas han sido trasportadas á todas partes del mundo, y por tanto, algunas de ellas tienen que haber sido traidas otra vez á su pais natal; pero ni una se ha vuelto silvestre ó brava, aunque la paloma de palomar, que es la silvestre en un estado ligerísimamente alterado, se ha hecho brava en algunos lugares. Ademas, todos los experimentos recientes demuestran que es difícil conseguir que los animales silvestres hagan cria libremente estando en domesticidad; sin embargo, en la hipótesis del orígen múltiple de nuestras palomas, debe suponerse que seis o siete especies, cuando ménos, fueron tan completamente domesticadas en tiempos antiguos por el hombre semi-civilizado, como para ser prolíficas del todo estando encerradas.

Un argumento de mucho peso, y aplicable en algunos casos más, es que las castas especificadas más arriba, aunque conviniendo generalmente con la paloma silvestre en constitucion, hábitos, voz, colores y en las demas partes de su estructura, son, á pesar de todo, ciertamente anormales en otras partes: en vano acudiríamos á toda la gran familia de colombideas en busca de un pico como el de la mensajera inglesa, ó el de la volteadora caricorta, ó el de la barb; de plumas al revés como las de la jacobina; de un buche como el de la pouter; de plumas caudales como las de la colipava. De aquí es preciso suponer, no solamente que el hombre semi-civilizado consiguió domesticar por completo algunas especies, sino que intencionalmente, ó por casualidad, sacó especies extraordinariamente anormales, y más todavía, que estas mismas especies se han extinguido ó son desconocidas desde entónces. Tantas extrañas contingencias son improbables en el más alto grado.

Algunos hechos con relacion al color de las palomas son dignos de consideracion. La paloma silvestre es de un azul de pizarra, blanca en el lomo; pero las subespecies indias, la columba intermedia de Strickland, tiene esta parte azulada. La cola tiene una barra oscura terminal, con las plumas exteriores ribeteadas de blanco en la base. Las alas tienen dos listas negras. Algunas castas semi-domésticas, y algunas verdaderamente silvestres, tienen, ademas de las dos listas negras, las alas manchadas ó salpicadas de negro. Estas diferentes señales no ocurren juntas en ninguna otra especie de toda la familia. Ahora en cada una de las castas domésticas, tomando pájaros completamente bien criados, todas las señales dichas, hasta la del ribete blanco de las plumas timoneras de la cola, ocurren algunas veces perfectamente desarrolladas. Hay más; cuando se cruzan pájaros que pertenecen á dos ó más castas distintas, ninguna de ellas azul, ni con una sola señal de las especificadas ántes, el producto mezcla suele repentinamente adquirir esos caracteres. Para dar un ejemplo entre varios que he observado, he cruzado algunas colipavas blancas, que crian muy bien con algunas de barbs negras—las variedades azules de la barb son tan raras, que no he conocido un solo caso en Inglaterra,—y las crias fueron negras, oscuras y azuladas. He cruzado tambien una barb con una paloma manchada, que es un pájaro blanco con cola roja y una mancha de este mismo color en la frente, y que notoriamente se reproduce muy bien: los productos del cruzamiento fueron oscuros y moteados. Crucé entónces uno de los mestizos barb-colipava con un mestizo barb-manchado, y produjeron un pájaro de un color azul tan hermoso, con el lomo blanco, la doble lista negra sobre las alas, y plumas caudales con lista y ribete blancos, como cualquier paloma silvestre. Podemos explicarnos estos hechos por el bien conocido principio de reversion á los caracteres de los antepasados, con tal de que las castas domésticas desciendan de la paloma silvestre. Pero si negamos esto, tenemos que hacer una de las dos suposiciones siguientes, altamente improbables: ó bien que todos los varios troncos originales tenian el color y señales de la paloma silvestre, aunque no exista otra especie hoy así coloreada y con las mismas señales, de tal modo que en cada casta separada podria haber una tendencia á volver á los mismísimos colores y marcas, o bien que cada casta, áun la más pura, se ha cruzado en el espacio de doce, ó á lo más de veinte generaciones con la paloma silvestre: digo de doce ó veinte genoraciones, porque no se conoce caso de descendientes cruzados que vuelvan á un antepasado de sangre extranjera al cabo de mayor número de generaciones. En una casta que solamente se ha cruzado una vez, la tendencia á volver á algun carácter derivado de tal cruzamiento será naturalmente cada vez menor, y en cada generacion sucesiva quedará ménos de la sangre extraña; pero cuando no ha habido cruzamiento y hay una tendencia en la casta á volver á un carácter que se perdió en alguna generacion anterior, esta tendencia parece, por el contrario, poder trasmitirse sin disminucion por un número indefinido de generaciones. Estos dos casos distintos de reversion se confunden en uno frecuentemente por los que han escrito sobre la herencia.

Ultimamente, los mestizos por cruzamiento de todas las castas de la paloma son perfectamente fértiles, como puedo asegurar por mis propias observaciones hechas deliberadamente con las castas más distintas. Ahora, apénas se han presentado casos con certeza de híbridos de dos especies de animales completamente distintos que hayan sido perfectamente fértiles. Creen algunos autores que la domesticidad continuada mucho tiempo elimina esta fuerte tendencia á la esterilidad de las especies. Por la historia del perro y de algunos otros animales domésticos, esta conclusion es probablemente del todo exacta, si se aplica á especies íntimamente relacionadas una con otra. Pero extenderla tan léjos como para suponer que especies tan distintas en su orígen como son hoy las mensajeras, volteadoras, pouters y colipavas hayan dado una casta perfectamente fértil inter se, seria atrevido en extremo.

Por estas varias razones, á saber: la improbabilidad de que el hombre haya hecho anteriormente que siete ú ocho supuestas especies de palomas crien libremente en domesticidad; ser estas supuestas especies completamente desconocidas en un estado silvestre y que en ninguna parte se hayan hecho bravas; presentar estas especies ciertos caracteres muy anormales, comparadas con todas las demas colombideas, aunque son tan parecidas en casi todos, respecto á la paloma silvestre; la reaparicion de vez en cuando del color azul y de las variadas señales negras en todas las castas, ya se las conserve puras, ya se les cruce; y por último, que la cria mestiza sea perfectamente fértil; por estas diferentes razones, tomadas juntas, podemos deducir sin riesgo que todas nuestras castas domésticas descienden de la paloma silvestre ó columba livia y de sus subespecies geográficas.

En favor de esta opinion puedo añadir, primeramente, que la columba livia silvestre ha sido susceptible de ser domesticada en Europa y en la India y que concuerda en hábitos y en un considerable número de puntos de estructura con todas las castas domésticas. Segundo, que aunque una mensajera inglesa ó una volteadora caricorta se diferencia inmensamente en ciertos caracteres de la paloma silvestre, sin embargo, comparando las diversas subcastas de estas dos razas, mas especialmente las traidas de países distantes, podemos hacer entre ellas y la paloma silvestre una serie casi perfecta: lo mismo podemos en otros casos, pero no con todas las castas. Tercero, aquellos caracteres que son principalmente característicos de cada casta son eminentemente variables en cada una, por ejemplo, la cresta y longitud del pico de la mensajera, el pico corto de la volteadora, y el número de plumas de la cola de la colipava; y óbvia será la explicacion de este hecho cuando tratemos de la seleccion. Cuarto, las palomas han sido observadas y atendidas con el mayor cuidado y amadas por muchas gentes. Han sido domesticadas durante miles de años en diversas partes del mundo: lo más antiguo que so sabe de palomas es en la quinta dinastía egipcia, unos 3.000 años ántes de J. C., segun me ha indicado el profesor Lepsius; pero Mr. Birch me dice que se encuentran ya palomas en una lista de comidas de la dinastía anterior. En tiempo de los romanos, segun sabemos por Plinio, se pagaban inmensos precios por las palomas; «y lo que es áun más, ha acontecido esto, que pueden contar su genealogía y raza.» Las palomas eran muy apreciadas por Akber Khan en la India, por los años de 1600: jamás la corte llevaba ménos de veinte mil. «Los monarcas de Iran y Turan le enviaron algunos pájaros «rarísimos,» y, continúa el historiador de la corte: «S. M. los ha mejorado de un modo asombroso cruzando las castas, método no practicado hasta entónces.» Hácia la misma época los holandeses estaban tan interesados en lo concerniente á palomas como los romanos antiguos. La importancia grande de estas consideraciones al explicar la inmensa cantidad de variacion que las palomas han sufrido será de igual modo patente cuando tratemos de la seleccion. Veremos entónces tambien, cómo sucede que las diversas razas tengan tan á menudo un carácter algun tanto monstruoso. Es tambien una circunstancia muy favorable para la produccion de castas distintas que puedan fácilmente ser aparcadas para toda la vida las palomas machos y hembras, porque de esta manera pueden tenerse juntas en el mismo palomar diferentes castas.

He discutido el orígen probable de las palomas domésticas con alguna extension, aunque de ninguna manera con la bastante; porque cuando por primera vez crié palomas y observé las diversas clases, sabiendo bien cuán fielmente se reproducen, tuve la misma dificultad para creer que desde que habian sido domesticadas habian todas procedido de un padre comun, que la que tendria un naturalista para llegar á una conclusion semejante con respecto á las muchas especies de pinzones o de otros grupos de pájaros en estado salvaje. Una circunstancia me sorprendió mucho, á saber: que casi todos los criadores de las varias razas domésticas de animales y los cultivadores de plantas con quienes he hablado, ó cuyos tratados he leido, están firmemente convencidos de que las respectivas castas que cada uno de ellos ha cuidado, descendian de otras tantas especies distintas en su orígen. Preguntad, como yo he preguntado á un célebre ganadero de Hereford, si su ganado no podria ser descendiente de ganado de cuernos largos, ó uno y otro de un tronco comun, y se reiria á carcajadas. Jamás he encontrado un criador de palomas, de aves de corral, de patos ó de conejos que no estuviera plenamente convencido de que cada casta principal descendia de una especie distinta. Van Mons, en su tratado sobre peras y manzanas, demuestra cuán por completo deja de creer que las diversas clases hayan podido jamás provenir de semillas del mismo árbol; por ejemplo, la manzana pequeña de Ribston ó la de Codlin. Otros ejemplos innumerables podrian presentarse. Yo creo que la explicacion es muy fácil: están fuertemente impresionados, en un largo y continuado estudio, por las diferencias entre las diversas castas, y aunque ellos conocen bien que las razas se diferencian en muy poco, puesto que ganan sus premios por la seleccion de estas pequeñas diferencias, ignoran, sin embargo, todos los argumentos generales y rehusan hacer mentalmente una suma de diferencias pequeñas semejantes, acumuladas durante muchas generaciones sucesivas. Los naturalistas, sabiendo mucho ménos de las leyes de herencia que lo que conoce el criador, y no conociendo tampoco más que éste los trazos intermedios en las largas líneas de descendencias, admiten, sin embargo, que muchas de nuestras razas domésticas desciendan de los mismos padres. ¿No podrian ser más cautos cuando se rien de la idea de que las especies en estado silvestre hayan sido descendientes en línea recta de otras especies?

Principios de seleccion practicados antiguamente, y sus efectos.

Consideremos ahora brevemente los pasos que han dado las razas domésticas para producirse, ya desciendan de una especie única ó de varias inmediatas. Hay que atribuir algun efecto á la accion directa y definida de las condiciones externas de la vida y algunos al hábito; pero seria muy osado quien se atreviese á explicar por esas causas las diferencias que existen entre un caballo de tiro y otro de carrera, entre un galgo y un podenco, entre una paloma mensajera y otra volteadora. Uno de los rasgos más notables en nuestras razas domésticas es que las vemos adaptarse, no ya en verdad en provecho propio del animal ó de la planta, sino á la utilidad ó capricho del hombre. Algunas variaciones útiles para éste han surgido probablemente de repente o de un solo paso; muchos botánicos, por ejemplo, creen que la cabeza de la cardencha con sus anzuelos, que no pueden igualarse por ningun procedimiento mecánico, es solamente una variedad del dipsaco salvaje; este cambio puede haber surgido perfectamente de una vez en una planta de semillero. Lo mismo probablemente ha sucedido con el perrillo zarcero y es sabido que ésto ha sido el caso del carnero ancon. Pero cuando comparamos el caballo de tiro con el de carrera, el dromedario con el camello, las diferentes castas de ovejas, propias las unas para pastos artificiales, y para los naturales las otras, cuyas lanas son buenas para diferentes objetos segun son diferentes las razas; cuando comparamos las muchas castas de perros, cada una de ellas buena para el hombre en diferentes sentidos; cuando comparamos el gallo de pelea, tan pertinaz en el combate, con otras castas tan poco guerreras; las gallinas que siempre están poniendo, pero que nunca quieren empollar con el Brantam tan pequeño y elegante; cuando comparamos esa legion de plantas agrícolas culinarias de huerto y de jardin, utilísimas al hombro en diferentes estaciones y con objetos diversos ó tan hermosas á la vista, creo yo que es menester ver en todos estos hechos algo más que una simple variabilidad. No podemos suponer que todas las castas fueron repentinamente producidas tan perfectas y útiles como hoy las vemos, y en muchos casos sabemos positivamente que no ha sido así. La clave de esto se encuentra en la facultad que tiene el hombre de acumular seleccion. La naturaleza da variaciones sucesivas: el hombre las va añadiendo en ciertas direcciones que le son útiles. En este sentido puedo decirse que el hombre ha hecho para sí las razas útiles.

No es hipotético el gran poder de este principio de seleccion. Es lo cierto que algunos de nuestros criadores eminentes en el espacio de una vida humana han modificado extensamente sus castas de ganado vacuno y lanar.

Para juzgar bien lo que han hecho es casi necesario leer algunos de los muchos tratados dedicados á esto asunto y examinar los animales. Los ganaderos hablan generalmente de la organizacion animal como de algo que es plástico y que pueden ellos modelar casi á su capricho. Si yo tuviera espacio podria citar con este objeto numerosos pasajes de autoridades en alto grado competentes. Youatt, que conocia mejor probablemente las obras de los agricultores que cualquiera otro, y que era ademas un juez muy bueno de los animales, habla del principio de seleccion como el que pone al agricultor en disposicion no solamente de modificar el carácter de su rebaño sino tambien de cambiarlo por completo. Es la varita mágica, á cuyo toque puede llamar á la vida cuantas formas y cuantos moldes quiera. Lord Somerville, hablando de lo que los criadores de ovejas han hecho, dice: pareceria como si hubieran dibujado en yeso sobre una pared una forma perfecta en sí misma y despues le hubiesen dado vida. En Sajonia la importancia del principio de seleccion con respecto al carnero merino está tan plenamente reconocida, que los hombres lo siguen como una profesion: colocan los carneros sobre una mesa y allí los estudian como podria hacerlo con un cuadro un inteligente; esto se repito tres veces con intervalo de algunos meses, y cada vez son marcados y clasificados los carneros de modo que solamente los mejores entre los mejores son en definitiva los que se destinan á hacer cria.

Lo que los criadores ingleses han llegado á conseguir probado está por los enormes precios que obtienen los animales que cuentan una buena genealogía y que han sido exportados á casi todas las partes del mundo. Y no es debida la mejora generalmente al cruzamiento de diferentes castas; todos los mejores criadores se oponen fuertemente á esta práctica excepto en raras ocasiones y entre las castas próximamente iguales. Cuando se ha hecho un cruzamiento es más indispensable que nunca una seleccion vigorosísima. Si la seleccion consistiese meramente en separar alguna variedad muy distinta para hacer cria, el principio seria tan claro que apenas mereceria mencionarse; pero su importancia consiste en el gran efecto producido por la acumulacion en un sentido, durante generaciones sucesivas de diferencias absolutamente inapreciables para el que no esté acostumbrado; diferencias que yo, por mi parte, he tratado en vano de apreciar. De cada mil hombres no hay uno que tenga la exactitud y golpe de vista y seguridad de juicio suficientes para poder ser un criador hábil. El que esté dotado de estas cualidades y estudie durante años enteros el asunto y dedique su vida al mismo con indomable perseverancia, triunfará y podrá hacer grandes mejoras; pero la falta de una sola de estas cualidades le hará fracasar seguramente. Se hace difícil de creer la capacidad natural, los años de práctica que se requiere para llegar á ser no más que un criador hábil de palomas. Los horticultores siguen los mismos principios; pero en su caso son las variaciones más bruscas. Nadie supondrá que nuestros productos mejores sean el resultado de una sola variacion del tronco orígen. En algunos casos en que se han guardado documentos exactos, tenemos pruebas de que así lo ha sido; como ejemplo de poca importancia podríamos citar el tamaño cada vez mayor de la grosella comun. Vemos un adelanto asombroso en muchas flores de floristas cuando comparamos las de estos dias con dibujos hechos hace veinte ó treinta años nada mas. Cuando una raza de plantas queda una vez establecida con precision, los plantadores no se detienen á escoger las mejores plantas sino que van á sus planteles y arrancan á los tunantes, que es como ellos llaman á las que nacen desviándose del tipo conveniente. Con los animales se sigue en igual forma en la práctica esta manera de seleccion, porque apenas se concibe que haya nadie tan descuidado que haga crias con sus peores animales.

Con respecto á las plantas, hay otros medios de observar los efectos acumulados de la seleccion, á saber: comparando la diversidad de flores en las diferentes variedades de la misma especie en un jardin; la diversidad de hojas, vainas ó tubérculos ó cualquier otra parte en la huerta en comparacion con las flores de las mismas variedades; y la diversidad de frutas de la misma especie en huerto, en comparacion con las hojas y flores de la misma clase de variedades. Véase cuán diferentes son las hojas de la col, y cuán parecidas en extremo son sus flores; cuán diferentes son las flores de la hierba de la Trinidad, y cuán parecidas las hojas; cuánto difieren en tamaño, color, forma y lisura las diferentes clases de grosellas, y sin embargo, sus flores presentan ligerísimas diferencias. No es que las variedades que difieren mucho en algun punto, no se diferencian del todo en otros puntos; esto apénas sucede, mejor dicho, nunca; y hablo despues de observaciones cuidadosas. La ley de la variacion correlativa, cuya importancia no debe menospreciarse nunca, siempre hará seguras algunas diferencias; pero por regla general no se puede dudar de que una seleccion continuada, ya en las hojas, las flores ó los frutos, producirá razas que se diferencien unas de otras, principalmente en estos caracteres.

Tal vez se objete que el principio de seleccion no se ha reducido á práctica metódica, sino desde hace algo ménos de un siglo; efectivamente que en los últimos años se le ha prestado más atencion y se han publicado sobre la materia muchos tratados; y el resultado ha sido proporcionar rápidos é importantes adelantos: pero está muy lejos de la verdad que sea este principio descubrimiento moderno. Podria referirme á diversas obras de remota antigüedad, en las que se reconoce la gran importancia del principio. En épocas rudas y bárbaras en la historia de Inglaterra se importaba con frecuencia animales escogidos y se daban leyes para impedir su exportacion: una ley ordenaba la destruccion de todos los caballos que no llegaran á cierta alzada, lo cual puede compararse á lo que hoy hacen los jardineros con las plantas malas. El principio de seleccion se encuentra perfectamente dado en una antigua enciclopedia china. Algunos escritores romanos clásicos han manifestado tambien reglas explícitas. Muestra claramente algunos pasajes del Génesis, que en aquel remoto tiempo se atendia mucho al color en los animales domésticos. Los salvajes cruzan hoy algunas veces sus perros con animales salvajes de la raza canina para mejorar la casta; y de algunos pasajes de Plinio puede deducirse que lo mismo hicieron en otros tiempos. Los salvajes del Africa del Sur aparean sus tiros de reses segun el color, y lo mismo hacen los esquimales con sus troncos de perros. Livingstone dice que los negros del interior de Africa, que no se han asociado con los europeos, tienen en alta estima las buenas castas domésticas. Algunos de estos hechos demuestran que la seleccion, no es cosa de hoy, sino que la cria de animales domésticos mereció cuidadosa atencion en tiempos antiguos, y ahora entre los salvajes más inferiores. Y á la verdad hubiera sido extraño que así no hubiese sucedido cuando es tan evidente que se heredan las buenas y las malas cualidades.

Seleccion inconsciente.

Hoy en dia los criadores eminentes prueban por medio de una seleccion metódica, teniendo un objeto determinado, á formar una nueva subcasta ó estirpe superior á cuanto del género haya en el país. Poro para nuestro propósito una forma de seleccion que podria llamarse inconsciente y que resulta á todo el que intenta poseer los mejores animales y hacerlos reproducirse, es más importante. Así un hombre que quiero tener perros de muestra, naturalmente trata de hacerse de perros buenos y despues cria con los mejores, pero sin tener el deseo ni la esperanza de alterar permanentemente la casta. No obstante podemos inferir que este procedimiento continuado por el transcurso de siglos mejoraria y modificaria cualquier casta de la misma manera que Bakewell, Collins, etc., por este mismo procedimiento, solamente aplicado con más método, modificaron considerablemente en el espacio de su vida las formas y cualidades de su ganado. Cambios lentos é insensibles de esta clase jamás pueden ser reconocidos á ménos que se hayan tomado mucho ántes buenas medidas ó cuidadosos dibujos de las razas en cuestion, que puedan servir despues para hacer la comparacion. En algunos casos, sin embargo, indivíduos no cambiados ó cambiados en muy poco de la misma casta existen en lugares ménos civilizados, donde la raza ha sido ménos mejorada. Hay razones para creer que el sabueso de King Charles ha sido modificado muchísimo inconscientemente desde el tiempo de aquel monarca. Algunas autoridades altamente competentes están convencidas de perro setter se deriva directamente del sabueso, y segun toda probabilidad es una alteracion lenta de éste. Se sabe que el perro de muestra inglés ha cambiado mucho en este último siglo y se cree que en este caso sea el cambio debido principalmente á cruzamientos con el galgo; pero lo que á nosotros nos importa es que el cambio se haya efectuado inconsciente y gradualmente y de una manera tan completa sin embargo, que aunque el perro de muestra primitivo procedia con toda certeza de España, Mr. Borrow me ha dicho que no ha visto ningun perro en España como el nuestro.

Por un procedimiento semejante de seleccion y por medio de cuidados particulares, el caballo inglés de carrera, ha sobrepujado en velocidad y tamaño á su antecesor el caballo árabe, de tal modo, que éste último es favorecido en los pesos por el reglamento de carreras de Goodwood. Lord Spencer y otros han demostrado que el ganado de Inglaterra ha aumentado en peso y en temprana precocidad, comparado con el que ántes habia en este país. Comparando las relaciones hechas en varios tratados antiguos del estado primitivo y presente de las palomas mensajera y volteadora en Bretaña, India y Persia, podemos trazar las bases por las cuales han pasado insensiblemente y llegado á diferenciarse tanto de la paloma silvestre.

Youatt da un ejemplo excelente de los efectos de una seleccion continuada que puede considerarse como inconsciente, puesto que los criadores no podrian nunca haber esperado, ni siquiera deseado, producir el resultado que fué la consecuencia, á saber: la produccion de dos estirpes distintas. Las dos especies de carneros de Leicester, criados por Mr. Buckley y Mr. Burgess, como Mr. Youatt hace notar, «han sido puramente oriundas del tronco original de Bakewell por más de cincuenta años. A nadie se le ocurre sospechar entre los que tienen conocimiento en el asunto, que uno ú otro de estos dos ganaderos se hayan desviado ni una sola vez de la sangre pura del ganado de Mr. Bakewell, y, sin embargo, la diferencia entre el ganado de cada uno de ellos es tan grande, que tienen la apariencia de ser variedades enteramente diferentes».

Aun entre los salvajes que sean tan bárbaros que nunca piensen en el carácter heredado por las crias de sus animales domésticos, cualquier animal que les sea especialmente útil con un objeto cualquiera, será cuidadosamente conservado durante las hambres y demas accidentes á que los salvajes están tan expuestos; esos animales escogidos, dejarian generalmente más crias que los inferiores; de modo que, en este caso, se verificaria una especie de seleccion inconsciente. Vemos el valor que dan á los animales áun los bárbaros de la Tierra del Fuego, los cuales matan y devoran á las mujeres viejas en tiempos de calamidad, porque las consideran de ménos valor que sus perros.

En las plantas, este mismo procedimiento gradual de mejora por medio de la conservacion incidental de los mejores indivíduos, ya sean ó no lo bastante distintos para ser clasificados á su primera aparicion como variedades distintas, y ya dos ó más especies ó razas se hayan ó no mezclado por cruzamiento, puede plenamente reconocerse en el aumento de tamaño y belleza que ahora vemos en las variedades de los pensamientos, rosas, pelargonium, dalias y otras plantas, cuando las comparamos con las variedades más antiguas ó con sus orígenes. Nadie pretenderia nunca conseguir un pensamiento ó una dalia de primera clase con las semillas de una planta silvestre. Nadie esperaria criar una pera de agua de primera clase con la semilla de una pera silvestre, aunque podria conseguirlo de un arbolillo silvestre, si la semilla de este proviniese de un jardin. La pera, aunque cultivada en los tiempos clásicos, se deduce de la descripcion de Plinio, que era una fruta de calidad muy inferior. He visto en las obras de horticultura expresada una gran sorpresa por la maravillosa habilidad de los jardineros que, con tan pobres materiales, han producido resultados tan magníficos; pero el arte ha sido sencillo y en lo que hace al resultado final que ha obtenido lo ha hecho casi inconscientemente. Ha consistido en cultivar siempre la mejor variedad conocida, sembrando su semilla, y cuando ha acertado á salir una variedad algun tanto mejor, era esta la que sembraba, y así sucesivamente. Pero los jardineros del periodo clásico que cultivaron las mejores peras que pudieron procurarse, nunca imaginaron qué expléndida seria la fruta que nosotros comeriamos; aunque nosotros debamos nuestra excelente fruta, en parte á que ellos escogieron naturalmente y conservaron las mejores variedades que pudieron encontrar.

Una gran suma de cambios lenta é inconscientemente acumulados explica á mi juicio el hecho bien conocido de que en un número de casos no podemos reconocer, y por lo tanto, ignoramos los troncos silvestres, orígenes de las plantas que han sido desde más antiguo cultivadas en nuestros jardines y huertas. Si se han necesitado cientos ó miles de años para mejorar o modificar la mayor parte de nuestras plantas hasta su tipo actual de utilidad para el hombre, podemos entender como ni Australia, ni el Cabo de Buena-Esperanza, ni otra region alguna habitada por el hombre completamente incivilizado nos ha dado una sola planta que valga la pena de cultivarla. No es que estos países tan ricos en especies no posean por extraña casualidad los troncos orígenes de plantas útiles, sino que las plantas del país no han sido llevadas por la seleccion continuada hasta un punto de perfeccion comparable con la adquirida por las plantas en países antiguamente civilizados.

Con respecto á los animales domésticos del hombre incivilizado, no debe perderse de vista que tienen casi siempre que buscarse su propio alimento, al ménos, durante ciertas estaciones. Y en dos países de circunstancias muy diferentes, indivíduos de la misma especie que tengan constituciones ó estructuras ligeramente distintas, se lograrian mejor en un país que en el otro; y así con un procedimiento de seleccion natural, como explicaremos más extensamente más adelante, podrian llegar á formarse dos sub-razas. Quizás esto explica en parte por qué las cualidades que tienen los animales domésticos de los salvajes, como ya lo han notado algunos autores, tienen más carácter de verdaderas especies que las variedades existentes en países civilizados.

En la opinion presentada aquí de la parte importante que ha desempeñado la seleccion ejercida por el hombre, se hace desde luego evidente por qué nuestras razas domésticas demuestran adaptarse en su estructura ó en sus hábitos á las necesidades ó caprichos del hombre. Podemos á mi juicio entender ademas el carácter frecuentemente anormal de nuestras razas domésticas y explicarnos que sus diferencias sean tan grandes en los caracteres externos, y relativamente tan pequeñas en las partes internas ú órganos. El hombre apenas puede escoger, y si puede es con mucha dificultad, las desviaciones de estructuras, excepto aquellas que son visibles externamente; y la verdad es que rara vez se cuida de lo que es interno. No puedo nunca ejercer la seleccion, á no ser en aquellas variaciones que en un grado insignificante le indicó primeramente la naturaleza. A nadie se le ocurriria tratar de hacer una colipava sin ver ántes una paloma con la cola desarrollada de un modo raro en un grado pequeño, ni una paloma de buche grande hasta que vió ántes una con buche de tamaño algun tanto fuera de lo comun; y cuanto más anormal o desacostumbrado fuese ese carácter, cuando por vez primera apareció, más probable seria que llamara su atencion. Pero usar una expresion como la de tratar de hacer una colipava, es sin duda ninguna, en la mayor parte de los casos completamente incorrecto. El primer hombre que escogió una paloma con una cola ligeramente más larga, no pudo soñar nunca lo que los descendientes de esa paloma llegarian á ser por una larga seleccion continuada, inconsciente en parte, en parte metódica. Quizás el pájaro padre de todas las colipavas tenia solamente catorce plumas caudales, extendidas como la actual colipava de Java ó como indivíduos de otras razas distintas, en las cuales se han contado hasta diez y siete plumas caudales. Quizás la primera paloma de buche, no inflara ésto mucho más de lo que la turbit dilata ahora la parte superior de su esofago, costumbre en que no se fijan los criadores, porque no es uno de los puntos característicos de la casta.

No se vaya á creer que es necesaria para llamar la atencion del criador aficionado una gran desviacion de estructura: percibe diferencias pequeñas en extremo, pues es atributo de la naturaleza humana apreciar cualquier novedad por pequeña que sea en cuanto poseemos. Ni debe juzgarse el valor que se daria primeramente á cualquiera pequeña diferencia en los indivíduos de la misma especie, por el valor que ahora se lo da, despues de que varias castas han sido bien establecidas. Es sabido que en cuanto á las palomas se presentan de cuando en cuando muchas variaciones ligeras que son desechadas como faltas y desviaciones del tipo de perfeccion en cada raza. El ganso comun no ha dado lugar á ninguna variacion bien marcada: de aquí que el de Tolosa y la casta vulgar que sólo se diferencian en el color, el más variable de los caracteres, se hayan exhibido en nuestras exposiciones de volatería como distintas.

Estas opiniones parecen explicar una cosa que se ha observado algunas veces, á saber: que apenas conocemos nada sobre el orígen ó historia de ninguna de nuestras crias domésticas. Una casta lo mismo que un dialecto apenas puede decirse que tenga un orígen claro. Un hombre conserva y hace cria de un indivíduo con alguna pequeña particularidad de estructura, ó toma más cuidado que de costumbre al aparear sus animales mejores y de este modo los adelanta, y los animales mejorados poco á poco se esparcen por las cercanías. Pero todavía no tienen un nombre distinto, y como son escasamente apreciados no se hace gran caso de su historia. Cuando ya están más mejorados por el mismo procedimiento lento y gradual se esparcen más todavía y llegan á ser reconocidos como algo distinto y apreciable, y entónces es cuando probablemente reciben por primera vez un nombre provincial. En paises semi-civilizados con poca comunicacion abierta, seria procedimiento lento el de esparcirse una nueva sub-raza. Una vez reconocidos los puntos de valor, el principio de seleccion inconsciente como lo he llamado, tenderá siempre (tal vez más en un período que en otro segun esté más ó ménos de moda la raza, tal vez más en una localidad que en otra segun el estado de civilizacion de los habitantes) poco á poco á aumentar los rasgos característicos de la raza, cualesquiera que éstos puedan ser. Pero será infinitamente pequeña la probabilidad de que se conserve memoria alguna de cambios tan lentos é insensibles.

Circunstancias favorables al poder de seleccion del hombre.

Diré ahora algunas palabras sobre las circunstancias favorables ó desfavorables al poder de seleccion del hombre. Un alto grado de variabilidad es evidentemente favorable, puesto que da libremente los materiales con los que ha de trabajar la seleccion; no es que las meras diferencias individuales no sean ampliamente suficientes para permitir con cuidado extremo la acumulacion de una gran suma de modificacion en casi todos los sentidos que se pueda desear: pero como las variaciones manifiestamente útiles ó agradables al hombre aparecen solamente de vez en cuando, se aumentarán mucho las probabilidades teniendo un gran número de indivíduos. Así es que el número es de la mayor importancia para el buen éxito. Segun este principio observaba en otro tiempo Marshall con respecto á los carneros de Yorkshire, que como pertenecen generalmente á gentes pobres que los tienen en su mayor parte en lotes pequeños, jamás pueden mejorarse. De otra parte, los hombres que crian plantas por oficio, y tienen grandes existencias de cada una, obtienen generalmente mejor éxito que los aficionados, en producir variedades nuevas y valiosas. Un gran número de indivíduos de un animal o de una planta no pueden tenerse sin que sean favorables las condiciones para su propagacion. Cuando los indivíduos son pocos á todos se les permite criar, sea la que quiera su calidad, y esto impide prácticamente la seleccion. Pero probablemente el elemento más importante es que animal ó planta sea apreciado tanto por el hombre, que dedique la más prolija atencion áun á las desviaciones más insignificantes de sus cualidades ó estructura. Sin esa atencion nada puede hacerse. He visto hacer en sério la observacion de que era una gran fortuna que la fresa empezara á variar justamente cuando los jardineros empezaron á prestar cuidados á esta planta. Sin duda la fresa habia variado siempre desde que era cultivada, pero se habian despreciado las ligeras variedades. Tan pronto como los jardineros escogieron las plantas individuales que tenian fruto ligeramente más grande, más temprano ó mejor, é hicieron semillero de éstas y de nuevo escogieron las mejores para sembrarlas, cruzando ademas distintas especies, aparecieron las muchas variedades admirables de la fresa que se han visto durante los últimos cincuenta años.

Respecto á los animales, la facilidad de impedir los cruzamientos es un elemento importante en la formacion de nuevas razas, al ménos en un país que tiene ya otras razas. En este concepto, los cercados del terreno forman una parte muy principal. Los salvajes errantes ó los habitantes de grandes llanuras rara vez poseen más de una casta de la misma especie. Las palomas forman parejas por toda la vida, y esta es una gran ventaja para el criador, porque así puede mejorar y conservar sin mezcla muchas razas, aunque estén juntas en el mismo palomar. Por otra parte, las palomas se propagan en gran número y con gran velocidad, y los pájaros que salgan inferiores pueden desecharse sin inconveniente, porque cuando se les mata van al plato. Por el contrario, los gatos, á causa de su costumbre de rondar por la noche, no pueden ser apareados con facilidad, y aunque son tan apreciados por mujeres y niños, rara vez vemos una casta que se conserve pura por mucho tiempo: las castas diferentes que vemos algunas veces son casi siempre importadas de algun otro país. Aunque no dudo que algunos animales domésticos varian ménos que otros, con todo, la rareza ó carencia de distintas castas en el gato, jumento, pavo real, ganso, etc., puede atribuirse en gran parte á no haber puesto en juego la seleccion: en los gatos, por la dificultad de formar las parejas; en los burros, porque siendo tenidos, y en corto número, por gente pobre, se presta poca atencion á su cria: recientemente, en ciertas partes de España y de los Estados-Unidos, este animal ha sido modificado y mEjorado de un modo sorprendente por una seleccion cuidadosa; en los pavos reales, porque no son fácilmente criados, y nunca lo son en grandes cantidades; en los gansos, porque únicamente son buenos para dos objetos, alimento y plumas, y más especialmente porque no se ha encontrado placer en multiplicar distintas castas; pero el ganso, bajo las condiciones en que está cuando se le domestica, parece tener una organizacion singularmente inflexible, aunque algo ha variado, como ya en otra parte he dicho.

Han mantenido algunos autores que pronto se alcanza una cantidad de variacion en nuestras producciones domésticas, de la cual no puede pasarse; sería un tanto temerario afirmar que se habia llegado al límite en cualquier caso, porque casi todos nuestros animales y plantas han sido muy mejorados en muchos conceptos en un período reciente, y esto indica variacion. Sería igualmente temerario afirmar que los rasgos que hoy se han llevado á su límite superior, despues de permanecer fijos por muchos siglos, no podrian variar de nuevo con condiciones nuevas de vida. No cabe duda, como Mr. Wallace ha observado con razon de sobra, que habrá que llegar á un límite final. Por ejemplo, la viveza de cualquier animal terrestre ha de llegar á un límite que estará determinado por los rozamientos que tiene que vencer, por el peso del cuerpo que tiene que llevar y por el poder de contraccion en las fibras musculares. Pero lo que más nos importa es que las variedades domésticas de la misma especie se diferencien unas de otras en casi todos los rasgos á que el hombre ha atendido con la seleccion, más que lo que se diferencian las distintas especies del mismo género. Isidoro Geoffroy Saint-Hilaire ha demostrado esto en lo tocante á tamaño, y lo mismo sucede probablemente con respecto al color y á la longitud del pelo. Con respecto á viveza, que depende de muchos caracteres del cuerpo, Eclipse era mucho más rápido, y un caballo de tiro es incomparablemente más fuerte, que dos especies naturales cualesquiera pertenecientes al mismo género equino. Lo mismo sucede con las plantas; las semillas de las diferentes variedades del maíz ó de la haba se diferencian probablemente más en tamaño que las semillas de las distintas especies en cualquier otro género de las mismas dos familias. La misma observacion es aplicable al fruto de las diversas variedades de ciruelas y todavía lo es más al melon y á muchos más casos análogos.

Resumiendo sobre el orígen de nuestras razas domésticas de animales y plantas; los cambios en las condiciones de vida son de la mayor importancia en causar variabilidad, ya por la accion directa en la organizacion, ya porque indirectamente afectan al sistema reproductivo. No es probable que sea la variabilidad el efecto inherente y necesario en todas circunstancias. La mayor o menor fuerza de herencia y la propension á retroceder, determinará si las variaciones han de mantenerse. La variabilidad está regida por muchas leyes desconocidas, entre las cuales el crecimiento correlativo es probablemente la más importante. Algo, aunque no sepamos cuánto, hay que atribuir á la accion definida de las condiciones de la vida. Algun efecto, quizás grande, puede atribuirse al uso ó falta de uso en las partes. El resultado final, es, pues, infinitamente complejo. En algunos casos, parece que ha tenido una parte importante en el orígen de nuestras castas el intercruzamiento de distintas especies primitivas. Cuando diversas razas se han formado ya en cualquier país, su cruzamiento casual, con la ayuda de la seleccion ha contribuido mucho, sin duda, á la formacion de nuevas sub-razas; pero la importancia del cruzamiento ha sido muy exagerada, tanto para los animales, cuanto para las plantas que se propagan por medio de semillas. Respecto a las plantas que se propagan por medio de ingertos, retoños, etc., la importancia del cruzamiento es inmensa; porque el cultivador puede, en este caso, no tener en cuenta la extrema variedad de las mezclas y su esterilidad; pero las plantas que no se propagan por semilla son de poca importancia para nosotros, porque su duracion es temporal solamente. Sobre todas estas causas de cambio, parece haber sido el poder predominante la accion acumulada de la seleccion, ya aplicada metódica y prontamente, ya de un modo inconsciente y lento, pero más eficaz.