Mitos y fantasías de los aztecas.
de Guillermo Marín Ruiz
La matanza de Cholula

XIII.- LA MATANZA DE CHOLULA.

La Historia sobre la matanza es muy confusa (como todas las que hicieron los españoles), debido a que el propio Cortés y Bernal Díaz en sus textos parciales, tratan de justificar lo injustificable, y los historiadores hispanistas después, siempre han tratado de “lavar de sangre el nombre de Cortés”. Lo cierto es que ahí se dio la primera de una larga historia de matanzas de los anahuacas, que nos alcanza hasta nuestros días. Todas estas matanzas, las de ayer y de hoy, siguen bajo una nube confusa y sin hacerse justicia por las leyes del invasor.

Los tlaxcaltecas eran enemigos acérrimos de los cholultecas. Cholula era la “Ciudad sagrada de Quetzalcóatl” y seguramente, tanto tlaxcaltecas como aztecas, sugirieron la vista de Cortés a la ciudad dedicada a la memoria y culto de Quetzalcóatl. Los tlaxcaltecas porque querían humillar y doblegar a los de Cholula. Los aztecas, porque suponían que en “la casa de Quetzalcóatl” en el Anáhuac, se podría saber sí Cortés era en verdad el embajador de la Serpiente Emplumada.

Los historiadores hispanistas argumentan, con sus “mentes fantasiosas y criminales” que los aztecas y cholultecas preparaban una emboscada, propia de los europeos venidos de la Edad Media y de la Guerra de Reconquista. Cosa totalmente imposible de suceder por lo siguiente: No era una costumbre bélica en el Anáhuac. Las Batallas Floridas prohibían la muerte del adversario, solo se tomaban prisioneros. Cholula era un lugar sagrado en el que había más de 400 templos y no tenían una fuerza militar, porque eran respaldados por los mexicas.

Lo más probable es que como los cholultecas prohibieron la entrada de los tlaxcaltecas a la ciudad y Cortés los obligó a acampar a las afueras. Éstos, humillados, afirmaron que no los dejaban pasar a la ciudad, para quitarles a los españoles su protección. Con el miedo y la mentalidad criminal de los europeos de la edad media, que acostumbraban hacer matanzas de castigo en las ciudades europeas, Cortés decide hacer “la primera matanza preventiva” y da la orden de masacrar a más de seis mil personas desarmadas, cosa que hicieron a espada y cuchillo en seis horas con sus aliados tlaxcaltecas y totonacos.

LA ENTREGA…la gran equivocación del Tlatócan azteca.

El Tlatócan no tiene otra alternativa. En diversas ocasiones y por diferentes medios, se le hizo saber al al “embajador de Quetzalcóatl”, que se acatarían las disposiciones que él mandase, pero que se abstuviera de proseguir su viaje a México— Tenochtitlán. El lector debe interpretar que la alta dirigencia mexica, que había sido instruida por los sucesores de los legendarios toltecas en la filosofía y religión de la Toltecáyotl en el calmécac de Cholula, sabían muy bien que la substitución de Quetzalcóatl por Huitzilopochtli había sido un grave error de sus antepasados y que la sangrienta religión de los mexicas por asegurar la permanencia del Quinto Sol a base de sacrificios humanos, era un error y trasgredía el sentido humanista y espiritual de las enseñanzas de Quetzalcóatl. Pero jamás pensaron que estaban frente a una invasión militar que pretendía instaurar una extensión de la corona española en el Anáhuac y exterminar su civilización.

“... El gobierno de toda agrupación, tanto territorial como institucional, correspondía a una asamblea de ancianos o expertos en la materia, elegidos por los miembros de la agrupación (nada se hacía, afirman los cronistas sin consultar a la asamblea). Ésta invariablemente era encabezada por dos jefes cuyos puestos generalmente eran vitalicios: uno era administrador y otro ejecutor, casi siempre el primero anciano y con derecho a sucesión, y el otro más joven, era elegido por asamblea, dependiendo de las circunstancias particulares de cada agrupación la determinación de las normas y procedimientos de ejecución. La asamblea se llamaba in cohuáyotl círculo o a manera de serpiente”. Romerovargas Iturbide, 1978.

Otro de los errores del Tlatócan fue el no diagnosticar de inmediato, que Cortés y sus aventureros no eran los enviados de Quetzalcóatl, y que estaban frente a unos hombres que tenían una visión diferente del mundo y la vida. Los encuentros están llenos de equívocos y errores interpretativos de las dos partes. En efecto, la dirigencia azteca no pudo entender la rapacidad y voracidad criminal de los europeos. En el Anáhuac las guerras nunca tuvieron la crueldad criminal y el espíritu de depredación de los europeos. Sus guerras eran más simbólicas que depredadoras, llenas de protocolo y reglas muy acatadas por los ejércitos y más rituales que criminales. El Tlatócan nunca pensó que los europeos eran invasores colonizadores. Siempre estuvieron en una lucha religiosa entre dos divinidades menores (Quetzalcóatl y Huitzilopochtli), pero que la estructura cosmogónica de Tloque Nahuaque seguiría intacta después de la rectificación religiosa que tenían que hacer los mexicas. Por estas razones la dirigencia azteca decide recibir al embajador y su multitudinaria comitiva. Además le ordena al tlatoani que reciba en las puertas de la ciudad a Cortés. Esta acción fue un orden que Moctezuma acató. No fue su voluntad, pese a todas las mentiras de los historiadores hispanistas.

La dirigencia mexica piensa que haciéndose el protocolo de la restitución de Quetzalcóatl, los enviados regresarán al Oriente, por donde habían llegado y a donde residía Quetzalcóatl. Esto lo hará más tarde, al convocar a todos los tlatoanis de los Señoríos tributarios para recibir las disposiciones que les enviaba Quetzalcóatl a través de “su embajador”.

“Cuando se hubieran ido los españoles
se pensó que de una vez se iban,
que para siempre se habían ido.
Que nunca regresarían, nunca jamás darían la vuelta…”
Fray B. Sahagún pág. 790.


Al interior de la nobleza mexica existe una gran división. Unos aceptan a Cortés como embajador y otros pretenden eliminarlo como un usurpador. Los macehuales, la gente del pueblo, en general no querían a los europeos y menos con su comitiva que eran, los enemigos jurados de Tenochtitlán. Además que el pueblo, no conocía la antigua tradición religiosa filosófica de Quetzalcóatl. Los macehuales de Tenochtitlán, en su ignorancia, se creían invencibles y poderosos. Tenían en lo más alto de su consideración a Huitzilopochtli, como la dualidad divina con Tláloc, quienes compartían en dos Teocallis, la parte superior del Templo Mayor.


La tradición tolteca los recibe como huéspedes distinguidos y los ubica en el palacio de Axayácatl. Es muy común ver las ilustraciones de este hecho histórico, en el que los artistas europeos pintan a un Cortés muy superior (representa a Europa) y a un Moctezuma disminuido (representando al Anáhuac) en número, proporción de hombres y nivel físico. En efecto, se puede ver a un Cortés con una armadura de noble, que en ese momento no poseía, pues además de ser muy cara, no era para el combate. En segundo lugar, se ve a Cortés posesionado de un edifico, como sí él estuviera recibiendo a Moctezuma, que además, asume un lenguaje corporal de sumisión, en un plano más bajo físicamente y sin el personal de servicio de su alta investidura.

Moctezuma convoca a una gran reunión del Consejo Supremo y dará un importante mensaje, que es la entrega del imperio mexica a Cortés, sin derramar una sola gota de sangre. Manda llamar a todos sus aliados y Señores tributarios y en un amplio salón de su palacio trasmite un discurso que es muy revelador.