Los condenados: 29


Escena XIII

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PATERNOY, SANTAMONA, GINÉS.


PATERNOY.- (Muy inquieto.) Pero ese hombre... No, no me voy de aquí sin hablarle.

SANTAMONA.- ¡Justicia rencorosa del pueblo! No eres quien eres, Santiago, si consientes...

PATERNOY.- Vete a buscarle. No, iré yo. Tú, recoges la ropa de Salomé y la llevas a las casas de Larraz, de donde saldrá esta tarde para el convento.

SANTAMONA.- A la Esclavitud iré yo con ella. No puedo abandonarla.

GINÉS.- (Presuroso, por el fondo.) Señor, ¿le traigo el caballo?

PATERNOY.- Todavía no... Vienes a tiempo. Busca a ese hombre... Que venga al instante. Le espero aquí. Dile que su vida está en peligro.

GINÉS.- Ay, Jesús! ¿pues qué ocurre? He visto que se llevan a Salomé...

SANTAMONA.- (Mirando desde el fondo, con PATERNOY.) Allá van, si, ¡Infeliz criatura!

GINÉS.- (En el proscenio.) (¡Dios mío de mi alma, qué olor a chamusquina! ¡Pobre Ginés! ¡qué va a ser de ti!... ¡Ponte en salvo, hijo mío! ¡Ay, madrecitas de Berdún, quién se viera en vuestra dulce Esclavitud.)

PATERNOY.- (Impaciente, desde el fondo.) Llámale pronto... Oye, que no venga por el camino. Por ahí es mejor. Ve volando.

GINÉS.- Sí, señor, volaré; verá usted qué modo de volar. (Vase por el foro.)

SANTAMONA.- (Mirando por el fondo.) Ya suben la cuesta de San Roque. Van a las casas de Larraz. Luego todos esos locos volverán aquí...

PATERNOY.- A la cacería de la fiera...

SANTAMONA.- Pero tú...

PATERNOY.- Les he mandado no volver. Dudo que me obedezcan.

SANTAMONA.- (Viendo venir a JOSÉ LEÓN por las ruinas.) Ya está aquí.

PATERNOY.- Déjame solo con él. (Vase SANTAMONA por la izquierda.)