Las pulgas dadas a los asuntos de ultratumba

LAS PULGAS DADAS A LOS
ASUNTOS DE ULTRATUMBA


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L domador se había arrinconado en uno de los cuatro ángulos de su cuarto, miserablemente se iba terminando ante lo que él llamaba los desacatos de las pulgas; sentía por momentos dentro de su cuerpo lo que debe de sentir el asesino artificial, porque el que es criminal no siente nada, porque es así, lo interesante en la vida es volverse algo. La metamorfosis del espíritu es lo que da los renuevos, el domador se sentía criminal por haber impulsado a aquellos animalitos a las complicaciones de la vida. Algunas pulgas que todavía quedaban pulgas, le iban extrayendo poco a poco la sangre que le quedaba, cada día se marcaba más en el domador la fisonomía de un Cristo, él no sudaba sangre, pero se la sacaban. Indudablemente la gran afición a Jesús del género humano se debe, a que cada hombre lleva dentro del cuerpo un redentor, se entiende, cada uno un redentor a su manera, bien puede serse un redentor fracasado, ya que redimir o por lo menos ser un redentor completo, lleva en sí el costo de la vida. Las pulgas llegaron a tal extremo en eso de redimir, que hasta hubo pulgas que se quitaban por su mano la vida, para redimirse.

¡Pobre domador! El que había tratado de imprimirle a sus pulgas un sentimiento cristiano, fué sabiendo que se dividían en grupos: unas le daban todo el valor al cuerpo; y llegaron a creer las pulgas que eran trasmigradas de otros animales, había pulgas, que según ellas, en otras vidas andaban de perros. Lo que más confirmaba su teoría, era el parecido que las pulgas se encontraban con otros animales, unas parecían cerdos, otras gatos, otras pájaros, pero casi toda pulga tenía la apariencia de un animal con sus sentimientos; los felinos y aves de rapiña, era el parecido más común dentro del mundo de las pulgas.

¡Ah! pero dedicarse a la brujería ¡qué desilusión! Las pulgas empezaban hacia los caminos raros, por tomar unas agüitas claras, que cuanto más débiles eran de ingredientes, mayor poder curativo tenían. ¡Ah! pero dedicarse a la brujería hacerle caso a unas pulgas, de pelo sin peine, de casuchas oscuras, de fogón y de lechuza. Una bruja tenía un esqueleto, que había sacado del cementerio con sus propias manos, y sobre la calavera se paraba un cuervo, siempre salvaje y de pésimo carácter.

Las pulgas más elegantes, iban a esos ranchos en busca de consejos y consuelo, de allí salían con brebajes para darles a las pulgas que amaban. Con raspaduras de cuernos, de animales amantes, y secciones disecadas, de animales amantísimos, decían que se conseguía el re torno de los amores perdidos. Generalmente se necesitaban tres pelos de la pulga infiel; lo cual traía complicaciones cuando la pulga era calva; sin embargo, este caso, era extraño, las pulgas muy calvas, no despertaban amor ni celos.

Las historias de la brujería eran múltiples: una señora pulga, de lo que puede llamarse de buena sociedad, llegó donde una pulga bruja, con la panza muy grande y moviéndosele, la pulga bruja tenía algo de comadre y le sacó, no se crea que una pulga chiquitilla, lo que le sacó, con su gran poder, fué un zorro.

Las pulgas eran muy dadas a las lecherías; una vez las vacas de una pulga industrial y trabajadora, empezaron a soltar los terneros antes de los nueve meses; aquello no hacía ganar tiempo, sino que era ruinoso porque el ternero nacía muerto, y se perdía la cosecha de la leche. La pulga lechera, ya desesperada por sus pérdidas, se fué a buscar una pulga bruja de las de pacto con los infiernos.

La pulga bruja sonrió, las brujas sonríen, y levantando los hombros dijo simplemente: busquen una pulga virgen de unos 16 años que orine en las cuatro esquinas del establo. La virgen orinó pero el mal de las vacas siguió lo mismo. Al saber el fracaso la pulga bruja les decía: "¿pero, han constatado ustedes la virginidad de la pulga virgen?". Porque en el pueblo decían: "la verdad es que para prestarse a hacer eso, quién sabe como andaría aquella pulga, y peor por dinero".

Una vez una pulga en casa de una bruja, dió del cuerpo una culebra y lo más interesante fué que la produjo ya disecada y de ojos relumbrantes de vidrio y con la lengüilla siempre de fuera. Eso le sucedió a la pulga víctima después de tomar unos polvos de pájaro de pico largo, revueltos con vértebra pulverizada de caimán joven.

Nada hubiera sido, si todo hubiese terminado en las pulgas, de porte humilde, en las brujas andrajosas y de cabellos enmontañados. Las pulgas de dinero, empezaban a edificar centros para las investigaciones de los espíritus. Todo sucedía en la oscuridad, la luz parecía ser enemiga de las manifestaciones naturales de los espíritus. No se crea que se trataba de prestidigitación, porque magia, hacían las pulgas en los teatros a plena luz.

Una vez una pulga le preguntó a una pulga espíritu por su padre, la pulga espíritu le contestó, que tratándose de una persona tan bondadosa como su padre, allí estaba en la gloria, encantado de ángel. La pulga interrogante agregó: pero si mi padre se quedó en casa, solamente quería preguntarle cómo seguía porque lo dejé con dolor de estómago. La pulga espíritu le contestó: ¡qué pena, que vergüenza! le he revelado algo muy duro, su verdadero padre está en la gloria.

No había por qué desilucionarse por aquella respuesta, que dejaba a la pulguita sin padre fijo. Explicó la pulga intermedio, que hay espíritus charlatanes y bromistas, y lo que tiene que comprender la pulga interrogante, es cuando se trata, de espíritu serio o de espíritu charlatán. Esa reunión de pulgas de ese día fué muy divertida. Ja, ja, espíritus charlatanes, y se reían de todo buen corazón y convicción las pulguillas espiritistas.

Una pulga comerciante en granos, le preguntó a una pulguilla espíritu: ¿Vendo el maíz? El espíritu le contestó: piénselo tres veces al poner la cabeza en la almohada, y después, después, vuelva a pensar. Subió el maíz y la pulga se ganó mucha plata. ¡Ah, el poder de los espíritus!

Pobre domador... que ¡ay! lanzó desde el fondo de su alma, cuando supo que las pulgas ingresaban por correspondencia en unos hospitales invisibles. Ponían el nombre en una carta, y ya estaba la pulga enferma aceptada, y eran tan filantrópicos que no se requería ni respuesta.

Y no se crea que los invisibles eran inefectivos, una pulga tenía una picazón en el recto, y allí le anduvieron invisiblemente.

Otra pulga pulguita, y por dicha que su familia era de afición espirituosa, y creían en el hospital de los invisibles, salió una noche embarazada de un médico invisible; aquello podía ser cierto, pero los buenos padres creyentes no estaban en un todo conforme y le decían: "pero hija deberías haber tenido solamente media pulguita, porque la otra mitad debió haber sido invisible".

Otras cosas muy eficientes eran: una pata de grillo, diurético: las antenas de las esperanzas, desde luego purgantes; las alas de las cucarachas, muy tónicas; los rabos de las ratas, emolientes; las espuelas de los gallos, afrodisíacos; y las patas de los sapos, antifebrífugos: todo lo cual macerado e incorporado a sudor de jocote en flor era una panacea.

Y dos pulgas perdieron el sentido cuando supieron lo que habían tomado.