Las mil y una noches:274
Y CUANDO LLEGO LA 278ª NOCHE
editarElla dijo:
"... el corazón del infiel, que es completamente opuesto al primero; el corazón tocado de las cosas terrenas y el corazón tocado de las cosas espirituales; hay corazón dominado por las pasiones, o por el odio, o por la avaricia; hay corazón cobarde, corazón abrasado de amor, corazón henchido de orgullo; también existe el corazón iluminado, como el de los compañeros de nuestro santo Profeta, y por último, existe el propio corazón de nuestro santo Profeta, ¡el corazón del Elegido!"
Cuando oyó tal respuesta el sabio teólogo, exclamó: "¡Mereces mi aprobación, ¡oh esclava!"
Entonces la hermosa Simpatía miró al califa y dijo: "¡Oh Comendador de los Creyentes, permíteme que a mi vez haga una sola pregunta a mi examinador, y me apodere de su manto si no puede contestarme! Y cuando se le acordó el consentimiento preguntó al sabio:
"¿Puedes decirme, ¡oh venerable jeique! qué deber ha de cumplirse con preferencia a todos los deberes, aunque no sea el de más importancia?"
A esta pregunta no supo qué decir el sabio, y la joven se apresuró a quitarle el manto y se dió a sí misma la siguiente respuesta:
"¡Es el deber de la ablución, porque está formalmente prescripto que hemos de purificarnos antes de cumplir el menor deber religioso y antes de cualquier acto previsto por el Libro y la Sunna!"
Tras de lo cual, Simpatía se volvió hacia la asamblea y la interrogó con una mirada en redondo, a la que respondió cierto sabio, que era uno de los hombres más célebres del siglo y que no tenía igual en el conocimiento del Corán. Se levantó y dijo a Simpatía:
"¡Oh joven llena de espiritualidad y de aromas encantadores! Puesto que conoces el Libro de Alah ¿podrías darnos una prueba de la exactitud de tu sabiduría?"
Ella contestó: "El Corán se compone de ciento catorce suratas o capítulos, de los cuales setenta se dictaron en la Meca y cuarenta y cuatro en Medina.
“Se divide en seiscientos veintiuna divisiones llamadas “aschar”, y en seis mil doscientos treinta y seis versículos.”
"Comprende setenta y nueve mil cuatrocientas treinta y nueve palabras y trescientas veintitrés mil seiscientas setenta letras, cada una de las cuales tiene diez virtudes especiales.
"En él se sita el nombre de veinticinco profetas: Adán, Nouh (Noé), Ibrahim, Ismail, Isaac, Yacub, Yussef, El-Yosh, Yunés, Loth, Saleh, Hud, Schoaib, Daud (David), Soleimán (Salomón), Zul-Kefel, Edris, Elías, Yahia, Zacharia, Ayub, Mussa, Harún, Issa (Jesús) y Mohamed." (Con todos la plegaria y la paz).
"También se hallan en él los nombres de nueve pájaros o animales alados: el músico, la abeja, la mosca, la abubilla, el cuervo, el saltamontes, la hormiga, el pájaro ababil y el pájaro de Issa (¡con él la plegaria y la paz!), que no es otro que el murciélago".
El jeique dijo: "Maravilla tu exactitud. Desearía también saber por ti cuál es el versículo en que nuestro santo Profeta juzga a los infieles".
Ella contestó: "Es el versículo donde se encuentran estas palabras: Los judíos dicen que están errados los cristianos, y los cristianos afirman que los judíos ignoran la verdad. ¡Por lo demás tienen razón unos y otros!”
Cuando oyó el jeique estas palabras, declarose satisfechísimo; pero quiso interrogarla todavía. Así, pues, le preguntó:
"¿Cómo vino el Corán desde el cielo a la tierra? ¿Bajó íntegro, copiado de las tablas que se guardan en el cielo, o bajó en varias veces?"
Ella contestó: "Por orden del Señor del universo, se lo dió el ángel Gabriel a nuestro profeta Mohamed, príncipe de los enviados de Alah, y lo hizo por versículos según las circunstancias, en el interregno de veinte años.”
El preguntó: "¿Cuántos compañeros del Profeta se cuidaron de ordenar todos los versículos dispersos del Corán?"
Ella dijo: "Cuatro: Abi ben-Kaab, Zeid ben-Tabet, Abu-Obeida ben-Al-Djerrar y Othmán ben-Affán. (¡Alah tenga en su gracia a los cuatro!) "
El preguntó: "¿Cuántos son los que nos transmitieron y enseñaron la verdadera manera de leer el Corán?"
Ella contestó: "Cuatro: Abdalah ben-Massud, Alei ben-Kaab, Moaz ben-Djabal y Salem ben-Abdalah".
Preguntó él: "¿En qué ocasión descendió del cielo el siguiente versículo?: “¡Oh Creyentes, no os privéis de los goces terrenos en toda su plenitud!”
Ella contestó: “Cuando algunos, queriendo llevar más lejos de lo preciso la espiritualidad, resolvieron disciplinarse y gastar cilicios de crin.”
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana y se calló discretamente.