Las mil y una noches:275
PERO CUANDO LLEGO LA 279ª NOCHE
editarElla dijo:
"... resolvieron disciplinarse y gastar cilicios de crin".
Cuando oyó el sabio estas respuestas de Simpatía, no pudo menos de exclamar: "¡Certifico ¡oh Emir de los Creyentes! que esta joven posee una sabiduría innegable!"
Entonces Simpatía pidió permiso para hacer una pregunta al jeique, y le dijo:
"¿Puedes decirme qué versículo del Corán comprende veintitrés veces la letra kaf, cuál comprende diez y seis veces la letra mim y cuál comprende ciento cuarenta veces la letra ain?"
Estupefacto quedó el sabio, sin poder hacer la menor referencia sobre ello; y después de quitarle el manto, Simpatía se apresuró a indicar por sí misma, entre la general estupefacción de los concurrentes, los versículos pedidos.
Entonces se irguió en medio de la asamblea un médico reputado por lo vasto de sus conocimientos y que había producido libros muy estimados. Encarase con Simpatía y le dijo:
"¡Hablaste de un modo excelente acerca de lo espiritual; pero ya es hora de ocuparse del cuerpo del hombre, sus nervios, sus huesos y sus vértebras, y por qué se le llamó Adán!"
Ella contestó: “El nombre de Adán, viene de la palabra árabe adim, que significa la piel, la superficie de la tierra, y se llamó así, el primer hombre porque fué creado con un amasijo de tierra de diversas partes del mundo. En efecto, la cabeza de Adán se formó con tierra de Oriente, su pecho con tierra de la Kaaba, y sus pies con tierra de Occidente.
"En el cuerpo dispuso Alah siete puertas de entrada y dos de salida: los dos ojos, las dos orejas, las dos narices y la boca, y por otra parte, una delantera y un ano.
"Luego, para dar un temperamento a Adán, el Creador reunió en él los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. He aquí por qué el temperamento bilioso tiene la naturaleza del fuego, que es cálido y seco; el temperamento nervioso tiene la naturaleza de la tierra, que es seca; el linfático tiene la naturaleza del agua, que es fría y húmeda; y el sanguíneo la naturaleza del aire, que es cálido y seco.
"Después de lo anterior, acabó Alah de constituir el cuerpo humano. Puso en él trescientos setenta conductos y doscientos cuarenta huesos. Le dió tres instintos: el instinto de la vida, el instinto de la reproducción y el instinto del apetito. Luego le puso un corazón, un bazo, pulmones, seis tripas, un hígado, dos riñones, un cerebro, dos compañones, un nervio y una piel.
Le dotó de cinco sentidos guiados por siete espíritus vitales. En cuanto al orden de los órganos, Alah puso el corazón en el lado izquierdo del pecho, y debajo de él extendió el estómago; puso también los pulmones para que sirviesen de abanicos al corazón; el hígado a la derecha para que fuese como la guarda del corazón, y por último el entrelazamiento de los intestinos y la articulación de las costillas.
"Respecto a la cabeza, se compone de cuarenta y ocho huesos; en cuanto al pecho, contiene veinticuatro costillas en el hombre y veinticinco en la mujer: esta costilla suplementaria se halla a la derecha y sirve para guardar al niño en el vientre de su madre, rodeándole y sosteniéndole".
El sabio médico no pudo disimular su sorpresa; luego añadió: "¿Puedes ahora hablarnos de los síntomas de las enfermedades?" Ella contestó: "Los síntomas de las enfermedades son externos e internos, y sirven para indicar la clase de dolencia y su grado de gravedad.
"Efectivamente, el hombre hábil en su arte sabe adivinar el mal nada más que con tomar el pulso al enfermo; de este modo averigua el grado de sequedad, de calor, de dureza, de frío y de humedad; sabe asimismo que si a un hombre le amarillean los ojos, es porque debe tener malo el hígado, y que si a otro se le encorva la espalda, es porque debe tener gravemente atacados de inflamación los pulmones.
"En cuanto a los síntomas internos que guían la observación del médico, son: los vómitos, los dolores, los edemas, los excrementos y la orina".
El preguntó: "¿A qué obedece el dolor de cabeza?"
Ella contestó: "El dolor de cabeza se debe principalmente a la nutrición, cuando se carga de nuevo el estómago antes que los primeros alimentos se hayan digerido; igualmente se debe a comidas hechas sin tener gana. La gula es causa de todas las enfermedades que asolan la tierra. Quien quiera prolongar su vida debe, pues, practicar la sobriedad, y además, levantarse temprano, evitar las vigilias, no hacer excesos con la mujer, no abusar de la sangría ni de las escarificaciones, y por último vigilar su vientre. A tal fin conviene que divida su vientre en tres partes, de las cuales llenará con alimentos una, con agua la otra y con nada la tercera, dejándola libre para la respiración y para que pueda el alma aposentarse allí. Lo mismo podría decirse del intestino, cuya longitud es de diez y ocho palmos".
El preguntó: "¿Cuáles son los síntomas de la ictericia?"
Ella contestó: "La ictericia o amarillez febril se caracteriza por el tinte amarillo que adquiere la piel, por el amargor de boca, los vértigos, la frecuencia del pulso, los vómitos y la aversión a las mujeres. El atacado por esta dolencia, se halla expuesto a graves accidentes, como las úlceras intestinales, la pleuresía, la hidropesía y los edemas, así como la melancolía de carácter grave, que, al debilitar el cuerpo, puede provocar el cáncer y la lepra".
El dijo: "¡Perfectamente! Pero ¿en cuántas partes se divide la medicina?"
Ella contestó: "Se divide en dos partes: estudio de las enfermedades y estudio de los remedios".
El dijo: "Veo que nada deja de desear tu ciencia. Pero ¿puedes decirme qué agua es la mejor?"
Ella contestó: "El agua pura y fresca contenida en un recipiente poroso frotado con cualquier perfume excelente o simplemente perfumado con vapores de incienso. No debe beberse más que después de la comida. Así se evitará toda clase de enfermedades y se pondrá en práctica la frase del Profeta (¡con él la plegaria y la paz!), que dijo: "El estómago es el receptáculo de todas las enfermedades, el estreñimiento la causa de todas las enfermedades, y la higiene el principio de todos los remedios".
El preguntó: "¿Qué comida es excelente entre todas?"
Ella contestó: "La preparada por mano de mujer, sin que haya costado demasiados preparativos, y cuando se come con corazón alegre. El plato llamado tharid es ciertamente el más delicioso de todos los platos, porque el Profeta (¡con él la plegaria y la paz!) ha dicho: "¡El tharid es con mucho el mejor de los platos, como Aischa es la más virtuosa de las mujeres!"
El preguntó: "¿Qué opinas de las frutas?"
Ella dijo: "Con la carne de carnero, son el alimento más sano. Pero no hay que comer demasiado cuando está avanzada la estación". El preguntó: "¿Y el vino?"
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.