Las mil y una noches:273

Las mil y una noches - Tomo II
de Anónimo
Capítulo 273: Pero cuando llegó la 277ª noche



PERO CUANDO LLEGO LA 277ª NOCHE

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Ella dijo:

"...Así, por ejemplo, está expresamente prohibido cambiar dátiles secos por dátiles frescos, higos secos por higos frescos, carne curada y salada por carne fresca, manteca salada por manteca fresca, y en general, todas las provisiones frescas por otras añejas y secas de la misma especie".

Cuando el sabio comentador del Libro hubo oído estas repuestas de Simpatía, no pudo menos de pensar que sabía ella tanto como él y no quiso declararse impotente para cogerla en falta. Resolvió, pues, hacerle preguntas más sutiles, y le interrogó:

"¿Qué significa lingüísticamente la palabra ablución?"

Ella contestó: "Eliminar por medio del lavatorio todas las impurezas internas o externas".

Preguntó él: "¿Qué significa la palabra ayunar?" Ella dijo: "Abstenerse".

Preguntó él: "¿Qué significa la palabra dar?" Ella dijo: "Enriquecerse".

Preguntó él: "¿Y el ir de peregrinación?" Ella contestó: "Alcanzar la meta".

Preguntó él: "¿Y hacer la guerra?" Ella dijo: "Defenderse".

A estas palabras, irguióse sobre sus pies el sabio y exclamó: "¡En verdad que para ella son insignificantes mis preguntas y argumentos! Asombra el saber y la clarividencia de esta esclava. ¡Oh Emir de los Creyentes!"

Pero Simpatía sonrió ligeramente y le interrumpió: "A mi vez -le dijo- quisiera hacerte una pregunta. ¿Puedes decirme, ¡oh sabio lector! cuáles son las bases del Islam?"

Reflexionó él un instante y dijo: "Son cuatro: la fe iluminada por la razón sana; la rectitud; el conocimiento de los deberes y derechos estrictos y la discreción y el cumplimiento de los compromisos".

Ella añadió: "¡Permíteme que te haga otra pregunta todavía! Si no pudieses resolverla, tendré el derecho de arrebatarte el manto que te sirve como distintivo de sabio lector del Libro!"

Dijo él: "¡Acepto! ¡Venga la pregunta, ¡oh esclava!" Ella preguntó: "¿Cuáles son las ramas del Islam?"

El sabio permaneció algún tiempo recapacitando, y finalmente no supo qué responder.

Entonces habló el propio califa y dijo a Simpatía: "¡Responde tú misma a la pregunta, y te pertenecerá el manto de este sabio!"

Simpatía se inclinó y repuso: "¡Los ramajes del Islam son veinte: la observancia estricta de lo que enseña el Libro; conformarse con las tradiciones y la enseñanza oral de nuestro santo Profeta; no cometer nunca injusticias; comer los alimentos permitidos; no comer jamás alimentos prohibidos; castigar a los malhechores, a fin de que no aumente la malicia de los malos por causa de la indulgencia de los buenos; arrepentirse de las propias faltas; profundizar en el estudio de la religión; hacer bien a los enemigos; llevar vida modesta; socorrer a los servidores de Alah; huir de toda innovación y todo cambio; desplegar valor en la adversidad y fortaleza en las pruebas a que se nos someta; perdonar cuando se es fuerte y poderoso; ser paciente en la desgracia; conocer a Alah el Altísimo; conocer al Profeta (¡con él la plegaria y la paz!) ; resistir a las sugestiones del Maligno; resistir a nuestras pasiones y a los malos instintos de nuestra alma; proclamarse en absoluto al servicio de Alah con toda confianza y toda sumisión!"

Cuando el califa Harúm Al-Raschid hubo oído esta respuesta, ordenó que inmediatamente despojaran de su manto al sabio y se lo dieran a Simpatía, lo cual se ejecutó en seguida, ante la confusión del sabio, que salió de la sala cabizbajo.

Entonces se levantó un segundo sabio, reputado por su sagacidad en los conocimientos teológicos, y a quien todos los ojos designaban para que tuviera el honor de interrogar a la joven. Se encaró con Simpatía y le dijo:

"Sólo voy a hacerte breves y pocas preguntas, ¡oh esclava! Ante todo, ¿puedes decirme qué deberes han de observarse durante la comida?"

Ella contestó: "Lo primero es lavarse las manos, invocando el nombre de Alah en acción de gracias. Luego se sienta uno con la nalga izquierda; no se sirve para comer de más dedos que del pulgar y de los dos primeros; no se toman más que bocados pequeños.; no se mastica bien la comida, y no debe mirarse al vecino; para no azorarle o cortarle el apetito".

El sabio preguntó: "¿Puedes decirme ahora, ¡oh esclava! a qué se llama cualquier cosa, la mitad de cualquier cosa y menos que cualquier cosa?"

Ella contestó sin vacilar: "¡El creyente es cualquier cosa, el hipócrita es la mitad de cualquier cosa y el infiel es menos que cualquier cosa!"

El añadió: "¡Así es! ¡Dime! ¿Dónde está la fe?"

Ella contestó: "La fe habita en cuatro lugares: en el corazón, en la cabeza, en la lengua y en los miembros. ¡Por eso la fuerza del corazón consiste en la alegría, la fuerza de la cabeza en el conocimiento de la verdad, la fuerza de la lengua en la sinceridad, y la fuerza de los demás miembros en la sumisión!"

El preguntó: "¿Cuántas clases de corazones hay?"

"Hay varias: el corazón del creyente, que es un corazón puro y sano; el corazón del infiel, que es completamente opuesto al primero...

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.


Aclaración

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El traductor une en este capítulo las noches 276 y 277.