La piedra cansada: cuadro undécimo

La piedra cansada
de César Vallejo
ACTO TERCERO

ACTO TERCERO

Cuadro Undécimo


En la Intipampa. Noche. Muchedumbre. Efervescencia.


QUECHUA PRIMERO: — El dios de la centella está enfadado. Así lo dice el oráculo. Un horrorífico sacudimiento de tierra han anunciado sacerdotes y adivinos. Volved a vuestros hogares y matad, sin demora, cuantas tórtolas podáis.


MUJER PRIMERA: — Encaminaos, antes, a los templos, a las huatas y ofreced a Viracocha, como exvotos, objetos de plata y cobre, puñados de tierra y pintadas piedrecillas.


MUJER 2: — Agolpadas al umbral de sus viviendas, las mujeres, para ahuyentar el mal, deben echar al viento, como lo hacen para ahuyentar la lluvia, sus cabelleras libres, desgreñadas.


MUJER 3: — Pero, en suma, ¿cuál es, según los villacs, la causa de la cólera divina?


QUECHUA 2: — ¡Algunas esposas han dado a luz criaturas abortadas!


QUECHUA 3: — ¡Una doncella del templo de las Escogidas, ha salido enloquecida y se ha arrojado al Huatanay!


MUJER 4: — Los niños, como poseídos del supay, gimen y se debaten, arañando los senos maternales.


PIRUC PRIMERO: — Multitud piadosa, oíd: las nubes de la tarde han sido extrañas...


LA MULTITUD: — ¡Señales en el cielo: desgracias en la tierra!


PIRUC PRIMERO, continuando: — Las nubes de la tarde han sido extrañas, es verdad... al cerrar la noche, una candela ha sido distinguida por el lado de las tierras labrantías de Senca, a una gran distancia. Esperamos la llegada del mensaje.


LA MULTITUD: — ¡La expedición fracasa! ¡Los guerreros del Sol mueren de frío! Los veteranos del Maule y de Atakama se baten en retirada...


PIRUC 2: — La hostil naturaleza, la defección de muchos tambos del tránsito y las flechas, emponzoñadas de sustancias desconocidas, de los kobras,detienen, por el momento, el avance de las armas imperiales. Sin embargo, el último mensaje anuncia encontrarse nuestro ejército en víspera de un nuevo y decisivo combate...


LA MULTITUD, en un clamor: — ¡Viracocha proteja a su pueblo!


PIRUC 2: — La batalla será cruenta, implacable...


LA MULTITUD: — ¡Vencedores o vencidos, gloria a los guerreros!


PIRUC 2: — ¡Esperamos noticias! ¡La raza del Sol es invencible!


PIRUC PRIMERO: — Entre tanto, dispersaos. Bebed un trago de los arroyos y arrojad unas gotas de chicha, dando papirotes al aire, en dirección del frente de batalla. Aquéllos de entre vosotros, que habitéis las campiñas, golpead,al arribar a los sembríos, las matas en flor, dando voces de alerta,apostrofando a los cometas apagados.


MUJER 5: — Los alcas, asustados, han aullado por el lado de Kazana. Seles ha azotado y han huido entre los matorrales, husmeando las piedras yrascando desesperadamente el suelo...


LA MULTITUD, de pronto: — ¡Un chasqui! ¡Un mensajero!


CHASQUI PRIMERO, jadeante: — ¡La conquista de los kobras quedaconsumada!...


LA MULTITUD, interrumpiendo: — ¡Loor a los guerreros del Tahuantinsuyo! ¡Loor a las armas del Sol!


CHASQUI PRIMERO: — Quinientos mitimaes vienen uncidos a las andas victoriosas de los quechuas... Cuatrocientos hijos del Sol quedan establecidos en las mesetas conquistadas. Jamás el arrojo de los quechuas fue más grande. En el asedio de Chirmac, la ciudadela kobra principal, la acción de los hacheros sobre todo, ha cubierto de sangre enemiga a las nieves perpetuas.


PIRUC: — Comunidades y ayllus, quemad, en acción de gracias a Viracocha,harina del maíz milagroso del Collao, al pie de los sillares de pórfido de los antepasados, en las conchas y caracoles domésticos y en todo hueco de pared, muralla, roca o montículo. En cuánto a las estatuas de animales, podéis liberarlas de todos los exvotos. ¡Ya lo veis: por los cuatro costados del reino, las fronterizas yerbas, como las pestañas de las vicuñas en pleno crecimiento, miran cada vez más allá... más allá, más allá!...


LA MULTITUD: — ¡Loor a los expedicionarios de los Andes! ¡Loor a los vencedores del Oriente!(La multitud se dispersa)


QUECHUA 4, al chasqui: — A tiempo llegaste. El pueblo empezaba a inquietarse. Las noticias, en suma, no eran halagüeñas.


CHASQUI PRIMERO: — ¡Nueve lunas! Mas juzguemos en razón: tan solo las peripecias del viaje, sin contar los estragos de los combates librados, han mermado considerablemente el empuje de las huestas. El solo escalonamiento del contrafuerte central, entre ventisqueros mortíferos, ha dejado tras sí más cadáveres que todos los encuentros con el enemigo.


QUECHUA 5: — No hablemos, naturalmente, de los cóndores y jaguares de guerra de los kobras, que según se dice, forman la vanguardia enemiga. ¡Cada cóndor es capaz de hacer frente a cuatro hombres, y cada jaguar, a siete!


QUECHUA 6: — ¡Otro chasqui! ¡Otro mensajero! ¿Qué sucede? (La multitud refluye en medio de una gran confusión)


LA MULTITUD: — ¡Ha mentido! ¡Que se le entierre vivo! ¡Un collahuata!


PIRUC PRIMERO: — ¡Dejadle hablar! Formula, mensajero, tu mensaje.¿De dónde vienes? ¿Quién te envía?


CHASQUI 2: — La noticia viaja desde Chimac. Cuarenta chasquis y trece luminarias en los montes, la transmiten.(La multitud escucha ansiosamente) La envía el apusquepay, desde el mismo campo de batalla... (El chasqui aceza y no puede proseguir)


PIRUC 2: — ¡Habla! ¡Te arrancarán las uñas! ¿Qué más? ¿Te darás prisa?


CHASQUI 2: — Un soldado de la expedición, un simple hachero, de nombre Tolpor, ha sido el héroe de la toma de Chimac. (Exclamaciones de estupor de la multitud) No solamente ha sido el héroe de la última batalla, que ha puesto fin a la campaña, sino el héroe de todos los encuentros con el enemigo. (Nuevas exclamaciones de estupor) El valor, la audacia, la intrepidez del hachero, han despertado en el ejército del Sol entusiasmo y tan apasionada admiración, que, á esta hora, Tolpor es proclamado jefe supremo de las tropas en campaña y llevado en triunfo por el campo de los kobras, como un pequeño rey por sus dominios... (La multitud, perpleja, se queda muda, mirando al chasqui)


PIRUC PRIMERO, al chasqui segundo: — ¡Charlatán! ¡Sacrílego! (A la multitud) ¡Enterradle vivo!...


PIRUC 3, al chasqui: — ¡Eres un collahuata! ¡Ven aquí! ¡Muestra tu cabeza!¡A ver! ¡A ver! ¡Descúbrete! (El chasqui se descubre la cabeza, que un grupo de pirucs examina, en medio del silencio de la multitud)


PIRUC 4: — No. No es un collahuata: la cabeza no lleva achatamiento, ni traza alguna de tablillas. Nativo es el frontal, los parietales. (Mirándole en los ojos fijamente) ¿Extranjero?... Tampoco.


CHASQUI 2: — Otras palabras sueltas he oído, a mi paso...


LA MULTITUD: — ¿Quién es Tolpor? ¡Dilo todo! ¿De qué ayllu es el hachero?


CHASQUI 2: — Se ignora quien es él y cual es su origen. Una cosa he oído murmurar, en medio de los gárrulos comentarios populares del tránsito, y esta cosa es que las hazañas del hachero se deben a un amuleto, consistente en la mano derecha de una momia enemiga,arrebatada por Tolpor de un templo kobra del tránsito.


PIRUC 2: — Por el contrario, las reliquias arrebatadas a los enemigos tullen el brazo usurpador.


CHASQUI 2: — Las tropas conquistadoras regresan. En el viento de la altura, llega a las quebradas, por instantes, el eco de los cuernos triunfales,cada vez más cercanos y sonoros. Es una vibración muy singular, jamás oída:imaginad unos clarines, como hechos de cráneos de grandes mamíferos, a cuya dentadura vinieran atadas sartas movibles de pequeñas antaras de metal; al agitarse el aire dentro de ellos, un aullido famélico, se escucha...


LA MULTITUD, en una explosión de entusiasmo: — ¡Loor a Tolpor, el vencedor de los kobras! ¡Loor a las armas del Tahuantinsuyo! (Un desbordamiento de júbilo estremece a la multitud, cuyo flujo y reflujo se hacen cada vez más intensos. Una marcha militar pasa a lo lejos)


PIRUC PRIMERO: — ¡Ayllus y comunidades, originarios y mitimaes, la conquista de los kobras constituye, con la de los chimús, las dos hazañas mayores llevadas a cabo hasta aquí, por el ejército del Inti! ¡Gloria y regocijo reemplacen al temor y a la zozobra en nuestros pechos! ¡Aprestad para los hombros de los héroes que vuelven, el algarrobo quechua y para el paladín del la victoria, la diadema del pueblo y los largos pendientes de curaka!


LA MULTITUD: — ¡Tolpor, el del hacha prepotente! ¡Tolpor, nueva cuña del reino! ¡Loor a ti, fama a tu brazo triunfador! (La multitud entona el hailli)


UN MIEMBRO DEL CONSEJO DE LOS ANCIANOS: — No es la primera vez que un oscuro hombre del pueblo, un simple siervo — sin la instrucción que recibe el noble, es verdad, pero dotado de cualidades naturales excepcionales— destaca su figura y se eleva a la gloria, al servicio del Imperio. La historia nos ofrece frecuentes ejemplos de este género: ora será un gañán, un pastor, un cantero, un centinela... Ello es que, sin remontar muy lejos en los anales quechuas, bajo el reinado de Pachacútec, la célebre expedición sobre los chachapoyas, que nos abrió la cuenca del bajo Marañón, fue obra de Arikayma, de un ayllu perdido en las mesetas contisuyas, zagal de oficio y llegado por su hazaña, a los honores de curaka de Shilay, general y príncipe del reino. Más atrás, bajo Mayta Capac, se recuerda al tejedor Subanan Kicha, conquistador de los huacrachucos; Ollavir, el pescador, llegado al gran quipucamayoc de la leyenda; Puku, el astrónomo, inventor del actual Kalasasaya, antiguo camarero de un curaka montañés; y, en fin, Untawara, el pacificador de los Ilivirus, trabajador humilde de las minas de Achu-pachi. Ahora es Tolpor, un albañil. ¿Quién le conoce? Nadie. Las raíces de la palabra Tolpor son, a lo que parece, titikakas. Ya veremos. Ya veremos. Por el momento, no nos es dable sino convenir en que los hombres, como las cosas, no valen más que por la función que desempeñan en tal o tal circunstancia de la vida. ¿Qué vale un grano de arena, en sí mismo? Nada. Caído en el ojo de un pintor, puede ser un desastre. ¿Qué vale una gota de agua, en sí misma? Nada.Caída en una chispa, puede evitar un incendio.


QUECHUA 8: — ¡La más experta y segura de las hondas no arroja más derecho su piedra!


EL ANCIANO: — ¿A qué altura coloca al vencedor de los kobras, su proeza? De perdida, iba para perdida la expedición. Mustios, acongojados, los quechuas, tras las últimas noticias, se daban a las peores conjeturas. Alguien ha hablado del enojo de Yllapa, y, arrebujados en esquinas y plazuelas, los más débiles se disponían a sufrir resignadamente el castigo delos dioses, por una culpa misteriosa, como se disponen los perros,encogiéndose, a recibir el látigo... (murmullos en la multitud) En estas circunstancias, llega el mensaje, inesperado y deslumbrante del triunfo dela expedición... ¿Qué merece el capitán, que así ha alcanzado en tal prodigio militar? El Consejo de los Ancianos se dispone a deliberar. Desde hoy, el ilustre Raujaschuqui, el veterano Quilaco y el Villac Umo, se proponen discernirle una de las llaves del Koricancha, llave que le confiere la tercera autoridad del Imperio, después de la del Inca y de la de su hermano, el Villas Umo.


LA MULTITUD: — ¡Sí! ¡Tolpor, tercera llave del reino! ¡Tercera jerarquía del Imperio! ¡Tercera cabeza de la raza!


EL ANCIANO: — ¿Le aceptáis como tal? ¿Os brilla como Piruc de pirucs?


LA MULTITUD: — ¡Trofeos a Tolpor! ¡Estandartes, realeza, potestad! (Se dispersa)


SALLCUPAR, pensativo, para sí: — ¡Tercer cetro del Tahuantinsuyo! ¡Extraño destino!


QUECHUA 9, bajando la voz: Amauta, ¿conoces las escalinatas de tres gradas de los templos de Yurarka? ¿Cuál es, a tu parecer, la tercera delas gradas? ¿La primera, subiendo? ¿La primera, bajando?


SALLCUPAR: — ¡Escabrosa pregunta! ¡La tercera grada, en miopinión, es la más alta! (Señalando con el índice unas gradas invisi-bles,de abajo a arriba) Primera, segunda, tercera...


QUECHUA 9: — Exactamente. El orden de las cosas, visibles o invisibles — escalinatas de piedra o jerarquía entre los hombres— es orden ascendente: las primeras categorías se hallan abajo, las últimas arriba.


QUECHUA 10: — Ni más ni menos.


SALLCUPAR: — ¿Queréis afirmar con ello que en el orden social, el pueblo está por encima del Inca, de la nobleza y del clero?


QUECHUA 9: — Algo por el estilo. En todo caso, considerad el caso de Tolpor: ¿de dónde viene?


QUECHUA 10: — Del seno mismo de un ayllu, de la plebe, según parece. (En esto, la multitud vuelve a refluir, presa de gran alarma)


UN SOLDADO: — Estad seguros: son voces de entusiasmo de las huestes que vuelven, las que se oyen. Convenid: entre un grito de júbilo y un rugido de combate, no media más que la oreja que los oye.


LA MULTITUD: — Y, sin embargo, chasquis y caminantes aseguran lo contrario. ¿Qué sucede? ¿Qué extraños fines traen los ejércitos triunfantes?¿Qué turbia agitación los lanza así contra la ciudad sagrada?


UN VILLAC: — ¡Calmaos! ¡Ayllus disciplinados y prudentes!


MUJER 6: — Padre Villac, ¿qué va a suceder? ¡Mira a este niño!(Muestra a un niño, que ella lleva en la mano)Esta tarde, al pasar bajo un arco-iris, de una a otra orilla del Huatanay, se ha quedado repentinamente mudo... (Exclamaciones de mal presagio de la multitud. La mujer, al niño) ¡TupoHuaya, habla! ¡Habla, niño de mis entrañas! ¡Habla, corazón!... ¡Habla!... (El niño permanece mudo)


VILLAC: — Retiradle. Es el tiempo de la nieve. Hacedle orinar en una mata de líquenes de Jauja, y pasará. (Dirigiéndose a la multitud) Y,vosotros, ¿qué os inquieta? Indigno es de quechuas, amedrentarse y, lo quees peor, sin causa.


QUECHUA 11: — Padre Villac, como lobos famélicos, los soldados de Tolpor avanzan sobre el Cuzco.


MUJER 7: — Se murmura que el Hachero está poseído del supay.


QUECHUA 12: — Hasta es posible que Tolpor sea nada menos que un kobra, un enemigo disfrazado. Dicen que le siguen millares de voluntarios kobras.


QUECHUA 13: — De otro modo, si eso no es cierto, habrá que creer que los guerreros del Sol se han vuelto locos, volviéndose de pronto y sin motivo,contra la capital del Imperio.


AUQUI: — ¡Silencio, gentes ignorantes, timoratas! Lo que vosotros tomáis por signos de turbulencia o de amenaza de las huestes contra el Cuzco,no es otra cosa, como os dijo ya un saldado, que los ecos del regocijo delirante de los héroes que vuelven.


LA MULTITUD: — ¡Viracocha proteja a su pueblo! (De pronto una violenta sacudida agita a la multitud. Una marcha guerrera suena a lo lejos. La multitud exclama, —unas despavoridos, otros entusiastas— en medio de una gran confusión) ¡Tolpor!... ¡Tolpor!... ¡Los expedicionarios de los Andes!... ¡Los vencedores de los kobras!... (La multitud, mirando a uno y otro lado de la escena, indecisa, espera)


SALLCUPAR: — Toda la madera del reino no alcanzaría para fabricar la jaula destinada a guardar mi gran secreto...


LA MULTITUD, yendo repentinamente al encuentro de las tropas: — ¡Illapisko! ¡Illarini! ¡Koychi-kuychi!... (Vítores, aclamaciones)


SALLCUPAR, a un anciano que, con él son los únicos que quedan en la escena: — Anciano, ¿qué diferencia existe entre el hombre que oculta un secreto y aquél que niega la verdad? ¿Un secreto es, quizá, una verdad que se niega? ¿El que guarda un secreto, peca, acaso, de mentira?


ANCIANO: — Amauta, no te entiendo.


SALLCUPAR: — ¡Anciano, pongo en tus manos este pequeño pensamiento,que rebasa de mis sienes: el amor, ¡qué inmensidad! En todo está el amor. Es como el oro. Todo en el mundo es oro: el Koricancha es de oro, el palacio del Inca es de oro, el baño de la ñusta es de oro, el banco del sabio es de oro, la flecha del soldado es de oro y la cabaña del gañán también es de oro puro, buen anciano. ¡Todo en el mundo es de oro, y todo en la existencia es amor!


ANCIANO: — ¿Y el odio, amauta? ¿Qué sitio ocupa el odio en tu sistema?


SACLLUPAR: — ¡También el odio es amor!... (De pronto, unas mujeres pasan aterradas por la escena)


MUJER 9: — ¡Los guerreros atacan!


MUJER 10: — ¡El hachero, contra el Cuzco! (Farándulas del pueblo cruzan la escena, bailando, al son de una música de guerra, la danza de las hachas)


TELÓN