La piedra cansada: cuadro octavo

La piedra cansada
de César Vallejo
ACTO SEGUNDO

ACTO SEGUNDO

Cuadro Octavo



Una estancia en casa del amauta Sallcupar. Crepúsculo. Silencio.


VOZ DE SALLCUPAR, salmodiante: — ¡Una constante imagen viaja en lo más alto de su pensamiento: la imagen de la ñusta! ¡Una constante nota vibra en sus oídos: la voz de la princesa!... ¡Tolpor avanza entre la multitud, como llevado en alas de esa voz y en los rayos de luz de aquella imagen! ¡Una sombra le sigue: el remordimiento de amar a una ñusta!... (Pausa) ¡Un lugar hay en el mundo, al que nunca llegará el pie del hombre! ¿Cuál es ese lugar? ¿Dónde se halla ese lugar?... ¡Hay una ley también por descubrir para la dicha plena de este mundo! ¿Cuál es esa ley? ¿Dónde encontrarla? ¿Cómo dar con ella?... ¡Incógnitas! ¡Incógnitas!¡Incógnitas!...

(Silencio. De pronto, un rayo del sol poniente entra y enciende una pequeña antorcha, segundo término derecha de la escena; un segundo rayo entra por otro lado y enciende otra antorcha al centro, y un tercero, otra, a la izquierda. Iluminada así la estancia, se descubre en ella una decoración severa y esquemática. Un juego circular de ventanas trapeciales, abiertas al cielo. Las antorchas que acaban de encenderse, aparecen colocadas sobre tres gruesas columnas truncadas, hechas de tallos de árboles, blancas y de una altura un tanto superior a la estatura de una persona. La estancia continúa y se pierde por la izquierda de la escena; al desaparecer, el plafón sostiene, colgado a media altura, un gran disco de cobre a modo de campana. Sallcupar aparece sentado en el suelo, al pie del disco,de perfil al público y mirando a la izquierda de la escena. Pausa. Un tamborcillo empieza a sonar, lento, rítmico, monótono, lejano).


CHASQUI BLANCO, por la derecha con una bandeja negra: — ¡No matar! ¡No mentir! ¡No estar ocioso! (Se detiene junto a la antorcha del centro y se inclina ante Sallcupar) En mi bandeja traigo un camino... Un trozo de camino... hallado en el rincón de una prisión. Partí con el alba y llego con la noche... He caminado, me he cansado y he vuelto a caminar... ¿qué otra cosa podría yo traerte padre, sino un camino...?


SALLCUPAR: — Apaga para verlo. ¿Es un camino? (El chasqui apaga la antorcha del centro y el amauta se cubre los ojos con ambas manos. Pausa, durante la cual tan sólo se oye a lo lejos el tambor. Un chasqui negro viene precipitadamente por la derecha y se detiene junto a la antorcha del mismo lado. Sallcupar, descubriéndose los ojos y mirando de nuevo hacia la izquierda del tablado) Por encima de la multitud y de los altos molles que rodean la Intipampa, se alcanza a distinguir los andenes del cerro Huanacaure, el torreón de Salkamarca, algunas torrecillas de templos y palacios. La muchedumbre rebulle de pronto y un vasto rumor se escucha. ¿Son los arqueros que irrumpen, precediendo aun tiro de honda, el anda imperial?...


CHASQUI NEGRO: — No, padre. No son los arqueros imperiales. Es un joven que cruza la ciudad a paso rápido y ansioso...(El tamborcillo sigue sonando y se acerca)


SALLCUPAR: — Apaga para oírlo. (El chasqui negro apaga laantorcha de la derecha y el tambor cesa de golpe. Silencio profundo) Una nota... Una imagen... Una sombra... Una gran sombra... Y, a medida que atraviesa la ciudad, las dimensiones del mundo y de la vida se pelean su destino, como pájaros rapaces... (Silencio. Luego, una queja dolorosa y aguda por la izquierda. Sallcupar poniéndose repentinamente de pie y sin despegar la vista de aquel lado de la escena) ¿Quién?


UNA VOZ LEJANA, musical, desolada, en decrescendo: ¡La distancia!...¡La distancia!... ¡La distancia!...


CHASQUI NEGRO: — La distancia entre el fuego y la ceniza.


CHASQUI BLANCO: — La distancia entre el ojo y la mirada.


LA VOZ LEJANA: — Ni esa distancia ni la otra. Solamente la distancia entre los cuerpos caminando sin moverse eternamente. (Vuelve a encenderse la antorcha del centro y el chasqui blanco la retira de la columna, pone a ésta por el suelo y coloca, a su lado, la antorcha, como junto a un cadáver)


SALLCUPAR, dirigiéndose a la voz: — Te escucho. ¿De dónde viene así y a dónde va? ¿Qué ley le hace salir de nuestras leyes? ¿Qué signo hace su cuerpo al agitarse o reposar?... (Corto silencio. Unos pasos se aproximan, presurosos. Vuelve a encenderse la antorcha de la derecha y el chasqui negro vase por el mismo lado. Cuando los pasos que vienen por este mismo extremo, van a desembocar en el tablado, Sallcupar vase a su turno por la izquierda)


EXTRANJERO, sin el tamborcillo, por la izquierda: — ¡Chasqui!¡Mensajero!


CHASQUI BLANCO, avanzando a su encuentro: — ¡Viracocha proteja asu pueblo!


EXTRANJERO: — ¿Qué costumbre es la vuestra, de saludar a un desconocido que llega a una morada, saliendo cuando él entra?


CHASQUI BLANCO: — Entre los quechuas, padre, los seres y las cosas seconocen de perfil: los vegetales vibrando; las plantas, de pie, inmóviles;los hombres, caminando. (Inclinándose)¡Ama Sua! ¡Ama Llulla! ¡AmaKella!


EXTRANJERO: — El amauta me esperaba?


CHASQUI BLANCO: — El amauta esperaba a un extranjero.


EXTRANJERO: — Yo soy el extranjero.


CHASQUI BLANCO: — ¿Tu saludo? ¿Tu adiós? ¿Tu derrotero?


EXTRANJERO: — Del país de los grandes telares y de las cataratas.Gañán de oficio. Llevo siete solsticios en el Cuzco


CHASQUI BLANCO: — ¡Extranjero: los templos carecen de sombra, bajo la luz solar de mediodía!...(Se inclina y vase por la izquierda. El extranjero, solo, observa en torno con curiosidad)


SALLCUPAR, por la derecha: — ¡Extranjero: los templos no carecen de sombra, bajo la luz solar de mediodía!


EXTRANJERO: — Sallcupar, el infalible: aquí están todos mis huesos, para que de ellos hagas una hoguera a cuyo fulgor te será dado ver si malicia, interés o presunción animan mis palabras...


SALLCUPAR, perentorio: — ¿Cómo este siervo ha concebido tal pasión?


EXTRANJERO: — He aquí mi dictamen de extranjero: no es él que fue a ella, ni ella a él...


SALLCUPAR:— ¿Cuántas veces ha visto a la princesa?


EXTRANJERO: — Muchas veces. De cerca; de lejos...


SALLCUPAR: — Le ha hablado alguna vez?


EXTRANJERO: — Muy pocos veces, y de paso; así...


SALLCUPAR: — ¿Y ella? ¿Sabe que el siervo la ama?


EXTRANJERO: — Ni lo sospecha. Apenas si recuerda que él existe o que le ha visto alguna vez. ¿Tú la conoces?


SALLCUPAR: — La desconozco tanto como tú. Escucha extranjero: el cuerpo humano tiene dos mitades verticales; un abismo profundo las separa y, sin embargo, más cerca está una mano de la otra, que del pie del mismo lado.


EXTRANJERO: — ¡Luminoso aforismo, Sallcupar!


SALLCUPAR: — Ahora bien, en la escala de nuestra jerarquía social,como en la escala del organismo humano, hay el pie y la mano, el ayllu y la nobleza; lo que, trasladado al dominio del amor, significa que hay la vecindad y unión del hombre del ayllu con la mujer del ayllu, al ras del suelo, y arriba, la vecindad y unión del príncipe y la ñusta, del auqui y de la coya...


EXTRANJERO: — Es la norma sagrada entre los quechuas.


SALLCUPAR: — ¡Tolpor, al infringirla, anda inspirado y movido por el supay!


EXTRANJERO, mirando al lado izquierdo de la escena: — Viene sudando frío, agitadísimo, cubierto de una palidez mortal.


SALLCUPAR: — Ayer, daba señales de suma postración.


EXTRANJERO: — Sus ojos me dan miedo, bajo esa frente plana, sin alero,como hecha de un colmillo misterioso.


SALLCUPAR: — ¿Se frota, acaso, el cuerpo con sabandijas vivas?


EXTRANJERO, mirando al lado izquierdo de la escena: — A ratos, un mundo prodigioso le posee. A las preguntas que se le hace, da respuestas sin nexo ni sentido...


SALLCUPAR, mirando igualmente al mismo lado del tablado: — En las comisuras de sus labios, dejaban verse ayer espumarajos, y estiraba, por momentos, los brazos y las piernas, como haría en su lecho un moribundo.


EXTRANJERO: — El parche del tambor, cuando él andaba, ha emitido algo así como el rumor de una boa, que se enrosca a otra boa.


SALLCUPAR: — No se sabe, en resumen, el origen de su linaje. Unos dicen que sus ascendientes proceden de un país oriental, de más allá de Pacaretambu, la morada que amanece, el lugar de las cuatro dimensiones;otros refieren que vinieron de un imperio remoto, donde la Luz tiene su lecho nocturno. ¡Lamentable incertidumbre: que, caminando al pasado, se llega al porvenir!


EXTRANJERO: — Un olor mineral, áspero y fuerte, se exhala, por la noche, de las piedras de su casa...


SALLCUPAR, tras de mirar el cielo por las ventanas, interrumpiendo: — ¡Llamadle! ¡Llamadle! ¡Coronada de reptiles, la experiencia del hombre tiene el pecho de paloma!...(El extranjero vale por la izquierda, Sallcupar, solo) ¿Qué decirles? ¿De qué barro amasar mi consejo?... La verde y amplia túnica, viste el cuerpo del amauta; el penacho septicolor cubre la cabeza de los héroes; la vestidura azul, con hilados de áloe en forma de rutilantes insectos, engalana a los pálidos y suaves arabicus; el manto de jaspeadas pieles de murciélago, cae, majestuosamente de los hombros de los incas, y su fina y graciosa falda, bordada con flecos policromos, ciñe voluptuosamente las caderas de las vírgenes del Sol... Trajes, empero, existen, que no van a nadie bien, que no visten cuerpo alguno; pasiones hay también, que no caben en razón alguna, que nada disculpa... (Animándose) ¡Viracocha, eje del mundo!¡Profundidad del agua! ¡Altura de la llama! ¡Arranca de los muros de plata de los templos, un reflejo de luz para mis ojos, y de sus muros de oro,un reflejo de luz para mi frente!... (Tolpor entra por la izquierda, con una expresión de pesadilla en su semblante; se detiene, a la entrada de la escena, clavando unos ojos deslumbrados en Sallcupar. El amauta le envuelve en una larga mirada compasiva.) (Pausa)


TOLPOR, en un murmurio: — Una tortuga... Al atravesar el Hurin Cuzco, he visto a unos niños arrastrar una tortuga con sus hondas.


SALLCUPAR, con voz suave, tranquila: — Entra. Pasa...(Tolpor avanza) Mira, sin temor ni recelo, en torna suyo. (Tolpor mira en torno) Es la mansión de las ideas. Las cosas son aquí claras, precisas; sus bordes, rotundos, definidos, (Tolpor parece nadar en las tinieblas). Es la casa en que nuestras pupilas alcanzan su máxima dilatación. (Y, como Tolpor mira por una de las ventanas) Esa ventana cae a las tierras volcánicas del Sumpe. (Señalando las otras ventanas) Las demás...


TOLPOR, mirando por una de ellas: — ¿Quién pasa por aquélla? (Da unos pasos, ansioso, hacia la ventana)


SALLCUPAR: — Por aquélla pasan los espesos ganados que se alejan. Y por ésta (Señalando otra ventana), los contados ganados que regresan.


TOLPOR, de pronto, mirando por una cuarta ventana, alucinado: — ¡Qué veo!... ¡Es su morada!... Es su morada. Allá, esa luz... (Se pasa la mano por los ojos)


SALLCUPAR: — En efecto. Es su morada. Ya te he dicha: las pupilas,aquí, alcanzan a mirar... (Tolpor lanza un sollozo. El amauta, en otro tono) El extranjero afirma que todo ha sido así: fuera de ti y fuera de ella...


TOLPOR, sollozando: — ¡Rawa!... ¡Wiru!...


SALLCUPAR: — ¡Arde la antorcha de cortezas, arde la antorcha de en jundia de avestruz y arde también la antorcha (Indica la que arde junto a la columna tumbada en el suelo) hecha de wausa, el terrible licor de doble esencia!


TOLPOR, con repentina y salvaje rebeldía: — No. ¡Ni yerro, ni crimen,ni pecado!... (La antorcha de la izquierda se apaga)


SALLCUPAR, fatídico: — ¡Cambia el curso el río: ciénagas, pantanos!


TOLPOR, mirando por la ventana, como en éxtasis: — ¡Hermosa ñusta!...¡Pon tu rostro, una vez más, ante mis ajos! ¡Te contemplo! ¡Tú te vuelves...Lagunillas son las huellas ardientes de tus pasos; es húmedo tu olor; tus movimientos, uno a uno se encadenan, como perlas de aguacero; mojado está el rescoldo de tu fuego! ¡Agua! ¡Fuego! ¡Nupcias!... (La antorcha de la derecha se apaga)


SALLCUPAR: — Tras la helada, una sola mazorca del sembrío quedó salva en su tallo... ya cayó... (Con repentina severidad) ¡Aparta, blasfemo!¡Lejos!...


TOLPOR, apartándose de la ventana, contrito: — Padre, un extraño silencio reina afuera: tengo miedo.


SALLCUPAR: — Las dos se han apagada, las dos lámparas: aquélla, contu aliento; la otra, con el suyo...(Un profundo y largo silencio)


EXTRANJERO, viniendo por la izquierda: — ¡Amauta, adverso oráculo: en el tronca del árbol, han hecho nido hormigas venenosas! (Silencio de muerte. Tolpor, ahora sombrío, mudo, vase por la derecha, paso a paso. Sallcupar y el extranjero permanecen inclinados)


SALLCUPAR, una vez que se ha marchado Tolpor: — La piedra es la sustancia de la vida universal. ¡Dios de piedra es el Inti, hombres de piedra son los quechuas; animales y plantas son de piedra, y hasta las mismas piedras son de piedra!


EXTRANJERO, volviendo a encender la antorcha de la derecha: — Nadie debe marcharse en la penumbra: sabiduría cuarta de los shiras.


SALLCUPAR: — En una piedra, a veces, hay sepultada toda una ciudad.Otra piedra contiene el rayo, otra el eco, otra el olor de la vida, otra el olor de azufre de la muerte.


EXTRANJERO, volviendo a encender la antorcha de la izquierda: — Nadie debe quedarse en la penumbra: sabiduría quinta de los shiras.


SALLCUPAR: — Ciertas piedras calcáreas custodian los linderos de las tierras y reparten el agua entre los pueblos.


EXTRANJERO: — En los desfiladeros de mi tierra, sentadas aquí y allá,milenarias, cavilosas, hay las piedras hilanderas, hilando día y noche para el ayllu.


SALLCUPAR: — ¡Una piedra diabólica hay en él! ¡Una piedra redonda!¡Una de aquellas piedras en que hacen nido ciertos pájaros fatales! ¡Le he sondeado y me ha sondeado —que el estudio del prójimo es incompleto, si no va refrendado del estudio de sí mismo—; le he sondeado y me ha sondeado: está perdido... ¡Es su pasión candela de la verno: sólo podrá apagarla el mismo diablo! (Un ademán, que lo da todo por terminado).


EXTRANJERO, enderezando la columna del centro y poniendo sobre ella la tercera antorcha: — ¡Viracocha proteja a su raza! (Un agudo tañido emite el disco de cobre)


SALLCUPAR, prestando el oído al disco: — Han chirriado las puertas.¿Has oído?


EXTRANJERO: — Ha sido una campana. Lo he oído.


SALLCUPAR: — Las campanas son las puertas que se cierran, extranjero.¡Noche sorda! ¡Adversidades! ¡Ama Sua! ¡Ama Llulla! ¡Ama Kella!


EXTRANJERO: — ¡Piedrecillas piadosas! ¡Briznas verdes! ¡Gritos tutelares!...(Vase por la izquierda. Pausa. Un chasqui rojo cruza de derecha a izquierda, llevando, izadas en alto, en la cuña de un hacha, las ojotas de Tolpor)


SALLCUPAR, en un lamento: — ¡Place a las siete víboras rebeldes, que una mano ignore lo que hace la otra mano!...


TELÓN