La guirnalda (José Zorrilla)

La guirnalda (serenata oriental, a la Guy Stephan)
de José Zorrilla
último tomo de las Poesías.

Mariposa
revoltosa,
tiende tus alas de oro y de gualda;
bella ondina
nacarina,
desplega al viento tu suelta falda;
voluptuosa
bailarina,
de ojos de cielo y nevada espalda,
deja que bese tus pies de rosa,
y que a tu nombre, Guy peregrina,
tejan mis versos una guirnalda.

Hija ligera del aura leve,
hada querida de los amores,
cuando tu cuerpo gentil se mueve
cual mariposa rica en colores,
tus pies no quitan su ampo a la nieve
ni sobre el tallo doblan las flores.
¿Quién de tu gracia no se enamora?
Hija del aire, ¿quién no te adora?
En sus giros airosos
tu cuerpo toma
los contornos graciosos
de la paloma.
Tu cuello esbelto
va como el de los cisnes
flexible y suelto.

Voluptuosa bailarina
de ojos de cielo y nevada espalda,
deja que bese tus pies de rosa,
y que a tu nombre, Guy peregrina,
tejan mis versos una guirnalda.

Cuando a la escena tu cuerpo asoma
y ante mis ojos girando pasas
vapor de lago o humo de aroma
de tu ropaje creo las gasas,
y a las huríes que vió Mahoma
juzgo a par tuyo de gracia escasas.
¿Quién de las tuyas no se enamora?
Hija del aire, ¿quién no te adora?

Tu cintura se cimbra
como las palmas:
tu sonrisa se lleva
presas las almas.
Donde tú pisas
nacen matas de aloes
y minutisas.

Mariposa
revoltosa,
tiende tus alas de oro y de gualda,
bella ondina
nacarina,
desplega al viento tu suelta falda;
voluptuosa
bailarina
de ojos de cielo y nevada espalda,
cuando a otros climas vueles dichosa,
no olvides nunca, Guy peregrina,
que mis cantares son tu guirnalda.