La guerra al malón: Capítulo 23
A fines del ano 79 una partida de indios sorprendió, entre Conesa y Negro Muerto, la tropa de carros de un Señor López, que conducía provisiones de Patagones a Choele—Choel.
Los bárbaros degollaron a los carreros, entre éstos a un sobrino de López, saquearon el convoy y ganaron el campo.
Villegas mandó al teniente Alba en persecución de los malones, y este oficial apresó en Conesa a un grupo de indios, que manifestaron hallarse allí de paso para comerciar, pero a los cuales se les acusó como autores del crimen referido.
Llegaron a Choele—Choel, y como el viejo López reconocicse en poder de uno de los indios el poncho que usaba su sobrino se les sometió a riguroso interrogatorio.
Negaron los pampas y, como se cerraran en la negativa, se les estaqueó.
Aquello fue una escena atroz. En el cuadro del 3º de Caballería y en el 1º de Infantería fueron los infelices sometidos al brutal tormento, sin conseguirse otra cosa que descoyunturarlos o mutilarlos.
Entretanto Sayhueque —que a la tribu de este cacique pertenecían aquellos indios— reclamaba la libertad de sus mocetones, amenazando, por represalias, cobrarse en la cabeza y en la sangre del doctor Francisco P. Moreno, que tenía prisionero.
Villegas no era hombre de ceder; el indio no lo era de aflojar, y si el doctor Moreno no hubiese tenido la fortuna de fugar hubiera pagado con su vida las consecuencias de un atentado al que, en vano, se le ha querido buscar atenuación.
Los indios que no se inutilizaron o que no fueron muertos pasaron después, como prisioneros de guerra, a servir por seis años en la Armada.