La de San Quintín: 12
Escena XI
editarDichos; LORENZA, RAFAELA y dos mozos que traen cuatro baúles.
DON JOSÉ.- Dejarlo todo aquí. (A ROSARIO.) Saca la ropa modesta que has de usar en mi casa. Lo demás déjalo guardado.
ROSARIO.- Así lo haremos.
DON JOSÉ.- (Señalando por la derecha primer término.) Ocuparás estas tres habitaciones, que fueron las de mi esposa. De esas ventanas verás el mar, la playa de baños.
ROSARIO.- Veámoslo.
(Sale seguida de DON JOSÉ por la derecha.)
LORENZA.- (A RAFAELA.) Dígame: ¿todo eso viene lleno de ropa?
RAFAELA.- Claro: todo el tren de verano, y algo de entretiempo. Total: veintisiete trajes.
LORENZA.- ¡Oh! ¡qué rica debe de ser esa señora!
ROSARIO.- (Volviendo a entrar con DON JOSÉ.) Hermosísimo. Rafaela, abre ese mundo. Quiero mudarme en seguida. Saca el traje de percal con lunares.
DON JOSÉ.- Vaya; ahora te quedas solita. Yo estorbo. Tengo que ir un rato al Ayuntamiento. (A LORENZA.) Tú, mi sombrero. (LORENZA le da el sombrero.) Procura estar lista, y vete acostumbrando a la puntualidad. (A LORENZA.) No olvides... ya sabes... (Habla rápidamente en voz baja con LORENZA.)
RAFAELA.- (Que ha abierto uno de los baúles y saca de él algunas ropas, que pone sobre las sillas.) Ahora que recuerdo: aquí no está el vestido azul con lunares.
ROSARIO.- (Señalando otro baúl.) Ahí, tonta.
DON JOSÉ.- Esta es tu casa, Lorenza y todos mis criados, a tu disposición.
(Besa la mano a ROSARIO, y vase por el fondo con LORENZA.)
ROSARIO.- Bien... (Con gracejo.) Ya esta usted aquí demás. (Se quita el sombrero y lo pone encima de la mesa.)