La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto X

Nota: Se respeta la ortografía original de la época

Se ocultó despues de decir esto, y yo dirigí mis pasos hácia el antiguo poeta, pensando en aquellas palabras que me parecian amenazadoras. Se puso en marcha, y mientras caminábamos, me dijo:—¿Por qué estás tan caviloso?—Y cuando satisfice su pregunta:—Conserva en tu memoria lo que has oido contra tí, me ordenó aquel sábio; y ahora estáme atento.—Y levantando el dedo, prosiguió:—Cuando estés ante la dulce mirada de aquella (1), cuyos bellos ojos lo ven todo, conocerás el porvenir que te espera.

En seguida se dirigió hacia la derecha. Dejamos las murallas, y fuímos hácia el centro de la ciudad, por un sendero que conduce à un valle, el cual exhalaba un hedor insoportable.


CANTO X.

Continuacion del sexto círculo.—Tumba del papa Anastasio.—Los dos poetas se detienen allí, y Virgilio explica á Dante cómo se castigan la Violencia y los Fraudes en los tres círculos siguientes.

A la extremidad de un alto promontorio, formado por grandes piedras rotas y acumuladas en círculo, llegamos hasta un monton de espíritus más cruelmente atormentados. Allí, para preservarnos de las horribles emanaciones y de la fetidez que despedia el profundo abismo, nos pusimos


(((Nota al pie de página continuada de la página anterior)))

taviano degli Ubaldini, de Florencia y del partido guibelino, á pesar de ser Cardenal, dijo una vez, que, si acaso tuviera alma, la perderia por los guibelinos. Por esta razon los coloca Dante entre los herejes.

(1) Beatriz.

al abrigo de la losa de un gran sepulcro, donde ví una inscripcion que decia: «Encierro al papa Anastasio, á quien Fotino arrastró léjos del camino recto (1).»

—Es preciso que descendamos por aquí lentamente, á fin de acostumbrar de antemano nuestros sentidos á este triste hedor, y despues no tendremos necesidad de precavernos de él.—Así habló mi Maestro, y yo le dije:—Busca algun recurso para que no perdamos el tiempo inútilmente.—A lo que me respondió:—Ya ves que en ello pienso.

—Hijo mio, continuó: en medio de estas rocas hay tres círculos, que se estrechan gradualmente como los que has dejado: todos están llenos de espíritus malditos; mas para que despues te baste con solo verlos, oye cómo y por qué están aquí encerrados. La injuria es el fin de toda maldad que se atrae el ódio del cielo, y se llega á este fin, que redunda en perjuicio de otros, bien por medio de la violencia, ó bien por medio del fraude. Pero como el fraude es una maldad propia del hombre (2), por eso es más desagradable á los ojos de Dios, y por esta razon tambien los fraudulentos están debajo, entregados á un dolor más vivo. Todo el primer círculo lo ocupan los violentos, cuyo círculo está además construido y dividido en tres recintos; porque puede cometerse violencia contra tres clases de seres: contra Dios, contra sí mismo y contra el prójimo; y no solo contra sus personas, sino tambien contra sus bienes, como lo comprenderás por estas claras razones. Se comete violencia contra el prójimo dándole la muerte ó causándole heridas dolorosas

(1) La crónica del hermano Martin de Polonia hizo incurrir en un error al poeta. No fué el papa de este nombre, sino el emperador Anastasio el que adoptó la heregia del diácono Fotino.

(2) El uso de la fuerza es comun á todos los animales; pero el abuso de la inteligencia para hacer daño á otro es propio solamente del hombre.

y contra sus bienes, por medio de la ruina, del incendio ó de los latrocinios. De aquí resulta, que los homicidas,

los que causan heridas, los incendiarios y los ladrones están atormentados sucesivamente en el primer recinto. Un hombre puede haber dirigido su mano violenta contra sí mismo ó contra sus bienes: justo es, pues, que purgue su culpa en el segundo recinto, sin esperar tampoco mejor suerte aquel que por su propia voluntad se priva de vuestro mundo (1), juega, disipa sus bienes ó llora donde debia haber estado alegre y gozoso. Puede cometer violencia contra la Divinidad el que reniega de ella y blasfema con el corazon, y el que desprecia la Naturaleza y sus bondades. Hé aquí por qué el recinto más pequeño marca con su fuego á Sodoma y á Cahors (2), y à todo el que, despreciando á Dios, le injuria sin hablar, desde el fondo de su corazon.—El hombre puede emplear el fraude, que produce remordimientos en todas las conciencias, ya con el que de él se fia, ya tambien con el que desconfia de él. Este último modo de usar del fraude parece que solo quebranta los vínculos de amor, que forma la Naturaleza; por esta causa están encadenados en el segundo recinto los hipócritas, los aduladores, los hechiceros, los falsarios, los ladrones, los simoniacos, los rufianes, los barateros y todos los que se han manchado con semejantes é inmundos vicios. Por el primer fraude (3), no solo se olvida el amor que establece la Naturaleza, sino tambien el sentimiento que le sigue, y de donde nace la confianza (4): hé aquí por qué, en el círculo menor, donde está el centro

(1) Aquel que se suicida.

(2) Cahors, en Quercy, ciudad llena entonces de usureros.

(3) Por el que se comete con los confiados.

(4) El vínculo de amistad ó parentesco, de donde nace una especial confianza entre los hombres. de la Tierra y donde se halla el asiento de Dite, yace eternamente atormentado todo aquel que ha cometido traicion.

A tal discurso contesté:—Maestro, tus razones son muy claras, y bien me dan á conocer, por medio de tales divisiones, ese abismo y la muchedumbre que le habita; pero dime: los que están arrojados en aquella laguna cenagosa, los que agita el viento sin cesar, los que azota la lluvia, y los que chocan entre sí lanzando tan estridentes gritos, ¿por qué no son castigados en la ciudad del fuego, si se han atraido la cólera de Dios? y si no se la han atraido, ¿por qué se ven atormentados de tal suerte?

Me contestó:—¿Por qué tu ingenio, contra su costumbre, delira tanto ahora? ¿ó es que tienes el pensamiento en otra parte? ¿No te acuerdas de aquellas palabras de la Ética (1), que has estudiado, en las que se trata de las tres inclinaciones que el Cielo reprueba: la incontinencia, la malicia, y la loca bestialidad, y de qué modo la incontinencia ofende menos á Dios y produce menor censura? Si examinas bien esta sentencia, acordándote de los que sufren su castigo fuera de aquí, conocerás por qué están separados de estos felones, y por qué los atormenta la justicia divina, á pesar de demostrarse con ellos menos ofendida.

—¡Oh Sol, que sanas toda vista conturbada! exclamé: tal contento me das cuando desarrollas tus ideas, que solo por eso me es tan grato dudar como saber. Vuelve atrás un momento, y explícame de qué modo ofende la usura á la bondad divina: desvanece esta duda.

—La Filosofía, me contestó, enseña en más de un punto al que la estudia, que la Naturaleza tiene su orígen en la Inteligencia divina y en su arte; y si consultas bien tu Física

(1) La Etica de Aristóteles, ó Ciencia de la moral. (1), encontrarás, sin necesidad de hojear muchas pȧginas, que el arte humano sigue cuanto puede á la Naturaleza, como el discípulo á su maestro; de modo que aquel es casi nieto de Dios (2). Partiendo, pues, de estos principios, sabrás, si recuerdas bien el Génesis, que es conveniente sacar de la vida la mayor utilidad, y multiplicar el género humano. El usurero sigue otra via; desprecia á la naturaleza y al arte, y coloca su esperanza en otra parte.—Ahora sígueme; que me place avanzar. Los Peces suben ya por el horizonte; el Carro se ve hácia aquel punto donde expira Coro (3), y lejos de aqui el alto promontorio parece que disminuye (4).


CANTO XI.

Primer recinto del séptimo círculo, el de los Violentos.—Encuentran en él al Minotauro, que es su guarda.—Los que han cometido violencia contra la vida y los bienes del prójimo están sumergidos en un rio de sangre.—Más abajo, los Poetas encuentran una tropa de Centauros.—Uno de ellos, el centauro Neso, pasa á Dante en su grupa á través del Flegeton.

El sitio por donde hubimos de bajar era un paraje alpestre (5), y tal, á causa del que allí se hallaba (6), que todas

(1) La de Aristóteles.

(2) La naturaleza procede de Dios, el arte de la naturaleza; por eso dice, valiéndose de una semejanza, que el arte es nieto de Dios.

(3) Coro: nombre que se daba antiguamente al viento Nordeste. Quiere decir, que amanece.

(4) El promontorio que vieron al principio del canto.

(5) Alpestre, lo mismo que áspero y montuoso. Nos permitimos este neologismo, que nos parece admisible, derivándolo de Alpes, lo mismo que, de Pirineos, decimos pirenáico.

(6) El Minotauro.