Tarde
​Jícaras Tristes​ (1932) de Alfredo Espino
La Chiltota

Siempre habrá un corazón para que escuche
el trémolo de amor que el pico exhala,
el pico agudo que goloso cala
de las naranjas el dorado estuche.

La perla del cantar, de entre el peluche
de la garganta mórbida resbala;
tiene vivo el mirar y ardiente el ala,
cuando la luz le tornasola el buche.

Emperatriz de los canoros rangos,
el escondido jugo de los mangos
le dio al azúcar para el ritornelo.

Y tal se ve cruzar, ebria de espacio,
buscando el árbol, su imperial palacio,
bajo la gloria matinal del cielo...