El Museo Universal (1869)
Ideas en cartera
IDEAS EN CARTERA.
I.

Hace tres dias, volvía yo de un paseo filosófico que acostumbro á dar todas las noches por los jardinillos de Recoletos, cuando al pasar por frente al ministerio de la Guerra, me detuvo un sujeto, decentemente vestido, que venia precipitadamente en dirección opuesta á la que yo llevaba. Me miró con una mirada particular y me dijo:

—Conozco á usted: usted es fulano.

—Servidor de usted—contesté un tanto sorprendido.

—Usted escribe: he leído cosas suyas.

—Tengo esa gloriosa desgracia, que no será tan grande si le han gustado á usted.

—Así, así, usted tiene algunos defectillos como escritor.

—¿Cuáles?

—Falta de pensamientos y de estilo.

—Mil gracias.

—Y me alegro de haber encontrado á usted. Nuestro encuentro no será estéril.

Medió una breve pansa. El desconocido sacó de su bolsillo una cartera muy abultada y prosiguió diciendo:

—Dentro de una hora voy á suicidarme.

—¡Demonio!

—Sí, amigo mió: dentro de una hora habré abierto la entornada puerta que desde este estorquilinium que se llama vida, da paso á yo no sé donde.

—¡Pero hombre!...

—Nada, suprima usted las reflexiones: todas serian en vano: yo tengo una enfermedad incurable.

—No hay ninguna que lo sea, existiendo la deliciosa Revalenta arábiga.

—Mi enfermedad es moral y mortal: padezco la nostalgia de la República.

—Ah.

—Y como temo no llegar nunca al pais de mis sueños, voy á buscar el de la eternidad. Quise replicarle; pero interrumpiéndome con viveza, prosiguió:

—En el afán de ser útil á mi pais y de contribuir al realizamiento de mi ideal, pensé en escribir una historia de la revolución española, pero una copla que oí cantar ayer, me ha hecho desistir de mi propósito.

—¡Una copla! interrumpí yo.

—Sí, amigo, una copla que dice asi: Esorihístes en la arena, y firmastes en la mar, y el viento fue tu testigo... ¡Vaya una seguridad! Arena movediza, mar que se escapa de entre las manos, viento incoloro, intangible é invisible: tal es la Revolución.

—Permítame usted que difiera...

—Difiera usted cuanto guste; pero no me haga perder el tiempo. Tenga usted esta cartera: en ella encontrará algunos apuntes para la obra en que pensaba ocuparme: aprovéchelos ó rómpalos, según le plazca.

Tomé la cartera sin darme cuenta de lo que hacia. El futuro suicida se embozó en su capa que á mí me pareció un sudario y se alejó con la mayor rapidez. Pasado el primer momento de sorpresa, quise gritar, busqué con la vista á algún individuo del nuevo cuerpo de orden público; pero aunque quizá habría alguno en aquel sitio, como era de noche, no pude ver los colores nacionales en ninguna bocamanga. Entre tanto el desconocido había desaparecido, torciendo la esquina de la casa de Alcañices ó Sesto ó Alburquerque. Corrí al Prado; pero en toda la estension de este paseo, aunque halle varios bultos, no el de la persona que buscaba...

Ayer publicaba La Correspondencia el siguiente suelto: «Anteayer fue hallado el cadáver de un hombre en las inmediaciones de Carabanchel. Supónese que este desgraciado atentara contra su existencia, pues al lado del cadáver fue encontrado un rewolver con dos tiros descargados. ¿Seria este cadáver el del nostálgico republicano?

II.

La cartera del presunto suicida era muy curiosa. Contenia varios objetos y papeles de que no creo oportuno hacer mención; pues pertenecen á la vida intima; pero como algunos otros se refieren á la cosa pública, me aprovecharé del beneplácito del muerto. Irélos estractando sin orden, sin hilacion, en fragmentos, tal como los encontré: en ellos hay algunas ideas, que quizá pueden ensancharse, prender y fructificar. Haré honor á la poesía: comenzaré por una estrofa, que no es mala, aunque nada dice de particular. Por lo visto el suicida era poeta y me estrena que, siéndolo, no se hubiera ahorrado el trabajo de suicidarse. La estrofa decia así: «El porvenir del mundo Nacerá en las riberas apartadas De Marafion profundo, Coloso de los rios espumante, Olas flami-rolladas Impele aun mas allá del mar de Atlante. Pero rasgad lo escrito, en torpe mofa Para mengua del viejo Continente, Y vierta sangre la sangrienta estrofa: Que la valiente idea Debe cantarla quien valiente sea!» Las señoras de Sevilla piden el statu quo: las señoras de Huesca abogan por la libertad de cultos ¿qué es esto, qué señoras son estas, con quiénes vamos á ser galantes, señoras mias?... La ex-reina de España va á dar un banquete dentro de un año en su ex-palacio de Madrid, en obsequio de un personaje ruso. El príncipe terso, tiene ya nombrado su futuro embajador en Londres. Los reyes y los príncipes se ejercitan en el billar y están aprendiendo á hacer efectos de retroceso... Federales, unitarios, híbridos, Montpensier, Castelar, Aosta, Edimburgo, Dios salve al pais, empréstito lento, el enano amarillo, el general Bum Bum. ¿Quién llevará el gato al agua? ¿Y si hay gato y agua no? Se están haciendo los preparativos de boda: la novia espera, el novio también, los papas y los parientes esperan del mismo modo, va á ser un matrimonio feliz; pero hay que contar con la suegra...

«Sucede á veces que, aun contra los principios, contra la libertad, la igualdad y la fraternidad, contra el voto universal, contra el gobierno de todos por todos, desde lo profundo de su angustia, de su desaliento, de su desnudez, de su fiebre; de sus aflicciones, de sus miasmas, de su ignorancia, de sus tinieblas, esa gran desesperada, la canalla, protesta y el populacho da la batalla al pueblo. Los mendigos atacan el derecho común; la oclocracia se subleva.»

¡Nubes!

F. Moreno Godiiso.