El Museo Universal (1869)
El Amor (Poesía)


EL AMOR.

Yo soy el rayo,—la dulce brisa,
lágrima ardiente,—fresca sonrisa,
flor peregrina,—rama tronchada;
yo soy quien vibra,
hecha acerada.
Hay en mi esencia como en las flores
de mil perfumes suaves vapores;
y su fragancia fascinadora
trastorna el alma
de quien adora.
Yo mis aromas doquier prodigo,
y el mas horrible dolor mitigo:
y en grato, dulce, tierno delirio,
cambio el mas duro, cruel martirio.
¡Ay! yo encadeno los corazones
mas son de flores mis eslabones.
Navego por los mares
voy por el viento;
alejo los pesares
del pensamiento.
Yo dicha o pena reparto
á los mortales con faz serena.
Poder terrible—que en mis antojos,
brota sonrisas—ó brota enojos:
poder que abrasa—un alma helada;
si airado vibro
flecha acerada.
Doy las dulces sonrisas á las hermosas
coloro sus mejillas de nieve y rosas;
humedezco sus labios, y á sus miradas
hago prometer dichas no imaginadas.
Yo hago amable el reposo, grato halagüeño;
ó alejo de los seres el dulce sueño.
Porque doy la constancia, ó la falsía,
y no hay fuerza que venza la fuerza mia.
Pues que desde el más noble, al más pechero,
es mi ley para todos templado acero.
Si me comprenden
soy la ventura,
mas si no entienden
la dicha pura que les ofrezco,
desgraciados los seres
que yo aborrezco.
Todo á mi poderío—rinde homenaje,
todos á mi corona—dan vasallaje;
soy amor rey del mundo—niña tirana,
ámame, y tú la reina
serás mañana.