XV

El hombre engendra al hombre; da la vida

(es decir: la inquietud, la pena, el llanto)

en un espasmo lúbrico, y, en tanto,

la sociedad lo aplaude complacida.


El hombre mata al hombre; el homicida

da el consuelo: la paz del camposanto;

y la ley le persigue... y, con espanto,

la sociedad repúdialo ofendida.


Si el ser que nace es presa del quebranto,

y el que muere por fin descansa inerte...

este problema hasta el Creador levanto:


¿Quién es más criminal (que Dios decida)

aquel que, ciego y loco, da la muerte...?

¡o, aquel que, impuro y cuerdo, da la vida!