XIII

Te di el perdón y te alargué mi mano;

tú me juraste redimirte, al verte

libre de Mal, y lejos de la Muerte

y de la podre del comercio humano.


Te salvé del abismo, del insano

foco en que te podrías como inerte

piltrafa en feria; trastoqué tu suerte,

sin ambición, sin interés liviano.


¿Y has caído de nuevo en el pantano;

y a pedirme perdón vienes ahora?

¿Y otra vez vienes a jurar en vano?


¡No más disculpas de ocasión murmures!

¡Llora, sí, llora mucho! ¡Llora, llora!

Y ven, si quieres... pero nada jures.