LXXXIX

Yo moriré primero

que tú; mi alma, tranquila,

irá a la luz y a la verdad; entonces

sabré si tus constantes juramentos

fueron mentiras o verdades; todo

lo sabré: si tu llanto fue sincero,

si fue tu grito de pasión el grito

del corazón que deshace en llamas

de amor puro, o la voz de la lujuria

estrangulada en tu garganta seca.


El pasado, el presente y el futuro

de tu alma veré. ¡Lo sabré todo!

Y entonces, de mi espíritu implacable

recibirás el premio o el castigo;

porque, todas las noches,

descenderá mi espíritu a tu lecho,

y dejará en tu faz, si has sido buena,

un ósculo purísimo, acallado

como el rumor de la dormida ola

que las arenas de la orilla lame...

u oirás (si has sido pérfida) en la sombra, esta palabra acusadora: ¡Infame!