CXIII

Si yo pudiera desgarrar la oscura

sombra que envuelve tus despojos yertos,

y contemplar deshecha tu hermosura

en medio del recinto de los muertos,


y volverte la vida un solo instante,

al mirarnos atónitos las caras,

¡cómo rïera yo de tu semblante!

Y tú, pobre mujer... ¡cómo lloraras!