¡Tantas injurias y agresiones tantas
en el glorioso ascenso de tus días!
¡Si tú fueras Poder, ya los verías
–pobres siervos– de hinojos a tus plantas!

¿Tal encono por qué? –porque tu mano,
entre la tempestad fosca y siniestra,
se alza como un fanal y en no lejano
confín la ansiada redención nos muestra.

Porque eres noble y grande y, sobre todo,
porque, altiva, sin máculas de lodo,
hoy de la Libertad blandes la enseña...

–¡Relámpago de sangre que tremola
sobre los alaridos de la ola
que acabará por quebrantar la peña!–