Expedición de los catalanes y aragoneses contra turcos y griegos/Capítulo I

Nota: Se respeta la ortografía original de la época
CAPITULO I.
ESTADO DE LOS REYNOS
y reyes de la casa de Aragon
por este este tiempo.

A

ntes de dar principio à nuestra historia, importa para su entera noticia decir el estado en que se hallaban las Provincias y Reyes de Aragón, sus exercitos y armadas, sus amigos y enemigos: principios necesarios para conocer donde se funda la principal causa de esta expedicion; El Rey Don Pedro de Aragón, à quien la grandeza de sus hechos dio renombre de Grande, hijo de Don Jayme el Conquistador fue casado con Gostanza hija de Manfredo Rey de Sicilia, à quien Carlos de Anjou con ayuda del Pontifice Romano, enemigo de la sangre de Federico Emperador, quitó el Reyno y la vida. Quedó Carlos con su muerte Principe y Rey de las dos Sicilias, y mas después que el infeliz Coradino y ultimo Principe de la casa de Suevia, roto y deshecho, vino preso à sus manos, y por su orden y sentencia, se le cortó la cabeza en publico cadahalso, para eterna memoria de una vil venganza, y exemplo grande de la variedad humana. Don Pedro Rey de Aragon no se hallaba entonces con fuerzas para poder tomar satisfaccion de la muerte de Manfredo y Coradino, ni después de ser Rey le dieron lugar las euerras civiles, porque los Moros de Valencia andaban levantados, y los Barones y Ricos hombres de Cataluña estaban desavenidos y mal contentos; y tambien porque mostrandose enemigo declarado de Carlos, provocaba contra sí las armas de Francia, y las de la Iglesia, formidables por lo que tienen de divinas: los Reynos de Sicilia y Napoles lexos de los suyos, sus armas ocupadas en defenderse de los enemigos mas vecinos. Todas estas dificultades detenian el ofendido animo del Rey, pero no de manera, que borrasen la memoria del agravio. En unas vistas que tuvo con el Rey de Francia Filipe su cuñado, entrevino Carlos hijo del Rey de Napoles, y deseando el Rey de Francia que fuesen amigos y se hablasen, siempre Don Pedro se escusó, y mostró en el semblante el pesar y disgusto que tenia en el corazón, de que todos quedaron mal satisfechos y desabridos, y sin duda entonces Carlos se previniera y armára, si creyera que las fuerzas del Rey de Aragon fueran iguales à su animo y pensamiento. Pero el cielo se las dió bastantes para tomar entera y justa satisfaccion de la sangre inocente de Coradino por medios tan ocultos y que no se supieron hasta que la misma execucion los publicó.

Los míseros Sicilianos incitados de la insolencia Francesa, desenfrenada en su afrenta y deshonor, tomaron las armas, y con aquel famoso hecho que comunmente llaman visperas Sicilianas, sacudieron de la cerviz publica el insufrible yugo de los Franceses, y de Carlos, que injustamente los oprimia, dexandoles al arbitrio y sujeción de ministros injustos: causa que las mas vece$ produce mudanzas en los estados, y casos miserables en sus Principes. Acudió luego Carlos con poderoso exercito à castigar el atrevimiento y rebeldia de los subditos. Ellos viendo cerrada la puerta à toda piedad y clemencia, pusieron la esperanza de su remedio y amparo en Don Pedro Rey de Aragon, que en eta sazón se hallaba en África, como verdadero Principe Christiano, con exercito victorioso, y triunfante de muchos Xeques y Reyes de Berberia, asistido de la mayor parte de la nobleza y soldados de sus Reynos. Llegaron ante su presencia los Embaxadores de Sicilia, llenos de lagrimas, de luto y sentimientos bastantes con esta triste demostración à mover no solo el animo de un Rey ofendido por particular agravio, pero el de qualquier otro que como, hombre sintiera. Ácordaronle la muerte desdichada de Manfredo, y la afrentosa de Coradino, facilitaronle la venganza con ayuda de los pueblos de Sicilia, tan aficionados à su nombre y enemigos del de Francia. Ultimamente le propusieron el estado peligroso de su libertad, vidas y haciendas, si no les amparaba su valor; porque ya Carlos estaba sobre Mesina, y amenazaba el rigor de su castigo un lastimoso fin à todo el Reyno. Movido de estas razones y de las que su venganza le ofrecia, acudió antes que su fama à Trapana con todo su poder, y fue con tanta presteza sobre su enemigo, que apenas supo Carlos que venia, quand? vio sus armas, y se halló forzado à levantar el sitio y retirase afrentosamente à Calabria.

Con este hecho el Pontifice como amigo, y el Rey de Francia como deudo, descubiertamente se nostraron favorecedores de Carlos, y enemigos de Don Pedro, y tomaron contra él las armas. El Rey de Castilla que por el deudo y amistad debiera ayudalle, se salió a fuera, y se inclinó à seguir el mayor poder. Don Jayme Rey de Mallorca, su hermano, tambien le desamparó, dando ayuda y paso por sus estados à sus contrarios, aunque se escusó con las débiles fuerzas de su Reyno desiguales à la defensa y oposicion de tan poderoso enemigo: disculpa con que muchas veces los Principes pequeños, encubren lo mal hecho, atribuyendo, à la necesidad lo que es ambición. Don Pedro con esto se halló sin amigos, solo acompañado de su valor, fortuna, y razón de satisfacer el ultraje y afrenta de su casa. Al tiempo que le juzgaron todos por perdido, venció à sus enemigos varias veces, reforzados de nuevas ligas y socorros, todo lo deshizo y humilló en mar, en tierra; Mantuvo el nombre de Aragon en gran reputacion y fama, y fue el primer Rey de España; que puso sus vanderas vencedoras en los Reynos de Italia, sobre cuyo fundamento hoy se mira levantada su Monarquia. Echado Carlos de Sicilia, intentó con mayor poder reducilla à su obediencia, y en ésta hubo grandes y notables acontecimientos; pero siempre la casa de Aragon se aseguró en el Reyno con victorias, no solo contra el poder de Carlos, pero de todos los mayores. Principes de Europa que le ayudaban.

Murieron ambos Reyes competidores en la mayor furia y rigor de la guerra, y por. derecho de sucesion heredó à Carlos Rey, de Napoles, su, hijo primogenito del mismo nombre, que en este tiempo. Se hallaba preso en Cataluña. A Don Pedro Rey de Aragon sucedieron sus dos hijos, Alfonso mayor en los Reynos de España, Jayme en el de Sicilia. Prosiguióse la guerra hasta la muerte de Alfonso, que por morir sin hijos fue Don Jayme llamado à la sucesión, y hubo de venir à estos Reynos, dexando en Sicilia a Don Fadrique su hermano, para que la gobernase y defendiese en su nombre. Después de su vuelta à España Don Jayme, recuperadas algunas fuerzas de sus Reynos, renunció el de Sicilia à la Iglesia, temiendo que la$ armas Castellanas, Francesas y Eclesiasticas à un mismo tiempo na le acometiesen, y persuadido de su madre Gostanza, que como muger de singular santidad, quiso mas que su hijo perdiese el Reyno, que alargar mas tiempo el reconciliarse con la Iglesia. Enviaronse à Sicilia para poner ea efecto la renunciacion Embaxadores de parte de Don Jayme y de Gostanza, y entregar el Reyno à los Legados del Pontifice Romano. Pero la gente de guerra y los naturales indignados de la facilidad con que su Rey renunciaba lo que con tanto trabajo y sangre se habia adquirido y sustentado, y les entregaba tan sin piedad a sus enemigos, de quien forzosamente habian de temer servidumbre y muerte; pareciendoles a los Sicilianos cierto el peligro, y à los Catalanes y Aragoneses mengua de reputacion, que lo que no pudieron las armas de sus contrarios alcanzar en tantos años, se alcanzase por una resolucion de un Rey mal aconsejado, volvieron à tomar las armas, y oponiéndose à los Legados, persuadieron à Don Fadrique como verdadero sucesor del padre y del hermano, que se llamase Rey, y tomase à su cargo la defensa comun.

Fue facil de persuadir un Principe de animo levantado, en lo mas florido de su juventud, y que por otro medio no podia dexar de ser vasallo y sujeto à las leyes del hermano: ocasion bastante, quando no fuera ayudada de tanta razón, à precipitar los pocos años de Don Fadrique. Llamóse Rey, y como à tal le admitieron y coronaron. Previnose para la guerra cruel que le amenazaba, asistido de buenos soldados y del Pueblo fiel y pronto à su conservacion, teniendole por segundo libertador de la Patria. Opusose luego à Carlos su mayor y mas vecino enemigo y al Papa que amparaba y defendia su causa, y al Rey Don Jayme, que de hermano se le declaró enemigo, cuyas fuerzas juntas le acometieron y vencieron en batalla naval, con que la guerra se tuvo por acabada, y Don Fadrique por perdido. Pero por la oculta disposición de la providencia Divina, que algunas veces fuera de las comunes esperanzas muda los sucesos para que conozcamos que sola ella gobierna y rige, Don Fadrique se mantuvo en su Rey no, con universal contento de los buenos, asombro y terror de sus enemigos, y gloria de su nombre.

Deshizose poco despues la liga, por apartarse de ella Don Jayme Rey de Aragón, con gran sentimiento y quexas de sus aliados, porque sin las fuerzas de Aragón parecia cosa fatal y casi imposible vencer un Rey de su misma casa, y la experiencia lo mostró, pues apartado Don Jayme de la liga, siempre los enemigos de Don Fadrique fueron perdiendo, y él acreditandose con victorias, hasta forzalles à tratar, de paces quedándose con el Reyno: cosa que de solo pensalla se ofendian. Concluyeronse despues de algunas contradicciones, y se establecieron con mayor firmeza con el casamiento que luego se hizo de Leonor hija de Carlos con Don Fadrique, con que el Reyno quedó libre y sin recelo de volver à la servidumbre antigua, y el Rey pacifico señor del estado que defendió con tanto valor. El Rey Don Jayme su hermano sustentaba su Reynos de Aragón, Cataluña, y Valencia con suma paz y reputacion, amado de los subditos, temido de los infieles, poderoso en la mar servido de famosos capitanes, aguardando ocasión de engrandecer su corona à imitacion de sus pasados. El Rey de Mayorca Principe el menor de la casa de Aragón gozaba pacificamente el señorio de Mompeller, Condados de Rosellon, Cerdaña, y Conflent, difíciles de conservar, por estar divididos, y tener vecinos mas poderosos, entre quien siempre fueron fluctuando sus pequeños Reyes; pero por este tiempo vivia con reputacion, y con igual fortuna que los otros Reyes de su casa.