Exclamaciones o meditaciones del alma a su Dios/Capítulo XIII
1. ¡Oh almas que ya gozáis sin temor de vuestro gozo y estáis siempre embebidas en alabanzas de mi Dios! Venturosa fue vuestra suerte. Qué gran razón tenéis de ocuparos siempre en estas alabanzas y qué envidia os tiene mi alma, que estáis ya libres del dolor que dan las ofensas tan grandes que en estos desventurados tiempos se hacen a mi Dios, y de ver tanto desagradecimiento, y de ver que no se quiere ver esta multitud de almas que lleva Satanás. ¡Oh bienaventuradas ánimas celestiales! Ayudad a nuestra miseria y sednos intercesores ante la divina misericordia, para que nos dé algo de vuestro gozo y reparta con nosotras de ese claro conocimiento que tenéis.
2. Dadnos, Dios mío, Vos a entender qué es lo que se da a los que
pelean varonilmente en este sueño de esta miserable vida.
Alcanzadnos, oh ánimas amadoras, a entender el gozo que os da
ver la eternidad de vuestros gozos, y cómo es cosa tan deleitosa
ver cierto que no se han de acabar. ¡Oh desventurados de nosotros,
Señor mío!, que bien lo sabemos y creemos; sino que con la
costumbre tan grande de no considerar estas verdades, son tan
extrañas ya de las almas, que ni las conocen ni las quieren conocer.
¡Oh gente interesal, codiciosa de sus gustos y deleites, que por no
esperar un breve tiempo a gozarlos tan en abundancia, por no
esperar un año, por no esperar un día, por no esperar una hora, y
por ventura no será más que un momento, lo pierden todo por gozar
de aquella miseria que ven presente!
3. ¡Oh, oh, oh, qué poco fiamos de Vos, Señor! ¡Cuántas mayores
riquezas y tesoros fiasteis Vos de nosotros, pues treinta y tres años
de grandes trabajos, y después muerte tan intolerable y lastimosa,
nos disteis y a vuestro Hijo, y tantos años antes de nuestro
nacimiento! Y aun sabiendo que no os lo habíamos de pagar, no
quisisteis dejarnos de fiar tan inestimable tesoro, porque no
quedase por Vos, lo que nosotros granjeando con El podemos
ganar con Vos, Padre piadoso.
4. ¡Oh ánimas bienaventuradas, que tan bien os supisteis
aprovechar, y comprar heredad tan deleitosa y permaneciente con
este precioso precio!, decidnos: ¿cómo granjeabais con él bien tan
sin fin? Ayudadnos, pues estáis tan cerca de la fuente; coged agua
para los que acá perecemos de sed.