En tanto que la carne adormécese ahíta
el ángel interior gime sus desconsuelos.
-¿Todo esto es el amor?... ¡Oh, miseria infinita
de la carne!... ¡Dolor de la verdad sin velos!...

    Y Psiquis -revestida de luz resplandeciente,
con ojos parecidos a las piedras preciosas-,
hacia los cielos puros agita dulcemente,
con un celeste ritmo, las alas armoniosas...