Ese buen Cid campeador
ya se parte de Castilla;
por mando del rey Alfonso
lleva su mensajería
á Almucanis, ese moro
rey de Córdoba y Sevilla,
para que le dé las parias
pasadas que le debía.
En Sevilla estaba el Cid
faciendo á lo que venía.
Mudafar, rey de Granada,
á Almucanis mal quería;
caballeros castellanos
Mudafar consigo había;
son de los más estimados
que había dentro en Castilla;
don García Ordoño el uno,
que conde todos decían;
Fernán Sánchez era el otro,
yerno del rey don García;
y Lope Sánchez, su hermano,
estaba en su compañía;
y otro caballero honrado,
Diego Pérez se decía.
Ellos con grandes poderes
con el Mudafar venían
contra Almucanis el rey,
que pechero es de Castilla.
El Cid, cuando aquesto supo,
mucho pesado le había;
enviárale sus cartas
y en ellas así decía:
«Que non vengan con su gente
»contra el reino de Sevilla,
»que es pechero al rey Alfonso,
»con quien amistad tenía:
»y si lo quieren facer,
»que su Rey ayudaría
ȇ Almucanis su vasallo,
»que otra cosa no pedía.»
Recibido han las cartas,
mas en nada las tenían;
entran en tierras del rey,
del rey moro de Sevilla,
Quemando van y estragando
fasta Cabra, aquesa villa.
El Cid, cuando aquesto supo,
contra ellos se partía;
moros llevaba consigo,
cristianos los que podía.
Las huestes se habían juntado,
el Cid mataba y hería:
muy reñida es la batalla,
durado ha casi un día,
fasta que venciera el Cid
y en huída los ponía.
Á caballeros cristianos
el buen Cid muchos prendía;
de moros non había cuenta
los que cautivado había.
Tres días tuviera presos
los cristianos que vencía;
volvióse con gran despojo
á Sevilla, do partía;
Almucanis dió las parias
y á Castilla se volvía.
Mucho plugo al rey Alfonso
de lo que el Cid fecho había,
y de aquel día adelante
al Cid Campeador decían.