En la muerte de S. M. La Reina Doña María de las Mercedes

Poesías sueltas
de José Zorrilla
En la muerte de S. M. la Reina Doña María de las Mercedes

En la muerte de S. M. la Reina Doña María de las Mercedes

editar

Mariposa brillante cual ninguna,
vivió en Sevilla entre azahar y rosas:
Dios nos la envió en un rayo de la luna;
mas duró aquí su gloria y su fortuna
lo que suelen durar las mariposas.

Un regio amor sirviéndola de abono,
confiada en su amor se juzgó fuerte;
y en su inocente y cándido abandono,
tendió sus alas, se posó en el trono…
y en ataúd se le trocó la muerte.

Su alma pasó, de un día en el espacio,
desde el palacio a las empíreas salas.
¿Qué deja ¡ay! de sí misma en el palacio?
Lo que las mariposas de sus galas,
lo que guardan no más los ataúdes:
que es el polvo impalpable de sus alas.

Sol de virtud, en sus diez y ocho soles,
deja en el corazón de un buen marido,
deja en la alma de un Rey hoy más querido,
deja en los corazones españoles
un amor libre de baldón y olvido:
y guardarán su incólume memoria
en España el honor, Dios en su gloria.