Elementos de economía política: 81


Capítulo XXI : De los empréstitos y del crédito público.

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    • I. De la naturaleza del sistema de los empréstitos públicos.
    • II. Del crédito público.
    • III. Cotejo entre la contribución y el empréstito.
    • IV. Sobre la necesidad de los empréstitos públicos.
    • V. De algunas opiniones sobre el empréstito.
    • VI. Resumen.

§. II. Del crédito público.

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551. Hemos visto que los capitales no siempre pertenecen a los que los emplean; que sus dueños los prestan a los que los benefician, y que se ha dado al fenómeno económico del préstamo el nombre del crédito (305).
El crédito público no es otra cosa más que la confianza que tienen los prestamistas de que el Estado satisfará sus compromisos; de modo que, en general, ese crédito es tanto mayor cuanto mayor es la tranquilidad pública; solamente entonces alquilan los prestamistas sus capitales a condiciones moderadas. En el caso contrario, piden, con el interés, una prima de seguro.
En general, los Gobiernos no son unos deudores ordinarios; por una parte, tienen en su mano hacer bancarrota, o cuando menos, imponer condiciones retroactivas; por otra, tienen por auxiliares a todos los contribuyentes, y su propio interés los mueve a cumplir los empeños, aun de los mismos Gobiernos que ellos han derribado; de suerte que, todo bien considerado, los Gobiernos son en realidad de verdad los mejores deudores, cuando son poderosos. Un Gobierno débil no tiene crédito.
552. Las rentas atraen, además, a los compradores, porque están libres de contribuciones y son de una trasmisión tan fácil como los efectos del comercio y el papel-moneda, sobre todo cuando están en títulos al portador.
553. ¿Es útil el crédito público? Hacer esta pregunta vale tanto como preguntar si es útil que una nación, cuando lo cree indispensable o ventajoso, pueda tomar dinero prestado con buenas condiciones. La respuesta no es dudosa.
Pero ¿quién puede ser el juez de la necesidad o de la conveniencia que hay en usar del crédito? Sin duda que lo es, y muy competente, un Gobierno ilustrado, probo y verdadero representante de los contribuyentes; ahora bien, en tesis general, un Gobierno no reúne todas estas circunstancias sino cuando los ciudadanos son también ilustrados y capaces de comprender los límites de sus derechos y de sus deberes.
554. Admitiendo por hipótesis que los Gobiernos que recurren a esa gran palanca del crédito sean suficientemente probos, ilustrados y prudentes, fuerza es reconocer que la institución de los empréstitos lleva en sí todos los caracteres de un gran progreso en el mecanismo social.
Pero cuanto más poderoso es ese medio más delicado es de manejar con acierto, más terribles son los inconvenientes que puede traer su uso indiscreto: bástenos recordar los desastres, por decirlo así, diarios que ocasiona el agiotaje. Tal parece ser la ley del progreso, que acompañen siempre inconvenientes inmensos a inmensas ventajas: así la poderosa locomotora de los caminos de hierro acarrea peligros formidables.