Electra: 25
Escena X
editarCUESTA, ELECTRA.
CUESTA.- (Cogiéndole las manos.) Mujercita juguetona, ven aquí. ¡Qué dicha tan grande verte!
ELECTRA.- ¿Me quiere usted mucho, Don Leonardo? ¡Si viera usted cuánto me gasta que me quieran!
CUESTA.- Lo que más importa, hija mía, es que tengamos formalidad... que las personas timoratas no hallen nada que censurar... Me han dicho... creo yo que habrá exageración... me han dicho que hormiguean los novios...
ELECTRA.- ¡Ay, sí! ya casi no acierto a contarlos. Pero yo no quiero más que a uno.
CUESTA.- ¡A uno! ¿Y es...?
ELECTRA.- ¡Oh! Mucho quiere usted saber.
CUESTA.- ¿Le conozco yo?
ELECTRA.- ¡Ya lo creo!
CUESTA.- ¿Ha hecho su declaración de una manera decorosa?
ELECTRA.- ¡Si no ha hecho declaración!... No me ha di ello nada... todavía.
CUESTA.- Tímido es el mocito. ¿Y a eso llama usted novio?
ELECTRA.- No debo darle tal nombre.
CUESTA.- ¿Y usted le ama, y sabe o sospecha que es correspondida?
ELECTRA.- Eso... la sospecho... No puedo asegurarlo.
CUESTA.- ¿Y no podrá decirme... a mí, que...?
ELECTRA.- ¡Ay, no!
CUESTA.- Por Dios, tenga usted confianza conmigo.
ELECTRA.- Ahora no puedo. Tengo que vestirme.
CUESTA.- Bueno: ya hablaremos.
ELECTRA.- (Medrosa, mirando al foro.) ¿Vendrá mi tía?
CUESTA.- Vístase usted... y mañana...
ELECTRA.- Sí, mañana. Adiós. (Corre hacia la derecha. Movida de una repentina idea, da media vuelta.) Antes tengo que... (Aparte.) No puedo vencer la tentación. Quiero darle otro besito. (Vase corriendo por la izquierda. CUESTA la sigue con la vista. Suspira.)