El héroe/Primor XVIII
Primor XVIII
Emulación de ideas
Carecieron por la mayor parte los héroes, ya de hijos, ya de hijos héroes; pero no de imitadores; que parece los expuso el cielo más para ejemplares del valor que para propagadores de la naturaleza.
Son los varones eminentes textos animados de la reputación, de quienes debe el varón culto tomar lecciones de grandeza, repitiendo sus hechos y construyendo sus hazañas.
Propóngase en cada predicamento los primeros, no tanto a la imitación cuanto a la emulación, no para seguirles, sí para adelantárseles.
Fue Aquiles heroico desvelo de Alejandro y, durmiendo en su sepulcro, despertó en él la emulación de su fama. Abrió los ojos el alentado macedón al llanto y al aprecio por igual, y lloró, no a Aquiles sepultado, sino a sí mismo, no bien nacido a la fama.
Empeñó después Alejandro a César, y lo que fue Aquiles para Alejandro, fue Alejandro para César; picole en lo vivo, en la generosidad del corazón, y adelantose tanto, que le puso la fama en controversia y la grandeza en parangón; pues si Alejandro hizo teatro augusto de sus proezas el Oriente, César el Occidente de las suyas.
Decía el magnánimo don Alonso de Aragón y Nápoles que no así el clarín solicita al generoso caballo como le inflamaba a él la trompa de la fama cesárea.
Y nótese cómo se van heredando estos héroes con la emulación la grandeza, y con la grandeza la fama.
En todo empleo hay quien ocupa la primera clase, y la ínfima también. Son unos milagros de la excelencia, son otros antípodas de milagros. Sepa el discreto graduarlos, y para esto tenga bien repasada la categoría de los héroes, el catálogo de la fama.
Hizo el sílabo de los jubilados Plutarco en sus Paralelas, de los modernos Paulo Jovio en sus Elogios.
Deséase aún una crisis integérrima, pero ¿qué ingenio la presumirá? Fácil es señalarles lugar en tiempo, pero difícil en aprecio.
Pudiera ser idea universal si no pasara a milagro, dejando ociosa toda imitación, ocupando toda admiración, el monarca de los héroes, primera maravilla de las animadas del orbe y el cuarto de los Filipos de España, que al sol de Austria se le debía la cuarta esfera.
Sea espejo universal quien representa todas las maximidades, no digo ya grandezas.
Llámese el émulo común de todos los héroes quien es centro de todas sus proezas y equivóquese el aplauso en blasones con eminente pluralidad. El afortunado, por su felicidad; el animoso, por su valor; el discreto, por su ingenio; el catolicísimo, por su celo; el despejado, por su airosidad; y el universal, por todo.