El héroe/Primor XVII

Primor XVII

Toda prenda sin afectación


Toda prenda, todo realce, toda perfección, ha de engastar en sí un héroe, pero afectar, ninguna.

Es la afectación el lastre de la grandeza.

Consiste en una alabanza de sí muda, y el alabarse uno es el más cierto vituperarse.

La perfección ha de estar en sí, la alabanza en los otros; y es merecido castigo que, al que neciamente se acuerda de sí, discretamente le pongan en el olvido los demás.

Es muy libre la estimación; no se sujeta a artificio, mucho menos a violencia. Ríndese más presto a una elocuencia tácita de prendas que a la desvanecida ostentación.

Impide poca estimación propia, mucho aplauso ajeno.

Juzgan los entendidos toda afectada prenda antes por violenta que por natural, antes por aparente que por verdadera, y así da gran baja en la estimación.

Todos son necios los Narcisos, pero los de ánimo con incurable necedad, porque está el achaque en el remedio.

Pero si el afectar prendas es necedad de a ocho, no le quedará grado al afectar imperfecciones.

Por huir la afectación dan otros en el centro de ella, pues afectan el no afectar.

Afectó Tiberio el disimular, pero no supo disimular el disimular. Consiste el mayor primor de un arte en desmentirlo, y el mayor artificio en encubrirle con otro mayor.

Grande es dos veces el que abarca todas las perfecciones en sí y ninguna en su estimación. Con un generoso descuido despierta la atención común y, siendo él ciego para sus prendas, hace Argos a los demás.

Esta llámese milagro de destrezas, que si otras por estravagantes sendas guían a la grandeza, esta por opuesta conduce al trono de la fama, al dosel de la inmortalidad.